Por Alejandro DÍaz-12 de octubre de 2021

El 16 de octubre de 2014 el fotoperiodista Pablo Medina enfrentó por última vez la cara del narcoestado paraguayo. Aquel día, la racionalidad de la violencia contra la que Medina se enfrentaba cumplió con sus objetivos anunciados. Aquel día, años de amenazas, persecuciones, aprietes e intimidaciones llegaron al límite. Aquel día, alguien, desde algún despacho lejano, bajó el pulgar y las vidas de Pablo Medina y de Antonia Almada se volvieron martirio.

Aquel día desde temprano Medina se encontraba recorriendo los territorios del departamento de Canindeyú, al límite con el estado brasilero de Mato Grosso del Sur, uno de los territorios del Paraguay más afectados por la influencia del crimen organizado. Desde la mañana visitó vecinos, recogió testimonios, y en su andar periodístico -recabando informaciones para sus artículos- entregó a aquellas personas las esperanza de que alguien, todavía, les daría voz a sus penurias. A Pablo lo conocían todos en la región, todos sabían quién era, y a qué se dedicaba. Todos conocian su historia y la de su familia, que para aquel entonces contaba con dos hermanos asesinados: Salvador, quien también era periodista y fue asesinado en el 2001; y Digno Salomón, que era docente y también participaba de la resistencia cultural contra el narcoestado, y fue asesinado en el 2002.

Aquella mañana de octubre de hace siete años, Pablo recogía a Antonia Almada y a su hermana Ruth. Desde hacía algunos meses Antonia venía colaborando con el periodista; ella, joven y curiosa, tenía un profundo sentido de la justicia. Juntos viajaron en la camioneta blanca que manejaba habitualmente Medina. Pasado el mediodía, se dirigían hacia la localidad de Curuguaty. Estando aproximadamente a 55 kilómetros de su destino fueron interceptados por dos hombres, en un camino rural, en un paraje desolador, a las afueras de un pequeño balneario que se llama Villa Ygatimí. Eran alrededor de las 14:30 hs.

En ese momento son interceptados por dos individuos (vistiendo ropas militares, o similares) que llegaron al lugar tripulando una moto. Pablo sabe que en la zona son frecuentes los retenes militares, por lo tanto, frena la marcha de su vehículo. Desde hace algunas semanas Medina había sido abandonado por las instituciones, y la custodia policial que tenía asignada para preservar su vida había sido quitada. A Pablo lo dejaron solo. Perdón, lo acompañaron hasta el fin las hermanas Almada. Pero quienes ocupaban lugares de influencia y quienes tenían poder de decidir sobre la custodia del fotoperiodista, lo abandonaron a su suerte... ¿quizás dándole una clara señal al narco de que la “zona” estaba liberada? Este abandono, en el contexto de un periodista latinoamericano, amenazado a muerte por estructuras criminales, más que abandono es, en definitiva, complicidad.

Aquellos meses, el foco de las investigaciones que realizaba Medina, estaban centradas en el clan Acosta, una estructura criminal de constitución familiar de la zona, dedicada principalmente al narcotráfico con control político-institucional y narco militar, en los territorios de Ypejhú. Ypejhú, es un pequeño pueblo de frontera, que está prácticamente unido a la localidad brasilera de Paranhos, convirtiéndose en un punto estratégico para unir las actividades e intereses del narcoestado paraguayo, y de las bandas narcocriminales del Brasil, cada vez más presentes en el suelo guaraní.

