Teatro, canto, música y danza, de jóvenes en resistencia y en lucha contra la mafia…
 
…donde hace 29 años hubo muerte y dolor
 
Por Alejandro Diaz-21 de julio de 2021

Un escenario prácticamente a oscuras. Se llegan a distinguir algunas siluetas que van y vienen preparando la escena. El murmullo de la audiencia, todavía exaltada por las primeras actuaciones, gana el escenario. Un escenario particular. Un escenario en plena calle de un verano distinto en Palermo. Un escenario montado en Vía D’Amelio, en el mismo lugar donde 29 años atrás fueron asesinados Paolo Borsellino y sus escoltas.

Una voz en off irrumpe la escena.

“Me dirijo a los jóvenes con la esperanza de que no conocerán la tendencia prevalente de un país siempre más indiferente a la justicia, un país intolerante a la verdad, a la independencia de la magistratura, a la tutela de los valores constitucionales. Tengo este sueño en el corazón, solo ustedes ciudadanos, solo ustedes jóvenes ciudadanos en particular tienen la posibilidad de cambiar, solo ustedes tienen la posibilidad de derrotar la mafia, la corrupción, la mentalidad mafiosa, la mentalidad de la afiliación, la mentalidad del poder por el poder mismo”.

Para muchos, aquella voz no necesitó presentación alguna.

Porque esta voz, pertenece a uno de los principales motivos para estar hoy allí.

Porque esta voz vive la historia en carne propia.

Porque esta voz era la del fiscal, hoy togado del CSM, Nino Di Matteo.

Y su presencia allí, con su voz (en un muy acertado recurso, adoptado, por quienes planificaron la puesta en escena del espectáculo) fue, sin duda, uno de los momentos más emotivos y más emblemáticos, de la noche.

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El último punto de este breve manifiesto, lo dio la batería de la “Saras Band” que, mezclando liricas en italiano y en español, entonó “El pueblo unido jamás será vencido”, con gran potencia, mezclando distorsiones y un bajo funk, avivando los coros del público allí presente, que una y otra vez se sumaban a gritar estribillos, como éste: “El pueblo unido, jamás será vencido, queremos vivir, queremos libertad”. La banda, que es de Friuli y está integrada por Simone Piovani, Nico di Sante, Giovanni Capanne y Francesco Iannetti, canción tras canción fue sumando invitados (Andrés González Rosales de México y Marco Pucci, que arrancó sonrisas con su carisma), cambiando las formaciones de instrumentos y, particularmente, mostrando una gran versatilidad artística. Simone, la voz principal del grupo, solo irrumpió la melodía una vez para reafirmar la consigna por la cual se realizó el espectáculo: “desde el momento en que somos indiferentes, le damos el consenso a la mafia de proliferar en la sociedad”.

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En el primer turno, Asia Centofante junto a Lucia Sgarbossa presentaron “Never Forghet”, una canción dedicada a los jueces asesinados: “Las vidas que ellos tomaron, nunca serán reemplazadas. Es nuestro deber nunca olvidarlos y mantener su memoria viva”.

Luego subió al escenario el uruguayo Giorgio Almendras, que acompañado por Asia dejo fluir sus palabras versadas y al ritmo de la base cantó: “solo tengo una pregunta para cerrar la canción, ¿Dónde está Matteo Messina Denaro?”, refiriéndose al capo mafia y uno de los principales referentes del sistema criminal, quien está prófugo de la justicia, desde hace más de 20 años.

“Estamos para reclamar por la vida de un inocente, que sacrificándose cambió el amor y la justicia por la muerte”, esta fue una de las primeras frases del trío que formaron Angelo Lupo, Mattia Lautieri y Stella di Toma, quienes presentaron una canción, en estilo rap, con fuertes líricas que fueron intercalando para recordar a las víctimas de la mafia.

