Es por eso que la aceleración de la masacre no tiene nada que ver con la relación del Ros sobre mafia-contratos. La sombra de los mandantes externos

Por Giorgio Bongiovanni-8 de febrero de 2021

Un argumento incómodo, casi punzante, para el que hay que sembrar la semilla de la duda o, en el peor de los casos, de la negación total. Desde el 20 de abril de 2018 titulares como "La Tratativa es una locura" se fueron al desván, pero a pesar de que múltiples sentencias (no sólo la de la Corte d’Assise de Palermo con 5700 páginas de motivación) certifican su existencia siempre hay quien está dispuesto a cuestionar. O, en todo caso, no considerarlo de ninguna manera como el verdadero motivo de la aceleración que llevó a Cosa Nostra a cometer el atentado contra Paolo Borsellino apenas 57 días después de la masacre de Capaci.

Basta leer la entrevista, publicada en La Repubblica el jueves 4 de febrero, que el colega Salvo Palazzolo hizo a la hija del juez, asesinado en vía D'Amelio con cinco agentes de escolta, Fiammetta Borsellino, después de la desestimación del Gip de Messina de la investigación sobre los fiscales Annamaria Palma y Carmelo Petralia sobre el despistaje de via D'Amelio. Un asunto sobre el que hemos expresado nuestra opinión en varias ocasiones. Una entrevista en la que se habla de "justicia enferma" en referencia a las valoraciones expresadas por dos tribunales diferentes sobre los motivos que llevaron a la muerte del padre.

"Me viene a la mente el contraste entre las tesis expresadas de la sentencia 'Tratativa Estado-mafia' y las emitidas en Caltanissetta por la masacre de vía D'Amelio -ha comentado Fiammetta Borsellino-. La primera identifica el elemento acelerador de la negociación. El tribunal del Borsellino quater señala, en cambio, que la aceleración habría sido determinada por el expediente de los contratos de la mafia, en el que mi padre estaba muy interesado. La sentencia 'Tratativa' llega a negar este interés. ¿Cómo es posible tener estas dos evaluaciones opuestas?".

Los 57 días y la aceleración

En todos los procesos sobre las masacres, en las investigaciones y en las indagaciones más recientes, un punto central es sin duda el de la aceleración que, es cierto, intervino después de la matanza de Capaci. Una anomalía de la que varios colaboradores de la justicia han hablado. Sobre todos vale la pena recordar a aquel Totò Cancemi que contaba: "Me acuerdo (...) de una reunión que el Ganci, precisamente esto me quedó grabado, (...) que se apartó, digamos, siempre en la misma habitación, en la misma salita que estaba allí, con Riina. Y yo los oí decir: La responsabilidad es mía. Entonces, cuando nos fuimos con Ganci, Ganci me dijo: Este nos... nos quiere arruinar a todos, así que la cosa era... la referencia era para el doctor Borsellino. (...) Me di cuenta de que Riina tenía una preocupación, como diría, una cosa... de una cosa rápida, tenía... Yo había intuído esto, que el Riina esta cosa la debía... la tenía que hacer tan pronto como fuera posible, como si tuviera algún compromiso tomado, algo que tenía que responder a alguien. (...) Esta cosa tenía que llevarla a cabo inmediatamente, tenía que dar esta... esta respuesta a alguien, estos tratos que él había hecho".

La búsqueda de la verdad sobre lo sucedido pasa por la comprensión de los elementos que llevaron a la aceleración del atentado, y también por la necesidad de dar un rostro a este "alguien" (también Riina, en las interceptaciones en la cárcel Opera con Lorusso, habla de un alguien que dijo de hacer la masacre "inmediatamente"). Pero vamos paso a paso. A lo largo de los años se han abierto más líneas de investigación. Uno llevaba a la negociación Estado-mafia. Otro posible era precisamente el de la investigación de los contratos de la mafia de los que Paolo Borsellino se interesaba, como se desprende de las declaraciones de varios testigos.

Veremos, sin embargo, cómo esta pista (la "preferida" de la defensa Mori-Subranni-De Donno en el juicio Estado-mafia, pero también de muchos periodistas y contestatarios de la negociación y de los fiscales que condujeron el proceso) no puede considerarse decisiva en la reconstrucción para comprender lo que sucedió hace casi 29 años, es decir, las masacres de Capaci, vía D'Amelio y en 1993 los atentados de Florencia, Roma y Milán.