El clan Acosta, a fuerza de violencia domina la vida institucional y social del territorio paraguayo. El padre del clan, Vidal Acosta, heredó una estructura criminal que históricamente operó bajo la tutela de Fernandinho Beira Mar, fundador del Comando Vermelho, la banda narcocriminal nacida en Río de Janeiro. Vidal Acosta a medida que sus hijos y sobrinos iban creciendo se fue consolidando. Gracias al padrinazgo político de sectores del Partido Colorado dominado por Horacio Cartes, Vilmar “Neneco” Acosta, el delfín de la familia, asumió como intendente de Ypejhú en noviembre de 2010, en un marco electoral completamente irregular. “Neneco”, desde ese entonces, “jefe de la familia”, gozaba de la protección de los hermanos Carlos y Cristina Villalba, avanzadas figuras del sistema político. Carlos Villalba ocupaba la intendencia de La Paloma, y es desde siempre un peso pesado de Canindeyú. Cristina es legisladora por el departamento, y durante le gestión presidencial de Horacio Cartes, se desempeñó como jefa de bancada de la facción 'Honor Colorado', la agrupación política dentro del Partido Colorado, que responde a Cartes con lealtad incondicional.

Durante cuatro años 'Neneco' Acosta ejerció su intendencia a pesar de las constantes sospechas y evidencias que vinculaban a su núcleo familiar a las actividades criminales. En agosto de 2010, prácticamente con el mandato cumplido, Acosta se predisponía a la reelección. Su principal opositor político, Julián Núñez, quien había sido intendente en el mandato anterior, realiza una fuerte campaña denunciando las actividades ilícitas del clan Acosta. El primero de agosto Julián Núñez fue violentamente asesinado por un tiro de escopeta en la vía pública, su cuerpo yació sobre el piso más de cinco horas, hasta que la asistente del fiscal, Patricia Stanley, quien era novia del abogado de 'Neneco', ordenó levantar el cuerpo.

Pablo Medina dio una importante cobertura periodística sobre este hecho de violencia política, que marcó un nuevo nivel de complejidad para el clan Acosta.

Y aquel mediodía, del 16 de octubre de 2014, al ser interceptados por los hombres en motocicleta, Medina frenó, y se dispuso una vez más a enfrentar la violencia con paz. Wilson Acosta Marques, hermano de 'Neneco', se acerca sobre el lado del conductor, y pregunta: “¿Sos Pablo Medina, el periodista de ABC Color?”, Pablo responde que sí, e inmediatamente una de las estructuras criminales del narcoestado paraguayo abre fuego sobre el periodista a través de Wilson Acosta, que descarga con furia varios disparos de escopeta sobre el cuerpo del colega. Del otro lado del vehículo, Flavio Acosta Riveros, sobrino de Vilmar y de Wilson, dispara su 9 mm sobre las víctimas. Ambos sicarios suben a la moto y huyen.

La escena es terrible, el rojo de la sangre y el rojo de aquella tierra colorada vuelven a mezclarse. Dentro del vehículo, Pablo herido de muerte apoya su cabeza sobre el volante. Antonia agoniza, tardaría largo momento en espirar su ultimo respiro, con tan solo 19 años. En aquel paraje desolador, Ruth, quien había permanecido oculta en el asiento trasero, enfrenta la inmensidad de una escena que será historia; gracias a una llamada telefónica que realiza es que se acerca ayuda. Serán sus palabras y su valiente testimonio, la base fundamental que permitirá dar inicio a la caza de los sicarios que todos allí conocían perfectamente.

La fiscal Sandra Quiñonez se hizo cargo del caso y pese a las dificultades que lo rodeaban, quizás no tanto de tenor legalista o técnico, pero sí político, logró avanzar en tiempo récord para que la justicia paraguaya comienzara a actuar; y rápidamente, se dispusieron medidas para 'dar de baja' al clan Acosta. Esta 'brillante' tarea en materia judicial le representaría a Quiñonez un importante ascenso, porque antes de que el caso se terminase de resolver, ya en 2018 Horacio Cartes, entonces presidente del país, elegiría a Quiñonez como Fiscal General de Nación. Desde este cargo, Quiñonez, sería constantemente denunciada por sectores de la oposición y del activismo, como una pieza clave del engranaje de impunidad que rodea al mandatario tabacalero y sus adláteres.

