Un jefe de Cosa Nostra decide cambiar de página y cerrar con el pasado, y comienza a contar todo a los investigadores que, después de haberle garantizado protección, lo abandonan y luego permiten que sea asesinado por la mafia.

Es la historia de Luigi Ilardo, confidente de los Carabineros y colaborador fallido de la justicia. Una trágica historia, la del ex jefe de Caltanissetta, contada en todos sus detalles por la mirada devota y amorosa de su hija Luana que, junto a la escritora Anna Vinci, ha plasmado en un libro la vida de su padre, intentando reconstruir misterios y devolverle su dimensión humana. En Catania, ciudad donde fue asesinado Ilardo en 1996, se llevó a cabo la presentación del libro "Luigi Ilardo, homicidio de Estado" (Editorial Chiarelettere). Junto con los autores, estuvieron en el Teatro de los Embajadores de Catania, Sebastiano Ardita, magistrado catanés y hoy consejero del CSM (Consejo Superior de la Magistratura) y el director de ANTIMAFIADuemila, Giorgio Bongiovanni. Durante la velada, los ponentes ilustraron lo que sin duda habría sido una de las colaboraciones con la justicia más disruptivas en la historia de la antimafia. Luigi Ilardo, pariente de los Madonia de Catania, era un conocedor de los secretos más profundos de la historia de Cosa Nostra: desde la estructura de la organización, pasando por el trasfondo de masacres como la de Pizzolungo, hasta la identificación y localización del escondite de prófugos como Bernardo Provenzano, que estuvo a punto de ser apresado por los carabineros gracias a Ilardo, si no fuera por el inexplicable vuelco de los mismos. Una historia escandalosa que fue discutida muchas veces a lo largo de los años. Ilardo, por tanto, era un guardián de secretos indecibles. Para Cosa Nostra y muchos otros. Era una bomba de tiempo llena de verdad lista para explotar. La verdad que entonces, esa trágica tarde de primavera, se fue con la sangre que brotaba del cuerpo del arrepentido.

Se trata de una verdad que hoy, con mucha paciencia y determinación, Luana y sus hermanos tratan de sacar a la luz para devolverle ese reconocimiento que Italia le debió haber concedido hace mucho tiempo.

Luana Ilardo: "Este libro, un acto de amor para mi padre"

La hija de Luigi Ilardo, hablando en la sala, ilustró los motivos que la llevaron a escribir este libro con Anna Vinci. Este libro "fue mi tributo de amor al hombre que más amé en mi vida y que hoy ha dado paso a mis hermanos". "Siempre he visto el libro como un gran acto de amor que claramente representa solo la verdad", agregó. Escribir el volumen "fue un trabajo agotador desde un punto de vista humano y sentimental. Tuve que aprender a tocar el tema papá, a lo largo de los años, sin caer en las lágrimas". "Al venir aquí -le dijo al público en el teatro- pensé en él y pensé en lo que le prometí en la morgue, 'haré todo lo posible para que tengas la justicia que te mereces'". "En realidad, a esa edad yo no sabía nada, buscaba justicia para un asesinato catalogado solo como asesinato mafioso. El único sentido, en ese momento, era llevar a los que apretaron el gatillo ante la justicia. Pero probablemente ya entonces miraba un poco más allá", agregó.

"Ya entonces veía ese rompecabezas que tiré por el aire y recompuse mil veces. Sentía como si no existiera la verdad que los medios de comunicación me habían puesto delante de las narices". Luego, Luana relató cómo intentó reconstruir la imagen de su padre, "retratado como un hombre sin alma, sin vida, a partir de las fotos e imágenes de la televisión". "A decir verdad, traté de hacer una historia completamente diferente a la de las crónicas judiciales. Quería darle la dignidad humana que esta historia le había quitado. En ciertos círculos siempre existió la fuerte voluntad de enterrar su memoria, junto al cuerpo de Luigi Ilardo. Tenía que hacer aflorar su historia, sus valores". "Mi padre era mucho más", agregó. "Hoy me cuesta expresarme porque estoy acostumbrada a hablar de cosas más técnicas, vine hacia aquí llorando en el auto, pienso en él y en lo que se preguntará allá arriba y creo que nunca hubiera creído que su hija habría podido llegar a hacer todo lo que hizo hoy".

