Desde joven sentí ese fuego interior, ese sentimiento, ese impulso, esa convicción de luchar contra todo tipo de opresión, dictadura, discriminación, fascismo, corrupción; contra el totalitarismo que censuraba la libertad de expresión, de opinión. Me oponía también a la educación mediocre, conformista, tibia, que no tenía conexión con nuestra realidad política, social, económica y cultural profundamente desigual en mi país, y por lo tanto sobre todo me oponía a las graves desigualdades existentes entre los seres humanos, la situación de los campesinos sin tierras, los indígenas perseguidos y menospreciados, y la criminalidad del dictador y su séquito. Entonces, se despertó en mí el imperativo de luchar contra estos males.

Esa conciencia de luchar contra los males citados, nació en mí desde los 15 años, en 1987, cuando forme parte de la Pastoral Juvenil de Carapeguá -pequeño pueblo donde nací y realice mis estudios primarios y secundarios-, en el Colegio donde milité en movimientos estudiantiles contestatarios que se oponían a la dictadura del General Alfredo Stroessner, y reclamábamos sobre los presos políticos, y los exiliados. A los 18 años, en 1991, ingresé a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNA (Universidad Nacional de Asunción) y egresé en 1998.

Como universitario milité activamente contra la corrupción y los delincuentes de cuello blanco, participé de decenas de manifestaciones en las calles, en las plazas, dentro del campus universitario, incluso de la llamada toma del rectorado en el 96, donde un grupo de estudiantiles cansados de la alta corrupción del rector y de todo su séquito, para forzar su renuncia, o que la justicia inicie su procesamiento de oficio, ocupamos la sede administrativa del rectorado dentro de la Universidad, donde algunos compañeros iniciaron una huelga de hambre, paralizando todas las actividades académicas y administrativas por varios días. Esto fue en el 96. También en el 96 formé parte del grupo de jóvenes denominados "caras pintadas", que ante la grave crisis política generada por la pelea por intereses económicos entre el presidente Wasmosy y su ministro de defensa el General Oviedo, y el peligro de un golpe de Estado, salimos cientos a las calles, con las caras pintadas con los colores de la bandera patria, a defender el proceso democrático que estábamos viviendo y evitar volver a la dictadura del pasado.

En el 94, a los 22 años, conocí al joven Salvador Medina, oriundo de Capiibary, departamento de San Pedro. De cultura campesina, muy solidario. Le gustaba la música folklórica paraguaya. Detestaba la corrupción y las grandes desigualdades de clase existentes en el país, donde una pequeña minoría acumulaba todas las riquezas y una gran mayoría, sobre todo campesinos e indígenas. Apenas comía. Hicimos juntos un programa de radio, "La Patria Grande", en una radio comunitaria estudiantil "Ko' ê Porã" (bello amanecer) que funcionaba dentro de una residencia universitaria donde ambos vivíamos.

En dicho programa, además de denunciar la corrupción y a los grandes delincuentes políticos, ganaderos, latifundistas, pseudo empresarios, etc, hablábamos de la necesidad de la UNIDAD de todos los pueblos de América, más allá de los estados. De que urgía, si queremos cambiar la historia y situación opresiva e injusta de nuestros países, la UNIDAD de las diversas organizaciones estudiantiles, obreras, campesinas e indígenas de Latinoamérica para formar la "Patria Grande“ soñada por Bolivar, el doctor Francia y los padres de nuestras naciones.

Lamentablemente el 5 de enero de 2001, un sicario, Milcíades Meylin, al servicio de narcotraficantes, asesinó a Salvador Medina sobre la calle 1 de marzo. El amigo y compañero de lucha Salvador caía por las balas del crimen organizado, ya que él tenía un programa de radio en Capiibary donde denunciaba el tráfico de drogas, la deforestación, la terrible exclusión de los hermanos campesinos para el acceso a la tierra y sobre todo a mejores condiciones de vida. Era también informante de su hermano periodista Pablo Medina, quien trabajaba como corresponsal del diario ABC Color. Dos años antes de su muerte, en el 99, conocí la ciudad de Curuguaty y allí me presentó a su hermano Pablo, que en aquel entonces trabajaba como periodista de ABC en el departamento de Canindeyú.

En el tiempo que viví en Curuguaty y estuve trabajando como asistente fiscal (2001-2007), cultivé una sólida amistad con Pablo. Lo visitaba frecuentemente en su oficina de corresponsal del diario ABC Color, sobre todo en horas de la tarde o noche. Fui informante suyo en varios casos emblemáticos investigados por la fiscalía de Curuguaty. Hablábamos de la situación política, económica y social del país. Siempre Pablo se acordaba de su querido hermano Salvador y destacaba su formación integral, sus valores y que había sido asesinado por sicarios al servicio de los narcos, porque sus denuncias radiales y su postura crítica siempre molestaron a los delincuentes de cuello blanco. Cada año, cuando se acercaba el aniversario de asesinato de su hermano, Pablo siempre buscaba espacio en el diario en que trabajaba para recordarlo.

Era el año 2004, vino a Asunción, el director y fundador de la Revista Antimafia Duemila de Italia, Giorgio Bongiovanni. En la casa del amigo y compañero, el activista social y colaborador de Antimafia Dos Mil, Omar Cristaldo, participé de una reunión con un grupo de jóvenes con Giorgio y estuvimos conversando sobre la actividad antimafia en Italia, hablamos sobre el asesinato de Salvador Medina y variados temas. Giorgio desde un principio se interesó por la historia de vida y de lucha de Salvador, sobre su asesinato. Destacó que la fecha de su muerte, 5 de enero de 2001, coincidía con el asesinato del periodista italiano Giussepe Fava, quien también fue ultimado por la mafia.

