Refuerzan la custodia de la ministra de Asuntos de Seguridad Cecilia Pérez

Por Georges Almendras y Victoria Camboni-3 de agosto de 2022

Desbordados y literalmente infestados por la criminalidad (en toda una variada gama de situaciones y circunstancias) parecen estar los paraguayos en este momento. Como si la agudeza de la presencia narco en todos los confines de su territorio, con instituciones de gobierno, y sistema político incluidos, se hubiese confabulado para visibilizar al mundo entero, que en Paraguay o vence la mafia, atravesándola de cabo a rabo, o se desencadena un conflicto de proporciones, con el inevitable saldo de tensiones parlamentarias y violencia política (que ya hay) y una muy filosa agresión al sistema democrático, bajo todas las formas posibles, sin importar más que un solo objetivo: penetrar, instalar y formalizar, en ese país (ya tóxico en demasía, por la presencia narco, desde antes, durante y después de la dictadura stronista) que lo habitual (es y debe ser) someterse a las lógicas de un sistema criminal integrado, abrazado muy fuerte, a los sistemas de poder mafioso subterráneos, que a la luz del día (y a la vista pública) se presentan como relámpagos y ejemplos de legalidad, cuando en realidad, son en contrario, paladines funcionales a una ilegalidad esplendorosamente extendida y nefasta.

Y así, en ese contexto, la vida política y nacional paraguaya se desarrolla diariamente, a espaldas de una ciudadanía, que, aunque ya se sabe avasallada por esas corrientes delictuales que en ocasiones tienen nombre y apellido (Horacio Cartes, por ejemplo, por nombrar solo uno), no tiene otro camino que sobrevivir, conviviendo con la mafia a sus pies, a su lado o sobre su cabeza, rigiendo los destinos de la vida en sociedad. Pero ya, a esta altura de los acontecimientos, no se puede esconder el “mal” con una mano, y prueba de ello es la sumatoria de hechos acaecidos en los últimos cinco años en el Paraguay, de tonalidades diversas, pero siempre con el sello criminal, donde la muerte ha estado y sigue estando presente.

El caso que más ha tocado al país, a la región y a la comunidad internacional, es el del fiscal Marcelo Pecci, cuyo martirologio hace parte de la cara visible de una criminalidad transnacional, que, al sentirse golpeada por la Ley, puso especial énfasis en dar respuestas de sangre y muerte, en dar mensajes y especialmente en marcar terrenos, y poner límites. Porque como antes, como ahora y como también en el mañana, si el crimen sin fronteras permanece erguido e impune, es porque dentro de las instituciones democráticas (en este caso del Paraguay) hay personajes que no solo son funcionales -algunos sutilmente, otros más descarados- a él, sino que, además, hacen parte de su maléfica existencia, apoltronados en sillones de relevancia, de los ámbitos judicial, gubernamental y parlamentario. Y si en Paraguay, nadie se salva de correr el riesgo de ser cooptado (por la mafia), tampoco en el ambiente de la antimafia, entre quienes luchan por la legalidad, nadie se salva de la violencia y de las balas asesinas de la mafia: que hay para todos, pero siempre, en definitiva -y es lo que más nos duele, como ciudadanos de una Sudamérica sangrándose diariamente, y como periodistas- el crimen parece siempre recuperar posiciones, violencias mediante.

Mi colega Victoria Camboni reseña a continuación uno de los últimos episodios de esa criminalidad, pavoneándose ante las narices de los paraguayos, que estupefactos, boquiabiertos e indignados, no logran (porque, recordemos, no es nada fácil hacerlo) neutralizar, los embates del sistema mafioso, que aun en medio de una sociedad en crisis político-social, y económica, parece proclamarse “vigente”. Pero vigente entre comillas, porque me atrevería a decir que, a las espaldas de todo este maquiavélico protagonismo mafioso -de apariencia eterno- se vienen dibujando horizontes de esperanza para ir revertiendo realidades, situaciones y posiciones, con la participación -y esto lo quiero recalcar- del ímpetu y del activismo propio de los jóvenes, muchos de los cuales ya están en las calles y en las plazas -Our Voice, por ejemplo- haciendo esa lucha, que nosotros no debemos defraudar, ni desestimular, y ni muchos menos ignorar, como periodistas libres.

Cecilia Pérez a radio Monumental FM: ”Si hay ruido, es porque estamos en el camino correcto”.