Mafia-contratos

El caso de la investigación mafia-contratos, archivada tras la masacre de vía D'Amelio (el 14 de agosto de 1992 tras la solicitud de los fiscales titulares de investigación, escrita el 13 de julio de 1992 y enviada al Gip el 22 de julio) es especialmente complejo y a lo largo de su historia ha visto el desarrollo de acontecimientos procesales contradictorios.

Uno de los titulares de ese expediente, Roberto Scarpinato, hoy Fiscal General en Palermo, ha explicado en varias ocasiones cómo la aceleración "no tiene absolutamente nada que ver con el dossier mafia-contratos, porque lo que ha sucedido va mucho más allá de la historia de licitaciones regionales. Porque Paolo Borsellino era perfectamente consciente de que la investigación mafia-contratos había sido temporalmente archivada y esperaba, para reabrirla, la intervención de otros colaboradores de la justicia. Como después sucedió". Pero había también otro dato, que es documental. La existencia de una doble información.

Para reconstruir los pasos puede ser útil retomar el informe elaborado por el entonces Fiscal de Palermo Gian Carlo Caselli, fechado el 5 de junio de 1998, con el título más explícito: "Informe sobre las modalidades de desarrollo de las investigaciones mafia-contratos en los años 1989 y siguientes". Un informe en el que aparecen varias anomalías. La primera: hay una primera versión del informe del Ros, depositada el 20 de febrero de 1991, sin el nombre de políticos como Calogero Mannino y otros. Giovanni Falcone la recibe en ese día pero materialmente no puede ocuparse de ello porque ya ha sido designado como Director de Asuntos Penales del Ministerio y por lo tanto la entrega al Procurador Pietro Giammanco para la reasignación. El 25 de junio de ese mismo año, la Fiscalía de Palermo, sobre la base de esa información y de ulteriores investigaciones, pide la detención de siete de los sujetos denunciados en el informe: Siino, Li Pera, Farinella, Falletta, Morici, Cascio y Buscemi. Para los demás que fueron investigados el 13 de julio de 1992, se solicita el archivo. Sin embargo, lo que se desprende del archivo es que no había nombres de políticos ni en las solicitudes de detención preventiva ni en las solicitudes de archivación. Inmediatamente después de la petición de archivación estalla una violenta polémica mediática contra la Fiscalía de Palermo "culpable" por haber hecho desaparecer la posición de Mannino y de otros políticos importantes. De hecho, en los periódicos se publican extractos de escuchas telefónicas, algunas incluso de Mannino. Una verdadera fuga de noticias que hace estallar enormes polémicas sobre actos de investigación que en aquel momento la Fiscalía de Palermo no tenía.

El segundo informe

Como explicaron los fiscales de primera instancia del juicio Estado-mafia, el 5 de septiembre de 1992, un año y medio después de la presentación de la primera información, el Ros di Subranni "obligado por una no prevista campaña de prensa que amenazaba con hacer estallar el escándalo" se decide a presentar un segundo informe mafia-contratos que contiene referencias explícitas a Calogero Mannino, Salvo Lima y Rosario Nicolosi.

En este segundo informe, finalmente completo, hubo adquisiciones de investigación sobre Mannino y sobre políticos. Adquisiciones incluso un año antes de la fecha de febrero del 91, pero que inexplicablemente habían sido "excluidas, removidas, ocultas" de la relación mafia-contratos.

"Las investigaciones realizadas por los magistrados del Ministerio Público de Palermo en los años 1991-1992 -escribió Caselli- estuvieron condicionadas por ciertas anomalías, y en particular se llevaron a cabo sin tener los resultados investigativos plenos y efectivos que ya había adquirido el Ros desde el primer semestre del año 1990".

El fiscal Tartaglia, en la requisitoria, explicó que algunos nombres de políticos (Lima, Nicolosi y Mannino) se dieron a conocer por primera vez en el Ministerio Público Palermo recién el 5 de septiembre de 1992, cuando con una nota informativa firmada por el capitán del Ros Giuseppe De Donno "se hacía referencia por primera vez a la existencia y al contenido de las escuchas telefónicas realizadas y, en gran parte, ya transcritas en 1990 y 1991, con la citación de personalidades políticas nacionales". ¿Por qué no estaban presentes esos nombres? ¿Fueron deliberadamente suprimidos por el Ros de Carabinieri?

