Alarmas y preguntas en la comparecencia del ministro del Interior Luis A. Heber en el Senado

El tema penitenciario no estuvo ausente, pero se diluyó rápidamente

Por Alejandro Diaz-18 de junio de 2022

La guerra contra las drogas ha fracasado. La política desarrollada por el gobierno de los Estados Unidos a fines de los 70, e impuesta con puño de hierro sobre los territorios latinoamericanos, para combatir militarmente al narcotráfico, ha fracasado. El saldo hasta el momento, han sido decenas de miles, cuando no millones, de vidas segadas por las drogas, por las balas, pero por sobre todas las cosas, por la ruptura de uno de los primeros mandatos del rioplatense, “si entre hermanos se pelean, se los comen los de afuera”.

A principios de mes, el Senado de la República Oriental del Uruguay, citó al ministro del Interior, Luis Alberto Heber, a concurrir al plenario para informar sobre el estado de situación en materia de seguridad y el plan de gestión desarrollado por su cartera. El debate, por momentos acalorado, giró en torno a la “sensación” de inseguridad que atraviesa el país luego de que el número de homicidios del mes de mayo cerrara en una cifra alarmante que, según quién, osciló entre los 38 y los 45 casos. Al inicio de la sesión el miembro convocante, el senador opositor Enrique Rubio, dio paso a una suerte de interpelación, amparada en estadísticas y hechos históricos sobre la política de seguridad que viene desplegando el gobierno de Luis Lacalle Pou, la cual sintetizó diciendo: “Éramos una isla de paz. Y esta isla de paz, dejo de serlo”. También hizo énfasis en la grave situación del sistema penitenciario.

El ministro Heber, por su parte, compareció con personal jerárquico de la Policía Nacional, junto a quienes presentó públicamente algunos datos sensacionalistas y luego, en sesión secreta, los datos más sensibles de sus investigaciones. Desde el inicio, Heber dijo que iba a realizar un “relato real de lo que está pasando, que dista mucho de lo que acaba de afirmar, sostener y argumentar el señor miembro convocante (Rubio, ndr). Luego de esta aclaración, el ministro se dedicó a pagar con la misma moneda, y por espacio de varios y largos minutos, arrojó sobre la mesa estadísticas de rapiñas y homicidios desde el 2004 hasta el 2019, el periodo que gobernó el Frente Amplio. Seguidamente presentó las tasas de homicidios, hurtos, rapiñas, violencia doméstica y abigeato de los años 2019, 2020 y 2021, los cuales notoriamente fueron a la baja. Sobre este punto Heber se afirmó para hacer un acalorado proselitismo sobre su gestión. Cabe consignar que si a esta estadística, cierta, ponemos como trasfondo la merma de toda actividad social durante los dos años de pandemia (2020, 2021), las cifras celebradas por el ministro dejan de tener tanto sentido, y la celebración pasa a convertirse en un acto un tanto bochornoso, un argumento que fue sostenido por el senador Óscar Andrade.

45 organizaciones dueñas de tres bases de boca de venta de pasta base

Continuando su exposición el ministro Heber, detalló las cifras vinculadas al microtráfico, en lo que respecta a “bocas cerradas” (lugares de expendio de droga), pasta base incautada, personas indagadas, personas condenadas, pesos y dólares incautados. Todos en cifras récord, que lo único que dejan en claro es que el microtráfico se convirtió en una industria que convoca cada vez a más personas dentro de su lógica, particularmente a jóvenes, que terminan siendo lo que hoy día, padecen cifras de hacinamiento histórico dentro de las cárceles. Cualquiera que entienda un poco sobre el tema, sabe que esta situación de persecución sistemática al microtráfico y su inevitable consecuencia de sobrepoblación de un sistema carcelario precario, producto de un proceso penal abreviado, tienden a aumentar y a consolidar el poder de las bandas narco criminales en el territorio. Las experiencias de estudio y de análisis sobreabundan.

