Las declaraciones de buen "hombre de honor" de Marcello Dell'Utri al Foglio

Por Giorgio Bongiovanni-18 de octubre de 2021

Habla Marcello Dell'Utri, procesado y condenado en forma definitiva a siete años de cárcel por concurso externo en asociación mafiosa. Ya lo había hecho en los días posteriores a la sentencia dictada por la Corte d’Assise de Apelación de Palermo en el proceso de la Tratativa Estado-Mafia, que lo absolvió por "no haber cometido el hecho".

A la espera de conocer los motivos de la sentencia y la presumible tercera instancia del juicio en la Corte de Casación, es preciso recordar que en primera instancia fue condenado a 12 años.

Habla Marcello Dell'Utri y, leyendo entre líneas, es como si hablara la mafia en su semi monólogo, intercalado con preguntas y consideraciones del periodista Salvatore Merlo, publicado en las páginas de Il Foglio (el periódico de su amigo Berlusconi).

"Los diarios de Marcello" es el título de la larga perorata en la que habla de la vida vivida en prisión (casualmente, en los días en que la Comisión de Justicia habla de cadena perpetua dura y presunción de inocencia); anuncia la idea de rodar un documental sobre su historia con muchas posibles entrevistas a Silvio Berlusconi y Gian Carlo Caselli; menciona al editor Umberto Cairo por algunas transmisiones de La7 con la habitual "furia" hacia él; cuenta algunas anécdotas y se expresa "siciliana" y "mafiosamente" sobre procesos y figuras que siempre han querido realizar determinadas investigaciones.

De tal modo que el proceso de la Tratativa es definido como "una gran mierda". De Antonio Ingroia dice que es un "torpe" porque habría tenido la osadía de convocarlo a la Fiscalía "después de leer en un diario que yo sabía dónde había terminado el fantasmal capítulo faltante del 'Petróleo' de Pasolini".

Evidentemente, a Marcello Dell'Utri no le interesa la búsqueda de la verdad de ninguna manera. Al menos si la buscan los magistrados habituales.

Entre tantas tonterías notamos que también ha dejado caer alguna "confesión". Porque por primera vez Vittorio Mangano no es descripto como "el héroe" que fue a Arcore para cuidar de los caballos (una versión que se repitió a lo largo de los años), sino como el sujeto elegido para proteger a la familia Berlusconi de los secuestros.

De hecho, el exsenador confirma las reuniones que tuvo Berlusconi con Mangano y Tanino Cinà. En el pasado ya las había descripto, agregando la presencia de Stefano Bontade, el colaborador de justicia Francesco Di Carlo (hoy fallecido).

Obviamente, tal como haría un buen "hombre de honor", se omiten muchos detalles, pero algunos pasajes son importantes: "Cuando Mangano y Tanino Cinà vinieron a Milán desde Sicilia, Berlusconi, después de haberlos cuadriculado, me dice: Mmm, qué caras tienen". "Pero tenemos que entender el momento –añade Dell’Utri, justificándose en la entrevista- estábamos en los 70, y el rostro de Mangano podía mantener a raya a los malos en un período muy violento de la historia de este país. Un rostro duro. Entonces había secuestros. Mangano vino a vivir a Arcore con la esposa, la madre de la esposa y dos hijas. Que jugaban en el jardín con los hijos de Berlusconi. No parecía un verdadero mafioso, parecía el personaje de una película de Alberto Sordi en Sicilia. Uno sobre el que hasta se pueden hacer bromas".

"La presencia de Vittorio Mangano en Arcore, en mayo-junio de 1974, fue la expresión del acuerdo concluido, gracias a la mediación de Dell'Utri, entre Cosa Nostra y Silvio Berlusconi y fue funcional para garantizar un enclave mafioso al interior de la villa de este último", dicen los motivos de la sentencia de condena por concurso externo que confirma su relación con la mafia durante al menos durante 18 años, de 1974 a 1992.