La única interpretación artística no programada del evento, fue la de Giorgio Bongiovanni, el director de la revista ANTIMAFIADuemila, quien, aprovechando un impasse entre una presentación y otra, ocupó el teclado dejando sonar una melodía sin nombre, un pequeño himno a la libertad y a la justicia: “ésta es la calle del martirio, no la calle de la muerte. Es la calle de la libertad. Nuestros mártires caídos nos han dado la libertad y la justicia".

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Finalmente, Jamil El Sadi, quien fue presentando cada una de las intervenciones a lo largo de la jornada, dio paso al evento principal: "Il peso di sangue" (El peso de la sangre).

"Tari (Sonia Bongiovanni), es una chica sencilla de mirada profunda pero oscura. Un aire lúgubre la envuelve. Una cuerda la abraza gentilmente manteniéndola atada a sus recuerdos. Colani (Diego Grachot), encerrado en sí mismo, rechaza el mundo exterior. Pero algo eterno lo une a ella".

"En medio de ellos, una niña juega despreocupada y serena, con la intención de atrapar las nubes. De repente, un rugido interrumpe la atmósfera angelical que se creó. E inmediatamente la angustia de los dos invade el ambiente. Ella elige mirar, él se da la vuelta. Permanecerán encerrados en su amor enfermo hasta que otro sacrificio los libere. ¿Quién abrazará el peso de esa sangre?".

Una obra dramática, que al igual que Tari está ligada a un contexto, a un hecho histórico que marcó la historia de Palermo. Una Palermo regada de la sangre de inocentes, inocentes que mueren a manos de la mafia e inocentes que mueren por una cultura mafiosa.

Los atentados no solo se llevaron la sangre de los jueces y de sus colaboradores; también los atentados se llevaron la sangre de cientos y miles de jóvenes de que conviven con infinitas injusticias que calan hondo en sus espíritus, en sus corazones. Y es aquí, donde la ausencia de personalidades como Giovanni Falcone, Paolo Borsellino o Pepino Impastato, acotándonos solo al contexto italiano, hacen falta. No solo por sus temples, y su pasión por la justicia, sino por el carisma, la sonrisa, la contención, el abrazo, la sabiduría que nace de la profunda empatía, la eterna solidaridad, y las ganas de soñar un mundo justo.

Es aquí en esta crisis cultural que atraviesan nuestras sociedades, que emerge el principal motivo del suicidio de cientos de jóvenes; es aquí, donde el peso de la sangre debe ser asumido, no como una carga de luto, ni siquiera como una angustia. El peso de la sangre debe ser asumido como una responsabilidad, como una obligación ante nuestras propias libertades y democracias, antes miles de injusticias que se viven a diario.

Se lo debemos a ellos. Ellos que sangraron y a ellos que están dispuestos a sangrar.

El Movimiento Cultural Internacional Our Voice, que dicho así parece una institución, pero que, en la intimidad del trabajo diario, de la construcción colectiva, es algo tan sencilla como un grupo de amigos; como un grupo de jóvenes que asume una posición frente a la vida, frente a la historia y frente al presente. Un grupo de jóvenes que no quiere dar ninguna vida por pérdida, ni siquiera aquellas que ya han sido tomadas.

Porque en la vivencia del arte, en la vivencia de las pasiones, se está construyendo y consolidando una red de relaciones bajo el amparo de aquellos valores que enumeraba Di Matteo.

Las palabras de despedida de Sonia Bongiovanni retumbaron firmes en Vía D’Amelio, interpretando el sentir de los jóvenes con los cuales trabaja, en esta causa, día a día: “Somos un grupo de jóvenes que creemos en un cambio, en el mismo cambio que creía Paolo. Quiero agradecer a todas las víctimas de mafia, que diariamente sostienen esta lucha; son ustedes quienes se acercan a nosotros los jóvenes, cuando somos nosotros los que deberíamos inclinarnos ante ustedes, y a todos los mártires de la justicia que respiran y viven. Paolo vive, en todos ustedes”.

Y sobrevino, un último e inevitable coro: “¡Hasta la victoria, siempre, siempre, siempre!”.

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*Foto de portada: captura de video