Luego el ministro, dio un breve discurso de respaldo a su fuerza. “Yo confió en la policía, apoyó a la policía, al buen policía. Porque nosotros, lamentablemente, hemos hecho 526 cesantías en el Ministerio. 526 cesantías de sumarios, de actitudes o de abuso policial, o de consumo problemático de drogas, o de delitos económicos. Por diversos motivos. 526 sumarios y cesantías en el Ministerio que estamos nosotros al cabo de un año. Esto quiere decir que la institución en la que estamos nosotros quiere ser saneada. Asuntos Internos trabaja muy bien”.

Ya casi sobre el final de su presentación, y adentrándose en su política de combate contra el microtráfico, el ministro Heber dijo: “Hay 45 organizaciones, que muchas veces tienen lazos familiares, otras veces no, que son dueñas de más de tres bocas de pasta base, que se asientan en la zona metropolitana, tanto de Montevideo, Canelones y San José. Esta es nuestra batalla, esta es la batalla que estamos dando”. Para ahondar sobre este punto, el ministro le dio la palabra al director general de Represión contra el Tráfico Ilícito de Drogas, comisario mayor Alfredo Rodríguez. El efectivo dio algunos detalles sobre la reestructuración orgánica a la que fue sometida la Brigada Nacional de Drogas con la instauración, nuevamente, de las brigadas de Montevideo y Canelones, las cuales habían sido cerradas en el 2013.

Luego de esta intervención, el ministro Heber pidió a la presidenta del Senado, Beatriz Argimón, pasar a sesión secreta, para poder presentar “información sensible y que es parte de la estrategia” de política criminal de la gestión. Esta suerte de intermedio, duro aproximadamente media hora. Al regreso, Heber, agradeció la labor realizada por la fiscal Mónica Ferrero (fiscal de Estupefacientes del 1° Turno). En este sentido, el ministro, adelanto que desde su cartera están promoviendo un proyecto para crear más fiscalías especializadas en narcotráfico.

Después del intermedio, y por espacio de más de seis horas los senadores realizaron sus respectivos comentarios, que en la mayoría de los casos estuvieron abocados a desestimarse unos a otros. Sintetizando un bloque de las voces, dijo la senadora Amalia Della Ventura: “Acá la verdad es que el plan está en el éter, no existe. Aquí dos senadores del Partido Nacional que hablaron mencionan que se expresó en la sesión secreta. Eso no es un plan. Se podría haber dicho públicamente, sin los nombres que evidentemente se nos manejaron. Lo que se dijo, en realidad, fue las herramientas de trabajo, el estado actual de la situación en cuanto específicamente el narcotráfico. Que se diga que eso es un plan, en realidad no se está dentro del marco de lo verdadero, nosotros no entendemos que eso es un plan”.

Dos consideraciones, me gustaría dejar, antes de proseguir. Primero, una política de Estado, para ser tal, debe sostenerse en el paso del tiempo y debe, inexorablemente, sobrevivir a los vaivenes del extremo ideológico. El Estado, no es solo la democracia electoral. Segundo, el crimen organizado transnacional, que es el que regula el narcotráfico en la región, es mucho más complejo que el narcotráfico en sí; y a juzgar por las intervenciones de los parlamentarios, considerando que los supuestos datos sensibles fueron censurados al público, poco o nulo entendimiento se tiene sobre el tema. Salvo algunas declaraciones al pasar, en particular la del senador Penadés, que hizo un efímero comentario sobre el fugado Rocco Morabito y la mafia calabresa -la ‘Ndrangheta, la cual no nombró-, nadie se refirió a la presencia de esta organización criminal italiana, instalada firmemente en el país y en la región, acusada por los máximos exponentes de la judicatura especializada, no solo de ser líder a nivel mundial en materia de narcotráfico, sino también de ser organizadora e impulsora de los atentados políticos más importantes de la historia reciente italiana y europea. Una historia que compenetra e infiltra profundamente las relaciones políticas e institucionales. Rasgos estos, que definen la compleja naturaleza de las organizaciones criminales transnacionales que están detrás del andamiaje del narcotráfico internacional, dentro del cual Uruguay ocupa un rol fundamental en materia de lavado de activos y reciclaje de dinero, como supo cuestionarlo casi sobre el cierre de la sesión el senador frenteamplista Daniel Caggiani, quien interpeló a los presentes, los de su propio partido también, diciendo, “mientras estamos hablando de crimen organizado, crimen transnacional, financiamiento del terrorismo, los partidos políticos tenemos hace diez años para votar una ley de financiamiento de partido político y no la votamos. Saben que, en este país vos podés ser candidato poniendo guita en efectivo. No tenés que declarar el origen de los fondos”.

