Un muy fuerte sentimiento de desazón reina entre el círculo de allegados y de las familias (y de la comunidad mundial) del periodista británico Dom Philips y del indigenista brasileño Bruno Pereira, ambos aún de paradero desconocido. El temor por su integridad física va in crescendo en la medida que pasan las horas y los días (están dados como desaparecidos desde el pasado 5 de junio) y dentro de ese marcado clima de incertidumbre las autoridades policiales y militares habrían recibido órdenes judiciales expresas para agotar todos los recursos disponibles para materializar con urgencia su búsqueda -corriéndose una verdadera carrera contra reloj- habida cuenta que la zona donde fueron vistos por última vez es en extremo peligrosa dada la frondosidad de la naturaleza y lo distante de zonas pobladas, además de caracterizarse porque en ese muy amplio perímetro amazónico preferentemente conviven comunidades indígenas (que poco contacto tienen con los centros urbanos) con cazadores furtivos liados con la criminalidad, en función de que comercializan sus presas ilegalmente o se ocupan de buscar minerales, contactándose a veces con elementos del narcotráfico, en una muy apartada zona fronteriza con Colombia y Perú. Además, y dentro de este contexto, se pudo saber desde el Brasil, que efectivos de la Policía Militar dieron la voz de alto a un pescador quien sería la última persona que a bordo de una embarcación de pequeño porte habría perseguido la lancha que ocupaban Philips y Pereira, estableciéndose que, en esa barca, además del pescador había además otras personas cuya identidad se desconoce, ignorándose también bajo qué circunstancias se encontraban allí. Dadas estas circunstancias, el pescador en cuestión es considerado pieza clave en la investigación, de ahí que viene siendo interrogado por las autoridades con especial atención, especulándose que Philips y Pereira se habrían cruzado con cazadores furtivos a quienes días atrás denunciaron ante la Policía Federal y el Ministerio Público (incluso con fotos), sin que oportunamente lograran protección, con los resultados conocidos. No obstante, hay otro sujeto que está igualmente detenido, y es indagado porque anteriormente había amenazado a los indígenas de la región.

Hasta el momento no han surgido novedades en torno a este caso, pero lo que sí ha trascendido, es que la justicia brasileña está firme exigiendo a las autoridades militares y policiales que intensifiquen la búsqueda en la zona en la que se estima estuvieron Philips y Pereira, el fin de semana pasado.

Tanto el periodista como el activista se dirigían a la ciudad de Atalaia do Norte, en su lancha, la que era perseguida por otra embarcación en la que viajaban varios hombres que ahora se procura identificar.

Informaciones procedentes del Brasil dan cuenta que la zona precisa en la que se perdió contacto con ellos, es una parte del valle conocido como Yavarí, distante unos mil kilómetros al oeste de la ciudad de Manaos. Se trata de un territorio propio indígena de amplísima extensión en la que viven, según se ha podido saber, varias decenas de tribus que se caracterizan por no estar en contacto con los centros urbanos más próximos. Hay conocimiento, a nivel de las autoridades de que todo ese territorio estaría literalmente infestado por pescadores y cazadores furtivos, como así también buscadores, preferentemente de piedras preciosas o minerales de diverso tenor.

Mirando el mapa esa zona es fronteriza con Perú y Colombia, y lo más destacado del área es precisamente su grado de impenetrabilidad, salvo para aquellas personas que viven en la zona o son activistas indígenas, tal como es el caso del indigenista desaparecido Bruno Pereira.

En ese sentido se ha consignado a los medios que él personalmente es la persona idónea, en cuanto al conocimiento del terreno, que de hecho eligió el periodista británico Philips, para adentrarse en la región con el cometido de recabar información y de conocerla personalmente con miras a la redacción de un libro, que actualmente esta en la etapa de preparación.

Sobre Bruno Pereira, los medios periodísticos locales y extranjeros han señalado que él trabaja en forma independiente, vinculado estrechamente con el Observatorio dos Povos Isolados (OPI), en el marco de un relacionamiento que tiene con la Fundación Nacional del indio, por el hecho de que él es un activista reconocido en la región, especialmente dedicado a la defensa de los derechos de las numerosas comunidades indígenas del área.

Se ha podido saber que una asociación brasileña que agrupa a los pueblos indígenas del valle de Yavarí habría solicitado, o mas bien exigido en tono preocupante, que la justicia tome intervención urgentemente para que se accionen los mecanismos destinados a ubicar a Pereira y Philips, dado que ambos son personas cuyo prestigio profesional merece reconocimientos, tanto en el Brasil, como en Inglaterra.

En tren de hipótesis sobre lo acontecido, desde filas del gobierno barajaron específicamente -lo dijo Jair Bolsonaro- que “pudo haber pasado cualquier cosa; puede ser un accidente, pueden que hayan sido ejecutados” y en otros ámbitos, más cercanos a Pereira, el temor por la integridad física suya y del periodista británico aumenta a pasos agigantados dadas ciertas circunstancias que se dieron el día mismo en que fueron vistos por última vez y en los días siguientes.

Las agencias noticiosas señalaron que 48 horas después del pasado domingo se detuvo a una persona acusado de posesión de armas. Se trata de Amarildo da Costa, alias “Pelado”, quien estaba siendo buscado por haber amenazado a los indígenas de la región. En cuanto al pescador que estaba en una barca y que vio por última vez al periodista y al activista, está igualmente bajo interrogatorio policial, pero su situación no sería tan comprometida.

El panorama, por el momento, no parece estar muy claro. Las circunstancias que rodean a la desaparición misma del indigenista y del periodista, son harto confusas; y algo similar ocurre con las dos personas detenidas y que están bajo indagación policial.

Se corre entonces, y es literal, una verdadera carrera contra reloj. Y además desde diferentes zonas del Brasil, organizaciones indigenistas y de protección del medio ambiente, se manifestaron reclamando urgente atención al caso, en virtud de que no descartan que ambos profesionales hayan sido víctimas de un atentado por parte de personas o grupos que explotan la fauna del área en forma ilegal, atentando a su vez contra las comunidades indígenas.

Queda muy claro, que tanto Dom Philips como Bruno Pereira, eran considerados elementos no armónicos con las actividades que se cumplen en la zona, especialmente por personas que tienen como medio de vida la caza y la pesca ilegales, o la búsqueda de minerales, en estrecho vínculo con elementos del narcotráfico regional, un ingrediente que desafortunadamente no podía estar ausente, dado lo estratégico del terreno para las actividades al margen de la ley.

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Foto de portada: captura de YouTube