Luana Ilardo: "Mi padre caminó hacia la muerte siendo consciente de ello"

"¿Por qué mi padre decidió ser un infiltrado? Creo que fue un deseo de pasar página a lo grande, como siempre". "Esa infiltración -explicó Luana Ilardo- permitió hacer cosas importantes. Mi padre fue el primero en explicarnos la facción opuesta de Cosa Nostra que se estaba manifestando en esos años, fue el primero que habló de Cara de Monstruo, y fue el primero que habló de los rasgos físicos de un fantasma, Bernardo Provenzano". Luigi era "un hombre que demostró una valentía inmensa y lo que siempre me hace llorar es que caminó hacia la muerte siendo consciente de ello", dijo la autora del libro. La hija del colaborador de justicia relató luego una anécdota reciente a los presentes.

"Hace días tuve el honor y el placer de conocer a la persona que colocó el GPS, antes de ir a lo de Provenzano, en el cinturón de mi padre. Esto prueba una vez más el hecho de que Ilardo decidió caminar hacia la muerte. Y eso se ve también el 31 de octubre, fecha que me duele recordar, porque antes de esa cita habíamos sufrido el robo de oro en casa, cuando se quitó su valioso brazalete y su reloj y se los entregó al coronel Michele Riccio diciéndole que, si no volvía a casa, nos los diera porque eran muy valiosos".

Luana: "Mi misión es conocer la verdad sobre los asesinatos y las responsabilidades del Estado"

Al final de su intervención, la autora habló de lo que ella define como su misión personal. "Mi misión es asegurarme de que, tarde o temprano, tenga la verdad sobre la muerte de mi padre y sobre las responsabilidades de ese Estado que no supo ni quiso protegerlo y que lo traicionó. Es importante para mí saber que todos los que hablan de Ilardo sabían del gran peligro que corría. Su mayor angustia era vernos sufrir a mí, a mi hermana y a mis hermanos recién nacidos que eran su nueva vida, la que el Estado no le permitió vivir". "Hay dos realidades que caminan en forma paralela, la judicial y la humana", afirmó. "Hablamos de acontecimientos que han entristecido parte de mi vida para siempre". Luego hizo una serie de agradecimientos. "Es mi deber agradecer a todas las personas que me han apoyado, incluyendo a las fuerzas del orden que recuerdan a mi padre como alguien que intentó hacer algo grande por este Estado. El mayor agradecimiento, sin embargo, es para mis hermanos y sus esposas que lo son todo para mí, son mi papá. Los miro y lo encuentro en sus caras. Siempre me han dado fuerza y ​​coraje para hacer lo que hago hoy, sin miedo, ni de los mafiosos ni de los servicios secretos. Doy gracias a mi hija. A Giorgio Bongiovanni y Anna Vinci que se han convertido en parte integral, junto con ANTIMAFIADuemila, de mi vida. Quiero agradecer, de todo corazón, al inspector de la DIA Mario Ravidà y al inspector Arena, que tanto me han ayudado".

"Agradezco a Sebastiano Ardita, a quien siempre he estimado y que es uno de esos pocos magistrados, que afortunadamente tenemos, junto a Giuseppe Lombardo, Nino Di Matteo, Nicola Gratteri y otros, que siguen haciendo un encomiable trabajo para intentar danos a todos un país más seguro y más limpio que hoy, con mucho pesar, no podemos jactarnos de tener. Siempre aprecié la parte humana de Ardita que, a pesar de la gran tarea que debía realizar, siempre tuvo palabras de consuelo y aliento para mí. Fue difícil salir de una posición fija como la mía, la de la hija del jefe. Hija del jefe porque por cuatro días de diferencia, hoy todavía hay quien se toma la libertad de decir, no la hija del colaborador de justicia, sino la hija del jefe. Y yo -tomen con pinzas todo lo que digo-, sigo respondiendo a esta gente que, si esto hace un jefe, entonces estoy orgullosa de serlo. Porque tuvo el valor de que se hicieran muchas detenciones, de contarlo todo, de llevar al Estado hasta Provenzano. Mi padre fue asesinado porque había tocado los cables de alta tensión y por ello tenían que detenerlo".

Anna Vinci: la tarea de contar la historia de un padre asesinado a través de los ojos de su hija

Luego le tocó el turno a la autora Anna Vinci, que abrió su discurso con una confesión: "No quería escribir este libro. Lo hice por la amistad y estima que tengo hacia Giorgio Bongiovanni y que me acompaña desde que comencé a frecuentar el mundo y la mente de Cosa Nostra desde adentro". Una idea editorial nacida de una llamada telefónica en la que nuestro director le dijo a Vinci: "Hay una joven, Luana, que necesita con urgencia contar su historia. Me llamó la atención su urgencia", dijo la escritora.