A su turno, Liliam Kechichian del Frente Amplio, se animó a recorrer un poco la historia de las drogas en el país, dijo: “Miren, lamento darles la noticia que el mayor narcotraficante que ha tenido la historia del Uruguay, Clavijo (se refiere a Omar Clavijo Cedrés, ndr), se lo metió preso en la década del 90, y estuvo 10 años gestionando pubs en Punta del Este, y andaba libremente por Maldonado, por San Carlos y por Punta del Este. Terminó acribillado en Paraguay después de descubrirle muchas cosas. No es nuevo el narcotráfico en Uruguay. Y tampoco es nuevo para este gobierno”.

Es importante el aporte histórico de la legisladora, pero al mismo tiempo completamente obsoleto. Las organizaciones criminales que coordinan el narcotráfico a gran escala son redes complejas de decenas y decenas de miembros, que están organizadas de manera tal que una cabeza reemplaza a otra, casi instantáneamente.

Rocco Morabito, el broker de droga de la ‘Ndrangheta, fue detenido en Punta del Este, donde estuvo como tantos otros, más de diez años viviendo cómodamente sin ser molestado, y luego de ser apresado, agentes de alto rango del gobierno facilitaron su fuga desde la Cárcel Central de Montevideo. No hay otra explicación. Pese a su detención, la droga continuó circulando. Porque no hubo, y sigue sin haber intenciones de combatir las verdaderas organizaciones narcotraficantes que no operan en barrio Peñarol, sino que operan a nivel corporativo desde las elegantes oficinas de la city de Montevideo o desde la comodidad de las playas de Punta del Este, estudios de abogados y de contadores de por medio.

Sistema penitenciario

En general todos coincidieron en el estado crítico del sistema penitenciario, pero ninguno de los presentes asumió responsabilidades institucionales o señaló a los responsables penales por las sistemáticas violaciones a los derechos humanos allí cometidas, ni mucho menos se refirieron a la expansión de la criminalidad organizada dentro de las cárceles y los complejos efectos sociales que esto tiene. Un tema tan sensible y de plena competencia del Estado, que fue abandonado por los legisladores y por el ministro del Interior.

Interesante fue, respecto a este tema, la participación del senador de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, quien afirmó: “También hemos hablado de la necesidad de implementar, sé que hay idea en ese sentido, una cárcel de máxima seguridad, en la cual estén recluidos en condición de asilamiento necesario aquellas manzanas podridas que pudren al cajón, aquellos que en definitiva contagian al resto de los presos o inducen al resto de los presos a incursionar en las bandas delictivas. Esos tienen que estar aparte, tienen que estar con visitas controladas, sin celular, con el aislamiento necesario, como corresponde a su calidad de delincuentes pesados. Creemos que esas variaciones a nivel carcelario son imprescindibles para que no sigamos volcando todos los meses centenares de presos que cumplieron su condena pero que no se han rehabilitado y que no dejan de ser potenciales delincuentes”.

Uno imaginaria que el senador no tendría diferencias en implementar similares tratamientos para los represores condenados por crímenes de lesa humanidad que son más que manzanas podridas del sistema.

Demasiado microtráfico, mucho maniqueo y poco crimen organizado se vio en la sesión especial de seguridad, de la Cámara de Senadores del Parlamento uruguayo. Diez horas de una polémica política que está alejada de ser un debate en materia de política criminal. Sobreabundaron los números frívolos, faltó autocritica, faltó profundidad, pero por sobre todas las cosas faltó la imagen de un Estado capaz de dar respuesta a los conflictivos procesos sociales que estamos atravesando.

Aún falta mucho camino por recorrer.

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*Foto de portada: teledoce.com.uy / En Foco Uy