La sentencia de Palermo

Sin embargo, el Tribunal de Justicia de Palermo, en la motivación de la sentencia Estado-mafia, no pone en duda el interés de Borsellino por el expediente. Pero se dice que "esta investigación no era la única ni la principal de la que este último (Borsellino, ndr) se interesó en aquel momento (basta pensar que el doctor Borsellino, entre otras investigaciones, estaba recogiendo las declaraciones de algunos colaboradores de la justicia de Agrigento y, por último, incluso del palermitano Gaspare Mutolo)", escriben los jueces.

Así pues, en el plano lógico, los jueces explican que no existe la "certeza de que Borsellino haya tenido tiempo de leer la relación mafia-licitaciones y, por tanto, de hacerse una idea de las cuestiones conexas, mientras que, por el contrario, está absolutamente seguro de que no hubo desarrollo de ese interés en el sentido de las actividades investigativas eventualmente realizadas o incluso sólo delegadas a la P.G., que, en consecuencia, pudieron haber tenido protagonismo llegando al conocimiento de los líderes mafiosos, para alarmarlos y empujarlos repentinamente a acelerar la ejecución del asesinato".

Contrariamente como se reconstruyó durante el proceso, "el único hecho conocido de cierta relevancia, importancia y novedad que ocurrió en ese período para la organización mafiosa fueron los signos de voluntad de diálogo y, esencialmente, de ceder ante la soberbia mafiosa que culminó en la masacre de Capaci -llegados a Salvatore Riina, a través de Vito Ciancimino-, justo en el período inmediatamente anterior a la masacre de vía D'Amelio". Según los jueces, "no cabe duda, que esos contactos junto con la ocurrencia de acontecimientos (como la rotación de ese Ministro del Interior que se había dedicado especialmente a la lucha contra las mafias, a falta de una explicación pública plausible), que también podían percibirse como otros signos de falla del Estado, bien podían ser percibidos por Salvatore Riina ya como portadores de desarrollos positivos para la organización mafiosa en la medida en que esos oficialesle habían instado a hacer peticiones con las que condicionar el cese de la estrategia de ataque frontal al Estado”. Y no solo eso.

Se lee en los papeles que "si se quisiera evitar la conclusión de la acusación de que Riina decidió matar a Borsellino temiendo su oposición a la negociación, conclusión que, por otra parte, encuentra una cierta convergencia en el hecho de que según la esposa, Agnese Piraino Leto, Monedero, poco antes de morir, le había hecho referencia a contactos entre miembros infieles de las instituciones y mafiosos, en cualquier caso, no cabe duda de que la invitación al diálogo recibida por los carabineros a través de Vito Ciancimino constituye un cierto elemento de novedad que puede haber determinado sin duda el efecto de la aceleración del asesinato de Borsellino, con el fin de aprovechar la señal de debilidad procedente de las instituciones del Estado y de lograr, por lo tanto, en el tiempo posterior a esa nueva manifestación de violencia incontenible materializada en la masacre de vía D'Amelio, ventajas mayores que las que en su momento se podrían haber determinado en sentido negativo".

El Borsellino quater

Pero también el Borsellino quater, si se mira bien, deja abiertos algunos resquicios. Porque los jueces de primer grado, al proceder a la identificación de los motivos de la masacre de vía D'Amelio, por una parte subrayaban que existía la posibilidad de utilizar solamente "las fuentes de prueba dotadas de un valor demostrativo inequívoco, evitando cualquier revalorización de hechos que sean objeto de otros procedimientos pendientes ante otras autoridades judiciales responsables de la respectiva sentencia”. Por otra parte escribían que Borsellino "representaba un gravísimo obstáculo a la realización de los diseños criminales no sólo de la asociación mafiosa, sino también de múltiples sectores del mundo social, de la economía y de la política comprometidos con 'Cosa Nostra'".

Los jueces, que retomaban las palabras escritas por los fiscales en las memorias conclusivas, afirmaban: "Parece indiscutible que la masacre de vía D'Amelio, insertada en la estrategia general de masacre de la que se ha informado ampliamente, además de satisfacer un instinto visceral vengativo, se propuso el fin de "esparcir terror" con el propósito de "despertar el pánico en la población", de crear una situación de alarma generalizada que doblegara la resistencia de las Instituciones, obligando así a los órganos del Estado a sentarse como 'perdedores' a la mesa de la 'negociación' para aceptar las condiciones que Riina y sus socios pretendían imponer".

En la apelación, la tratativa se excluye perentoriamente como motivo de la aceleración del delito. Sin embargo, también se habla de "posibles grupos de poder ajenos a Cosa Nostra" en la masacre de vía D'Amelio.

Y sobre estos puntos, así como sobre la presencia de mandantes externos de las masacres, vale la pena razonar precisamente para entender cómo la tratativa, o quizás mejor decir, las tratativas, son realmentela cuestión fundamental.