Antes de "Luigi Ilardo. Homicidio de Estado" Anna Vinci le regaló a la comunidad otros libros autorizados sobre personas de espeso y rico perfil, cuyas vidas se articulan en los ganglios de la historia de nuestro país: las biografías de Tina Anselmi y Gaspare Mutolo. Pero para la reconstrucción del perfil, de la vida y de la historia de Luigi Ilardo, la experiencia fue de una naturaleza muy diferente. "Mutolo fue un paseo por el parque comparado con Luana, porque así era -dijo la autora- había sido asesino, chofer de Riina y cuando lo conocí ya era colaborador de justicia. En síntesis, no tenía subtextos. Con Luana, la historia fue completamente diferente. Lo pensé bastante. Me preguntaba si podría contar algo tan complejo, sobre todo porque cuando se trata de padres, todo es mucho más complicado".

El primer paso que se dio en la redacción de este libro fue implementar un trabajo esclarecedor. "Un padre amado, asesinado. a quien ella, su hija, vio morir tenía que ser eliminado de nuestro relato porque de lo contrario hubiéramos tenido una actitud inicial de justificación -explicó Anna Vinci- y eso no es bueno, tanto que Luana y yo lo dejamos claro de inmediato, porque ella no tenía que decirme que su padre era bueno y valiente. No. Su padre era un jefe: este era el punto de partida. Y fue muy valiente porque inmediatamente intuyó esta realidad".

Una aclaración inicial necesaria, sin la cual no habría sido posible empezar a tejer este relato ya que, recordó la escritora, "los padres de por sí, sobre todo los amados, no son fáciles de encontrar intactos en sus verdades a través de la mirada de una hija enamorada". Y para confirmar el amor que Luana Ilardo siempre sintió y sigue sintiendo por su padre están las lágrimas y la emoción que golpearon al público de la sala durante su discurso al final del evento.

Así que "el planteo fue claro -prosiguió la escritora-. No había necesidad de decir 'papá no asesinado' o 'papá asesinado'. No. El objetivo era contar a Luigi Ilardo desde que decidió convertirse en un infiltrado, a través de los ojos de su hija. Claro que, con un comienzo doloroso, porque Luana nació y pasó sus dos primeros años de vida con su padre prófugo, y eso ya es un dolor enorme". Y luego dijo: "Una niña pequeña entre los conflictos de padre y madre porque su padre simplemente no podía reconocerla. Y que desde el principio se vio tironeada entre la riqueza y la pobreza como en una novela del siglo XIX".

Un trabajo minucioso realizado por Anna Vinci, que no desaprovechó la oportunidad durante la presentación del libro para aclarar que es una "escritora" y no una "periodista de investigación". "Los escritores somos albañiles, un poco como los magistrados, aunque de manera diferente, porque tenemos que poner un ladrillo encima del otro -explicó la autora-. Si esto no sucede, la estructura no aguanta". Y ahora que está hecho el libro y contada la historia de Luigi Ilardo, "lo mejor es que no puedo deshacerme de este personaje". Porque el libro coescrito con Luana Ilardo es una obra de reconstrucción de la verdad ofrecida a la comunidad. Y es precisamente el público, los lectores, quienes en esta meticulosa reconstrucción de la verdad tienen un papel fundamental porque "el libro, el escritor, solo escribe una mitad, el lector debe ocuparse de la otra mitad -continuó-. ¿De qué forma? En lo que no está escrito, en las pausas. En mi opinión, el descanso es una de las cosas más importantes".

Al final de su discurso, Anna Vinci dirigió un deseo a Luana Ilardo: "Vi una obra muy hermosa sobre un verdugo nazi que luego se encuentra con el deportado -que se representa en Catania en este período- y lo más llamativo es que el verdugo, cuando emprende un camino de cambio, de toma de conciencia, si logra entrar en relación con su culpa sigue siendo humano". Y siguió diciendo: "La víctima corre el riesgo de ser ofendida dos veces porque está atrapada en el papel de víctima. Avanza sufriendo con culpa y es humana, porque la humanidad es movimiento. Si bien el problema de la víctima es muy, muy delicado, porque es correcto querer justicia, querer reconocimiento, pero al mismo tiempo ya te has convertido en otra persona. Y deberías mantener esta parte en tu corazón y ser consciente de que eres una persona y me alegro de haberte conocido. Quizás he mejorado... porque mejoramos con cada edad".

