"Por encima de la ley", el último libro del consejero togado fue presentado en Catania
 
Por Aaron Pettinari-18 de junio de 2022

El camino recorrido en los últimos años para convertirse en magistrado. La situación dentro de las prisiones italianas. Las nuevas normas de justicia que complican la labor del magistrado. La cuestión social a considerar si queremos abordar los grandes problemas de la lucha contra las mafias. De todo esto habló el consejero del CSM (Consejo Superior de la Magistratura) Sebastiano Ardita, invitado a la Facultad de Derecho para el encuentro organizado por la asociación estudiantil "Giurisprudenzattiva".

Una oportunidad de encuentro y debate que se inspiró en el contenido del último libro del magistrado "Por encima de la ley - Cómo manda la mafia desde la cárcel".

Acompañado por las preguntas de Hala Fuad y Guido Leonardi y por la profesora Marisa Meli (subdirectora del departamento), Ardita enseguida aclaró que el libro "pese a tener un título que parece cortante, les aseguro que tiene un enfoque muy garantista".

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"Es un libro que examina un gran problema social, que examina quién está en prisión por las razones más impensables. Y hay varias categorías de personas que terminan en prisión, porque allí también hay una pirámide. Están los líderes de las organizaciones mafiosas, grupos organizados que piensan en cometer delitos, que tienen un rol determinado, luego están los presos comunes y, en la base de la pirámide, una serie de figuras que son las más desfavorecidas, los que son instrumentos de un mecanismo, que pueden ser vendedores ambulantes o drogadictos y que están detrás de una situación delictiva que nace de la necesidad".

Entonces, como explica el magistrado, en el mundo de la cárcel tenemos varias realidades. Tenemos a la mafia, tenemos a los que delinquen y son delincuentes, es decir, a los que "hay que corregir, reeducar y poner a salvo", y luego hay una masa de desfavorecidos. Estos últimos se encuentran en esa condición "porque no son alcanzados por la linfa del Estado que explica para qué sirve la sociabilidad".

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Ardita, que a lo largo de su carrera dirigió la oficina de detenidos del Ministerio de Justicia, explicó así las dificultades dentro de las prisiones, que también incluyen estructuras más o menos legales (ver el caso del protocolo mariposa y las relaciones entre los Servicios de Seguridad y los presos). "La reeducación es importante en las prisiones -prosiguió Ardita- al mismo tiempo, sin embargo, no debemos jugar el juego de 'quién es el más bueno con los presos'. Porque en la cárcel también hay gente inteligente que mata". No es casualidad que el libro hable, entre tantas historias, de un personaje que había cometido varios asesinatos y que, una vez recobrada su libertad, sale a secuestrar a un empresario, lo tortura y lo mata.

Entre los temas abordados no podían faltar también los recientes posicionamientos del Tribunal Constitucional y la CEDH (Corte Europea de Derechos Humanos) sobre el 41 bis y la cadena perpetua. "El 41 bis -recordó Ardita- no es una herramienta común que se utiliza cuando alguien se porta mal en prisión. El 41 bis es un último recurso. Porque cuando uno se enfrenta al jefe de una asociación mafiosa, se está ante un sujeto que, respecto de los desarrollos delictivos que puedan desarrollarse en su territorio, lleva a cabo una planificación operativa de la extorsión y la violencia, para evitar 'fugas' a otras organizaciones criminales y que la competencia les quite más espacio".

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"Por eso, el 41bis interviene reduciendo de cuatro a uno los contactos con las familias, o revisando las cartas para ver si se envían mensajes al exterior, para asegurarse de que no se cometan delitos. Entonces, en cuanto al Estado de derecho, tenemos una balanza con dos platillos. Por un lado, ponemos el espacio residual de libertad de una persona que cometió los crímenes, el jefe de la mafia, pero por otro lado está la vida y la integridad física de personas inocentes. El sacrificio, que es importante y afecta los derechos individuales, desde mi punto de vista debe hacerse para evitar que una persona salga de prisión y una persona inocente sea torturada y asesinada"

El problema, de alguna manera, está en el extremismo que hoy también se ha convertido en un tema político.

Según Ardita hay un problema en lo que se refiere a las prisiones en la medida en que muchas veces "se habla sin conocer la situación real de las cárceles".

