¿QUIÉNES SON LOS TITIRITEROS DE RIINA Y DE MESSINA DENARO?

¡Antimafia, despierta!

Por Saverio Lodato - 13 de Enero de 2014
Las recientes amenazas de muerte contra los magistrados más expuestos de la ciudad de Palermo están provocando entre los profesionales del sector, mucho menos, lamentablemente, en la opinión pública, una comprensible fibrilación. ¿A dónde quiere ir a parar Cosa Nostra? ¿Qué tiene en la cabeza? ¿Sus boss, ya sean de la vieja o de la nueva generación, condenados a cadena perpetua, prófugos, insospechables o desconocidos para las fuerzas del orden, hoy tienen nostalgia de las temporadas del plomo y de la sangre? ¿Acaso viven molestos un “presente” – que dura desde hace veinte años – caracterizado por una inmersión, una invisibilidad, una prolongada buena conducta, una dedicación a negocios sucios pero que no provocan, ya que aparentemente no suscitan clamor en la ‘italieta’ de hoy, el que se enciendan los reflectores nacionales que para ellos -admitamos esta imagen- siempre han representado lo que el ajo representa para los vampiros? Y todavía hay más.

¿Porqué este chasquido de sables, casi como queriendo crear en frío un clima anunciado de nuevos atentados después de un cuarto de siglo transcurrido tratando de limitar los daños, de contener las pérdidas, de transitar a lugares seguros lo que era transitable, en fin, rediseñar el futuro? Son todas preguntas que hay que hacerse si se quiere hacer lo posible para que el país no derrape en nuevos abismos.

¿Qué se puede responder? Pensamos que el trabajo será menos arduo si estas preguntas se hacen al final y no al inicio del razonamiento que las fuerzas más iluminadas y sensibles del sector antimafia están tratando de hacer. Intentemos dilucidar algunos factores objetivos, incontrovertibles, que nos ayudarán a delimitar un horizonte que de otra forma sería indefinido y que inevitablemente corre el riesgo de convertirse en académico.

Totò Riina ha manifestado rabia y adversión, por decir poco, hacia el Fiscal Antonino Di Matteo, titular – junto a Francesco Del Bene y Roberto Tartaglia, coordinados por Vittorio Teresi – de esa investigación sobre la negociación Estado-mafia, que mal que le pese a una desquiciada banda de historiadores (Salvatore Lupo) periodistas (Giuliano Ferrara), asesores del Quirinal (Emanuele Macaluso), sociólogos (Pino Arlacchi) juristas (Giovanni Fiandaca); se ha convertido en un juicio que se celebra en Palermo ante la Corte presidida por Alfredo Montalto, y como Jueza a latere, Stefania Brambille.

No nos olvidamos del “estadista” Nicola Mancino por la simple razón que él sea tal vez el único que, en esta investigación, ha creído desde el principio, al punto tal de agarrar del cuello (telefónicamente hablando) al pobre Loris D’Ambrosio (que terminó en un juego más grande que él?) y de poner en problemas (telefónicamente hablando) al Jefe de Estado, Giorgio Napolitano (¿que también terminó en un juego más grande que él?). Pero volvamos a Riina, que cuenta con varias condenas perpetuas, que ya tiene una edad avanzada, y sobre cuya liberación los bookmakers ingleses no apostarían ni un penique. Pero las amenazas existen, las ha lanzado, están presentes – como se dice en la juerga judicial – “en las actas”.

El domingo por la tarde Roberto Scarpinato, Fiscal general de Palermo, intervino en un debate organizado en la misma ciudad por el periódico “Il Fatto Quotidiano”, y fue interrogado oportunamente sobre cuál podría ser la “causal” del comportamiento de Riina.