Y también dice que el ex senador fue el garante "decisivo" del acuerdo entre Berlusconi y Cosa Nostra con un papel de "importancia para ambas partes: la asociación mafiosa, que tuvo un cauce constante de enriquecimiento significativo; el empresario Berlusconi, interesado en preservar su ámbito de seguridad personal y económico".

Marcello Dell'Utri, un peligroso criminal y mafioso, fundador de Forza Italia junto con Berlusconi, guarda silencio sobre las relaciones que tenía con Cosa Nostra.

Hoy vuelve a ser santificado, pero lo cierto es que para limpiar su conciencia debe colaborar con la justicia y decir todo lo que sabe sobre sus relaciones con la mafia, o sobre lo que sucedió en Roma, en 1994, cuando cerca del Bar Doney el jefe de Brancaccio, Giuseppe Graviano, se reunió con el arrepentido Gaspare Spatuzza, durante las convenciones organizadas por Publitalia que se celebraron en el hotel Majestic. Y luego debe colaborar con los magistrados de Florencia que investigan a los instigadores externos de las masacres y que lo inscribieron en el registro de sospechosos junto con Silvio Berlusconi. Después debe informar todo lo que sabe sobre los poderes ocultos, la masonería desviada, los servicios secretos desviados (italianos y extranjeros) y las organizaciones criminales que han establecido relaciones con los altos poderes del Estado.

Más pasan los años, más se puede decir que el nuestro no es solo un país sin memoria, sino que también es un país que, conscientemente, no quiere recordar los hechos.

Basta pensar en la vergonzosa página de saludos publicada, aunque haya sido pagada, en el Corriere della Sera por el 80 cumpleaños de Dell'Utri, a pesar de las sentencias definitivas que muestran que el ex senador avaló un pacto entre Berlusconi y las familias mafiosas de Palermo.

Como escribimos entonces, hacer como si nada, mirar hacia otro lado, es la demostración de que todavía hoy hay una parte de la gente que, después de más de 150 años de historia, quiere tener relaciones con la mafia.

Es la metáfora que se cuenta en la famosa escena de la película "Centopassi" (dedicada a la historia de Peppino Impastato) en la que se reconstruye el monólogo de Salvo Vitale, emitido el 9 de mayo de 1978, poco después de la muerte de su amigo fraterno a Radio Aut. "A quién le importa un carajo este Peppino Impastato –dice de manera extraordinaria el actor Claudio Gioé- ahora hagan una cosa: apaguen la radio, den la vuelta, ya saben cómo terminan estas cosas, sabemos que nada puede cambiar. Tienen la fuerza del sentido común de su lado, la que no tenía Peppino. Mañana habrá un funeral. No vayan, déjenlo en paz. Y digamos de una vez por todas que los sicilianos queremos a la mafia. Pero no porque nos asuste, sino porque nos da seguridad, porque nos identifica, porque nos gusta. Somos la mafia".

Exacto, mientras se les dé espacio en la televisión y en los diarios a figuras turbias como Marcello Dell'Utri, o delincuentes que le pagaron a la mafia y que pueden incluso aspirar al Quirinal, este país siempre tendrá un trasfondo filo mafioso.

Una "cultura mafiosa" que tiene raíces lejanas y que es un aspecto de la ideología dominante, la del poder, que se manifiesta en todos los niveles.

Afortunadamente, también hay otra Italia. Está el verdadero Estado representado por ciudadanos honestos y esos magistrados que, a pesar de ser condenados a muerte por la mafia, tienen el coraje de cuestionar a los líderes del sistema criminal del Estado-mafia y que no dejan de buscar la verdad sobre las masacres y los misterios que desde siempre han oprimido a nuestro país.

Verdades y misterios que, contrariamente a lo que se dice habitualmente, no son para nada viejas historias.

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*Foto de portada: Reelaboración gráfica de Paolo Bassani