Este es el tercer atentado a la Justicia y Fiscalía ecuatorianas en este año

Por Jean Georges Almendras, desde Bs Aires, Argentina-22 de setiembre de 2022

Dos jóvenes, uno menor de edad, fueron detenidos en un violento operativo policial realizado en la vía pública, en la ciudad de Guayaquil. Imágenes elocuentes de tres agentes de policía en pleno procedimiento, recorren el mundo ahora. Prácticamente a poco de cometido el asesinato, del tercer fiscal antinarco, en este año, las autoridades lograron dar la voz de alto de los sicarios, presuntos hasta este momento, y, en consecuencia, de corroborarse su participación en el hecho, se trabajará denodadamente para llegar a quienes pagaron a los tiradores. Se estima claramente que detrás de toda esta andanada de violencia en el Ecuador, a la mano criminal se suma la mano intelectual, donde seguramente -no dudamos en decirlo, una vez más desde nuestra página ADM- está la mano de los elementos desviados del sistema político, siempre infaltable en estos episodios, lamentablemente, y mal que le pese a muchos.

Todo el periodismo ecuatoriano y regional ha repudiado el ataque mortal contra el fiscal Edgar Escobar, de 43 años. Este es el tercer atentado letal contra el Ministerio Público y la justicia del Ecuador: tres operadores perdieron la vida a manos de la narco mafia local (seguramente relacionada con pares de otras latitudes); nos estamos refiriendo, además de Escobar, al operador fiscal Federico Estrella y a la fiscal Luz Marina Delgado, todos ellos ejecutados a balazos, por sicarios, en diferentes puntos del territorio ecuatoriano.

Sumergidos en la rabia y en el dolor, los fiscales ecuatorianos y nosotros, como periodistas de una antimafia inclaudicable, no podemos hacer menos que exigir a las autoridades competentes -en las investigaciones- no se dejen abroquelar por la cultura de la impunidad, como desafortunadamente siempre ocurre.

Según las primeras informaciones que llegan a nuestra mesa de trabajo, en una ciudad como Buenos Aires, donde las marchas callejeras por reclamos gremiales, de corte social o económico, de sindicatos, docentes y estudiantes, hacen ya parte de la fisonomía de una capital (de Argentina) recientemente conmocionada por el intento de asesinato de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner (hecho por de una gravedad indiscutible; hecho que ya lleva cuatro imputados, avizorándose además el desmantelamiento de una conspiración que podría involucrar al sistema político e inclusive a la Policía Federal; véase nota aparte) en Ecuador se viven horas de expectativa respecto a las primeras averiguaciones que podrían lograrse de los dos presuntos sicarios, que ultimaron al fiscal Escobar.

Todo un contexto de violencia se ha desatado en esa zona de América Latina, que no sería ajena a la que se vivió en Colombia, cuando se dio muerte al fiscal paraguayo Marceloi Pecci; y a los hechos de Pedro Juan Caballero, cuando se asesinó al periodista de una radio que voceaba sin tapujos, verdades sobre el narcotráfico en esa localidad fronteriza: nos estamos refiriendo al periodista de Radio Amambay, Humberto Coronel, entre otros crímenes, también cometidos en esa localidad, copada por la mafia fronteriza

Se ha podido saber que los dos hombres jóvenes detenidos, ya están a disposición de la justicia y además trascendió, de fuentes policiales, que ambos son de extrema peligrosidad. De hecho, ya las autoridades afectadas al caso, procuran ahora mismo determinar si el o los mandantes del crimen serían o no los mismos que ordenaron asesinar a los dos restantes operadores judiciales y fiscales.

Como punto medular, según versiones oficiales, el fiscal Edgar Escobar, investigaba seriamente casos de narcotráfico, casos de feminicidios, y una masacre cometida recientemente en la cárcel más violenta de Ecuador (la Penitenciaría del Litoral) en noviembre del pasado 2021. Se informó además que Escobar investigaba casos de corrupción y sobornos que dejó millonarias pérdidas al Instituto de Seguridad Social de la Policía Nacional. Es obvio que su proceder como hombre justo debe haber resultado urticante, y riesgoso para quienes vestido con ropajes institucionales hacen parte o son funcionales a la ideología más rentable de nuestros días: la mafia, el crimen organizado. En consecuencia, desde esas tiendas, es que se lanzan órdenes para ejecutar, pero como ya lo dijimos en algunos de nuestros escritos, es desde esas tiendas que verdaderamente se gatillan las armas que arrasan con vidas humanas -de personas justas- cuyos cadáveres caen en plazas y calles, dramáticamente, y a la vista de todos.

Diana Salazar, fiscal general del Estado, indignada en grado sumo, con el rostro desencajado por la impotencia y el dolor dijo al periodismo: “Los funcionarios de la institución sufren amenazas y amedrentamientos. Me indigna profundamente este nuevo asesinato a un compañero fiscal, el tercero en lo que va del año. Las acciones de la delincuencia no detendrán la labor de Fiscalía para combatir la criminalidad en nuestro país. Exigimos garantías y seguridad para cumplir con nuestro trabajo”.

Por otra parte, y como dato nada menor, trascendió, que el fiscal Escobar formó parte de la investigación del asesinato de Jaime Villagomes Fayad, un activista, quien perdió la vida a manos de sicarios en Buijo Histórico de Samborondón, a unos 18 kilómetros de Guayaquil.

Sobre los otros fiscales asesinados este año, debemos señalar que Federico Estrella fue acribillado a balazos hace un mes aproximadamente en la región de Los Ríos. Oportunamente fue herido de seis impactos de bala, siendo internado grave, hasta producirse su deceso a los pocos días.

También en mayo, la fiscal Luz Marina Delgado fue víctima de un atentado fatal. Ella había dictado en abril del 2018, la orden de arresto de la pareja -Julia M.G.- del narco apodado “Pablo Escobar ecuatoriano”. La mujer en cuestión estaba acusada de lavado de activos. Debidamente detenida a poco de ser requerida, ahora se encuentra en la cárcel. Obviamente, como siempre ocurre, esta fiscal sacó de circulación a una mujer vinculada estrechamente con el narcotráfico, lo que, sin duda, fue una circunstancia que finalmente la llevó a la muerte. Tal es el final que la delincuencia reserva rigurosamente a quienes como operadores de Justicia o de la Fiscalía, actúan con honradez indiscutible y heroica.

El desenlace fatal, que depara siempre a quien se opone, denuncia u opera contra la narco criminalidad sigue siendo el telón de fondo de una América Latina sangrada, por todos aquellos que están operando desviadamente dentro del poder, haciéndose funcionales -con hombres criminales- a la lógica de un sistema criminal integrado: llámese mafia; llámese cultura mafiosa.

Seguimos insistiendo, desde nuestra redacción, a no bajar los brazos, cada uno desde la trinchera que lo haya tocado en suerte, porque al final de cuentas estamos en una guerra contra la criminalidad local y transnacional.

Así de cruda es la realidad tinta en sangre de justos. Gústele o no, al lector.

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*Foto de portada: primicias.ec

*Video: Teleamazonas Ecuador