El ataque a la vicepresidenta fue premeditado

Por Jean Georges Almendras y Alejandro Diaz-17 de setiembre de 2022

Argentina intenta recomponerse luego del fallido atentado contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Han pasado dos semanas, y van quedando pocos negacionistas. Las investigaciones lideradas por la jueza María Eugenia Capuchetti tienen hasta el momento tres certezas. La primera es que el disparo no salió, la segunda que el pistolero es Fernando Andrés Sabag Montiel, la tercera es que no actuó solo. Ahora, las pesquisas se centran en intentar dilucidar quienes son los integrantes del grupo que acompañó a Sabag Montiel y a su novia, Brenda Uliarte.

En los últimos días la jueza Capuchetti, ordenó el procesamiento de Sabag Montiel y de Uliarte por los delitos de tentativa de homicidio calificado, agravado por el uso de armas de fuego, alevosía y el concurso premeditado de dos o más personas, además de la portación ilegal de arma de guerra. Estos delitos tendrían una pena de 15 años de prisión.

Último tren

Además de Sabag Montiel, capturado infraganti, en un primer momento las autoridades detuvieron a Brenda Uliarte –quien sería la novia del fallido tirador-, luego de que confirmaran la presencia de ella en el lugar de los hechos. A través de las cámaras de vigilancia dispuestas en la ciudad y la geolocalización de los aparatos celulares, se logró constatar el recorrido que la pareja hizo aquel día. Recordamos que ella fue identificada a partir de las entrevistas que ambos dieron a un móvil de televisión semanas antes del atentado. Al momento de su detención, Uliarte, declaró que hacía por lo menos 48 horas que no veía a su novio. Algo que rápidamente sería desmentido.

El día del fallido atentado la pareja partió en tren desde Quilmes, en Provincia de Buenos Aires, rumbo a la capital, llevando consigo un fatal destino. En la localidad cervecera las autoridades lograron constatar, hasta el momento, su presencia en dos lugares. El primero en un local de tatuajes que Sabag Montiel solía frecuentar. El segundo en un local de comidas rápidas, en las inmediaciones de la estación de trenes, alrededor de las 16 horas. Allí, las cámaras de seguridad captan a la pareja vistiendo las mismas ropas que usarían horas más tarde durante el fallido atentado. Además, llevaban consigo, en todo momento, una bolsa blanca y un paraguas largo. En las imágenes dentro del local se percibe lo que podría ser un contacto con una tercera persona. Una mujer en la mesa lindera a la de los sospechosos, deja caer un papel al piso, que es recogido por Uliarte. Esta lo lee y se lo entrega a Sabag Montiel, que luego lo tirara en un cesto de basura. Hasta el momento no se ha podido esclarecer la identidad de esta mujer.

Pocos minutos después de las 17 horas, ya en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, los sospechosos quedaron registrados saliendo juntos del tren Roca en la estación de Constitución. Apurados, por el típico flujo dinámico del subte porteño en horario pico, corrieron para hacer conexión con la línea C rumbo a la estación Diagonal Norte. Una vez allí salieron a la superficie y caminaron algunos metros hacia el Obelisco. Se ve en las imágenes que él lleva la bolsa blanca y el paraguas en la mano. Llegaron a la zona del fallido atentado, cerca de las 17:30 horas, y dieron algunas vueltas por el barrio. Finalmente, pasadas las 20 horas, se acercaron a la esquina de Juncal y Uruguay, en el barrio de la Recoleta, donde la vicepresidenta tiene su residencia.

Allí aguardaron, entre las sombras y los gritos, entre la miseria y la antipolítica, entre las paredes de una grieta. Aguardaron intentando convertirse en leyenda a través de la historia de otros. Esperaban el ruido y el tumulto, esperaban perderse entre la sangre y las corridas, esperaban, quizás, perderse como en las películas, entre los barbijos que servían como máscaras de payaso. Esperaban un destino, pero la bala no salió, y ahora el destino es otro.

Amor de mi vida

A partir del registro de comunicaciones, que incluye los servicios de mensajería de distintas redes sociales, los investigadores lograron ampliar el círculo de contactos de la pareja, e ir poco a poco identificando a quienes podrían haber sido colaboradores, partícipes o incentivadores del atentado.

