donciotticontestaSACERDOTE LUIGI CIOTTI SOBRE LAS AMENAZAS DE RIINA
Por Don Luigi Ciotti - 31 de Agosto de 2014
“Las amenazas de Totò Riina lanzadas desde la cárcel son muy significativas. De hecho no solo están dirigidas a Luigi Ciotti, sino a todas las personas que durante veinte años han trabajado en la Asociación “Libera” a favor de la justicia y de la dignidad de nuestro País. Ciudadanos a tiempo lleno, no intermitentemente”.
“Solo un “nosotros” – jamás me cansaré de decirlo – puede oponerse a las mafias y a la corrupción. “Libera” es consciente de sus límites, de sus errores, de sus fragilidades, es por ello que siempre ha creído en el hacer juntos, ha creído en el hecho de que muchos podemos hacer lo que es imposible hacer solos”.
“Las mafias saben olfatear el peligro. Sienten que la insidia, además de venir por parte de las fuerzas de policía y de gran parte de la magistratura, lo hace también de la rebelión de las conciencias que levantan la cabeza y que ya no aceptan la fatalidad, la sumisión, el silencio”.
“Estas amenazas son la prueba de que este trabajo  es incisivo, que araña, les quita la tierra debajo de sus pies. Estamos al lado de los familiares de las víctimas de la mafia, de quienes esperan obtener justicia y verdad, pero también de quienes han caído en las redes criminales pero quieren dar una vuelta de página, colaborar con la justicia, elegir el camino de la honestidad y de la dignidad. Muchos familiares van a las cárceles de menores en las que se encuentran encerrados también chicos afiliados a los clanes mafiosos”.
“Pero la política tiene que apoyar aún más este camino. La mafia no solo es un hecho criminal, sino que además es el efecto de un vacío de Democracia, de justicia social y de bien común. Hay que tomar medidas urgentes y aprobarlas sin muchas mediaciones ni pactos. Por ejemplo sobre el secuestro de los bienes, que es una doble afrenta para la mafia, como lo confirman además las palabras del mismo Riina. Esos bienes reasignados a usos sociales marcan un signo “menos” en los balances de las mafias y un signo “más” en los de la cultura, del trabajo, de la dignidad que no se deja someter ante la prepotencia ni la corrupción”.
“Lo mismo vale para la corrupción, que es la incubadora de las mafias. Existe una mentalidad que tenemos que erradicar, y es la de la mafiosidad, de los pactos por debajo del escritorio, del chanchullo con guantes blancos, de la deshonestidad sazonada con buenas maneras. ¡La corrupción se está comiendo nuestro país,  nuestras esperanzas! Corruptos y corruptores se dan la mano para minimizar o hasta incluso para negar los delitos. Ante sus ojos es una acción sin culpables y por lo tanto sin víctimas, sin embargo la víctima existe, sin lugar a dudas: es la sociedad, somos todos nosotros”.
“Para mi, la labor en contra de la mafia siempre ha sido un acto de fidelidad al Evangelio, a su denuncia de las injusticias, de la violencia, a su estar del lado de las víctimas, de los pobres, de los excluidos. A su llamado a un “hambre y sed de justicia” que tiene que ser vivido a partir de aquí, de este mundo. Con respecto al Padre Puglisi – a quien Riina cita y con quien no me atrevo a compararme porque soy un hombre pequeño y frágil – un mafioso que luego se convertiría en colaborador de justicia habló de “sacerdotes que interfieren”. Entonces si, yo me identifico con esta Iglesia que “interfiere”, que no deja de hacer referencia al Evangelio, a su esencialidad espiritual y a su intransigencia ética, porque es allí donde se renueva la esperanza”.
Una Iglesia que acoge, que tiene la puerta abierta a todos, también a quién, criminal mafioso, es movido por un sincero, profundo deseo de cambio, de conversión.
Una Iglesia que trata de soldar el cielo con la tierra, porque, como ha escrito el Papa Francisco: “Una fe auténtica implica siempre un profundo deseo de cambiar el mundo”.