Por Giorgio Bongiovanni-23 de enero de 2022

El delincuente convicto Silvio Berlusconi se retiró. Perdió después de perseguir el sueño de convertirse en el jefe de Estado que hubiera humillado a nuestro país, poniéndolo de rodillas y en la picota frente al mundo entero.

Levantó la bandera blanca tras una larga campaña mediática, en la que los panfletos hicieron alarde de sus "méritos", omitiendo sistemáticamente las investigaciones y los juicios a los que fue sometido, y la condena definitiva a cuatro años (de los cuales 3 fueron condonados por el indulto) por fraude fiscal.

Los servidores del amo intentaron ocultar a la opinión pública que Silvio Berlusconi fue protagonista de 36 juicios con diversos cargos penales: fraude fiscal, balances falsos, apropiación indebida, corrupción judicial, corrupción general e instigación a la corrupción, financiamiento ilícito a partidos, revelación de secreto oficial, falso testimonio, prostitución de menores, extorsión agravada, evasión de impuestos y otros delitos fiscales, difamación agravada y abuso de poder.

Y omitieron también que en varias ocasiones Berlusconi logró salirse con la suya sólo gracias a prescripciones, amnistías o despenalizaciones del delito.

Pocos diarios como el nuestro, o Il Fatto Quotidiano, y algunos políticos o miembros de la sociedad civil, han recordado que hay sentencias que afirman que Silvio Berlusconi le pagó a la mafia.

Hablamos de la sentencia que condenó en forma definitiva a Marcello Dell'Utri a siete años por concurso externo en asociación mafiosa (pena extinguida).

Ese mismo mafioso con el que fundó un partido, Forza Italia, que gobernó durante veinte años.

En esa sentencia está escrito en negro sobre blanco que el ex Senador Dell'Utri, de 1974 a 1992, fue garante de un acuerdo entre los clanes y el ex Cavaliere que duró casi veinte años.

En esas páginas se dice que "a cambio de protección garantizada, Silvio Berlusconi había comenzado a pagar, a partir de 1974, a los exponentes de Cosa Nostra palermitana, a través de Dell'Utri, grandes sumas de dinero que fueron recaudadas físicamente por Gaetano Cinà".

Eso ya era suficiente para decir con firmeza: ¡No a Berlusconi presidente!

Pero también conviene recordar que Silvio Berlusconi y Marcello Dell'Utri están siendo investigados en Florencia bajo la gravísima acusación de ser los posibles autores intelectuales externos de las masacres de 1993, donde perdieron la vida nuestros mártires.

Sin embargo, la propuesta de Berlusconi al Quirinal fue tan seria que durante todo un mes no se habló de otra cosa en Italia.

Silvio Berlusconi lo creía posible. Y movió a sus mejores peones, como recordó nuestro columnista, Saverio Lodato, durante la presentación del libro "Los enemigos de la justicia" (Editorial Rizzoli).

"Dell'Utri estos días -dijo- está en su casa con el convicto Verdini y le envían pizzini (notas) a sus empleados y a sus socios políticos para decirles cómo votar a Silvio Berlusconi, para evitar que haya francotiradores y que los diarios italianos publiquen fotos de Verdini y Dell'Utri juntos, como si se tratara de un grupo mixto en el Senado formado por delincuentes, ex delincuentes y delincuentes de carrera que hacen sus propuestas para el Quirinal".

Al final, sin embargo, Berlusconi, como conocedor del deporte que ganó campeonatos y Copas de Campeones con el Milán, entendió que su equipo, en el partido por el Colle, era pobre y mediocre. Nunca hubiera estado a la altura de la competencia y quería evitar hacer el ridículo a la hora del recuento de votos. Entendió que la opinión pública no lo hubiera soportado.

Otra que el "servidor responsable de la patria" que se hace a un lado en pos de la unidad.

Eso sí, nos alegramos de su jubilación, pero somos perfectamente conscientes de que no es un acto cristiano ni de misericordia.

Hoy podemos celebrar la victoria de la Italia que cree en la justicia y la verdad, pero todavía no podemos estar completamente satisfechos.

Lo decimos desde ahora. No nos gustan los nombres que han estado circulando en las últimas 48 horas. En otras ocasiones ya hemos dicho que, ante la falta de un nombre que verdaderamente pueda avalar nuestra Constitución, hubiera sido mejor reelegir como jefe de Estado a Sergio Mattarella, cuya historia es por todos conocida.

Pero no podemos hacer otra cosa que tomar nota de su falta de voluntad para permanecer en el cargo. Por eso nos gustaría que la Política se atreviera a elegir un nombre recto y con un alto valor ético, quizás mirando a aquellos representantes de las instituciones que demuestran con su actuación que no todo el Estado está podrido: funcionarios rectos del Estado, magistrados antimafia, políticos honestos, miembros de la sociedad civil comprometidos con ayudar a los demás. No nos corresponde a nosotros dar nombres, pero hay figuras que son un símbolo, que podrían ser elegidas y que poseen estas cualidades.

