Por Saverio Lodato-28 de septiembre de 2021

Pedimos disculpas a nuestros lectores por la demora en escribir estas breves notas sobre la sentencia de Palermo. Fueron días de mucho ruido. Y era necesario escuchar el punto de vista de los demás, antes de echar más carne al fuego sobre un tema tan discutido y eviscerado que resultó, al final, y casi paradójicamente, una Babel indescifrable. Empecemos por lo que en las encíclicas papales del pasado eran definidos como los puntos claves.

La Tratativa entre el Estado y la mafia existió, pero no fue ni es un delito. Entre paréntesis, es un delito que no figura en el código penal. Y había que buscar otro, que se pareciera a él, para poder ir a juicio.

Los tres ex oficiales de carabineros, Antonio Subranni, Mario Mori y Giuseppe De Donno, que llevaron adelante la Tratativa, estaban motivados, entre otras cosas, por buenas intenciones: evitar otras masacres y más derramamiento de sangre. Por lo tanto, actuaron sin dolo ni propósitos ilegítimos. Marcello Dell’Utri no tuvo relación alguna con esos intentos de tratativa. En conclusión, todos fueron absueltos. Y el tribunal también le dio a Leoluca Bagarella una pequeña caricia, reduciendo en un año su condena. Fuerte bofetada, en cambio, a Antonio Cinà, el cartero mafioso del "papello", que constituyó la escritura notarial de esa Tratativa.

Algunos se escandalizaron por esta diferencia de trato, pero habrá que esperar los fundamentos de la sentencia, para entender por qué la Corte de Apelaciones, presidida por el juez Angelo Pellino, incurrió en tan aparente desatino -todos los uniformes absueltos y todos los habituales mafiosos condenados- que fatalmente la habría expuesto al riesgo del ridículo, cuando, en cambio, el tema es muy serio y hay muy poco de qué reírse.

Otro punto clave es que la opinión pública parecía desconcertada. De hecho, la consternada y recurrente pregunta del ciudadano común contrasta con la alegría gozosa de los comentaristas, suscriptores del "club del garantismo": "¿Pero cómo? ¿Primero todos condenados y luego todos absueltos?". No es fácil responder a esta pregunta. Y, de hecho, muchos comparan a la primera sentencia de condena y a ésta, de absolución, con el difícil momento que atraviesa el Poder Judicial italiano, tras el escándalo Palamara.

A propósito: sería muy interesante que las encuestadoras de opinión encontraran tiempo para hacerles algunas preguntas a los italianos y comprobar si comparten la lectura festiva expuesta por los grandes periódicos y las influyentes televisoras. Pero tengan la seguridad de que la encuesta no se va a hacer, porque algunas respuestas son difíciles de tragar.

En este punto, solo la imaginación puede ayudarnos. Y lo haremos poniendo en boca de los dos presidentes de las dos Cortes, frases que nunca han pronunciado. Y con los dos nos disculpamos, pero nos van a entender.

Entonces, si el juicio sobre la Tratativa fuese una pieza teatral, haríamos que los dos jueces dijeran las siguientes frases.

Alfredo Montalto, presidente de la Corte Penal: "Es nuestro derecho y deber recordar".

Eso fue lo que condenó.

Angelo Pellino, presidente de la Corte Penal de Apelación: "Es nuestro derecho y deber olvidar".

Eso fue lo que absolvió.

La diferencia está toda aquí.

Pasaron más de cien años antes de que la palabra Mafia entrara de lleno en los debates parlamentarios. Y en los diccionarios de la lengua italiana.

Los primeros juicios importantes de la mafia de los años sesenta y setenta terminaban rápidamente con absoluciones por falta de pruebas. Y los que dictaron esas sentencias eran la flor de los magistrados de la época.

Otra historia hubiera sido si Giovanni Falcone y Paolo Borsellino nunca hubieran venido al mundo, en vez de tener que dejarlo temprano, quizás hoy Cosa Nostra sería rastreada en las guías telefónicas. Como fue el caso de la Yakuza, en Japón, considerada por la policía del Sol Naciente como un mal, pero un mal necesario, al cual recurrir para evitar males peores. Y Tiziano Terzani nos lo contó, en páginas invaluables.

En conclusión.

¿Qué nos enseña, entonces, esta historia de los juicios sobre la Tratativa Estado-mafia? Que ahora la palabra tratativa puede, al menos hasta una sentencia que diga lo contrario, incluirse en los directorios telefónicos de la República italiana.

Y quien quiera, puede llamar.

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*Foto de portada: Paolo Bassani