Instantes después de que Fernando André Sabag Montiel gatillara un arma cargada contra el rostro de la vicepresidenta Cristina Fernández, Brenda Uliarte se comunicó con una tercera persona que fue identificada como Agustina Díaz, una joven de tan solo 21 años. En esa conversación, según informaron los distintos medios capitalinos, Díaz, increpó a Uliarte diciéndole, “¿Por qué falló el tiro? ¿Cómo mandaste a este tarado?”, y finalmente preguntó: “¿Se puso nervioso?”. En estas breves líneas se puede deducir dos cosas, primero que el atentado, aunque fallido, fue premeditado. Segundo, que Díaz conocía la trama. “Borra todo”, le ordenó a Uliarte.

Hasta el momento se pudo reconstruir que Uliarte y Díaz tienen una relación desde hace años, según narró a la prensa la abuela de esta última, aunque su relato es un poco confuso y hasta inclusive contradictorio. En el teléfono de Uliarte, Díaz aparece agendada como ‘amor de mi vida’. Según informaron a la prensa fuentes vinculadas a la causa, las conversaciones entre ambas mujeres respecto del atentado se extendían hasta varias semanas antes.

¿Cruzar los Andes o cruzar los cables?

“Hoy me convierto en San Martin, voy a mandar a matar a Cristina”. Este fue uno de los tantos mensajes preparatorios, a juzgar por el desenlace, del atentado contra la vicepresidenta. Este fue uno de los tantos mensajes con los que Brenda Uliarte mantenía informada a Agustina Díaz, sobre el plan que día a día iba tomando forma. Hay sin dudas, más allá de las notables y abismales diferencias con el prócer libertador de América, una cuestión “inspiracional”, un sentido idílico sobre los hechos, y esto no debe ni banalizarse, ni menospreciarse.

Según informó el diario Página/12, en el acto de procesamiento de Uliarte, figura que el 22 de abril la joven envió un mensaje anunciando “ya tengo el fierro. Lo compré porque mi jefe se puso jede”. Más allá de que aún se están confirmando algunos datos, las autoridades suponen que se refiere al arma que utilizó Sabag Montiel el día del atentado, y que era propiedad de un vecino fallecido tiempo antes. En otro mensaje del 4 de julio escribía: “Ya tengo el fierro y tengo los ovarios para pegarle un corchazo a Cristina”. Ya próximo al atentado, el día 27 de agosto, dice: “Mandé a matar a la vice Cristina. No salió porque se metió para adentro. Una bronca te juro la tenía ahí. Los liberales ya me tienen re podrida yendo a hacerse los revolucionarios con antorchas en Plaza de Mayo, basta de hablar hay que actuar. Mandé un tipo para que la mate a Cristi”.

Uliarte frecuenta hace tiempo algunos grupos autodenominados libertarios. Una pequeña, pero incisiva franja política, que se abrió espacio en el debate público con una estética cosmopolita, que pone ilusoriamente la supremacía del poder económico por sobre el concepto de Estado de bienestar. Un espacio que se construyó con muletillas e ideas fuerza, que dentro de la cultura argentina se consolidan como antiperonistas, a riesgo de caer, como toda tendencia extrema, en posturas filofascistas.

Uliarte se burla sobre la marcha de las antorchas en la que participó, en protesta contra el gobierno de Alberto Fernández, marcha que fue organizada por una agrupación llamada Revolución Federal, un pequeño espacio político donde pululan algunos seguidores de Javier Milei que en los últimos meses hicieron actividades de escraches contra distintos referentes del espectro kirchnerista; incluso, con cierto dramatismo, arrojaron antorchas contra la fachada de la sede de gobierno y plantaron una guillotina en la 9 de julio, con la leyenda ‘Todos presos, muertos o exiliados’, escrita con la tipografía del Frente de Todos, el espacio político de Alberto Fernández y Cristina Fernández. Hoy en día los coordinadores de esta agrupación, Jonathan Morel y Leandro Sosa, están siendo investigados para intentar dilucidar la relación que tenían con Uliarte, y por sobre todas las cosas, si estaban vinculados al fallido atentado. En este sentido, hasta el momento ninguno de sus integrantes ha sido detenido, en el marco de la causa que lleva adelante Capuchetti, quien entre otras observaciones intenta ahondar sobre las redes de financiamiento que tienen, persiguiendo la hipótesis de que el atentado haya sido un encargo. Dentro de esto, desde algunos espacios del kirchnerismo, hicieron mención sobre un pago que Morel habría recibido de parte de una empresa vinculada a la familia de Nicolás Caputo, el íntimo amigo de Mauricio Macri. El pago, que ronda el millón y medio de pesos, habría sido en concepto de trabajos de decoración de interiores, según declaró el mismo Morel.

