giorgiobongiovanniPor Giorgio Bongiovanni-1° de enero de 2022

A la distancia me veo en Montevideo, Uruguay, aquel muy amargo 23 de mayo de 1992, recibiendo la noticia de la muerte del juez Giovanni Falcone, cuando yo tenía 29 años. Ni mi consternación, ni mi dolor, pude disimular ante mis colaboradores más cercanos, siendo ya un periodista director de una revista que fue la antesala más emocionante de la revista que fundaría a los comienzos del milenio siguiente: Antimafia Dos Mil. La amargura por la desaparición física de ese magistrado, emblemático desde hace ya bastantes años en mi tierra, Sicilia, todavía hoy me sacude, me indigna y me catapulta a una lucha, que se ha transformado en una suerte de guerra frontal a la criminalidad imperante en Italia, y en el mundo. Ya desde joven, fui testigo del mal mafioso carcomiendo la sociedad italiana, con bombas, muertes y actos reñidos con la ética de una democracia, que podría a prima facie, considerarla impoluta en mi país, pero que, con el tiempo, la fui descubriendo contaminada, en grado máximo. El primer cimbronazo fue con la pérdida de Falcone, de su esposa y de sus escoltas, y el segundo, con la muerte de Paolo Borsellino y de sus escoltas, en aquella jornada de sangre y sufrimiento del mes de julio del mismo 92. Ambos estragos, finalmente, me arrojaron a los brazos de una coherente labor periodística que lleva ya, prácticamente 22 años, junto con un grupo de colaboradores, de talento, con disponibilidad y con los sentimientos muy claros, respecto a lo que significa en Italia, una redacción antimafia, ya sea de este lado del Atlántico, como del otro, allá en América Latina, donde mi amigo, el periodista uruguayo Georges Almendras , desde la ciudad de Montevideo, tuvo y tiene sobre sus espaldas, junto a sus redactores, la responsabilidad de seguir mis pasos, sin perder de vista los cometidos en común, respecto al verdadero significado de una firme Antimafia, en un mundo donde las adversidades para ejercer un periodismo libre e independiente no son pocas.

Entonces hoy, cerrando el año 2021, repito e insisto, sin borrar de mi memoria lo mucho que sufrí a la hora de las masacres de Capaci y de vía D’Amelio, reafirmo públicamente mis convicciones para seguir transitando por los empedrados caminos de la lucha contra las mafias, consciente de asumir, sin temores ni escenas de pánico, los riesgos, los efectos, los logros, las desilusiones, y las más variadas situaciones, a la hora de escribir -en perfil de denuncia- sobre las recónditas actividades de los mafiosos, antes, durante y después, de la tratativa Estado-mafia, cuyo proceso ha sido materializado magistralmente por un hombre que ha merecido y merece, mi apoyo y el de todos mis redactores del mundo. Un hombre que lleva nombre y apellido: Nino Di Matteo.

Inspirado en su diario obrar de funcionario público honesto, junto a otros colegas de su misma estirpe, he seguido no solo a su lado, sino además del lado de todos los justos dentro de las instituciones italianas, que han sabido, con hidalguía, sacar los trapos sucios del sistema político y judicial de mi país, ignorando difamaciones y envidias, para seguir adelante, sin salirse una pizca del objetivo planteado. Este ha sido un año difícil, lo admito, donde no pocas veces hemos gritado airadamente nuestra disconformidad con las resoluciones de ciertas autoridades, que no han hecho otra cosa, que proferir blasfemias y ofensas, para con quienes ofrendaron sus vidas en la lucha contra la mafia, y para con quienes hoy también se entregan a ese duro trabajo, dentro de nuestros límites territoriales. 

Nos abofetearon con las apelaciones después de las sentencias tras el proceso de la tratativa Estado-mafia, eximiendo de responsabilidades penales (absolviendo) a altos funcionarios del Estado italiano (cuyas vinculaciones y coqueteos con la mafia no pasaron inadvertidos en las investigaciones de Nino Di Matteo); nos abofetearon con medidas internas, dispuestas por los mandos de turno, que hicieron que algunos jefes mafiosos fueran beneficiarios con prisiones domiciliarias arguyendo los efectos de una pandemia, y modificándose un sinfín de disposiciones, siempre tendientes a dar facilidades e impunidades, y respaldos a los elementos mafiosos, como si la labor de los fiscales y jueces del pool antimafia -de ayer y de hoy- hubiesen sido o son, actos banales, carentes de sentido.

Pero no todas fueron malas, porque en días no tan distantes, la antimafia estrechó filas, especialmente cuando Nino Di Matteo y Saverio Lodato, uno de nuestros emblemáticos editorialistas, sacaron a la luz pública un libro, no menos emblemático y gran referente, de toda una prolífica antimafia, que nos enorgullece: “Los enemigos de la justicia”. Un evento histórico se realizó en una sala de Palermo, en la que el mismo Di Matteo echó aguas muy claras, dando un mensaje sin parangón, a la comunidad judicial italiana y a la sociedad de su país, y al mundo: "Yo espero que la magistratura sepa reaccionar. Cuento sobre todo en la voluntad de los jóvenes magistrados de salir de ciertas lógicas y cuento también sobre la memoria de magistrados que ya no son jóvenes, pero se formaron en Sicilia, en la ola de actividad del primer pool Antimafia y entraron, y entramos, en la magistratura cuando fueron los atentados. Hay esperanza, pero la esperanza son sobre todo los jóvenes que hoy veo en esta sala y que evidentemente viven una situación en la cual, este es mi miedo, muchos quieren resignarlos. Pero todo podrá cambiar si ustedes toman la fuerza, la esperanza y la conciencia de poder construir el motor del cambio”.

Our Voice, estos queridos jóvenes de un Movimiento prometedor al grado máximo, porque a través del arte confronta al sistema mafioso, y denuncia las injusticias sociales, y las más recalcitrantes ideologías, ha continuado siendo marco militante resplandeciente, enérgico y dinámico de nuestra antimafia italiana, tal como sucede en Sudamérica, donde sus pasos y actividades, han sido (y son) parte de una intensa dinámica, particularmente combativa.

En América Latina -donde el sentimiento antimafioso también corre en la sangre de nuestros redactores- los sobresaltos no han estado ausentes, porque los tentáculos de la organización criminal italiana, la ‘Ndrangheta, se han fortalecido, principalmente en los países en donde sus actividades de narcotráfico a gran escala, ya se venían perfilando, ya desde mucho antes de la incursión, del mafioso Rocco Morabito, primero en el Brasil (hace 20 años), después en Uruguay -de donde se fugó hace un par de años- y en el Brasil otra vez, donde fue finalmente recapturado, siendo su extradición a Italia una asignatura pendiente.

Ha sido un año turbulento, en idas y venidas ideológicas a nivel mundial; en luchas contra las mafias y en resistencias, logradas o por lograr (que incluyen éxitos nuestros que obligatoriamente atesoraremos, como los del libro de Nino y Saverio, entre otros).Pero sin duda, ser perseverantes, en esa nuestra posición y en esa nuestra actitud de valoración de la justicia y de la verdad, es nuestro punto fuerte. Y la tenacidad, asumámoslo, seguirá siendo una indiscutible aliada para una verdadera Antimafia. Tengan muy buen año entrante. Seguiremos, todos juntos.

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*Foto de portada: