Un sorpresivo, aunque  en cierto sentido “esperado”, dictamen del Ministerio de Justicia del Brasil, de “prisión temporal” para el mafioso de la ‘Ndrangheta (apodado “Rey de la cocaína”) Rocco Morabito, de 56 años, ha hecho que su extradición a Italia diese un muy pronunciado giro, al punto de que seguramente por un buen tiempo, el tristemente célebre narcotraficante y capo de una organización criminal insignia del delito vinculado a las drogas en el mundo, permanezca en territorio brasileño, en prisión sí, pero en territorio brasileño, que es en realidad lo que él (su defensa, para ser más preciso) procuraba a toda costa. Y lo logró, lo que para su persona y para su organización significa mucho y bastante. Pero los quehaceres de los asesores letrados de Morabito, en esta ocasión blandieron los oropeles del éxito, y lo más temido para este personaje, se disipó, como se disipan los nubarrones en pleno verano. ¿Quiénes incidieron en esta repentina decisión del máximo órgano judicial brasileño? ¿Dentro de qué parámetros? ¿Bajo qué acuerdos o pactos, mismos entre mafiosos? ¿Bajo qué directivas? ¿Fueron directivas locales -es decir de los tecnicismos jurídicos que se aplicaron- o fueron directivas extra fronteras? ¿Fueron negociaciones subterráneas? ¿Qué costos tendrán las mismas si es que hubiesen existido?

Todo es un verdadero enigma. Bueno, es una forma de decir, porque en verdad, viniendo de Rocco Morabito, todo se puede esperar. Y todo puede acontecer. Sea en Brasil, y como lo fue en el Uruguay. Toda una vida a “salto de mata”, como se dice en el lunfardo rioplatense: de Italia a Brasil, hace como veinte años; de Brasil a Uruguay poco tiempo después, y desde allí hasta salir a la palestra pública -en el 2017- para ser encerrado y dos años después (cuando estuvo a un tris de ser extraditado) se fuga -escandalosamente, cual espejo de una corrupción vergonzosa en los ámbitos carcelarios uruguayos, cuando no del sistema político de la época- y es recapturado en el mes de mayo de 2021, en la ciudad de Joao Pessoa, en el estado de Paraíba, Brasil, y ahora un año después cuando ya están sonando los clarines anunciado su extradición a su jaula, en su tierra natal, sobreviene la buena nueva, para él, obviamente, de que se suspende, así de simple y concreto, su traslado para permanecer en el país de la bosa nova, para cumplir con un proceso. Punto y final, de un capítulo más de su historia de vida criminal, que deja atónitos a todos.

Estupor generalizado causó sin duda esta novedad, que, desde hace ya unas 24 horas, viene recorriendo el mundo, respecto a la suerte de uno de los criminales sobre el que recaen innumerables acusaciones, por hacer parte -como integrante de un núcleo familiar- de una de las organizaciones más poderosas de la Italia de hoy: la ‘Ndrangheta, indiscutible líder mundial en el ámbito del narcotráfico.

Formando activa parte (en la clandestinidad o no) de ese grupo mafioso, es que Rocco Morabito -cuya presencia en América Latina, significa mucho más, para la organización a la que pertenece, que para él mismo- ahora es centro de atención del periodismo mundial, lisa y llanamente porque, también este nuevo obstáculo para su extradición, tiene su significado, o si se quiere su mensaje para la comunidad pública mundial y obviamente para la justicia italiana. Un mensaje, nefasto que nos sacude y nos pone alertas, habida cuenta de la reciente sangre derramada, en filas de operadores de la justicia, (como es el caso del fiscal paraguayo Marcelo Pecci y de dos fiscales más centro americanos) bajo una mano criminal transnacional de la que perfectamente podría hacer parte la ‘Ndrangheta.

“De aquí, de América Latina, no me sacarán” parece ser el mantra que repitió y repitió Rocco Morabito desde que fuera recapturado (tras casi 15 años de estar prófugo de su país, donde fuera condenado en ausencia a 100 años de prisión, por tráfico internacional de drogas e integrar una organización criminal) en Uruguay, en setiembre de 2017, cuando sobre él sobrevolaba el fantasma de la extradición. Y lo logró, de una u otra forma, logró su objetivo de no cruzar el Atlántico.

Evadiéndose de la cárcel, o apelando con sus abogados a los subterfugios jurídicos, o aprovechando las circunstancias coyunturales de su proceso u obedeciendo, quizás, al máximo vértice de la organización en la que es una figura de peso e historia, lo cierto es, que Rocco Morabito sigue haciéndole gambetas a la justicia de su país, y por si fuera poco, se ríe en la cara de todos nosotros, porque se sabe,  protegido por los anillos de seguridad (que bajo cuerda) siempre protegen a los mafiosos que por hache o por zeta tienen a su favor, métodos que los preservan, dentro y fuera de su territorio natural. No es, ni será la primera vez, ni la última, que un capo mafioso -esta vez de la ‘Ndrangheta- juegue a las escondidas con la Ley, en el mundo, y salga airoso. Hoy por hoy, mismo, en Italia, permanece prófugo -desde hace ya unas cuatro décadas- el máximo capo de Cosa Nostra -sucesor de Bernardo Provenzano y Toto Riina, ambos fallecidos en prisión- Mateo Messina Denaro, y no hay que olvidar que sus antecesores también estuvieron prófugos por bastantes años, obviamente protegidos por un sistema criminal, salpicando instituciones, hombres de la seguridad pública, de la inteligencia estatal y hasta de la masonería, que mucho tuvo y tiene que ver con la lógica, y la estructura mafiosa, no solo en la bota italiana, sino en el mundo entero. Así como lo lee, y no debe dar lugar a los asombros.

Dando cierre al caso Morabito, para este escrito, suponemos que ahora él debe estar brindando en la prisión que se le debe haber adjudicado. A sabiendas que la orden -impartida desde el máximo órgano judicial brasileño- de prisión temporal (que es de hecho su más oportuno salvoconducto para no ver las caras agrias de los magistrados de su país) muy seguro estoy que debe estar maquinando ya, que su estada por este continente sea lo más prolongada posible. Y solo él (y quienes lo apañen dentro y fuera de su microcosmos al margen de la Ley, como siempre le ha ocurrido) sabe y sabrá el contenido de su guion de vida. Es decir, de sus próximos pasos, que son en definitiva puntos suspensivos. Pero no cabe sumar a la cuenta del olvido, que donde Rocco Morabito se encuentre, los pórticos de la corrupción que respondan a sus intereses y cometidos, son moneda corriente y (estamos recontra seguros) no le estarán ausentes para mejorarle, no solo su estada entre rejas, sino que, hasta inclusive, todos sus más recónditos negocios alrededor del tráfico de drogas, así como lee. Porque el quehacer empresarial criminal, de Rocco Morabito -no olvidemos que, en definitiva, ahora la mafia no es más que un muy convincente y muy poderoso gerenciador de criminalidades ilustres- indefectiblemente va de la mano de su vida cotidiana, sea en libertad, sea en la clandestinidad o sea entre rejas.

Hoy, los aires brasileños le fueron favorables a Rocco Morabito, como hace más de 20 años, cuando huía de Italia, cruzándose en aquellos días en su camino con quienes le dieron cobijo, cobertura de acción y futuro criminal. ¿Pero y ahora? ¿En prisión temporal, se repetirá la historia? Quiero creer que se le terminó la buena racha. Quiero creer, pero tengo mis más serias dudas, por lo que podrá suceder, ya, mañana mismo.

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*Foto de portada: Ministerio del Interior Uruguay