Según distintas fuentes, estas agrupaciones de derecha suelen tener vínculos a nivel internacional con facciones más extremas de Estados Unidos y de Europa. Pese a que la historia, lamentablemente, está plagada de ejemplos como estos, debemos ser mesurados (no incrédulos), y antes de hacer suposiciones, intentar cimentar la información. Porque como en toda ideología política, hay militantes, hay combatientes y hay asesinos.

Merodeo

Las imágenes recolectadas por los peritos lograron ubicar a Sabag Montiel en las inmediaciones del departamento de la vicepresidenta días antes de aquel 1 de setiembre. El 27 de agosto, cinco días antes del atentado, el pistolero quedó grabado en un video, entre la multitud que aguardaba por Cristina afuera de su departamento. Como vimos más arriba, ese día fue el que Uliarte confesaba ser la instigadora del fallido sicario. Ese 27 fue un día clave en la escalada de tensión política en torno a la figura de la vicepresidenta. Ese fue el día en que el jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, ordenó perimetrar la zona, y apostó algunos efectivos de la Policía de la Ciudad para “custodiar” a la mandataria. Este gesto, que en su momento generó fuertes tensiones, y distintos hechos de represión -entre ellos contra el propio hijo de Cristina, el diputado Máximo Kirchner-, que dieron qué hablar en la esfera del gobierno nacional, desde donde salieron a reclamar la potestad por la custodia presidencial. Incluso el propio ministro de Seguridad de la Nación, el kirchnerista Aníbal Fernández, salió al cruce en varios medios de comunicación diciendo que era un disparate el comportamiento de Larreta. Días más tarde, ya con los titulares de todo el mundo hablando sobre el fallido atentado, el ministro se vio ante la situación de presentar la renuncia, por “descuidar a Cristina”, como supo decir la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini. Finalmente, no renunció y continúa en su cargo.

No podemos evitar preguntarnos, ¿qué tipo de información manejaba la policía macrista, tan acostumbrada al espionaje, sobre el inminente atentado como para quemarse políticamente con un vallado?

Ese 27 de agosto, Sabag Montiel, estuvo a metros del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof que se había acercado, junto a otros cientos de manifestantes y militantes, para brindar apoyo a Cristina tras el simulacro de “fusilamiento mediático, judicial”, al que era sometida la vicepresidenta a través de la causa ‘Vialidad’. Entre los registros telefónicos que los peritos lograron rescatar, hay una conversación que mantuvieron en ese día, en esas horas, entre la pareja de atacantes, que deja en claro la conspiración para cometer el atentado. “No, no es que se dé cuenta, el tema es que hay una cámara de C5N, y hay poca gente, y la gente se está yendo, y el momento es ese, ahora ya es tarde. O sea, son las 12 y ella salió a esa hora, y era a esa hora, o sea el escenario era con ella porque la habrán seguido, ¿entendes? Después vamos a ver en la tele a ver qué pasó porque cuando ella se metió, la siguieron y ahí tendría que haber sido”, le dice en un mensaje Sabag Montiel a Brenda Uliarte. Luego agrega: “No, ya se me metió adentro y el escenario, el anfiteatro lo sacaron. Le toqué la espalda a Axel (sic) Kicillof y se metió en un Toyota Etios y se fue, un quilombo. Ella está arriba pero no creo que salga así que ya fue, deja, voy para allá, quédate ahí. No traigas nada”.

“No traigas nada”, le dice a Uliarte. ¿A qué se refería? Los investigadores creen que la novia debía acercar el arma en el momento oportuno. Y como quedó demostrado el día del atentado, ella estaba siempre cerca, ¿respaldando a su compañero o asegurándose de que no falle?

El día 28, Sabag vuelve a ser captado entre la multitud que espera por Cristina. Esta vez aparece al fondo de la toma, merodeando, estudiando los movimientos, esperando su oportunidad. En la secuencia de imágenes, se observa un detalle clave que se repetirá a lo largo de los días y que servirá como hilo conductor para dar con el resto de los conspiradores: un carro con copitos de algodón de azúcar.