El encuentro en las oficinas del Ros

La defensa de los carabineros Mori-De Donno y Subranni, desde siempre ha hecho referencia a una fecha, la del 25 de junio de 1992, en la que Paolo Borsellino se dirigió al cuartel Carini de Palermo, explicando que el tema abordado fue precisamente la investigación mafia-contratos. De ese encuentro, es un hecho conocido, las autoridades judiciales de Palermo y Caltanissetta se enteraron de la agenda gris del juez Borsellino. ¿Por qué no hay anotaciones en la agenda?

Otra pregunta. Si realmente era tan relevante esa reunión ¿Por qué Mori y De Donno no dijeron nada a los magistrados que se ocupaban de las masacres? Un silencio que durará hasta 1997 cuando se arrepiente Angelo Siino, "ministro de las Obras públicas" de Cosa Nostra, trayendo también consigo la polémica sobre la famosa relación mafia-contratos.

El exbrazo derecho del juez asesinado, el teniente Carmelo Canale, informó al proceso Borsellinoquater que en las últimas semanas de vida Paolo Borsellino estaba tratando de arrojar luz sobre el anónimo, conocido como 'Cuervo 2': una larga carta dirigida, entre otros, al magistrado, en el que se mencionaba una especie de negociación que el exministro Calogero Mannino habría iniciado con el jefe Totò Riina.

Canale contó también que Borsellino pidió reunirse el 25 de junio de 1992, con Giuseppe De Donno, oficial del Ros de los carabinieri, porque un colega le había dicho que él era el autor del anónimo en el que se hablaba entre otras cosas de encuentros entre Mannino y Riina ocurridos en la sacristía de una iglesia. De incógnito, el testigo y el magistrado fueron al cuartel Carini, en Palermo para el encuentro al que también asistió el superior de De Donno, el entonces coronel Mario Mori.

Borsellino sobre Berlusconi y Dell'Utri

Las actividades de Borsellino, fueron múltiples. Y tal vez deberíamos pensar en la posibilidad de que la decisión de matar al juez haya sido una convergencia de intereses. Es sabido, por ejemplo, que el mismo magistrado en Casa Professa en su último discurso había declarado que era un "testigo" y que quería ser oído por los fiscales que se ocupaban de las investigaciones sobre la masacre de Capaci. Luego estaban las declaraciones de Mutolo y Messina, recogidas por el magistrado en julio. Pero no sólo. Porque apenas dos días antes de la masacre de Capaci, Paolo Borsellino concedió una entrevistaa los periodistas Fabrizio Calvi y Jean-Pierre Moscardo de Canal Plus (fallecido en el 2010), nunca transmitidaen ese canal pero luego revelada por L'Espresso en 1994, y transmitida parcialmente por la Rai en el 2000.

En esa entrevista en video los dos periodistas franceses realizaban una investigación sobre las relaciones entre Cosa nostra y la política italiana, las presuntas conexiones en la época y luego demostradas (con una sentencia de condena por concurso externo en asociación mafiosa) entre la mafia palermitana y Marcello Dell'Utri, fundador de Pubblitalia y posteriormente del partido Forza Italia, y brazo derecho de Silvio Berlusconi. Paolo Borsellino, con cuidado y equilibrio, respondió a las preguntas que le formularon hablando del tráfico de drogas, de Mangano, de la familia mafiosa de Porta nuova destacando siempre que no se estaba ocupando directamente de esos expedientes sino que algunos elementos surgían de otros debates.

La nota de Falcone sobre B.

Que Giovanni Falcone y Paolo Borsellino de alguna manera estaban monitoreando los eventos que giraban en torno al excavaliere emergen también de otro dato. Se ha encontrado una nota redactada por Falcone en la que se lee: "Cinà en buenas relaciones con Berlusconi. Berlusconi da 20 millones a Grado y también a Vittorio Mangano". Maurizio Ortolan, inspector jubilado de la policía, escolta del arrepentido Mannoia, testigo ocular de los interrogatorios que Giovanni Falcone realizó con el colaborador de la justicia, dijo que esas palabras fueron dichas ya en 1989.

Esos nombres en la nota no son insignificantes y representan un rastro de lo que se descubriría más tarde. Gaetano Grado es uno de los jefes palermitanos que frecuentaba Milán en los años setenta. Gaetano Cinà es el jefe mafioso muy amigo de Dell'Utri, considerado el "trámite, el intermediario de alto nivel entre la organización mafiosa y los círculos empresariales del Norte". Vittorio Mangano es el mafioso contratado por Berlusconi como mozo de cuadra en su villa de Arcore.

