Que el Estado no sea cómplice de los jefes mafiosos asesinos y sanguinarios
 
Por Giorgio Bongiovanni-11 de junio de 2021

Estimada ministra Marta Cartabia:

Con esta carta abierta quiero expresar algunas consideraciones sobre la reforma que próximamente deberá adoptar el Parlamento, y el Gobierno que usted también representa, en relación al régimen penitenciario y la concesión beneficios, como consecuencia del pronunciamiento de la Corte Constitucional del pasado 15 de abril, en el que se afirma que la disposición referida a la cadena perpetua y legislada en el artículo 4 bis del ordenamiento penitenciario, por el cual se prohíbe la liberación de los jefes de las masacres condenados a cadena perpetua si no colaboran con la justicia, "lesiona los artículos 3 y 27 de la Constitución y el artículo 3 de la Convención Europea de Derechos Humanos".

En las motivaciones de la ordenanza Nº 97, la Consulta decidió "posponer el tratamiento de los temas hasta mayo del 2022, para que el legislador pueda tomar acciones que tengan en cuenta tanto la peculiar naturaleza de los delitos conexos a la delincuencia organizada de tipo mafioso, como las normas penitenciarias relacionadas y la necesidad de preservar el valor de la colaboración con la justicia en estos casos".

Hace mucho que esperamos sus palabras, por cuanto desde que se convirtió en ministra de Justicia, poco o nada ha hablado de la mafia.

Es por ello que, como tantos periodistas y expertos en el tema, hemos seguido con interés su discurso ante la Comisión Parlamentaria Antimafia que preside Nicola Morra.

Tomamos nota de sus palabras, que han demostrado conocer los argumentos planteados por la sociedad civil y los familiares de las víctimas de la mafia, sobre la importancia de la ley de los colaboradores de justicia ("La norma sobre los colaboradores de justicia debe ser preservada. A pesar de que comprendo muy bien cómo puede renovarse un dolor que nunca se ha dormido en los familiares de las víctimas, con la noticia de la liberación de quien, como Giovanni Brusca, ha participado activamente en el ataque de Cosa Nostra al Estado en la época de masacres y muchos otros crímenes atroces, empezando por el del pequeño Giuseppe Di Matteo").

Las extradiciones necesarias

Y también recibimos positivamente que algo se esté moviendo en el gobierno con el pedido de extradición del jefe de la 'Ndrangheta, Rocco Morabito, y en lo que hace a las relaciones con los Emiratos Árabes Unidos, donde el exparlamentario Amedeo Matacena sigue prófugo (condenado en forma definitiva por concurso externo en asociación mafiosa).

También escuchamos su aclaración sobre el hecho de que el acceso a los beneficios penitenciarios sería denegado a los presos bajo el régimen del 41 bis, porque luego de la decisión de la Corte Constitucional del 2019 sobre la concesión de permisos, nadie se habría beneficiado con ellos. Sin embargo, no nos han gustado en absoluto sus palabras sobre la cadena perpetua, con la invitación al Parlamento de "no desaprovechar la oportunidad de acoger la invitación del Tribunal Constitucional".

Porque incluso si se prevén "procedimientos y condiciones diferentes y más rigurosos que los aplicables a otros presos", el hecho de ofrecer una posibilidad de libertad condicional y otros beneficios penitenciarios a aquellas figuras que han cometido delitos relacionados con la mafia es una apertura (en otros tiempos hay quienes lo habrían llamado una "señal de distensión") que no se puede aceptar de ninguna manera.

A partir de estas consideraciones, debemos señalar con amargura que su conocimiento del fenómeno criminal mafioso es bastante escaso, si no mediocre.

Durante años, la política y los gobiernos han subestimado seriamente a Cosa Nostra, la 'Ndrangheta y la Camorra. Estamos hablando de organizaciones criminales, en particular la mafia siciliana y calabresa, que pueden ser consideradas como las organizaciones criminales más poderosas del mundo. Después de todo, existen y resisten desde hace más de 150 años y se están volviendo cada vez más internacionales, con la gestión del narcotráfico y la inversión de enormes capitales en toda la economía mundial.

Pero este no es el único aspecto que nos preocupa.

Porque estamos aquí para explicar, una vez más, por qué no hay margen para la liberación de ningún jefe mafioso.

La fuerza de la mafia

Basta leer la sentencia del Maxi Proceso redactada por Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, pero también las consideraciones que el propio Falcone le expresó a Marcelle Padovani (Cosa de Cosa Nostra), que la invitamos a leer si aún no ha tenido la oportunidad de comprender que la mafia no es una organización criminal como cualquier otra.

En la sentencia de los dos jueces palermitanos, asesinados en 1992, se deja en herencia al Estado italiano (que a lo largo de los años se ha manifestado, en el mejor de los casos, perezoso, y en el peor, cómplice de la mafia) un profundo conocimiento de la estructura mafiosa y de las reglas férreas que han caracterizado sus decisiones y comportamientos.

En esas páginas está escrito que Cosa Nostra es una organización criminal única, unitaria y vertical, y que cuando se entra a formar parte de ella, jurando fidelidad, la única forma de salir es mediante la muerte o colaborando con la justicia.

Y es a partir de estos principios que Giovanni Falcone tomó como fundamento para inspirar esa serie de medidas que serían aprobadas, de hecho, solo después de su muerte.

En años posteriores, las investigaciones y los procesos nos han demostrado claramente que los mafiosos juran lealtad perpetua a la asociación; quien no se arrepiente, conserva la condición de "hombre de honor" para siempre.