“La banda de los copitos”

Durante una de las entrevistas que la pareja dio a un móvil de televisión, semanas antes del atentado, se los ve empujando un carro con copitos de algodón de azúcar. En aquel momento esta alegoría de días festivos, servía de apoyo al discurso meritocrático que ambos defendían: “Cobrar planes es fomentar la vagancia”, le decían al movilero de la tv y al mundo. Esta frase, que desde hace años es enarbolada por sectores faltos de conciencia de clase -que poco y nada comprenden sobre la condición subsidiaria del Estado, en particular a favor de las grandes corporaciones-, ha sido una muletilla dentro de ciertos discursos de odio, que más allá de desvirtuar el discurso político, atentan contra la idea de construcción comunitaria, que es en definitiva la idea fuerza de un Estado, con todo lo que eso implica.

A esta altura es que surge la figura de Gabriel Nicolás Carrizo, el jefe de los copitos, quien se transformó en el cuarto detenido en la causa que investiga Capuchetti.

Carrizo, es el dueño del carro de algodones de azúcar que servía como soporte ideológico de la meritocracia y, al mismo tiempo, como fachada para las tareas de inteligencia que realizó el grupo durante los días previos del atentado. Una y otra vez en las imágenes de los distintos días, los copitos de azúcar se hacen presentes entre los manifestantes que se aglomeran a las puertas del departamento de Cristina. Hasta el momento se pudo constatar la presencia de Carrizo los días 27, 28, 29, 30 y 31 de agosto. También estuvo presente el día del atentado.

Entre las cosas que lo comprometen a Carrizo, están los numerosos mensajes de odio (a esta altura amenazantes), que realizó constantemente en las redes sociales. Horas después del fallido atentado publicó: “Seguro el próximo sos vos, Alberto, tené cuidado”, en alusión al presidente de la Nación. Y luego: “El Gobierno es vulnerable y espero que les quede claro. Nosotros somos los que mantenemos estos parásitos ahí arriba, van a juzgar a una persona que le estaría haciendo un gran favor a toda la nación argentina”.

La punta del iceberg

Hasta el momento, las autoridades han avanzado con ciertas fallas que hacia adelante podrían ser críticas, como fueron la manipulación distorsiva del teléfono celular del pistolero y la demora en el resto de las detenciones. La información sobre la causa que se tramita en el fuero federal, bajo orden de la jueza Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo, está cercenada al secreto de sumario y a las filtraciones que la gran prensa va realizando día a día.

No podemos confirmar a estas horas el estado de las investigaciones sobre los aparatos de seguridad que fueron responsables de la falla, por incapacidad o complicidad, la noche del atentado. Porque cierto es que la bala no salió, pero cierto también es que esa noche, Cristina, estaba regalada.

Pero tampoco podemos confirmar que la conspiración ha sido desenmascarada definitivamente. Oportunamente desde Antimafia partimos de una premisa: el atentado fallido, solo es la punta de un iceberg. No estuvimos distantes de la verdad. Pero creemos que la verdad en sí misma, todavía no ha salido a la luz pública.

Que hay un discurso de odio y de antikirchenismo, queda más que claro. Pero creemos también que hay por detrás, entre las sombras, una fuerza mandante mucho más pesada, a juzgar por todo lo que implicó este episodio, sobrado en involucrados y en intrigas. Es decir, el iceberg que se encuentra bajo la superficie de las aguas entendemos que es voluminoso y que tiene más implicados, quizás hasta de círculos de poder inimaginables o fuera de toda sospecha.

Cada día que pasa trae consigo una sorpresa que se hace pública. Presumimos que sobrevendrán más sorpresas. No solo es CFK el objetivo. Estimamos que hay objetivos mucho más siniestros.

Es la Argentina de hoy, cuya democracia, hace ya bastante tiempo que padece de anomalías, desvíos y otras nanas, que en definitiva ya no la hacen creíble, o por lo menos estable. Lo ocurrido con Cristina Kirchner es la prueba más tangible de ese panorama.

Horrendo, pero cierto. ¿Los culpables ideológicos? Siempre están por verse, porque los autores materiales siempre son los primeros en ir al matadero. Los de atrás, tardan mucho más en verse sus rostros, y hay veces que esto nunca ocurre (y en la historia de la humanidad, en ambas márgenes del Atlántico, hay demasiados casos bajo este sello).

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*Foto de portada: delsurdiario.com