Denunciaba temas de seguridad en su comunidad

“Este pueblo es un mierdero, nada sirve bien, nada se hace bien carajo”, dijo horas antes

Por Jean Georges Almendras-3 de diciembre de 2022

Wilder Alfredo Córdoba, periodista de 35 años, fue asesinado por sicarios cuando se desplazaba en su moto, en la vereda Quiroz, sector Salado, del municipio de La Unión, del departamento de Nariño, en el suroeste de Colombia. Es el cuarto comunicador ejecutado por manos e ideólogos criminales colombianos, en el correr de este 2022. Un nuevo atentado, que sensibiliza a la población nariñense y al periodismo de la región y del mundo, nosotros incluidos.

No hay un basta que se materialice, si acaso piadosamente, para una de las profesiones más antiguas y más al servicio de la sociedad. No hay un stop, si acaso por hipocresía, una más de tantes, en la convivencia ciudadana, en este caso de Colombia. No hay un basta, sino más bien, hay un sobrado y descarado avance de la criminalidad, en ese país hermano de América Latina, y en todo nuestro continente. Una muy desafortunada coyuntura histórica de nuestro tiempo.

Tiempo del mal, en todo el sentido literal de la palabra. El mal, representando en la criminalidad organizada, en el sistema politizado funcional y servil a la lógica criminal. No importa ya si es criminal o mafiosa, puesto que, aunque técnicamente son diferentes, significan lo mismo: destrucción de la vida, destrucción de la vida democrática en paz (lo que ya es un verdadero eufemismo) y la destrucción de la esperanza.

Una vez más se llora en Colombia, el asesinato vil de un trabajador de la comunicación. Las informaciones que proceden de allí dan cuenta que Wilder Córdoba, tripulaba su moto el pasado lunes, y cuando eran cerca de las cinco de la tarde fue interceptado por uno o dos hombres (no hay aún datos precisos del hecho, siendo que ya transcurrió un lapso prudencial) y fue baleado a quemarropa. El colega cayó al pavimento y no hubo tiempo para hospitalizarlo. En segundos la vida de Córdoba se acabó, a la vista de todos y a plena luz del día.

¿Por qué? Si bien no hay datos precisos respecto a los motivos del atentado mortal, seguramente ideado por otros criminales, y vaya uno a saber dónde y cuándo, se ha dicho en Nariño, o mejor dicho ya es vox populi, que todo se debería a una acción de reacción en su contra por la sencilla razón de hacer denuncia pública y confrontar a la mafia local (algo ya normal desgraciadamente, hoy por hoy; solo en Nariño, por ejemplo, se han cometido ya 22 asesinatos contra activistas). Córdoba se había caracterizado, en su habitual desempeño de su profesión, por la “denuncia en materia de seguridad, en su rutina de divulgación de información de la población” según lo consignado por voceros del canal de televisión privado local Unión TV, que él personalmente dirigía.

Córdoba era un reconocido activista de la comunidad, que estaba comprometido seriamente con la vida de sus coterráneos y dentro del gremio del periodismo regional y nacional, contaba además con apoyo y respeto a destacar.

Mientras en esa zona del país reinaba la indignación por lo ocurrido, una de las repercusiones que más sobresalieron vino de filas de la gobernación; su titular, Jhon Rojas dijo a los medios de prensa locales: "Lamentamos que la violencia silencie la voz de nuestros periodistas en Nariño. Pedimos a las autoridades competentes el pronto esclarecimiento del hecho que hoy enluta al departamento".

Quizás como una noble iniciativa, desde tiendas de la administración municipal, se ofreció públicamente una recompensa de hasta 20 millones de pesos (equivalentes a 4.000 dólares) por certera información que pueda llevar a las autoridades a ubicar a los sicarios y a los ideólogos del asesinato.

Al mismo tiempo se supo que la Fiscalía dispuso un equipo de trabajo, que habrá de dedicarse específicamente a trabajar en el caso. Se pudo saber también que Córdoba, al ser baleado en su moto, se dirigía a dar cobertura a un hecho periodístico, y que en su habitual tarea no dejaba de señalar con su dedo y sus intervenciones televisivas, y sin tapujos, que la corrupción (la lógica mafiosa) estaba presente en la comunidad,

Tanto es así, que algunos medios de comunicación locales, informaron que horas antes del hecho criminal, que acabó con su vida, Córdoba había publicado en Facebook, un mensaje que sin duda alguna causó serias molestias a ciertos personajes. "Este pueblo es un mierdero, nada sirve bien, nada se hace bien carajo”, pensamiento, nada distante de la irrealidad. De hecho, los efectos no se hicieron esperar. Fueron palabras muy fuertes, muy honestas, de un hombre honesto, sobre una realidad deshonesta, circundante.

Un pensamiento que le costó la vida. Como siempre ocurre, cuando se es justo, y se camina honesto, por la vida. Tal como lo hizo Wilder Alfredo Córdoba, en su Colombia natal.

Nuestro pésame a la familia y nuestra resistencia a tanta infamia criminal.

Wilder estarás siempre presente, en nuestra memoria, y de todos los colegas de Antimafia Dos Mil, y de nuestros pares de Italia.

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*Foto de portada: tenerife.fape.es