Escoltando la memoria de Paolo Borsellino y la de los funcionarios públicos que murieron con él

Dávide Minio: “La idea fue la de transformar este punto de muerte en un punto de vida”

Por Jean Georges Almendras, desde Palermo, Sicilia-12 de julio de 2022

A medida que uno va aproximándose a vía D’Amelio, en el lado norte de Palermo, el recuerdo de una imagen de prensa de la época se me va definiendo y sorpresivamente uno recapitula que en ese lugar hace 30 años, la muerte -en toda su máxima expresión devastadora- hizo su carta de presentación de la mano mafiosa, para segar la vida del magistrado -Paolo Borsellino- y de cinco escoltas: Agostino Catalano, Vincenso Limuli, Walter Eddie Cocina, Claudio Traina y Emanuela Loi. Una tragedia, si se quiere anunciada, ya desde el mismo momento, en que 57 días antes, Cosa Nostra atentaba con igual magnitud contra otro magistrado: Giovanni Falcone, que perdió la vida junto a su esposa Francesca Morvillo y los escoltas Rocco Di Cillo, Vito Schifanni y Antonio Montinaro, en Capaci.

Han pasado ya treinta años desde la desaparición física de Paolo Borsellino, y a la huella de dolor que ha dejado, se suma la necesidad -o más bien- la obligación ética, de preservar su memoria, procurando de esa forma hacer parte de una lucha antimafia, que se inscribe en el convencimiento -a conciencia- de que la mafia, con los estragos de Vía Capaci y Vía D’Amelio, no solo asestó un duro golpe contra la vida humana, sino además contra la sociedad italiana y la democracia, en el marco de una tratativa entre el Estado y la Mafia, oprobiosa e inaudita. Y esa convicción de repudio y lucha tenaz contra el sistema mafioso, instalado desde tiempos pasados en la sociedad palermitana, permanece incólume, en el seno de los jueces y fiscales que hoy llevan adelante investigaciones, en torno a la tratativa y al paradero de una agenda roja que Borsellino llevaba en su portafolios y que le fuera sustraída -por un hombre con uniforme de carabinieri- apenas instantes después del atentado, cuando todavía emergían gruesas columnas de humo del lugar donde explotó la poderosa bomba colocada en un automóvil que estaba estacionado junto al que ocupaba el magistrado. Con igual fuerza, ese repudio antimafioso se hace sentir desde el periodismo libre, tal es el caso de los redactores de Antimafia Duemila -y nosotros como redactores de Sudamérica- y otros colegas. También es el caso de la sociedad civil, a través de ciudadanos con igual conciencia, que son de hecho funcionales a una antimafia libre, en sus múltiples expresiones.

Por enésima vez me ubico en el lugar exacto donde se cometió el atentado contra Borsellino, en vía D’Amelio (donde además hace 29 años fue plantado allí un árbol de olivo) y allí tuve la buena fortuna de encontrar a los activistas de “Escolta de la Memoria”, que también hacen parte de otra sociedad civil denominada “Agenda Roja” (fundada por Salvatore, el hermano de Paolo Borsellino).

Davide Minio, alrededor una mesa, luciendo un chaleco con el distintivo de la asociación que integra, acepta hacerse un espacio para una breve diálogo, al tiempo que no deja de informar -a personas que se acercan, algunos de ellos con niños y adolescentes italianos y también turistas- sobre el hecho trágico del 19 de julio de 1992 y sobre ese frondoso árbol de oliva, de cuyas ramas penden dibujos, respetuosos escritos de reconocimiento y de homenaje a Borsellino, como así también gorros y cintas de colores, emblemas de la vida que quedan ahí, a merced del viento, como clara y visible respuesta a un hecho que fue una de las innumerables vivencias del horror palermitano de aquellos días. El horror mafioso que hoy tiene un rostro más sutil, más infiltrado con la sociedad italiana moderna, pero no por eso es menos temible, menos destructor o menos vil.