Es ampliamente reconocido que, tras la muerte de Falcone, Paolo Borsellino era el magistrado principal de la lucha contra la mafia. Y es fácil pensar que estaba al tanto de las mismas cosas. Sabía de los viejos negocios de Cosa Nostra que había implantado una base en el Norte, en Milán, en los años setenta. Y esas "historias" estaban lejos de ser viejas o infundadas. Y lo demuestra precisamente con aquella entrevista a los dos periodistas franceses, en la que se subrayan las relaciones que Marcello Dell'Utri y Silvio Berlusconi, en Milán, habrían mantenido con personajes de las familias palermitanes. Nombres clave.

En los motivos de la sentencia condenatoria contra Dell'Utri se dice que durante dieciocho años, del 74 al 92, el exsenador fue el garante del acuerdo entre Berlusconi y la mafia para proteger los intereses económicos y sus familiares y “el desembolso sistemático de cuantiosas sumas de dinero de Marcello Dell'Utri a Cinà (Gaetano Cinà, ndr) son indicativos de la firme voluntad de Berlusconi de implementar el acuerdo más allá de los cambios en los altos vértices de Cosa Nostra”. En aquella sentencia, los jueces destacaban también cómo "la perdurable relación de Dell'Utri con la asociación mafiosa incluso en el período en el que trabajaba para Filippo Rapisarda y su constante proyección hacia los intereses del amigo empresario Berlusconi fue lógicamente deducida por los jueces territoriales también por el encuentro, en los primeros meses de 1980, en París, entre el acusado, Bontade y Teresi, encuentro durante el cual Dell'Utri pedía a los dos exponentes mafiosos 20 mil millones de liras para la compra de películas para Canal 5".

Si Borsellino había intuido todo esto es evidente que se había convertido en un obstáculo no sólo para la negociación en curso, sino también un problema para quien estaba preparando “el descenso al campo” de Forza Italia. Un nuevo poder que, sin duda, el juez habría puesto al menos bajo observación, si no incluso investigado a los dirigentes de ese nuevo poder, a saber, Marcello Dell'Utri y Silvio Berlusconi.

Los mandantes externos

Pero también sabemos más. Porque Berlusconi y Dell'Utri han sido investigados en varias ocasiones, y archivados por falta de pruebas suficientes, por haber sido instigadores de las masacres.

La Fiscalía de Florencia los había investigado hace más de veinte años, bajo las siglas "Autor 1" y "Autor 2", en una investigación que partía de las masacres de 1993 hasta llegar a la fallida masacre del Estadio Olímpico de Roma del 94. Para los investigadores esos hechos de sangre formaban parte "en un único diseño que habría previsto una campaña de masacre continental con el objetivo estratégico (también) de obtener una revisión normativa que invirtiera la tendencia de las decisiones del Estado en cuanto a la lucha contra la criminalidad mafiosa". "En el curso de esas investigaciones -se leía aún en el decreto de archivo del 98-, se habían adquirido varios elementos que avalaban la hipótesis de una estrategia única de la organización mafiosa destinada a condicionar las decisiones de política criminal del Estado y a buscar nuevos interlocutores para apoyo en las competiciones electorales".

Por su parte, el Gip había evidenciado que las indagatorias realizadas habían “permitido la obtención de resultados significativos sólo en relación con la actuación de Cosa Nostra a partir de inputs externos, confirmando lo ya valorado en un nivel estrictamente lógico; al haber los sujetos (es decir, los sospechosos Dell'Utri y Berlusconi) de que se trata mantenido unas relaciones no meramente episódicas con los sujetos criminales a los que se refiere el programa de masacres llevado a cabo, sino que tales relaciones son compatibles con el fin perseguido por el proyecto”. El juez concluyó señalando que, si bien "la hipótesis inicial ha mantenido y, en todo caso, aumentado su verosimilitud", los investigadores "no han podido constatar -dentro del plazo máximo de duración de las averiguaciones preliminares- la confirmación de las correspondientes llamadas y de las intuiciones lógicas basadas en la homogeneidad mencionada”. También en Caltanissetta, del 98 al 2001, los fiscales Luca Tescaroli y Nino Di Matteo habían investigado a esos mismos personajes. Pero incluso en ese caso, la investigación fue después archivada.

