Parece que fue ayer, pero era el 20 de marzo del 2003. George W. Bush y sus mayordomos Blair, Berlusconi, Aznar y compañía (pero no Chirac) desatan la guerra de agresión contra Irak, gobernado por Saddam Hussein, sobre la base de dos mentiras: las armas de destrucción masiva (totalmente inexistentes, según constataron los inspectores de la ONU, pero mostradas a la ONU en un falso tubo de ensayo por el secretario de Estado, Colin Powell, el 5 de febrero) y la alianza entre el tirano de Bagdad y el jefe de al Qaeda, Osama bin Laden (que se odiaban y se habían condenado a muerte). Por supuesto que no lo llaman guerra, sino "lucha contra el terrorismo", "exportación de la democracia" o "choque de civilizaciones" (la superior judeocristiana contra la inferior islámica).

La tragedia iraquí, como todas las demás, se convierte en una farsa en cuanto cruza la frontera italiana. Aquí, Roma está llena de americanos, que a las ADM (Armas de Destrucción Masivas) que se escaparon de los inspectores de la ONU y de los satélites de la OTAN las vieron a simple vista desde sus terrazas. Por ejemplo, Il Foglio di Ferrara. Y el Giornale di Belpietro: "Los iraquíes listos para usar armas químicas" (23.3.03). "Así Saddam engañó a los inspectores. En Bagdad hay una instalación especializada para ocultar armas y pruebas. La ONU sabía, pero guardó silencio" (29.3.03). "Ántrax, toxina botulínica, agentes nerviosos y vesicantes: Saddam ha escondido su arsenal en casas, escuelas y mezquitas, listo para usarlo con bombas, aviones y misiles. Tiene 100-5600 toneladas de Sarín y Vx y 2500 litros de ántrax" (30.3.03). "30.000 municiones químicas y miles de litros de agente nervioso descubiertos en una fábrica de pesticidas" (30.3.03). "Equipo para armas químicas letales encontrado" (2.4.03). Es posible imaginar la frustración de las tropas angloamericanas que se desplegaron por todo Irak hasta Bagdad y no encontraron ni una pizca de armas nucleares, químicas o bacteriológicas, ayudando más bien a la huida de Saddam, su terrible ejército y su feroz Guardia Republicana que, aunque equipada con tantos arsenales, huyen sin disparar ni un petardo poco convencional. Sin embargo, Berlusconi dio una explicación: las ADM estaban allí, pero "fueron destruidas en vísperas del ataque". Es el diabólico Saddam, que durante 10 años acumula artificios mortíferos para destruir al odiado Occidente y luego, cuando lo encuentra en casa, destruye las armas de destrucción. Así que lo derrocan y lo cuelgan, pero no encuentran nada. Inteligente él. De hecho, rencoroso. Luego, el 1º de diciembre del 2005, la Casa Blanca anuncia como de pasada que "EE.UU. ya no se dedica a la búsqueda de armas de destrucción masiva". Después se supo que en Irak sí hay ADM, pero fueron llevadas por los "libertadores" de una civilización superior, los exportadores de democracia.

Sigfrido Ranucci, corresponsal de Rainews 24, revela que la ciudad santa de Faluya fue arrasada en la noche entre el 8 y el 9.11.2004, con miles de víctimas civiles, debido a los bombardeos masivos con bombas de fósforo blanco, prohibidas por cinco convenios internacionales contra objetivos civiles. El fósforo blanco es una especie de napalm moderno que quema la carne de cualquiera que entre en contacto con él. La Casa Blanca descarta la primicia y dice que es "propaganda antiestadounidense". Luego, frente a la evidencia filmada, tiene que admitir el arma química mortal. Lo mismo hace el gobierno de Blair. Berlusconi, en cambio, no dice una palabra, quizás porque nadie –salvo unos pocos inconformistas de la llamada "izquierda radical"– le pregunta nada. La prensa hegemónica italiana deja de lado la súper noticia. O lo hace peor, como Massimo Teodori, que en el diario tildó a la investigación de Ranucci de "demagogia ordinaria y partidismo proterrorista", a lo sumo "se utilizó fósforo para iluminar las posiciones enemigas". Es decir, Estados Unidos se estaba quedando sin baterías y reflectores e iluminó la escena con un poco de fósforo blanco. Porque, junto a la democracia, también exportan iluminación.

Y, ya que están en eso, tortura también. La CBS publica fotos de prisioneros iraquíes torturados por soldados estadounidenses en la prisión de Abu Ghraib, la misma donde Saddam hizo torturar y exterminar a sus opositores. Indignación y horror en todo el mundo: hasta Bush debe disculparse ante el mundo islámico. Pero Ferrara niega las pruebas, despotrica acerca de "episodios acotados" (al menos 25 presos asesinados) y señala al verdadero virus que "nos debilita en la guerra": no la tortura, sino "la voracidad morbosa de decir que la culpa es de Occidente y publicar imágenes de tortura por parte de occidentales". En el Corriere, Piero Ostellino ordena: "No la llamemos tortura", sino "efectos colaterales" de la "falta de profesionalismo, formación y control" de las tropas. Porque, claro, la "democracia real" es "capturar a sospechosos de terrorismo, hacerlos hablar y acumular la mayor cantidad de información: la inteligencia no es un ballet", cuando es preciso, se hace. Simplemente "no se dejen fotografiar cuando maltratan a sospechosos de terrorismo" y mueren ahí. En el 2006, nuevamente en el Corriere, Angelo Panebianco también justificó el secuestro del imán de Milán, Abu Omar, realizado por la CIA y el SISMI y "la posible confesión, extraída por los servicios secretos angloamericanos mediante tortura, de un yihadista" que planea atentados, "quizás incluso arrestado (secuestrado) ilegalmente". Porque, cuando se está con los buenos, se puede hacer cualquier cosa, incluso cosas peores que los malos. Y tal vez, veinte años después, nos sorprendamos porque los malos han aprendido de los buenos. Cualquier referencia a hechos o cifras de hoy es totalmente intencional.

Extraído de: Il Fatto Quotidiano del 21 de marzo de 2023
 
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