“Electric Ochestra” fue gran revelación musical, y un acertado anticipo de una noche impactante

Por Jean Georges Almendras, desde Palermo, Sicilia-19 de julio de 2022

No me tiembla el pulso para calificar a boca de jarro, de excelente, revelador e incisivo (en toda su expresión literal y por diversidad de motivos), el espectáculo de Our Voice presentado en el espacio de Parco de Villa Filipina de Palermo, en la noche del 17 de julio. El talento musical y teatral se dieron cita con una coherencia y un equilibro, digamos que nada novedoso en los jóvenes, pero que, en esta oportunidad, fue en extremo riquísimo en propuesta actoral y de interpretación musical. En lo que concierne a la obra “El Reino del Desorden” hubo solvencia en el texto y en la puesta en escena; y fundamentalmente una muy buena opción de entrega individual y colectiva sobre el escenario, funcional a una dramaturgia compleja y multifacética, apelando al grotesco, al absurdo, al drama y al humor negro. Fue en definitiva una noche, en la que, la propuesta de los directores de la obra -Sonia Bongiovanni, también actriz en esta oportunidad y Diego Grachot- no economizaron ni en recursos, ni en escenografía, ni en efectos lumínicos, ni en utilería, ni en vestuario, ni tampoco en maquillaje, para lograr resultados que alcanzaron un nivel, cuya profesionalidad ha sido un hecho palpable, fortalecido en grado extremo por el raport de cada uno de los jóvenes, a un libreto, de mensaje universal y acorde a las ideas del Movimiento, subrayándose la denuncia, como la protagonista de un libreto inteligente, por excelencia. En lo que atañe al concierto que brindó “Our Voice-Electric Orchesta”, su intervención, como antesala de la faceta teatral de la noche, fue una inconfundible demostración de que la simbiosis entre la música y el arte teatral, con una muy talentosa versatilidad de músicos y actores, puede generar impactantes instancias, dirigidas a un público, que aún exigente, podrá perfectamente sentirse ampliamente gratificado -en todas y en cada de una de las etapas del espectáculo- tal como sucedió en esta noche.

El reino del desorden incisiva y talentosa pieza teatral 2

Un espectáculo musical y teatral, genera expectativas, pero también, está a las puertas de despertar críticas, a riesgo de generar resultados insospechados. En esta oportunidad se trató, entonces, de una puesta en escena donde convivieron música y el teatro, el uno como prólogo del segundo. Y en la mayoría de los casos, las fronteras son muy precisas, y en ocasiones infranqueables.

Pero ya desde el ABC de la noche, el concierto fue revelación y no hubo músico o cantante que no se hubiera destacado, sin perder el horizonte de la propuesta artística en su conjunto.

Estrictamente no cabe señalar con el dedo a figuras relevantes de la banda, porque los músicos, con sus instrumentos, y los cantantes con su voz, fueron uno solo, aunque me concierne una excepción, respecto a la presencia de Simone Piovani, como solista, porque fue uno de los puntales de la velada; y porque entre todos, cada uno en su rol, supo ser la parte del todo. De ese todo que estruendosamente dejó un fuerte mensaje a todos los presentes, despertando fuertes y sentidos aplausos. Los aplausos que se siguieron escuchando en las horas sucesivas.

Francesco Bertoloni, como director artístico de la banda, supo hilvanar melodías con recursos auditivos entre interpretación e interpretación, y de esa forma el hilo conductor mantuvo en vilo a toda la platea, convocándola a comprender, paso a paso, los textos de cada canción, gracias a la fuerza de los solistas y a la de un coro fresco, y armonioso, en directa sintonía con el esquema musical en curso, dominando un escenario que tuvo el respaldo lumínico ideal , para que todo ese despliegue tuviese el eco deseado.