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El libro también analiza algunos episodios recientes como los disturbios en plena emergencia sanitaria, que se saldaron con una violencia sin precedentes en la prisión de Santa Maria Capua Vetere. "Aborrezco lo que pasó -dijo Ardita-. Pero no hay que dar una visión simplista de los funcionarios penitenciarios como chacales y asesinos. Porque es muy grave lo que pasó, pero también lo es lo que se permite dentro de las cárceles, donde los jefes y algunos reclusos pueden 'gobernar la libertad del resto'". "Hace unos años se introdujo una circular innovadora con el fin de abrir espacios de detención para aquellos internos que se comportaran bien y mostraran cierta predisposición al cambio. Se trazaron caminos individuales que forman parte del proceso de reeducación y que también pueden extenderse a libertades en el interior de la prisión. Pero todo eso hay que conquistarlo con un tratamiento reeducativo". Posteriormente, sin embargo, la circular fue ampliada sin distinción. Y hoy los espacios de detención se abren para todos. "De esta manera se genera un caos, porque los policías penitenciarios son un número reducido. Así también aumentan los riesgos para los propios presos, quienes con las celdas abiertas pueden vivir situaciones de sufrimiento y violencia. Porque no podemos ignorar que en el interior de las cárceles hay jerarquías criminales". Ardita, por lo tanto, invitó a los presentes a preguntarse, a falta de una regulación reglamentaria, quién decidirá los turnos, por ejemplo, para acceder a las "habitaciones del amor" previstas para garantizar las relaciones afectivas de los presos. O el tema de quien ya decide cuándo acceder a los baños.

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Otro tema tratado se refirió a la gestión de la emergencia sanitaria en las cárceles o al increíble aumento del número de móviles encontrados en las celdas (más de mil sólo en el último año). "Antes se podía trasladar a aquellos internos que se encontraban en posesión de celulares -recordó Ardita- hoy, con estos números, no se puede hacer nada".

Otro punto delicado es la cuestión social. "A la cárcel -explicó Ardita- normalmente no van personas adineradas, sino otras que tienen problemas personales e incluso económicos y muchas veces se encuentran pasando por graves penurias o adicciones. Si la realidad es ésta, es evidente que las cárceles se convierten en una reserva potencial de reclutamiento para la mafia, tal como en los años setenta lo habían sido para el terrorismo".

Ardita también destacó la necesidad, principalmente por parte del Estado, pero también de la sociedad en su conjunto, de no abandonar las zonas más desfavorecidas. "Las mafias ocupan los espacios donde el Estado está ausente. Una organización criminal seria ofrece trabajo, garantiza la manutención mensual, y también ayuda a las familias cuando el marido o el padre acaba en prisión. Así se refuerzan los vínculos y se mantiene el silencio". Se formularon entonces críticas a la nueva ley sobre la cadena perpetua obstativa, impulsada en la Cámara de Diputados, donde "se añaden muchas normas, con la idea de dificultar el acceso al beneficio, pero con ello se ofrecen más posibilidades para sean evaluados otros índices que realmente van a ampliar las oportunidades de acceso al mismo".

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Entre las alarmas lanzadas ante esta nueva emergencia está la disminución de nuevas colaboraciones con la justicia, pues van a ser "cada vez más inconvenientes".

Finalmente, Ardita también habló del sentido del Estado, que no es solo el de una institución o algo formal. "El Estado también tiene una función de orientación cultural del ciudadano. Es interpretada por hombres que están en relación con otros hombres. Cuando decimos que el Estado no existe, no es porque las leyes, las normas o las disciplinas no sean suficientes, tenemos hombres que creen en estas leyes, aunque con limitaciones, defectos, miedos o su propio sentimiento de insuficiencia. Siempre es necesario cuestionarse, si queremos dar una respuesta efectiva. Hoy en todos los sectores públicos tenemos poco Estado porque no siempre vibra con fuerza, en todos, el deseo de ser parte de una comunidad. La ley es vista casi como un enemigo, cuando en cambio debería ser el instrumento para mantenernos más unidos. El compromiso público debe traducirse siempre en el deseo de reconocernos más humanos". Porque independientemente del rol, son las acciones las que marcan la diferencia y muchas veces se olvida que "los referentes, esos que aún son mitos inalcanzables para nosotros, fueron personas humanas que dieron su vida y todo lo que tenían por los demás".

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*Foto de portada y restantes: © Riccardo Caronia / Angelo Vitale