Nuevo capítulo

Hoy la investigación contra el expremier y el exsenador es reabierta por los magistrados florentinos (con la coordinación del fiscal adjunto Luca Tescaroli y el fiscal Turco) después de haber recibido de Palermo las interceptaciones de las conversaciones en las que el jefe de la mafia Giuseppe Graviano -considerado el estratega militar de los atentados perpetrados ese año en Florencia, Roma y Milán y condenado a cadena perpetua por las masacres de 1992 y 1993- le contaba a su compañero de prisión en la cárcel de Ascoli Piceno la implicación de Berlusconi en la estrategia de las bombas. "Noventa y dos ya quería descender... y quería todo"; "Berlusca... me pidió esta cortesía... Estaba convencido de que Berlusconi ganaba las elecciones... en Sicilia... En medio de la calle era Berlusca... él quería descender... pero en aquella época estaban los viejos... él me dijo: haría falta una buena cosa...". "En el 94 se emborrachó porque él dice pero no puedo compartir lo que tengo con los que me han ayudado...”. Se distanció y se hizo traidor”; "Hace veinticinco años me senté contigo... te traje el bienestar, hace 24 años me pasó una desgracia, tú me empiezas a apuñalar... pero anda a decirles cómo es que estás en el gobierno, que has hecho cosas vergonzosas e injustas..."; "Te he estado esperando hasta ahora y me estás matando en la cárcel". Palabras y acusaciones que, aunque de otra forma, también insinuó Graviano al responder a las preguntas del fiscal adjunto Giuseppe Lombardo durante el proceso masacres de ‘Ndrangheta.

Poniendo las piezas en fila es evidente que Paolo Borsellino no sólo había sido puesto al corriente por la Ferraro del diálogo, ya grave, entre los carabineros y Vito Ciancimino, sino que con toda probabilidad había intuido también otras cosas.

Quizás ese mismo ascenso que condujo al descenso al campo y al "veinteañero" Berlusconiano en la historia política de nuestro país.

De Berlusconi y Dell'Utri habló Totó Cancemi: "Cuando estaban las preparaciones para la masacre de Falcone, del doctor Falcone, yo estaba en el coche con Raffaele Ganci. Íbamos allí y Ganci Raffaele me dijo, con muy pocas palabras: U zu' Totuccio se encontró con gente importante". Ganci no le dio los nombres de esas "personas importantes", pero para Cancemi está bastante claro: "Si tengo que hacer una lógica, digamos (...), estos son los discursos que se hicieron en ese momento". Luego, cuando fue escuchado en 1999 en el juicio sobre la masacre de vía D'Amelio, agregó: "Si vuelvo, iremos a buscar a Vittorio Mangano que hacía lo que quería en la finca Berlusconi en Arcore. Allí había una guarida, una guarida de mafiosos que iban allí, organizaban secuestros, vendían drogas y yo también abastecía; que hubo un intento de secuestro, que uno de estos fue, me parece, si no me equivoco, Pietro Testone, llamado por... ahora que me viene el nombre le digo... Pietro Vernengo (...), por lo tanto, ahí estaba la base de todas estas cosas. Entonces, tenemos que empezar, digamos, de aquí, entonces las ventajas están ahí… nos hemos cuidado de años atrás para salir adelante”.

También el exjefe de San Giuseppe Jato Giovanni Brusca, que contó de la nota y del stop recibido para cometer el asesinato de Mannino, informó de haber hablado con Riina en marzo de 1992, después de la muerte de Lima, y que el jefe corleonés le habló de las nuevas opciones políticas (Vito Ciancimino, "me trajeron también este Bossi, incluso Marcello Dell'Utri").

Y luego Filippo Malvagna, Maurizio Avola, Pino Lipari, y Ezio Cartotto. Este último, dependiente de Publitalia, cuenta que Dell'Utri, inmediatamente después del asesinato de Lima, le habría dado un primer encargo aún oculto, de crear comités políticos que agruparan a personas procedentes de varios partidos, para crear un partido alternativo.

Rastros. Elementos que no se pueden ignorar y que hoy son retomados por los órganos de instrucción para reconstruir esa temporada de sangre y crímenes que, junto a la investigación de Tangengopoli, llevaron al colapso de la Primera República dando vida a la Segunda.

Paolo Borsellino había intuido. Y es muy probable que sus consideraciones las hubiese puesto escritas en esa desaparecida agenda roja.

Por eso es necesario actuar con rapidez. Aquí está la repentina aceleración respecto a los plazos preestablecidos por los que Riina decide "llevar a cabo el hecho de Borsellino".