Giorgio Bongiovanni me manifestó, de manera profética, frente a todos, que me veía en el futuro trabajando juntos en la Antimafia. Ya en otro viaje a Asunción, en el 2005, me pidió que redactara una nota como amigo de Salvador Medina para publicarla en la revista Antimafia Duemila de Italia. Fue mi primer artículo oficial en Antimafia Duemila. Su pedido me sorprendió y conmovió, ya que era la primera vez que iba a publicar una nota en una revista profesional, especializada en mafias y crimen organizado, hoy una de las más leídas en Europa, haciendo realidad un sueño de juventud, de encontrar un espacio para denunciar las injusticias sociales y de luchar contra varios tipos de males de nuestra sociedad actual como el crimen organizado, la corrupción, la mafia, etc. Pero sobre todo caló hondo en mí al pedirme que escriba sobre el asesinato un amigo de alma, Salvador Medina, esa solicitud de reflexionar sobre su muerte en manos de la mafia, despertó mi conciencia de que Salvador fue un mártir del periodismo y pionero de la lucha contra la mafia en Paraguay, y que debíamos intentar seguir su ejemplo desde la militancia social, en este caso como periodista.

En el año 2005 tuve una reunión con Giorgio Bongiovanni, Pablo Medina, Omar Cristaldo, en la casa de este último. Giorgio entrevistó a Pablo sobre el asesinato de su hermano Salvador Medina. Visitamos también la cárcel de emboscada, donde se encontraba recluido el sicario Mylciades Maylin, autor material del crimen de Salvador. Se inició una estrecha relación de amistad y compañerismo entre Giorgio y Pablo. Pablo a partir de este encuentro fue un asiduo colaborador y redactor de la revista Antimafia Duemila .

Luego de conocer a Giorgio hice realidad mi sueño de luchar contra la corrupción, la denuncia de la injusticia social, de la persecución y exclusión de los campesinos, indígenas y muchos trabajadores de condiciones de vida indignas. Y aún superó mis expectativas, pues de la noche a la mañana me encontré involucrado en la lucha contra el crimen organizado y las mafias, contra el sistema criminal integrado como redactor de la revista Antimafia Dos Mil.

El director de Antimafia Duemila, Giorgio Bongiovanni, me inculcó y preparó para este trabajo, pues a través suyo pude acceder a la lectura de la historia de la mafia italiana, que coincide con la historia política de Sicilia e Italia. Pero sobre todo la historia de la antimafia, con sus referentes principales en Italia que dieron la vida por la verdad y la justicia.

Jamás me imaginé poder conocer el legado de lucha de tantos hombres y mujeres italianos que apostaron todo, su propia vida: por la causa de la justicia, contra la mafia, por la defensa de nuestras libertades y por ende de la democracia.

Puedo sostener con seguridad que ese fuego interior que siento de denunciar la corrupción, a la mafia y varios males del mundo, nació en mí a los 15 años cuando recibí la invitación del joven, de cutis blanco, barbudo, de 24 años, Luis Mendoza, de formar parte de la pastoral juvenil, en plena dictadura de Stroessner. Y ese fuego interior creció aún más dentro mío cuando fui llamado por Giorgio Bongiovanni, también de cutis, blanco, barbudo, de la misma edad del amigo Luis, a formar parte de la lucha contra las mafias, en el 2004.

Fui nombrado Asistente Fiscal en el año 2001 para investigar el asesinato del amigo y compañero de lucha en manos del crimen organizado, Salvador Medina. Al ser informante de Pablo Medina, mi amistad con él se acrecentó. Mi primer artículo antimafia fue sobre la vida y el martirio de Salvador Medina. En el año 2007 fui designado Agente Fiscal, en el 2009 participé con Giorgio Bongiovanni, Pablo Medina, Georges Almendras, Giulietto Chiesa, Omar Cristaldo y tantos otros compañeros de lucha del 2do. Congreso Internacional contra la mafia y la corrupción en Rosario, Argentina.

Lamentablemente en el 2014 fue asesinado por sicarios al servicio de la mafia, el amigo y compañero periodista Pablo Medina. Su muerte nos despertó del letargo y la pasividad en que vivíamos muchos en Paraguay y nos hizo tomar conciencia de que vivimos dentro de una democracia falsa, donde quien en realidad gobierna es la mafia a través de una dictadura cruel y sanguinaria, donde muchos justos son asesinados impunemente. Este hecho me hizo comprender que debemos dar toda nuestra vida para desenmascarar a estas mafias que gobiernan nuestros países, denunciar a los corruptores, corruptos y corruptibles. Ya no volver atrás, mirar para adelante y luchar toda nuestra vida o lo que nos quede de tiempo en este mundo para buscar la revolución cultural, civil que necesitamos para que caiga definitivamente la mafia, que como dijera el juez Giovanni Falcone es un fenómeno humano, que, como todo fenómeno, ha tenido un principio y tendrá un final. Y dependerá de cada uno de nosotros que formamos parte de esta gran familia antimafia que su caída sea más lenta o rápida.

Agradezco infinitamente a Giorgio Bongiovanni, Omar Cristaldo, Georges Almendras y a todo el equipo de redactores periodistas de Antimafia Dos Mil del mundo, por haberme dado esta oportunidad de formar parte de esta maravillosa causa de militancia contra uno de los males más atroces de la actualidad, quizás el principal mal de esta sociedad moderna: las mafias.

Auguro que en este año 2022 que se inicia, sea el fin de la mafia, para bien de toda la humanidad.

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*Foto de portada: antimafiadosmil.com / Movilización en la Plaza de la Democracia de Asunción, Paraguay, al mes del asesinato de Pablo Medina, convocada por Antimafia Duemila y Antimafia Dos Mil