Hay que resaltar, subrayar y reconocer, como otra de las revelaciones de la noche, al joven activista de Our Voice y redactor de Antimafia Duemila, Jamil El Sadi, como presentador del espectáculo desde su apertura hasta el final. Portador de un carisma inconfundible, fue pieza clave para darle al evento (en definitiva, funcional íntegramente al activismo social) el impulso necesario para acentuar con su voz y su perfil, que el encuentro hace parte muy activa del marco de homenaje y memoria del magistrado Paolo Borsellino, asesinado por Cosa Nostra, hace 30 años, siendo además víctimas los cinco custodias que lo acompañaban.

El Reino del Desorden

En el intervalo, previo al inicio de la obra, ya el despliegue teatral comenzó a rodar entre el público, con algunos de los personajes emblemáticos (el pueblo) del “Reino del Desorden”: Chiara Lauteri, Mattia Lauteri, Asia Centofante, Andrés González, Julieta Jimena, Sara Santamaría, Albert Ifran, Giorgio Almendras y Faty Mbengue, cuya actuación individual y grupal, destacamos con especial atención, porque fueron pieza clave, diríamos, determinante de la historia. Tan determinante, que cada uno de los jóvenes actores brilló por sí mismo, e hizo que ese brillo alcanzara a todos. Todo un éxito, de los responsables de la puesta en escena.

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De ahí en más cada uno de los jóvenes de Our Voice, dentro y fuera del escenario, dieron rienda suelta a su compromiso actoral, coreográfico o técnico, con precisión, pasión y fidelidad a los cimientos del Movimiento. Los cimientos que son inherentes a valores tales como la justicia y la verdad, entre los más destacados. Cimientos inamovibles que hicieron que la entrega actoral, fuera coronada por el éxito. Y lo digo literal.

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La historia de esta noche se desarrolla en un reino. En un reino donde los secretos son una institución, una norma, una forma de vida; donde el silencio, sobre todo de todo lo malo, es un hábito, una premisa que debe ser preservada con el autoritarismo, para que solo se hable y solo se escriba, de lo que es bueno.

¿Quizás es la historia de la humanidad? Quizás. ¿Quizás, imperiosamente estamos todos siendo funcionales a la omertá, a guardar todos los secretos, sobre todo lo malo, sobre todo lo blasfemo de una sociedad? Quizás. ¿Quizás el reino del desorden está a la vuelta de la esquina? Quizás ¿Quizás todos, actores y espectadores, ya estamos en el Reino del Desorden? Quizás. ¿Y que cada 30 años una muerte sacude los cimientos del Reino? Quizás.

El texto elegido por Bongiovanni y Garchot, ha sido más que oportuno, para como es Palermo, hoy; para como es, Sicilia, hoy; para como es Italia, hoy; para como es el mundo, hoy. Un texto de pura denuncia, y de puro activismo. Una sutil pincelada de la realidad del Reino de este Mundo, de este Desorden en el que todos nos encontramos. Todas las horas. Todos los días. Todos los años.

Una dramaturgia, que de la mano lleva a la platea a la reflexión, a la pregunta. Una dramaturgia que incisivamente confronta al sistema; que confronta al autoritarismo; que confronta a lo más vil de nuestra humanidad moderna. Que visibiliza las luchas de poder, los sometimientos, las miserias humanas. Pero que también visibiliza la confrontación ¿Quizás la revolución? ¿La rebelión? ¿Quizás la historia viva de los pueblos en constante lucha contra el poder y contra la omertá que hace juego con el crimen y la muerte? Quizás.

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¿Quizás una dramaturgia que pone sobre el escenario a personajes sin nombre y apellido, pero que los podemos ver a nuestro alrededor, en cualquier parte del mundo, y entre nosotros? Quizás.

Rosa (Sonia Bongiovanni) es una mujer, “el espíritu” de ese reino; el oráculo de un reino que es dominado por Salvo, el sobrerero (Stéfano Centofante) en el que conviven sombreros que pujan por el poder. Ambos actores realizan una incomparable y sobresaliente labor actoral, de composición y de una muy alta intensidad emocional. Personajes lúgubres, personajes de odio y de amor, con intensas pasiones encontradas a flor de piel (porque Rosa sufre con cada muerte que se registra en su reino), pero que hace parte de Salvo, en complicidad indiscutible, para que, a nivel del pueblo, todo sea controlado, y para que los secretos no salgan a la luz. Esos secretos incómodos.