En la fase crucial de la ejecución ni siquiera habrá necesidad de probar y comprobar de nuevo el plan como había sido para Falcone. Porque en el lugar, al lado de los mafiosos, habrá profesionales no pertenecientes a Cosa Nostra, sino agentes del Estado desviado. Gente acostumbrada a operaciones rápidas y limpias.

Spatuzza cuenta de manera clara del hombre "no perteneciente a Cosa Nostra" dentro del garaje de Villasevaglios durante las fases de relleno de explosivos del Fiat 126.

Es un hecho, además, que no fueron hombres de Cosa Nostra los que robaron la agenda roja del juez Borsellino del portafolio. Una desaparición aún envuelta en el misterio, a pesar de los elementos que han surgido hasta ahora. Sobre todo, la foto del coronel de los carabinieri Giovanni Arcangioli, en el pasado terminó bajo investigación por el robo de la agenda roja del fiscal adjunto Paolo Borsellino luego absuelto por "no haber cometido el hecho", a pesar de las famosas imágenes en las que se retrata con el portafolio del juez y los continuos testimonios salpicados más de dudas que de certezas.

Cambio de rumbo

La negociación continúa incluso después de la muerte de Paolo Borsellino, con Cosa nuestra que levanta el tiro golpeando (¿sobre el input de quién?) el patrimonio artístico en Florencia, Roma y Milán.

Según lo que Vito Ciancimino ha contado a su hijo Massimo, Dell'Utri es el barquero, el mediador, el titiritero, junto con Provenzano, del renovado pacto entre el Estado y la mafia.

En este sentido hemos recordado los testimonios de Salvatore Cancemi, pero seguramente hay que añadir los del exjefe de Caccamo Antonino Giuffré, uno de los brazos derechos de Bernardo Provenzano.

Este último relató que el nuevo jefe de Cosa Nostra, precisamente Provenzano, contraviniendo su habitual y cautelosa reserva, no había temido exponerse personalmente al indicar a todos los hombres de honor el nuevo partido de referencia: Forza Italia. El partido fundado por un hombre de la mafia.

He aquí el cambio de rumbo después de las barridas, que fueron hechas, también para la realización de un partido propio (Sicilia Libera).

El acuerdo

Es un hecho que toda el ala extremista de Cosa Nostra, poco a poco, progresivamente, abandona el escenario. No Binnu Provenzano, quien reinará sin ser molestado hasta abril de 2006, cuidadosamente protegido de cualquier intento de captura. Giuffré siempre ha explicado en los hechos lo que sucedió. ”Había una deidad que tenía que ofrecer sacrificios humanos". Efectiva metáfora con la que señala la traición de Riina en el “mayor sacrificio”, concebible sólo para un propósito mayor: lo nuevo, sumergido y silencioso. Casi invisible.

No importa cuántas y plausibles tratativas se superpusieran entre enero de 1992 y 1994, está claro que todas forman parte de un único proyecto de "gran juego" en el que Cosa Nostra ha aportado su saber hacer en materia de violencia, a partir de 1943, por lo que podría establecerse en Italia un régimen acorde con el nuevo orden global.

Ese testimonio de la tratativa pasó de mano en mano mientras secretos y misterios se confirmaban con el tiempo. Por un lado está el último padrino fugitivo, depositario de los secretos de Riina, Matteo Messina Denaro, al lado de los hermanos Graviano, que están en la cárcel en el 41 bis junto con Leoluca Bagarella y los hermanos Madonia de Palermo. Por otro lado, esa parte del Estado que en su silencio consentido nunca habla de la lucha contra la mafia y los sistemas criminales. Como si nada. Con Giovanni Falcone, Paolo Borsellino, Francesca Morvillo, los agentes de las escoltas y ciudadanos indefensos sacrificados en el altar de la patria.

La guerra continúa

La búsqueda de la verdad sobre las masacres pasa por varios niveles y en 2021 aún queda mucho por hacer porque no todo está descubierto. Pero al mismo tiempo, la idea de que todo estaba podrido no debe pasarse por alto. En la entrevista con La Repubblica Fiammetta Borsellino, sin hacer ninguna distinción, afirma que "el sistema de justicia parecía enfermo en el asunto del despistaje: es absurdo que para un proceso definido como el mayor error judicial de la historia italiana no se ha identificado ninguna responsabilidad de los que gestionaron ese proceso. Tampoco ha habido medidas disciplinarias. De hecho, quienes han cometido un error desempeñan hoy un papel destacado en el Poder Judicial”. Una declaración que implica a algunos jueces, incluido Nino Di Matteo. Lo hemos dicho en varias ocasiones. Se puede comprender absolutamente la pretensión de verdad de toda la familia Borsellino por la trágica pérdida vivida y en presencia de demasiadas verdades incompletas. Baste pensar que sobre la masacre no se conoce el nombre de la persona que presionó el mando a distancia que hizo estallar el coche bomba en vía D'Amelio el 19 de julio de 1992.