Poner en el centro al hombre, a los valores, al "fresco aroma de la libertad", dar a todos la oportunidad de reconstruir sus vidas, incluso cuando han experimentado un dolor terrible. Este fue el corazón del discurso del consejero togado del CSM, Sebastiano Ardita, pronunciado durante la presentación del libro "Luigi Ilardo. Homicidio de Estado" escrito por la histórica pluma de Anna Vinci.

"En este libro Luana Ilardo cuenta la otra cara de la moneda del mundo de Cosa Nostra, ese mundo que a ojos de la mayoría parece darte todo pero que en realidad destruye inevitablemente. Gracias a este libro, Luana Ilardo le regala al lector la oportunidad de leer la historia de una batalla por las cosas correctas -dijo Ardita- por la justicia y por los valores que no pueden prescindir del acto de libertad de conocer una realidad a través de una pesada experiencia personal de dolor". Y de esta experiencia Luana intenta transmitir al lector que es mejor "vivir en la dimensión de las reglas, de la legalidad, del respeto a los demás, renunciando a las trampas de la vida criminal y de las cosas inútiles que te ofrece la existencia dentro de Cosa Nostra. Esta es la verdadera enseñanza -dijo Ardita-. Quien no comprende esto, no comprende nada".

El consejero togado definió el homicidio del colaborador de justicia Ilardo como "una falla gravísima en el accionar investigativo" e "institucional" anticipada por un "presagio dramático", a saber, el hurto en la casa del segundo jefe de Cosa Nostra en Caltanissetta. Ilardo no podía entender cómo alguien había tenido el coraje, o la audacia, para realizar tal acto, y luego había comenzado a investigar violentamente a sus hombres, a su familia e incluso a sus amigos.

Fueron momentos dramáticos, dice la hija de Luigi en su libro, como dramática fue, dijo Ardita, esa noche del 10 de mayo de 1996, "fue una escena que lamentablemente se ve en muchas otras situaciones, pero esa noche tuvo algo particular, más pesado, había un ambiente pesado incluso en la actitud de quienes, como nosotros, teníamos que recolectar pruebas", dijo el magistrado, "al día siguiente -continuó- recibí la visita del coronel Riccio" y vi "su preocupación cuando me dijo: 'hemos iniciado un programa de colaboración importante, la actividad de protección iba a realizarse en unos días' y entonces comenzaría su colaboración con la justicia".

"Este libro -prosiguió diciendo el consejero togado- merece una atención especial porque hay que tomar nota de un testimonio importante que recoge hechos y emociones que realmente tres vidas no bastarían para armarlas", dijo. Luana Ilario, en el libro, relata "la dimensión de las relaciones personales y los obsequios de que el padre era objeto, como así también el bienestar económico que puede haber en una familia de Cosa Nostra. Pero cuenta también la otra cara de la moneda: es decir, el sufrimiento" de ese mundo, como en el caso de la ‘mujer de honor', que "debe adaptarse, si está al lado de un hombre que tiene un rol en Cosa Nostra, y aprender a hablar cuando es oportuno y estar en silencio cuando deba callar".

La realidad de la mafia está llena de "opciones sin alternativa", dijo Ardita, que te llevan a vivir "en la cárcel o arriesgando la vida". "Creo que este libro ha abierto esencialmente una puerta a este mundo desconocido", el de Cosa Nostra, dejando de lado los tópicos sobre la mafia. "¿Es posible cambiar dentro de este mundo? -preguntó finalmente el consejero togado-. Y la respuesta solo puede ser sí. Porque una respuesta diferente supondría que nuestra idea de contrarrestar el fenómeno criminal de la mafia es una idea puramente militar -con las fuerzas del orden, con la policía, con la prisión- para derrotar un fenómeno que tiene sus raíces en lo profundo de nuestra sociedad. Este es el verdadero drama que surge de la lectura de este libro".