La Custodia de las cartas, que están en la torre (Beatrice Boccali), es un personaje, que atrapa al espectador. Otro deslumbrante trabajo actoral que no pasa inadvertido y que arranca aplausos. Al igual que la labor de Dido, La Guardiana (Elisa Pagano, quien además ha hecho parte de la trilogía -junto a Bongiovanni y Grachot) que elaboró la muy fina, incisiva, histórica y universal dramaturgia). Una dramaturgia que en esa noche ha hecho historia, es historia y que también es futuro.

Pero no hare más distinciones porque las distinciones alcanzan a todos, aunque Trina y Reo (Chiara Lauteri y Mattia Lauteri) haciendo parte del pueblo del Reino, actoralmente fueron destaque por su historia (por su danza) dentro de la historia, como cada uno de sus pares, en ese juego de contraescena llevado adelante magistralmente.

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Y no hubo falla alguna: hubo ritmo, continuidad escénica, y el contexto en su conjunto, hizo que el público, además de comprender la historia de ese Reino (nuestro más descarnado espejo del mundo en el que vivimos, por decirlo en alguna manera) no perdiera de vista, el mensaje de cada uno de los personajes deambulando por ese Reino, con un violinista entre ellos (el mexicano Andrés González) que, a pura música, sembró conciencia y dejó su huella.

Una obra de teatro sólida, coherente, consistente, convincente; digna de profesionales; y aunque no todos lo son, fueron profesionales de cabo a rabo.

Nada quedó a la deriva. Nadie quedó a la deriva, ni siquiera al final, cuando el saludo teatral se hizo con la particularidad de que cada personaje se despidió de su Reino, con su sello, y Rosa, la actriz que ensambló inteligentemente todo, para todos, y con todos saludó al público, como Rosa, pero habló como la fundadora de Our Voice, como el alma mater del Movimiento, como el espíritu viviente del Movimiento, de espaldas al Reino del Desorden y mirando a los ojos a la platea, transparente, sincera, noble, fiel y valiente, y sin secretos para esconder, porque su lucha como actriz, va precisamente en sentido contrario, es decir en favor de la vida, de la verdad, y de la justicia.

“Gracias a todos, porque ha sido un compromiso colectivo para poder crear este espectáculo. Somos Our Voice, un Movimiento cultural y artístico que lucha contra las injusticias sociales y creemos profundamente en el arte. Somos estudiantes; y este espectáculo nuestro tiene precisamente el propósito cultural de llevar el arte no solo en el teatro sino también en las plazas; entonces, los invitamos a seguir nuestra actividad; un agradecimiento a todos los colectivos que nos acompañan. Agradecemos también a los sostenedores de la asociación de voluntariado Our Voice, les agradecemos a ustedes por estar aquí. En estos 30 años de la masacre de vía D’Amelio, porque somos todos italianos e italianas y no debemos olvidar todo lo que ha acontecido. Entonces, impulsamos sobre todo a las jóvenes generaciones y a toda la población civil a seguir comprometiéndose siempre y a seguir creyendo que las cosas pueden cambiarse. Mañana estaremos en la marcha por una antimafia popular, militante, activista y que sobre todo empiece desde abajo, desde los artistas, desde el trabajador y la trabajadora, desde los estudiantes, porque nos pertenece a todos; cada lucha social pertenece a toda la población civil, por tanto, les agradecemos nuevamente por estar aquí”.

Sobrevinieron aplausos, vítores. Teatralmente hablando, la noche fue testigo del salto enorme y descollante, dado por Our Voice, para su nuevo tiempo y su nueva etapa.

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*Foto de portada y restantes: Davide De Bari