La indiferencia de la gente y el hábito del olvido
 
Muchas emociones puestas en escena por los jóvenes artistas para rememorar la masacre
 
Por Marta Capaccioni-25 de julio de 2021

Un viaje hacia las emociones, los hábitos y la naturaleza humana más profunda: apatía para olvidar lo que ha sido, silencio para escapar del miedo, indiferencia para no sentir la angustia del peso de la propia responsabilidad. Fueron continuos momentos de sugestión, turbación e incluso conmoción que mantuvieron en vilo a la audiencia del espectáculo titulado "El peso de la sangre" creado por la actriz y directora de Our Voice, Sonia Bongiovanni y por los demás jóvenes artistas del Movimiento, subido por primera vez a escena el pasado 20 de julio en via d'Amelio. Una representación impactante, que deja el sentido general de la obra librado a diferentes interpretaciones.

La actuación onírica y dramática de actores y actrices jóvenes. La música y el baile que acompañaron cada escena. Las melodías y movimientos que permitieron al público interpretar los sentimientos y reacciones de los personajes. La obra gira en torno a una niña, Tari, interpretada por Sonia Bongiovanni y un niño, Colani, interpretado por el artista uruguayo Diego Grachot: los dos están "unidos por algo eterno". La primera tiene una mirada oscura, al borde de la depresión, y su aparición muestra el estado de enfermedad en el que se encuentra, provocado por la decepción, la desesperación y la angustia provocadas por la muerte de Paolo Borsellino y sus altos ideales de justicia y democracia. Colani, en cambio, guarda silencio buena parte del espectáculo, se encierra en sí mismo y se niega a ver y recordar lo que realmente sucedió en la masacre de vía D'Amelio. Ambos, de diferentes formas, son incapaces de actuar o, mejor dicho, de reaccionar y oponerse.

"¿Cómo puedes ser tan frío y cínico? A veces pienso que no vivimos juntos ese día. Sin embargo, tú también estabas allí. Pero has elegido alejarte mientras la esperanza moría. Tú eres testigo de lo que sucedió. ¿Cómo puedes no sentir el impulso de actuar?".

Tari está desesperada ante la apatía de Colani, porque sus ojos han visto y no pueden olvidar, sus manos han tocado la sangre de sus mártires. Pero el joven la deja en una soledad interior que se apodera de ella: la muchacha se aferra entonces a una larguísima cuerda tratando de permanecer anclada al recuerdo de lo vivido ​​con el magistrado, cuando ella tenía confianza y esperanza en las perspectivas y promesas de cambio y desarraigo del sistema mafioso por parte del Estado italiano.

"Mi reflejo inmóvil, que mira por encima del hombro, llora por algo que se ha perdido para siempre, y permanece indefenso, mientras sus asesinos andan libres por las calles, como si sus manos nunca se hubieran ensuciado y regresan en el silencio general para eliminar a los que hoy ocupan su lugar".

Los sueños se quemaron, primero con la masacre de Capaci, 57 días después con la masacre de vía D'Amelio y luego nuevamente con la indiferencia del pueblo y las garantías de impunidad para los responsables. Es por la decepción de haber visto festejar a los cuervos y a los infieles sobre aquellas vidas, los que decían ser amigos y los que se habían comprometido a protegerlos le dispararon por la espalda a Paolo Borsellino. A través de una escena animalesca los jóvenes artistas deciden representar el instinto de opresión y la sed de poder que animaba a los hombres desviados de las instituciones que estaban en el lugar del ataque y que decidieron traicionar su juramento a la Constitución.

Colani, por su parte, se niega a ver y a ser testigo de esa traición. Se esconde detrás de la imperturbabilidad y detrás del desapego de lo sucedido, convencido de que las masacres no han tocado su vida y que lo de Tari es solo una fijación, una locura, una enfermedad que hay que curar: "Si quieres condenarte por algo que no se puede cambiar, adelante, hazlo, la gente es libre de tomar sus propias decisiones. No me siento responsable".

La joven, sin embargo, no puede soportar ese peso sola y decide quitarse la vida. Así como Rita Atria, de 17 años, testigo de justicia, unida por un vínculo profundo, casi paterno, con Paolo Borsellino, se quitó la vida. Ella también se suicidó una semana después del ataque al magistrado y sus tormentos y su soledad recuerdan mucho a la historia de Tari. Las desgarradoras palabras de Rita fueron interpretadas en el monólogo final del espectáculo por la joven actriz del movimiento, Elisa Pagano: "Ahora que Borsellino está muerto, nadie puede entender el vacío que dejó en mi vida. Todo el mundo tiene miedo, pero yo lo único que temo es que gane el Estado mafioso. Creí que el tiempo podría curar todas las heridas. Pero no. El tiempo las abre cada vez más hasta que te matan, lentamente. Borsellino, tú has muerto por lo que creías, pero yo estoy muerta sin tí".

El peso de la sangre OV 3

Un espectáculo que no reporta datos o hechos concretos, pero denuncia la costumbre de la gente de olvidar y quedar indefensa mientras los verdaderos servidores del Estado son aislados, deslegitimados y amenazados de muerte; mientras la verdad es vilipendiada y violada en los pasillos del Parlamento, en los juzgados o en los canales de televisión; mientras falta justicia y pocos se sacrifican para obtenerla. La historia se repite sin descanso, como un ciclo incesante donde los asesinos son los perpetradores, los protagonistas e incluso los que miran hacia otro lado.

Esto es lo que sucedió con la masacre de Capaci, la masacre de vía D'Amelio y todos los ataques de los años ochenta y noventa. Así sucede hoy, otra vez, con nuevas calumnias, nuevas deslegitimaciones y nuevas condenas a muerte hacia los magistrados sobre cuyas piernas avanzan las ideas y acciones de Paolo Borsellino y Giovanni Falcone. Una vez más muy pocos ven, muy pocos se oponen y muy pocos deciden aguantar el peso de la sangre, soportar el dolor y asumir el sacrificio para que las nuevas generaciones no tengan que vivir la misma historia.

Pero en la desesperación y soledad de Rita todavía había esperanza y, en nombre de ese sueño que nos arrebataron, cada uno de nosotros puede decidir abrazar parte de esa responsabilidad: "Tal vez nunca exista un mundo honesto. Pero qué nos impide soñar. Quizás, si cada uno de nosotros intenta cambiar, lo logremos".

El peso de la sangre OV 2

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*Fotos de © Jacopo Bonfili y Our Voice