Hoy, la mafia está mejor posicionada. ¿Por qué? Porque está mimetizada con las instituciones de poder, con figuras del sistema político, del ámbito parlamentario, con el sistema empresarial y el aparato financiero del país; y en el ámbito judicial, de una u otra manera, buscando -bajo diferentes metodologías, preferentemente de desprestigio o descalificación de personalidades honestas- entorpecer la labor de los funcionarios públicos, magistrados o fiscales, que son los verdaderos operadores de una Antimafia convincente y sólida. Operadores que hoy por hoy viven literalmente blindados, porque están sentenciados a muerte por Cosa Nostra, en algunos casos, y por la ‘Ndrangheta en otros. Pero, de hecho, y a diferencia de los días de Falcone y Borsellino, felizmente esos magistrados y fiscales, con la muerte sobrevolándoles sobre sus cabezas, no están ni solos, ni aislados, por más que desde tiendas criminales se busque, precisamente, ese cometido.

“Soy Davide Minio, formo parte de Agenda Roja, de Salvatore Borsellino. Desde hace seis o siete años he tenido el privilegio de conocer a Salvatore, por el proyecto 'La casa de Paolo', una antigua farmacia de la familia que hoy se ha convertido en un centro de ayuda para los chicos del barrio”.

Paolo Borsellino 30 anos despues de la masacre 2

-¿Puedes explicarnos brevemente qué significa la presencia de ustedes aquí, junto a un árbol también histórico?

“La iniciativa es la de escoltar la memoria, de hecho, se llama 'Escolta de la Memoria', nosotros queremos proteger la memoria y lo hacemos aquí también, recibiendo a los visitantes y haciéndolos parte de la protección de este lugar sagrado, protegiendo los valores que distinguen a este lugar de otros y evitando que aquí se lleven a cabo pasarelas mediáticas, solo para sacar una foto e irse; en lugar de eso nosotros preferimos no solo dar información sino sobre todo emoción. Entonces lo que hacemos es un mix de información y emoción, conectado a aquellas personas que desafortunadamente han perdido aquí la vida y que a través de sus seres queridos se han mantenido vivos, con esta actividad”.

“Este lugar es muy particular, porque en el cráter formado por la explosión que tuvo lugar justo en el cívico 19 de vía Mariano D'Amelio en Palermo, se creó un agujero, y la idea de la madre de Salvatore Borsellino, Maria Pia Lepanto, fue la de transformar ese punto de muerte en un punto de vida y de paz a través de un árbol que es símbolo de esa paz; el árbol del olivo, y lo hizo llegar desde Belén. La idea se concretó exactamente un año después, el 19 de julio de 1993, momento en que fue inaugurado el Árbol de la Paz”.

“A la idea de crear un símbolo de paz y de justicia el arquitecto quiso añadir además un ulterior significado: que fuera un recuerdo no solamente ligado a Sicilia o a Palermo, sino que debía recordarlo toda Italia. Y ha querido representar en cierto sentido también el afecto que toda Italia ha manifestado por el juez, representándola geográficamente en los materiales con que ha compuesto este monumento: el mármol verde de los Alpes del norte, el travertino del Lazio, centro Italia, para realizar la estructura; y estos guijarros que componen la acera donde se camina entorno, provienen de Capo d'Orlando, provincia de Mesina, porque en esa playa de Capo d'Orlando, hay este tipo de guijarros naturales, y la cosa más linda para la realización es que han sido recogidos por niños y traídos a Palermo por el alcalde del 92, para realizar esta acera que rodea al árbol. E incluso el arquitecto ha realizado un pequeño diseño de niños tomados de la mano haciendo una ronda en torno al árbol para dejar este símbolo de la pureza de los niños, que se encuentran bajo el árbol, y que aun después de Capaci hicieron lo mismo, para mostrar su cercanía con los jueces ante lo que había ocurrido”.