Matteo Messina Denaro, según un “confidente” considerado por los investigadores como “atendible”, porque está dentro de los asuntos secretos, le juró la muerte a Teresa Principato, la Fiscal que junto con otros de sus colegas, le están persiguiendo. Denaro, es importante no olvidarlo, pertenece a una familia que odia “genéticamente” a los esbirros, al punto tal que su padre, el viejo boss Francesco, fue encontrado muerto en una cama en medio del campo abierto, en Castelvetrano, para que quienes tenían que saber que había muerto lo supieran, pero que supieran además que había muerto por voluntad de Dios. Y que había muerto como un prófugo imposible de capturar.

Si es cierto el viejo refrán de los espías según el cual un “indicio” es un “indicio” pero dos indicios se parecen peligrosamente a una “prueba”, cuando un indicio se llama Riina y el otro se llama Denaro, sería algo irresponsable no preocuparse. Matteo Messina Denaro se encuentra prófugo desde hace veinte años. En los últimos tiempos, varios operativos policiales y de los carabinieri han diezmado el círculo de sus allegados al punto tal de hacer que el Fiscal en jefe de Palermo, Francesco Messineo, pronuncie cautas palabras de optimismo sobre la posibilidad de una inminente captura de su persona. Riina tiene más de ochenta años, Denaro apenas cincuenta.

¿Qué tienen en común? ¿Hablan, con sus amenazas de muerte, a diferentes generaciones de Cosa Nostra? ¿Y si así fuera, estamos ante la presencia, después de años de contiendas, de un nuevo monolitismo en la cima de una organización criminal secular que lo único que no hace es morir?

Hace algunos días, en el periódico “La Repubblica” mis colegas Attilio Bolzoni y Salvo Palazzolo comentaron una placentera película de las fuerzas de los carabinieri de Palermo en la que se ven los grandes “banquetes” de los padrinos que pretenden reconstruir en la mesa – ésta es la hipótesis – la “cúpula” de los viejos tiempos. Pero es tan evidente que están siendo interceptados y filmados que con cada bocado, después del postre, se ve de todo menos la refundación de la “cúpula”. Ahora intentemos responder a la pregunta sobre la “causal”, regresando volviendo una vez más a Riina.

El boss mafioso tiene mujer e hijos. Y hace algunos meses una de sus hijas, Lucía, se aventuró en una despreocupada entrevista realizada por una emisora televisiva suiza en la que declaró, a despecho de los santos y de caer en el ridículo, sentirse honrada y orgullosa de llamarse Riina. Una chica joven, de buena presencia, obviamente no transitivamente culpable de las monstruosidades de su padre, pero dando la impresión de querer proteger el “botín” de la familia, es decir, de su padre. El futuro de sus hijos y botín son (¡nada nuevo bajo el sol de la mafia!) la preocupación de Riina que, antes de dejar esta tierra, al menos sobre esto querría tener alguna certeza. No olvidemos que, después de un año de detención en Bangkok, el mafioso Vito Roberto Palazzolo, universalmente considerado el “tesorero” de Riina primero y luego de Provenzano, finalmente fue extraditado hacia Italia. ¿Qué hará Palazzolo? ¿Acaso pagará su pena en la cárcel (una condena definitiva a 9 años) como un buen “soldadito” de la mafia o querrá el también decir su parte? Como podemos ver, son varias las piezas que hay que tener en cuenta si se quiere tener una idea, por más vaga que sea, del puzzle completo.

También hay que agregar que no se ha vuelto a oír hablar de Bernardo Provenzano, quien según las imágenes televisivas de hace algunos meses se le ve incapaz de entender. Según fuentes carcelarias Provenzano había “resbalado” repetidamente. En cambio según el hijo detrás de esos “resbalones” había una mano interesada... No sería secundario preguntarse cómo está Provenzano, desde el momento que fue precisamente él – por casi veinte años – quien representó la temporada de atentados que las amenazas de muerte, provenientes de Riina y de Denaro, estarían por conseguir que quede definitivamente archivada.

Intentemos, en la medida de lo posible, hacer un resumen. Riina y Denaro aparecen como monstruosas “criaturas de régimen”. El primero, en su calidad de siniestramente “legendario”, se parece más a las ruinas de una estación vieja, que a una futura “promesa” de Cosa Nostra, aunque solo sea por la edad. El otro, en esto, tiene algunas facilidades, pero al tener en los talones a “las fuerzas policiales de todo el Estado”, como se decía en el Far West ¿tendría que tener alguna dificultad, por lógica, para conseguir trotil fresco? ¿O no?