Luego está todo el asunto de las primeras investigaciones sobre la masacre, el caso Scarantino, y esa serie de pruebas falsas, mezcladas con fragmentos de verdad para hacer "creíble" el relato del "muñeco de la Guadagna”. Frente a estos hechos, insertados en el despistaje, es comprensible la pretensión de verdad de los familiares víctimas de la mafia. Pero en esta búsqueda de la verdad no se pueden cometer errores de evaluación y de persona.

Una vez más, por lo tanto, estamos recordando, como se ha demostrado ampliamente en los hechos que Nino Di Matteo no tiene nada que ver con este asunto. El mismo magistrado, cada vez que ha sido llamado a informar en las sedes institucionales competentes (en los procesos, en la Comisión Antimafia y ante el CSM) ha demostrado su completa extrañeza al despistaje de vía D'Amelio.

Después de todo, basta con observar el trabajo de Di Matteo para comprender cómo ha estado entre esos magistrados que más se acercaron a la verdad sobre las masacres.

En esta guerra continua que ha visto tantos caídos a menudo, desafortunadamente, es la propia Cosa Nostra la que demuestra cuáles son los objetivos a golpear como enemigos del sistema criminal.

Así ha sido en el pasado y así es también en la historia más reciente, en la representación de sus vértices cuando Salvatore Riina (fallecido en 2017) literalmente condenó a muerte a Nino Di Matteo, confirmando de hecho esa orden que, según varios colaboradores de justicia, en particular uno sobre todos, Vito Galatolo, jefe de primera magnitud del barrio Acquasanta e hijo de Vincenzo Galatolo (jefe condenado a cadena perpetua entre los autores de la masacre de la calle Carini que mató al general Carlo Alberto dalla Chiesa, la esposa Emanuela Setti Carraro y el agente de escolta Domenico Russo), llegó a Palermo con una carta enviada por el prófugo Matteo Messina Denaro: hay que matar al magistrado palermitano porque "se había ido demasiado lejos" porque lo querían "los mismos de Borsellino".

Condenas a muerte por parte de la mafia que hoy son reconocidas también por aquellas partes que se han opuesto al mismo Di Matteo (véase el exfiscal Palamara en el libro escrito con Sallusti). Un proyecto de atentado que, como escribieron los periodistas que pidieron el archivo de la investigación, "sigue operativo". Un atentado no provocado por la venganza, sino por la necesidad de prevenir cualquier posible obstáculo.

Treinta años después la lucha continúa gracias al compromiso de varios fiscales y de magistrados como Nino Di Matteo, hoy consejero togado al CSM pero reintegrado a pleno título del Fiscal Nacional Antimafia Federico Cafiero de Raho en el pool que investiga sobre las masacres y los mandantes externos, o fiscales como Giuseppe Lombardo, Luca Tescaroli, Roberto Scarpinato, Sebastiano Ardita, Nicola Gratteri y otros en las varias fiscalías antimafia.Son esos magistrados de espalda recta que representan esa parte del estado que quiere llegar a la verdad indecible, cueste lo que cueste, revelando los nombres de esos mandantes externos que no son fantasmas.

Algunos de ellos han muerto. Otros siguen en el vértice de la nación y representan a aquellos sujetos que quieren ver asesinados a esos magistrados que intentan ponerles un rostro.

-----------------

*Foto de portada: © Original Shobha / Paolo Borsellino, estrago de vía D ‘Amelio

*Foto 2: © Letizia Battaglia / Palermo, 1988. El magistrado Roberto Scarpinato, de traje oscuro, con su escolta

*Foto 3: © Shobha / Salvo Lima y Vito Ciancimino

*Foto 4: © Original Shobha / Giovanni Falcone

*Foto 5: © Imagoeconomica / Los magistrados, Nino Di Matteo y Luca Tescaroli

*Foto 6: © S. F. / Fiammetta Borsellino, hija del juez Paolo

*Foto 7: www.antimafiaduemila.com de archivo / Matteo Messina Denaro, Leoluca Bagarella y Giuseppe Graviano