Saverio Lodato-17 de febrero de 2021

Si una noche de invierno Matteo Messina Denaro fuese finalmente arrestado.

Si el círculo de parientes cercanos, familiares numerosos y de tercer y cuarto grado, socios comerciales y prestanombres, cómplices y testigos de sus fechorías, hombres de uniforme, amigos y excompañeros de escuela, se estrechara para siempre.

Si pudiéramos finalmente conocer el rostro, la nueva identidad y los documentos que durante casi treinta años han permitido a Messina Denaro caminar sin ser molestado.

Si, en definitiva, se cumplieran las profecías de aquellos -y son muchos- que desde hace años predicen una inminente detención del hombre que sabe todo sobre masacres y negociaciones, complicidad entre el Estado y Cosa Nostra, aparatos de seguridad, políticos y actividad criminal.

Y si, siempre en una noche de invierno, la prímula roja de Cosa Nostra decidiera colaborar con la justicia. Para convertirse en arrepentido, como tantos otros antes que él.

Y si empezara a completar cientos y cientos de páginas de actas judiciales. Contando el cómo y el porqué de las masacres en Capaci y vía D'Amelio, Roma, Milán y Florencia.

Confirmando lo que ya se sabe, según las sentencias definitivas; por ejemplo, que Silvio Berlusconi financió a Cosa Nostra durante años y años; por ejemplo, que Marcello Dell’Utri, cofundador de Forza Italia, actuó nexo de unión entre los intereses de Cosa Nostra y Arcore, gracias al apoyo del cuidador de caballos Vittorio Mangano.

O si confirmase, total o parcialmente, esos retazos de discurso que el jefe de las masacres Giuseppe Graviano viene repitiendo desde hace algún tiempo sobre cenas y encuentros con Berlusconi, con el desinterés generalizado de la Gran Prensa.

En conclusión.

Se podría formular la pregunta de la siguiente manera: si una vez arrestado, Matteo Messina Denaro tuviera que tomar la decisión de finalmente volverse útil a la comunidad, abriendo sus cajas fuertes llenas de secretos y archivos omitidos ¿qué pasaría en Italia?

Nada. Con toda probabilidad, no pasaría nada. Se diría que no es creíble.

En cuanto a Mario Draghi.

Mario Draghi acaba de dar el discurso inaugural de la corona. Explicó, en muchos aspectos, cuál es, en su opinión, la grave situación italiana; cómo piensa remediarla y a qué pautas deberán atenerse las fuerzas multicolores que apoyan a su gobierno. Hasta el momento, no hay nada que objetar.

Lo cierto es que en el discurso inaugural de Mario Draghi la palabra "MAFIA" no aparece. Tampoco hubo referencias de ningún tipo a la necesidad de llevar a cabo una "LUCHA A LA MAFIA" coherente.

Esto es muy extraño. Y no es lindo. No esperábamos esto.

Incluso se podría decir que estamos en presencia -para ser estrictos- de una primera auténtica caída del estilo del nuevo primer ministro de Italia. ¿Descuido? ¿Olvido? ¿Malos consejeros? Vaya a saber.

Sin embargo, nos damos cuenta de que la mafia y la lucha contra la mafia no son el pan de cada día para los bocconianos (referencia a La Bocconi, universidad del establishment milanés, ndt) que saturan la nueva estructura de gobierno.

¿Significa esto que también debemos convertirnos en bocconianos, solo para negar la evidencia?

En Italia, la mafia está ahí y Draghi lo sabe muy bien. Cómo debería saber que, sin luchar contra la mafia, Italia no irá a ninguna parte.

Por eso, en nuestra opinión, si Messina Denaro primero fuera arrestado y luego se arrepintiera, sus revelaciones sonarían como una amenaza devastadora para este gobierno.

Pero, en síntesis, no pasaría nada.

Como dijimos más arriba.

(En cambio esperábamos algo mejor, como escribimos aquí). Claro. Siempre hay tiempo para recuperarse...

En cuanto al resto del discurso del primer ministro, un excelente discurso.

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*Foto de portada: www.antimafiaduemila.com