No es la primera vez que la ministra de Asuntos de Seguridad del Paraguay, Cecilia Pérez, es amenazada de muerte por su trabajo. Pero en esta ocasión, la amenaza estuvo a poco de ser consumada, cuando, en la noche del pasado lunes 1° de agosto, la custodia de Pérez alertó sobre la presencia de un vehículo sospechoso en las inmediaciones de su domicilio. Sumado a este hecho, se conocía la existencia de una lista de personas a atentar, entre las que figuraba Pérez. La información habría sido obtenida por la Inteligencia del país, según informaron medios locales de Paraguay.

Cabe recordar que Pérez fue antes líder de la cartera de Justicia entre 2019 y 2022. Al respecto, brindó sus consideraciones al medio ABC Color de Paraguay. “Realmente nosotros creemos que viene por las acciones del Ministerio de Justicia, por eso entran varias acciones que afectaron a varios grupos”, explicó, recordando que cuando ocupó el anterior cargo, había tenido otro intento de atentado.

El fiscal contra el Crimen Organizado, Lorenzo Lezcano, se encuentra a cargo del caso. Hasta el momento, las investigaciones confirmaron que un automóvil alquilado se habría desplazado por la calle de la residencia de la ministra, con la música alta y con cinco ocupantes. En varias ocasiones, el vehículo circuló reiteradas veces por el frente de la casa de Pérez, momentos en los que disminuyó la velocidad y sus ocupantes miraron fijamente hacia la vivienda. Esta acción se reiteró hasta que personal de la custodia de seguridad de la ministra realizó una llamada a la vista de los sospechosos.

Cecilia Pérez, en comunicación con la radio paraguaya Monumental FM, dijo sobre las amenazas: “Si hay ruido, es porque estamos en el camino correcto”. “Si quieren matarme lo harán, pero no les saldrá gratis”, expresó.

La titular del Ministerio de Asuntos de Seguridad de Paraguay recibió reiteradas amenazas en su etapa de ministra de Justicia, que eran enviadas desde las penitenciarías. Durante su mandato, criminales ingresados en el penal de Tacumbú recibieron un revés, cuando se desmanteló un laboratorio de drogas que funcionaba dentro del establecimiento. También se dio un motín, y Pérez intervino en esa ocasión.

Esta situación se produce días después de la muerte de la senadora Zulma Gómez el pasado domingo, tras lo cual se declararon tres días de duelo. En puerta hay un debate que se viene postergando desde hace más de una semana, por el tercer pedido de juicio político a la fiscal general de Paraguay Sandra Quiñonez, a quien se acusa de incumplimiento de funciones, entre los 14 puntos que forman parte del libelo acusatorio que hoy, sigue en discusión. También está el hecho de que el expresidente Horacio Cartes, quien es vox populi que está apadrinando a Sandra Quiñonez, días atrás fue declarado “significativamente corrupto” por los Estados Unidos, semanas después de haber sido denunciadas varias de sus empresas por lavado de activos, y no olvidemos el operativo más importante de Paraguay, ‘A Ultranza PY’, en el que se realizaron más de cien allanamientos, el decomiso de millones de dólares en dinero y bienes, y la emisión de una treintena de órdenes de captura a personas vinculadas al crimen organizado.

En un año muy particular, donde además asesinaron a sangre fría al intendente de Pedro Juan Caballero, José Carlos Acevedo, y un mes antes, al fiscal de Crimen Organizado, Marcelo Pecci -quien estuvo detrás de ‘A Ultranza’ y de otros operativos contra grandes organizaciones criminales, entre ellas la organización mafiosa italiana ‘Ndrangheta-.

A un panorama oscuro a nivel institucional, debemos sumarle las palabras del senador paraguayo por el Frente Guasú, Jorge Querey, quien, en una entrevista brindada días atrás a Última Hora, declaró que “Paraguay se está convirtiendo en un centro del lavado de dinero en toda la región”.

En una situación verdaderamente preocupante. Y es notorio, el desborde generado por la infiltración criminal dentro de las instituciones del Estado paraguayo. Un país bajo control narco en gran medida. Un Paraguay que necesita imperiosamente que los movimientos sociales presionen a las autoridades, y las instituciones que aún permanecen funcionales al Estado de derecho, tomen con la mayor seriedad los graves problemas que atenazan al país.

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*Foto de portada: abc.com.uy