La agente Lorena Miño, estando prófuga difundió un video junto a su abogado
 
Anunció que dirá toda la verdad
 
Por Alejandro Diaz-30 de noviembre de 2021

La agente de policía de la Ciudad de Buenos Aires, Lorena Miño, difundió un video donde narra, dramáticamente, su versión de los hechos en torno al asesinato y posterior encubrimiento de Lucas González, el futbolista de inferiores que fue atentado por tres policías de la Ciudad de Buenos Aires, vestidos de civil, en un vehículo particular.

Según la versión de Miño, quien al momento de difundir el video se encontraba prófuga, recibió junto a su compañera Micaela Fariña (ya detenida), un llamado de alerta desde la central donde se convocaba a dar apoyo por un enfrentamiento armado con la Brigada de Policía de la Ciudad. "Eran cuatro masculinos armados dándose a la fuga en una (Volkswagen) Suran azul, según narra la oficial. Cuando llegamos (...) ya estaba la Suran estacionada. Se les pidió que descienda al chofer del vehículo (...) los chicos ya estaban abajo, uno se da a la fuga y los compañeros decían le dispararon a mi amigo, no dijeron que eran policías, eran chorros"

Según la versión de los jóvenes que sobrevivieron al atentado, tres policías vestidos de civil, que no se identificaron como tales, y que se trasladaban en un vehículo particular sin distintivos oficiales, y sin una de las chapas patentes del vehículo, intentaron detenerlos y abordarlos. Ante este intimidante hecho (tres personas armadas), los jóvenes realizaron maniobras evasivas e intentaron alejarse de la amenaza "pensamos que eran chorros (ladrones, ndr)”, dirían los jóvenes. Los policías, vestidos de civil, sin dar la voz de alto, comenzaron a perseguirlos, hecho que quedo registrado en varias cámaras de seguridad. En algún momento de la persecución los policías comenzaron a disparar contra el vehículo de los jóvenes, faltando a toda norma de procedimiento policial. Varios disparos impactaron contra el vehículo, vaya a saber cuántos erraron y se incrustaron contra viviendas de la zona, pudiendo herir a otras personas. Dos de los impactos los recibió Lucas, que iba en el asiento del acompañante, uno en el pómulo derecho y otro en el cráneo. Murió al día siguiente, tenía 17 años.  

Según el relato de los jóvenes, al ver otro móvil de la policía (el de Miño y Fariña), se detienen para pedir ayuda, diciendo lo que todas las versiones narran, que un grupo de "chorros le dispararon a mi amigo".

Prácticamente al instante los tres policías: el inspector Gabriel Alejandro Isassi, el oficial mayor Fabián Andrés López y el oficial José Nieva, prepotearon la situación. Son tres policías de larga data y trayectoria, provenientes de la policía bonaerense y de la Federal. Dos instituciones, lamentablemente, acostumbradas a los procedimientos de gatillo fácil y a los encubrimientos de aquellos miembros que se comportan como delincuentes.

A estos villeritos, hay que darle un tiro en la cabeza a cada uno. Donde tenés la falopa, donde está el arma con la que mataste a tu amigo, fue una de las tantas frases que dijeron los policías durante la detención ilegal de los jóvenes.

Los tres oficiales fueron detenidos acusados de homicidio agravado, intento de homicidio (respecto de los otros tres jóvenes), privación ilegítima de la libertad y de haber fraguado el procedimiento policial.

En una primera instancia, los tres policías acusados por el asesinato, y las dos policías que intervinieron en el hecho, apresaron a los jóvenes y los tuvieron detenidos, de manera ilegal, dentro de un patrullero durante varias horas. En el procedimiento, intervino personal de la comisaria Comunal 4, comisario Romero y subcomisario Inca, además del Comisario Du Santos y el principal Cuevas, responsables de la Comisaria Vecinal 4, a la que también pertenecen Miño y Fariña. Estos seis agentes se encuentran detenidos, acusado de encubrimiento agravado, privaciones de la libertad agravadas y falsedades ideológicas.

Durante el procedimiento, varias horas después de que comenzara, uno de estos seis policías halló una réplica de arma de fuego dentro del vehículo de los jóvenes, detrás de la butaca del acompañante. Este solo indició, que figura dentro de los informes presentados por los policías, remarca la primera mentira de la historia oficial. No hubo tiroteo, puesto que el arma secuestrada ni siquiera era real. Más allá de esto, como figura en la denuncia que investiga el encubrimiento del asesinato, el arma de fantasía fue plantada. Sobre este hecho, en el video, la agente Miño declara desconocimiento absoluto. Alega que ella y su compañera fueron apartadas a realizar tareas de vigilancia en una de las esquinas y por tal motivo son ajenas a cualquier hecho vinculado al encubrimiento. 

Estas maniobras, dejan en evidencia alevosa el accionar delictivo de la policía, no solo de tres delincuentes (ni de tres personas que hicieron algo mal, como dijo la agente Miño) sino tres oficiales de policía de larga trayectoria que decidieron disparar contra un automóvil en movimiento, que a prima facie no representaba peligro para nadie, mientras realizaban un operativo que hasta el momento era ilegal absolutamente. Tres policías, de la maldita policía, realizando detenciones arbitrarias, ¿buscando qué?. El comportamiento sugiere que los policías estaban haciendo lo que cuentan los vecinos: esperar a chicos y grandes, pedirles coimas, sacarles cosas. Peor aún, agarrar a alguno que fue a buscar algún estupefaciente y sacarle dinero a cambio de no detenerlo. En el caso no está en cuestión sólo el discurso de la mano dura, sino también la relación de brigadas y patotas policiales con el delito, escribió Raúl Kollmann en Página/12.

Lo cierto es que, luego de los hechos y las denuncias presentadas por los familiares de las víctimas, la justicia demoro más de 36 horas la detención de los agentes de policía, entorpeciendo la investigación, de manera incompetente en el mejor de los casos, de manera criminal, colusiva, en el peor de los casos. Durante 36 horas, los agentes de policía involucrados en el asesinato de Lucas pudieron esconder pruebas, alterar documentos, ¿y cuánto más? Siempre, luego de este tipo de casos se realizan análisis de sangre para determinar el estado de sobriedad de los agentes. ¿Estaban drogados? Lamentablemente, no lo podremos saber a ciencia cierta, pero, lamentablemente también, debemos sospecharlo.

La agente Miño, es una oficial de policía, que teme por las represalias no de la justicia a la que se acaba de entregar; le teme sino a las prácticas oscuras de un aparato represivo que sostiene la conducta delictiva, fascista, racista y criminal de la dictadura. Estos criminales infiltrados en el Estado, son los que portan las armas que deberían custodiarnos. Pero lo cierto es que como demuestran los hechos, en el grueso de los casos, estos policías no están preparados para portar armas. No tienen el entrenamiento, la vocación, ni la preparación psicológica para realizarlo. La oficial Miño, un agente armado, teme a otro delincuente. 

¿Esto es la generalidad? ¿Esto es la normalidad? ¿Hasta cuándo vamos a tolerar una policía discapacitada armada en la calle? No se necesita un arma en la cintura para patrullar la ciudad. Así, quizás los agentes de policía no se verían obligados a plantar armas, cada vez que cometen un delito.

Ojalá, la agente Lorena Miño tenga el coraje de declarar la verdad.

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*Foto de portada: diario26.com