Sin embargo solo un necio ignoraría sus escalofriantes palabras. Los archivos mnemónicos de los cuales los dos son guardianes si se suman son un polvorín mortal. Sin considerar a Palazzolo, que tampoco bromea.

Por lo tanto la “causal”: ésta es la pregunta que hace el fiscal Roberto Scarpinato. Según nuestra opinión, ambos, por razones que hemos intentado resumir, se encuentran “bajo chantaje” (podríamos equivocarnos, pero pronto llegará también Palazzolo a “dar que hablar de sí mismo”. Deciden jugar el rol de “carteros exclusivos” de amenazas de muerte que en realidad no son harina de su costal.

Giovanni Falcone, que sabía de qué se trababa, invitaba a desconfiar de la convicción de que “la venganza” pueda ser una de las causales posibles que arma la mano de Cosa Nostra. Lo que obviamente no significa que ambos tengan sentimientos benévolos hacia los magistrados antimafia.

El mismo Scarpinato ha dicho que el proceso judicial sobre la negociación influiría muy poco, incluso en el caso que los acusados sean condenados, en las condiciones carcelarias de Riina. Estamos de acuerdo. Pero también en las de Denaro (agregamos nosotros) en el momento que realmente llegara a ser capturado, ya que a esta altura es un potencial condenado a una gran cantidad de cadenas perpetuas.

En fin, ambos, convirtiéndose en “carteros”, se prestan a los enésimos “pequeños servicios” por encargo de terceros. Riina “negocia” sobre el futuro de su familia. Denaro sobre su futuro de “detenido” que considera, evidentemente, algo inminente.

Además porque, nos arriesgamos a decir, ambos preferirían evitar “resbalones” comprometedores. ¿Pero qué quiere decir “por encargo de terceros”?

Durante el debate en el proceso judicial que se lleva a cabo en Palermo Antonio Padellaro, director del periódico Il Fatto Quotidiano, declaró que la negociación existió, y que “sigue existiendo aún hoy”. Es así como llega, desde el debate, la respuesta a los interrogantes sobre el umbral de los cuales Scarpinato, magistrado en servicio, se ha visto obligado a detenerse.

Si luego completamos la observación de Padellaro, agregando que la negociación “siempre ha existido”, desde los tiempos, al menos, del desembarco de los norteamericanos en Sicilia, con buena resignación de los históricos caricaturescos que la niegan, nos daríamos cuenta de que la antimafia, si quiere proceder más expeditivamente, tiene que liberarse de ese “renacentrismo” que desde hace años vuelve miope la vista.

 
Cosa Nostra, por si sola, ya habría sido derrotada desde hace décadas. Cosa Nostra sigue con vida porque así lo quieren cierta política, ciertas instituciones, ciertos organismos del Estado, ciertos predicadores dominicales. Los italianos lo han comprendido hace tiempo. Estos son los pactos “indecibles” que D’Ambrioso aborrecía, palabras recordadas por la periodista Barbara Spinelli, en el mismo debate. Los mismos “pactos indecibles” que no le permitían comprender al carabiniere Mario Mori el porqué del “muro contra muro” (por una parte Cosa nostra y por la otra el Estado) de los atentados, como recordó Marco Travaglio.

¿Queremos comprenderlo? Riina y Denaro se ponen a disposición para que lo “indecible” permanezca siendo “indecible”. Y seguir viendo solo a la mafia en los lugares en los que desde hace tiempo el Estado asoma la cabeza, por no decir que oficia de dueño, no ayuda a avanzar a ningún lado. Es por ello que Di Matteo, Teresa Principato y todos sus colegas, si todos nosotros, hoy, no entendemos “el gran juego”, realmente corren riesgo de vida. {JATHUMBNAIL OFF}
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