Por Saverio Lodato-16 de julio de 2021

No queremos ser irreverentes, menos en ocasión del vigésimo noveno aniversario del asesinato de Paolo Borsellino, Emanuela Loi, Eddie Walter Cosina, Vincenzo Li Muli, Claudio Traina y Agostino Catalano -en la masacre de vía D'Amelio, solo para que se entienda de lo que estamos hablando. Irreverentes con quienes han dejado la vida, a manos de la mafia, de la mafia y el Estado y del Estado y la mafia. Lamentamos las demoras y la espera, pero en el trasfondo de vía D'Amelio hay muchas controversias.

Pero el caso es que la reforma del sistema judicial, que se está discutiendo en estos días, nos deja muy perplejos.

Hemos leído, y abundantemente, que estos primeros destellos de posible modificación no atraen a Gian Carlo Caselli, uno de los auténticos decanos de la lucha contra la mafia en Palermo.

También está en contra Alfonso Sabella quien, durante muchos años y precisamente en Palermo, trabajó codo a codo con Caselli. Incluso sostiene que esta sería la reforma de alguien que nunca ha puesto un pie en un tribunal de justicia.

Nicola Gratteri no busca palabras más templadas, quien desde hace algún tiempo viene golpeando y replicando sobre la insuficiencia de estos destellos de reforma. Para llegar a la misma conclusión: no los comparte. Y, en este caso, estamos hablando de uno de los magistrados más especializados en la lucha contra los clanes calabreses.

La música no cambia cuando, en este punto, se escucha a Nino Di Matteo, igual de escéptico, igual de crítico, igual de asombrado, como todos los demás. Y sabemos quién es y qué representa Di Matteo.

Luego está Roberto Scarpinato, que escribe y vuelve a escribir sobre el tema, porque no comprende el rumbo que, en un asunto tan delicado, se intenta tomar. En sus artículos utilizó bisturí y destornillador para resaltar el estado de la actual propuesta de reforma. Y él también emite un rotundo rechazo.

Pero la gran oposición que estamos presenciando no se nutre solo de los magistrados, porque es muy cierto que incluso uno de los abogados penalistas más reconocidos, el abogado Franco Coppi, ha manifestado públicamente todo lo que no lo convence.

Dirán: ¿y entonces?

El que escribe conoce, desde hace más de treinta años, a todas las personas mencionadas.

Como los conocen todos los italianos.

Estamos hablando de magistrados que lucharon contra la mafia y la 'Ndrangheta en las décadas en las que los gobiernos y los parlamentos dormían o miraban para otro lado.

Es cierto que los italianos, y nosotros entre ellos, no entienden demasiado del tema en disputa, porque la materia no se presta a fáciles banalizaciones.

Pero, por otro lado, los italianos han entendido perfectamente que, si ninguno de los especialistas está de acuerdo con el actual proyecto de reforma judicial, seguramente tendrán sus buenas razones, ya que no tienen ningún motivo para decir una cosa por otra.

En conclusión, hay gato encerrado.

Por eso la ministra de Justicia, Marta Cartabia, debería hacerse algunas preguntas.

Está bien que la reforma la pida Europa.

Está bien que el primer ministro Draghi esté presionando para acelerarla.

Pero la ministra Cartabia tiene el deber específico de escuchar en primer lugar a aquellos operadores que llevan décadas ocupándose del tema. No hay otros caminos posibles.

También se puede ser simpática en televisión, pero no hace falta exagerar.

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*Foto de portada: © Imagoeconomica