Por Adriana Navarro

Estoy, estamos, acostumbrados a escuchar noticias que deforman la realidad, o que denotan cierto complot entre los políticos y los medios de comunicación masiva, y uno se queda pensando si es consciente o inconsciente el accionar de algunos periodistas, o programas televisivos. Pero a pesar de que sepamos como funciona y como se reproduce a sí mismo el sistema hay cosas que no se pueden creer, o que provocan, por la gravedad que encierra, una profunda indignación.

En estos días se ha dado a conocer la noticia de que nuestro presidente José Mujica, en un acto solidario, pretende traer a nuestro país a niños sirios, niños que viven en estado de guerra. Según se nos dice a través de los medios de prensa, y de los distintos voceros del gobierno, el Presidente pretende dar una señal, de que si un país tan pequeño como este puede cobijar a estos niños, el mundo entero debería tomarlo como un ejemplo a imitar. Uno puede decir qué notable gesto de nuestro presidente, que además para la prensa internacional es el presidente más pobre del mundo, un hombre humilde, que hace reír a los norteamericanos diciéndoles que “un día los chinos quisieron empezar a comer”. Inmediatamente comienzan a aparecer programas televisivos que toman este tema, como eje de programa, para instalar un debate.

Aquí, es donde vuelvo, volvemos a preguntarnos, ¿existe inocencia o complicidad entre los medios de comunicación, y el gobierno? Es decir, la televisión y demás medios instalan el debate acerca de si es legítimo lo que propone nuestro presidente, o si debería mejor ocuparse de tantos niños que aquí en Uruguay viven bajo condiciones de indigencia.

Nos hemos ocupado de tantos debates en estos años, instalados en la población como consecuencia de proyectos de ley del Parlamento, (aprobados luego por mayoría parlamentaria), como el debate acerca del aborto o la legalización de la marihuana. Entonces luego se escuchan a los voceros de Mujica, explicando que en realidad con las intenciones del presidente, no se van a solucionar las espantosas condiciones en que viven los niños sirios, pero que es un gesto, una muestra de buena voluntad.

Yo me pregunto, el gesto de buena voluntad, no debería ser denunciar valientemente ante el mundo, ante la ONU, ante el amigo Obama, ante todos los medios televisivos, ante las Iglesias de este mundo, las horribles condiciones de martirio en que viven estos niños.

¿No sería digno de un revolucionario, denunciar las atrocidades que se planean desde los centros de poder del mundo para apropiarse de los recursos de distintos lugares del planeta, a costa del sufrimiento de millones de niños? ¿No sería digno de un hombre cuyo nombre se maneja para premio nobel de la paz, hablar fuertemente contra las intervenciones de países como EEUU, y sus aliados, con el pretexto de garantizar los derechos humanos, cuando lo que hacen verdaderamente es sembrar muerte y destrucción? ¿Por qué no traemos niños de la franja de Gaza? ¿Acaso no sería aprobado por Obama? ¿Acaso nos traería problemas con Israel? ¿Acaso los niños palestinos son distintos de los niños sirios? ¿Por qué no traemos niños africanos, que viven de guerra en guerra, convertidos en niños soldados?

Desde mi interior surge una gran indignación, de que queramos hacer buena letra a costa del sufrimiento de niños. Parece una burla. Es usar el dolor de otros para parecer que somos buenos, cuando ni siquiera somos buenos, puertas adentro. Y no solo desde el gobierno, y desde la primera figura del gobierno, su Presidente, sino también que se suben “al carro”, algunos

programas televisivos tomándolo como un tema de actualidad, haciendo noticia, generando rating, también a costa del dolor de los niños sirios.

Este dolor no es un juego. Es un dolor vivido todos los días por estos chicos, y solo por eso no se puede hablar fácilmente de este sufrimiento. En estos días los canales de TV nos pasan imágenes de los niños en Siria, pero porqué esperan a que Mujica hable de ellos. ¿Acaso no conocen las noticias? ¿Por qué no las buscan naturalmente para mostrar esa cara oscura de nuestra civilización? Para provocar la reflexión. Para sensibilizarnos no por unos días de noticia, y que después nos olvidemos de los niños sirios, y nos quedemos sólo con la idea del “buen tipo” que es Mujica. ¿O acaso es este el fin que se persigue?

Tampoco es un tema de decir, me traigo a uno de estos niños para mi país, y entonces hago algo, al menos alivio el sufrimiento de uno. Eso está bien, para alguien que no sea una figura pública, para alguien que no es un presidente, y debe contentarse con hacer algo dentro de su esfera de acción más reducida. Pero un presidente, no puede dar una señal de esta forma. Un presidente debe denunciar e investigar las causas que generan este dolor. Porque mientras no vayamos a las causas, mientras nos abracemos con genocidas, mientras digamos que ni siquiera Obama hace lo que quiere sino lo que puede, entonces, estaremos siendo cómplices del dolor de estos niños.

En vez de reír en EEUU, deberíamos fuertemente exhortar a bajar el status de vida de los países del primer mundo para equilibrar con los del tercer mundo, a cambiar los medios de producción, (con transgénicos, con grandes buques, con minería a cielo abierto, fraking, etc., etc,), que están destruyendo la tierra y generando el cambio climático, exhortar a las multinacionales a usar su poderío para crear tecnologías sanas a favor de todos, a renunciar a las ganancias desmedidas, para el bienestar mundial.

En declaraciones hechas al matutino La República del 21 de mayo el presidente José Mujica expresa, hablando del concepto de convivencia, y de la aceptación de los distintos puntos de vista: “¿Cuánto tiempo le llevará a este fanatismo capitalista entender que no existen otros caminos que la síntesis? No se trata de abdicar de lo que se piensa, sino de recrear, pero eso implica ver la política no como un torneo, sino como un camino que necesita de creación, responsabilidad y mutua tolerancia”.

El problema es que la ciencia, la tecnología, el poder, las armas, las industrias contaminantes, las leyes de mercado,...todo, o casi todo, está en manos del capitalismo, y no parece muy justo decirle a los niños del mundo, a nuestros niños, ni a los niños sirios: “espera niño, es cuestión de mutua tolerancia”, porque el capitalismo no busca ni siquiera tolerar a estos niños, sino masacrarlos.

Parece una burla, un delirio filosófico, o quizás es querer convencerse a sí mismo de que se están haciendo las cosas bien. Sinceramente espero que si estos niños llegan al Uruguay tengan una vida mejor, pero sin denuncia no hay justicia, ni amor, ni verdadera misericordia. La denuncia pacífica es la resistencia a la imposición de falsas ideas, de falsos modos de convivencia, es la resistencia a la falsa democracia. La denuncia es la reivindicación del derecho a la vida y en mi opinión debiera ser un valor fundamental en aquéllos que se erigen como representantes del pueblo.