“Después, la cosa más particular de este macizo que rodea al árbol es que tiene una conformación extraña, porque, visto desde lo alto, el diseño mismo del adorno se inspira con las dos palabras que han sido indicadas para crearlo, la palabra paz y la palabra justicia, él ha utilizado la letra P y la letra J superpuestas para evidenciar las dos palabras en el diseño. Otra característica del lugar es que están los nombres del Juez, Paolo, primeramente, y los nombres de los hombres de la escolta que aquel día perdieron la vida con él. El nombre de cinco de sus colegas que estaban junto al juez esperando que bajase la madre para poder partir; ya que el sexto, Antonino Vullo, sobrevivió porque estaba preparando el auto blindado para salir, en el interior de este. Lo que él cuenta sobre el hecho esperamos pueda contribuir a la verdad sobre lo que sucedió en este lugar particular”.

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“El nombre de los cinco agentes de la escolta, Agostino Catalano, Claudio Traina, Emanuela Loi, Vincenzo Li Muli, y Eddie Valter Cosina son puestos en orden alfabético, de modo que la inicial de cada nombre forma también la palabra paz (pace) e incluso, unidos a las primeras letras del nombre de Vicenzo y Valter, forman las palabras pace y vi-va (viva la paz); entonces es un mensaje particular escondido, como lo llamo yo; si los nombres hubieran sido diferentes no se habría formado, entonces no es casualidad que se llamasen así, la elección del nombre por parte de sus mamás, el sentido de la paz que deseamos todos nosotros, es un poco sintetizado en estas particulares circunstancias que sus nombres confirman”.

“Esto, respecto al mensaje de la acera que circunda el árbol, después en las ramas que crecen desde hace 29 años, muchos visitantes dejan un dibujo, un mensaje; en estas ramas que parecieran brazos, como dice Tommaso Catalano, hermano de Agostino. Parecen los brazos de todos ellos, porque tienen un aire humano las ramas de olivo; entonces, tanto él, como Salvatore Borsellino muchas veces llegan aquí y tocan estas ramas como si fuesen los brazos de sus hermanos. Es algo conmovedor, porque es algo importante, y que Salvatore recuerda siempre es que aquel día perdieron la vida todos juntos, y desafortunadamente su sangre, a causa de la explosión, se vuelve una única cosa, un único líquido, entonces esta linfa que corre en el interior del árbol, en cierto sentido representa verdaderamente a todos, porque de aquel modo perdieron la vida, y de este modo hoy continúan viviendo, a través del árbol”.

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-¿Qué significa para ti Paolo Borsellino, treinta años después de la masacre?

“No he tenido la suerte de conocerlo, pero he tenido el privilegio de acercarme a su hermano Salvatore, y en él he podido percibir el valor de su hermano Paolo, incluso a través de su hermana Rita, que también ella ha contribuido muchísimo en vida a dar a conocer al Juez Paolo, y lo que hacía. Porque más allá de lo que leemos en los libros, que puede ser de algún modo romantizado, un poco diverso respecto a su vida, sus familiares logran hacerlo percibir de manera plena a través de sus vivencias, de sus recuerdos. Entonces yo lo que quiero transmitir a los visitantes que llegan es eso, ese sentido del deber, ese sentido de la normalidad que ellos vivieron, que nosotros queremos hacer nuestro. Porque lo que nosotros recordamos es lamentablemente cómo han muerto, pero cómo han muerto no lo han decidido ellos, en cambio cómo ellos han vivido, es un gran legado. Nosotros nos identificamos con eso y seguimos adelante. Por eso, lo que nosotros hacemos hoy, en cierto sentido, con nuestras herramientas, con nuestros medios, es restituir a quienes nos visitan, sus valores, lo que ellos fueron, porque de algún modo lo hemos hecho nuestro, y sentimos que una colectividad puede restituir la vida que les fue interrumpida en aquel momento, y continuar con su sentido de las cosas, a llevarlo adelante. Es un poco esto, la Memoria”.

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*Foto de portada y restantes: Pietro Brigante / Our Voice