Lecturas de Our Voice: la infancia de Luana, el robo de la caja fuerte y los presagios de la traición

La infancia de Luana, sus miedos y alegrías, el dolor de ser separada de su padre a los tres años, las disputas entre la familia paterna y materna por su apellido y su crecimiento. Demasiadas dificultades, preocupaciones, pensamientos. Una experiencia contundente que cobró vida anoche en toda su profundidad con las lecturas de Sonia Bongiovanni y con la actuación de los artistas del Movimiento Cultural e Internacional Our Voice. Las páginas seleccionadas y la presentación de los jóvenes permitieron al público identificarse con los momentos más intensos de la vida de una niña y una joven que, sin culpa ni responsabilidad alguna, nació y creció en la realidad mafiosa de una de las familias más poderosas de Cosa Nostra. Una niña que se movió desde el principio entre la riqueza y la pobreza, valiente, emprendedora e incluso temeraria, sin sentido del peligro.

Los jóvenes artistas interpretaron con emoción el período en que vivieron en Belluno junto a su madre y a su abuela, cuando Luana tenía muy pocos años y su padre, Luigi, se encontraba en la prisión de Favignana, donde permanecería hasta que fue trasladado a Lecce, a finales de 1985.

"Recuerdo poco de los años en el Véneto, con la excepción de mi abuela ebria que bebía leche y grapa por la mañana, para calentarse en una casa muy reducida sin calefacción, y vino para aguantar el resto del día. Esa casa tan degradada, donde hoy como madre no llevaría a mi hija, tenía para mí ese olor típico de otra casa tan querida para mí, a pesar de que la precaria situación económica y social en la región del Véneto era muy diferente a mi realidad en Catania. Pasé esas tardes en el comedor o afuera jugando con una bicicleta o lo que tuviera a mano. Todos los días hacía lo mismo, en forma metódica: empujar la bicicleta, aterrizar, luego llevarla a la cima y bajar hasta el final a gran velocidad. Yo era muy pequeña y nunca nadie me había enseñado a conducirla. Sin poder frenar, me estrellaba puntualmente contra una roca en la esquina de la casa frente a la nuestra, lastimándome las rodillas hasta sangrar. Creo que sentí miedo al ver sangre solo durante los dos primeros días, a partir de entonces me acostumbré y no tuve ni una sola lágrima o gemido, para pedir ayuda o consuelo. Hubieran sido pérdidas de tiempo inútiles que me iban a distraer y retrasar de mi pasatiempo favorito".

Después de ese período vivió en Belluno, y a la edad de solo 5 años Luana se vio obligada a regresar a Sicilia para ser criada por su familia paterna. Comenzó un período feliz pero también muy doloroso, un período de espera para ver a su padre y volver a abrazarlo. Solo podía hacerlo una vez al mes con su abuela, si todo iba bien, a través de las visitas en la cárcel que le concedían a Luigi Ilardo. Cuando este último terminó de cumplir su condena y se convirtió en hombre libre, en 1994, Luana relata los grandes momentos de felicidad y alegría en la familia redescubierta y reunificada, pero también, lamentablemente, los de profunda perturbación cuando ya se vislumbraba un futuro incierto y de muerte. Así, los artistas de Our Voice recordaron un momento particular vivido por Luana, quien, una noche, soñó con el asesinato de su padre. "Por la mañana me levanté más preocupada y angustiada que nunca. Me encontré con mi padre en el pasillo, me aferré a él y, llorando, le conté ese sueño maldito, esa pesadilla. Tomando coraje, y habiendo escuchado también en el pasillo, como siempre, le dije que teníamos que irnos. Papá, te lo ruego, escapémonos. Por favor escúchame, ¿recuerdas lo que pasó tres días antes de la muerte de la abuela? Lo había soñado... y anoche... Él, sonriendo y sosteniéndome en un abrazo protector, no tomó en serio lo que le acababa de decir y me dijo: 'amor de papá, es solo un sueño... ¡No te preocupes, nadie toca a papá!'. Dejé de llorar, traté de calmarme, lo hice por él y porque no tenía otra opción".