Y desde siempre se ha probado, por decenas y decenas de investigaciones, que los mafiosos que finalizan su período de detención, una vez que salen, vuelven exactamente al lugar que ocupaban anteriormente en el organigrama mafioso. De hecho, incluso lo hacen con un currículum mejorado, precisamente en virtud del silencio mantenido en la cárcel.

La mafia ha vivido y vive para practicar un método de intimidación, sometimiento y silencio capaz de dominar gran parte del territorio nacional y momentos significativos de la vida política y económica del país. De este modo contribuye, de forma concreta y decisiva, a crear toda una serie de obstáculos de carácter económico y social, que limitan severamente la libertad e igualdad de los ciudadanos, impidiendo el pleno desarrollo de la persona humana.

Pero también hay otro aspecto que merece un mayor estudio.

Si bien usted ha querido precisar el dato por el cual quien se encuentra en el 41 bis, hasta hoy, no ha tenido ningún acceso a permisos premio, eso no nos anima desde el momento en que figuras como Filippo Graviano (jefe de las masacres) ya han expresado su "disociación" de Cosa Nostra a los magistrados

Y no solo eso. La Corte Europea de Derechos Humanos lleva algún tiempo pidiéndole a Italia que modifique aún más el 41 bis (que ya no es tan riguroso como en la época de las masacres).

No hay que ceder

Por ello, creemos que el Estado italiano debe responder con firmeza ante los riesgos que se corren 29 años después de las masacres en las que murieron Giovanni Falcone y Paolo Borsellino.

No olvidamos el hecho de que la abolición de facto de la cadena perpetua para los condenados por mafia, acabaría con el único disuasivo real temido por los mafiosos (y precisamente la historia de las masacres nos lo recuerda) que siempre se han resignado a cumplir largos años de prisión como precio de su carrera criminal, pero que siempre han temido a la cadena perpetua porque los priva para siempre del poder adquirido y de la posibilidad de disfrutar de las riquezas que han acumulado.

Y no podemos olvidar que la eliminación de la cadena perpetua y del 41 bis estaban entre los puntos contenidos en el papel que Riina le entregó al Estado con las exigencias para detener aquel largo rastro de sangre.

Usted, como ministra de Justicia, como jurista, debería saber todo esto.

Incluso una apertura mínima, de solo cinco minutos de libertad en sus hogares, les permitiría a los peligrosos jefes de las masacres cometer crímenes atroces.

Y el Estado, que usted también representa, corre el riesgo de convertirse, creemos obviamente que, sin pretenderlo, en favorecedor o cómplice de personajes muy peligrosos.

Sería muy grave que asesinos como los Bagarella, los Graviano, los Madonia, los Santapaola o los Biondino, fueran liberados de la cárcel, aunque sea bajo el régimen de vigilancia especial.

Son los jefes de Cosa Nostra que hoy, junto al super prófugo Matteo Messina Denaro, son vistos como referentes por la organización criminal.

Son ellos los que pueden ordenar nuevas masacres y homicidios, establecer estrategias, corromper, cobrar dinero por protección y hostigar a los ciudadanos.

Si esto llega a pasar, el Estado se convertiría, de hecho, en cómplice. Una especie de mandante externo de todo delito que con certeza (basta con leer la historia pasada y presente) se llevará a cabo.

El propio Giovanni Falcone, en sus escritos y en su sentencia "Abbate +474", nos enseñó cuáles son los deberes de los jefes, dentro y fuera de las cárceles, al haber certificado la importancia de reducir los espacios de libertad para los mafiosos dentro de los establecimientos penitenciarios, para que no tengan la posibilidad de comunicarse con el mundo exterior y habernos hecho entender que el mafioso solo rompe el vínculo con la organización criminal muerto o colaborando.

Los nombres antes mencionados, Bagarella, Madonia, Graviano, Biondino, son los hombres de referencia que tienen línea directa con Matteo Messina Denaro.

De una forma u otra, un jefe mafioso nunca puede eximirse de expresar su posición sobre las estrategias a realizar, debe dar disposiciones inmediatas en el territorio a la gente de Cosa Nostra sobre lo que se debe hacer. Incluida la posibilidad de reanudar las masacres que se suspendieron repentinamente en 1994.

Usted, desde la altura de su papel político, no puede no saber todo esto.

Y al expresar sus posiciones, siempre debería tener en cuenta estos hechos.

Si este no fuera el caso, demostraría que tiene una visión cuanto menos miope del fenómeno.

En Italia, y con razón, no existe la pena de muerte. Pero por todo lo que hemos mencionado, todos los jefes, en especial los asesinos, sí o sí, deben permanecer en prisión a menos que decidan cambiar de vida, colaborando con la justicia de manera formal y diciendo todo lo que saben no solo sobre los crímenes mafiosos, sino también sobre las relaciones secretas que la mafia mantiene con las instituciones, la política, la economía y las finanzas, entregando al Estado todos los bienes que ilegitimamente poseen.

Por todo ello debe usted tomar partido en defensa de la cadena perpetua sin ambigüedades, remisiones, aperturas o señales de distensión. De lo contrario, se convertirá en el portavoz de ese grupo político que está dispuesto a ceder y que quiere que los jefes vuelvan a la libertad.

O como alternativa, diga abiertamente, y que luego el gobierno les explique a los italianos, que las leyes inspiradas en Giovanni Falcone y en el compromiso de tantos magistrados, son obsoletas y anticuadas.

Todo el país la va a escuchar. Y en el país también están los mafiosos, siempre dispuestos a tomar el brazo cuando se les da un dedo.

¿Usted va a asumir esa responsabilidad?

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*Foto de portada original: © Imagoeconomica