Porque los desafíos que el país deberá enfrentar en un futuro cercano van mucho más allá de la pandemia y la crisis económica.

Recordemos una vez más que en Italia el problema número uno, del que nadie habla a pesar de las constantes alarmas de los profesionales (magistrados, fuerzas del orden, asociaciones) es la lucha contra la mafia y la corrupción. Hoy constituyen fenómenos endémicos que son totalmente abandonados y colocados (en el mejor de los casos) en los últimos lugares de la agenda política de los gobiernos.

Hablamos de organizaciones criminales que obtienen beneficios en torno a los 150 mil millones de euros al año, que son capaces de invertir en la bolsa y de obtener grandes capitales gracias al narcotráfico internacional.

Es un hecho conocido que la 'Ndrangheta maneja desde hace años el tráfico de cocaína en el hemisferio occidental, casi un régimen de monopolio. También es bien sabido que en los últimos tiempos Cosa Nostra ha vuelto a invertir grandes cantidades de capital en el sector de las drogas.

Entonces, ¿cómo no tener en cuenta estos hechos?

¿Por qué todavía no se le han puesto las esposas a Matteo Messina Denaro, el super fugitivo de Trapani, depositario de los secretos de Totò Riina y el último jefe de las masacres en libertad?

La falta de verdad sobre las masacres y crímenes que han marcado la historia de nuestra República son un escándalo internacional.

Por ello necesitamos un jefe de Estado que tenga una comprensión clara de la importancia de la lucha contra la mafia.

Y tendría que tener la misma firmeza también contra las guerras, en pleno respeto de nuestra amada Constitución.

Los fuertes vientos que soplan desde Europa del Este no presagian nada bueno. Estados Unidos (acompañado por la OTAN) y Rusia hace tiempo que comenzaron a jugar un juego mucho más grande que el que se jugará mañana en el Parlamento.

El riesgo de una nueva guerra no es un cuento de hadas, así como el riesgo de que se utilicen armas nucleares. Pero esa es otra historia.

De momento podemos disfrutar de la derrota de Berlusconi y sus lacayos.

Pero mañana ya será tiempo de elecciones, con el primer recuento de votos para presidente de la República.

Además de los problemas de la mafia, la corrupción, la crisis económica y financiera, el avance de la pobreza y la pandemia, existe otro gran problema: la degeneración de la clase política dirigente.

¿Por qué nuestro país, uno de los más importantes en la historia de la humanidad por la cultura, el arte y la belleza, quinta potencia mundial por su PIB, aguanta esta clase dirigente compuesta por bufones, incompetentes, mediocres y materialistas que no defienden de ningún modo los intereses del pueblo italiano?

Como dijo Saverio Lodato, es obvio que también hay políticos honestos, pero son los que menos cuentan. Entonces, ¿qué harán mañana los 1009 electores que deben elegir el nombre del jefe de Estado? ¿Serán expresión de sus partidos, cuyos líderes son figuras mediocres, mezquinas, investigadas, procesadas ​​y quebradas?

¿Qué ofrecerán los Matteo Salvini, Giorgia Meloni, Matteo Renzi y Enrico Letta de turno? ¿Qué tienen para ofrecer los fracasados ​​y traidores del Movimiento Cinco Estrellas, que con sus acciones han desconsiderado a miles y miles de italianos? ¿Cuál será su mejor candidato?

Ya lo hemos dicho. En nuestro país existen personalidades de altísimo valor ético y moral. Y es en esa categoría de mujeres y hombres que hay que elegir, antes de seguir los juegos partidistas en busca de un nuevo escaño para las próximas elecciones del 2023.

A los ojos de Europa, pero también del mundo ¿seremos capaces de mostrar nuestro orgullo o, como dijo Agnelli, demostraremos ser una República Bananera?

Es hora de que el pueblo despierte, así como los políticos, renovándose y mandando a casa a los miembros de los partidos que están en el poder. Es hora de caras nuevas.

Desafortunadamente, el gran fracaso del Movimiento Cinco Estrellas no genera confianza en el pueblo italiano.

La elección como presidente de la República de una mujer o un hombre cuyo motor sean los valores de nuestra Constitución, y no los del partido que los representa, podría ser una primera señal. De lo contrario, una vez más, Italia no será Italia. La República será solo una "República Bananera". Y los políticos los habituales bufones de la corte.

¿Es posible tener una última esperanza ante esta dramática situación? Una.

Que el actual jefe de Estado, Sergio Mattarella, haga un esfuerzo y se quede unos años más en el máximo cargo de nuestro país. Sería importante para Italia y los italianos honestos. Fuerza y ​​coraje presidente Mattarella.

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*Foto de portada: Reelaboración gráfica de Paolo Bassani / antimafiaduemila.com