Y luego, de nuevo, la señal más importante y fuerte llegó en ese "domingo maldito", como se describe en el libro, en el que alguien entró en su casa y robó todo el dinero, oro, posesiones y contratos inmobiliarios de Luigi Ilardo. El colaborador, en ese preciso momento, se dio cuenta de que alguien se había enterado de su papel de infiltrado en Cosa Nostra y, sobre todo, que alguien estaba dispuesto a traicionarlo. Por eso Luana recuerda la reacción violenta de su padre y sus investigaciones salvajes y agresivas hacia sus amigos y los de su hermana. Luigi buscaba una coartada diferente para convencerse a sí mismo de que el robo no era realmente un presagio. "La gravedad desproporcionada del incidente no tuvo precedentes. Nuestra casa y nuestras vidas habían sido violadas y desfiguradas de la manera más impensable y nunca ni remotamente imaginadas por nosotros. Ese robo, de inmediato quedó claro para mi padre, era mucho más que un 'ataque' económico, era el desafío lanzado por alguien que no tenía miedo y se había atrevido a desafiar a Luigi Ilardo y a toda su poderosa familia a un duelo de sangre y muerte, porque no podía existir otro fin para una afrenta como la cometida contra un hombre de honor de su calibre. Ese día cambió nuestra vida y nosotras, muy chicas todavía, no sabíamos que lo peor estaba por llegar".

Giorgio Bongiovanni: Ilardo, un héroe que amenazó la Tratativa Estado-mafia

"Creo que Luigi Ilardo fue un héroe, porque quería contar toda la verdad. Era colaborador de justicia, aún no había firmado formalmente el contrato con el Estado, pero estaba por hacerlo y por eso fue asesinado. De hecho, fue colaborador e infiltrado del Estado en la mafia siendo jefe de Cosa Nostra". Estas fueron las palabras pronunciadas por el director de ANTIMAFIADuemila, Giorgio Bongiovanni, durante la conferencia. Este último, al final del libro, en una entrevista a la escritora Anna Vinci, intenta volver a poner en línea desde otro punto de vista, más objetivo, las piezas de la historia de Ilardo: la opción de colaborar para darle una mejor vida a sus hijas, las conversaciones confidenciales con el coronel Michele Riccio y su amistad, el robo de la caja fuerte, el no arresto del jefe Bernardo Provenzano el 31 de octubre de 1995, la constatación de que alguien había descubierto su papel de infiltrado y que pronto, sin protección seria, iba a ser asesinado. Y así fue.

"Cuando decidió colaborar con el Estado, gracias a la presencia del coronel Michele Riccio, del entonces Departamento de Investigación Antimafia (DIA) de Génova, bajo el mando del director de la época Gianni de Gennaro, Ilardo dio un inmenso aporte, tanto que llevó a los Carabineros hasta la puerta del refugio de Bernardo Provenzano. Los jefes del ROS de entonces, sin embargo, no dieron la orden al escuadrón de Carabineros que esperaba listo para actuar, coordinado por el coronel Riccio, para que lo arrestaran. De ahí nacen todas las investigaciones y los juicios sobre la llamada Tratativa Estado-mafia. Porque hubo una Tratativa entre el Estado y la mafia y hay sentencias definitivas que así lo declaran. llardo fue uno de los que sabía de esa inquietante tratativa, porque estaba dentro del refugio de Provenzano, llevaba cinturones con micrófonos, llamaba constantemente a los carabinieri, pero nadie entró".

El fallido arresto de Bernardo Provenzano fue la primera señal importante de que a Ilardo se lo estaba traicionando y también de que se trataba de una traición institucional. De hecho, como explicó Bongiovanni tanto en el libro como durante la conferencia, Ilardo fue a Roma para encontrarse con Gian Carlo Caselli, fiscal de la República en Palermo, Giovanni Tinebra, fiscal de Caltanissetta y la Dra. Teresa Principato, en la sede del comando del ROS, para plasmar formalmente por escrito su voluntad de colaborar. Solo firmó una declaración de intenciones para comenzar a contar lo que sabía, mientras que la firma oficial se había pospuesto para poco tiempo después, el 15 de mayo. "Fue tan ingenuo que cuando fue a Roma, donde el magistrado Caselli lo esperaba para firmar el contrato, vio a unos carabineros, entre ellos el general Mori, y dijo en voz alta: 'muchos atentados que fueron cargados exclusivamente a Cosa Nostra fueron encargados por el Estado, y lo saben. Y a los dos días fue asesinado". Como se cuenta en el libro, Riccio recuerda que Mori apretó los puños, porque no esperaba tal declaración, y fue entonces que el frío cayó entre ellos.

"A estas alturas sabemos, por los juicios, que la fuente de la traición era institucional, pero lamentablemente aún no hemos podido ver a los hombres que mataron a Ilardo, junto con Cosa Nostra, en el estrado. Si se hubiera mantenido vivo a estas alturas ya tendríamos políticos, estadistas, masones y hombres de los servicios secretos en el estrado o quizás en la cárcel", concluyó el director.

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*Fotos: Paolo Bassani