Vilmar 'Neneco' Acosta Marques, otrora intendente de Ypejhú, fue el primero en caer. Acusado de ser el autor intelectual del asesinato de Pablo y de Antonia, fue capturado en Caarapó, Brasil, el 4 de marzo de 2015. En todo ese tiempo en que el intendente narco permaneció prófugo sostuvo una fluida comunicación con la diputada Cristina Villalba, quien negaría y mentiría al respecto, como demostraron las evidencias sobre la duración y la repetición de las comunicaciones entre ambos. Villalba alegaba que las comunicaciones eran para que 'Neneco' se entregara. Finalmente, una vez detenido por la policía brasilera, 'Neneco' fue  extraditado al Paraguay, recién el 17 de noviembre de ese mismo año. Es decir, ocho meses después de haber sido detenido.

Antonia Almada y Pablo Medina

El juicio del exintendente colorado fue rápido e intenso, la condena llego en el mes de diciembre de 2017. La sentencia marcó veintinueve años de cárcel y diez años de medidas de seguridad por ser hallado culpable en calidad de instigador de los asesinatos de Pablo Medina y de Antonia Almada. Actualmente Vilmar 'Neneco' Acosta se encuentra recluido en el penal de Itacumbú, de Asunción. Por delante tiene un total de 35 años por cumplir entre rejas, tomando en cuenta que la sentencia completa fue de 39 años de prisión.

Wilson Acosta Marques, hermano de Vilmar, sicario, fue detenido en mayo de 2020 en Brasil, en el estado de Mato Grosso. La Justicia paraguaya solicitó su extradición para ser juzgado en el país, pero fue denegada. El fiscal de Asuntos Internacionales expresó a la redacción Antimafia que, en el caso de Wilson Acosta, la justicia brasileña aún no decidió si será juzgado en juicio oral o no. Se aguarda que en algún momento sobrevenga el juicio, pero en territorio brasileño. La idea de que sea condenado en el Paraguay se va diluyendo año tras año.

En cuanto a Flavio Acosta Riveros, sobrino de Vilmar y de Wilson, y segundo sicario, fue apresado en Pato Branco, Brasil, a unos 600 km de Ypejhú, en enero de 2016. Quien lo entregó fue su concubina que lo denuncio luego de que Flavio le agrediera salvajemente con una herramienta mecánica. El sicario, tiene nacionalidad brasilera, por lo que no pudo ser extraditado, y como en el caso de su pariente, se aguarda, que sea sometido a juicio, también en territorio brasileño, a menos que surja algún imprevisto favorable a la acusación, y al cometido de que sea condenado en el Paraguay, como su par “Neneco” Acosta.

En diciembre de 2017, Carlos Martínez, juez penal de garantías de Curuguaty, Paraguay, presentó ante el área de asuntos internacionales de la Corte Suprema de Brasil un exhorto solicitando que Flavio Acosta Riveros sea juzgado por el doble crimen. Esto es posible gracias a acuerdos en materia judicial entre ambos países. Por este motivo, la redacción de Antimafia Dos Mil Paraguay había consultado en 2018, al agente fiscal Manuel Doldan, encargado de la Dirección de Asuntos Internacionales del Ministerio Público quien nos ilustró que la expectativa de pena máxima sobre Flavio Acosta era de 30 años, de pena privativa de libertad. Explicó que se obtuvo la "pronuncia" de la Justicia Federal de Paraná “que decidió elevar el caso a la Corte del Jurado Popular”. Como decíamos al comienzo, hasta la fecha el juicio continúa sin condena.

Arnaldo Javier Cabrera López, era el chofer de 'Neneco' Acosta. Fue acusado y condenado en marzo de 2016 a cinco años de prisión por el delito de 'omisión' de dar aviso de un hecho punible, a través de un procedimiento abreviado por el juez penal de garantías Carlos Martínez. Su celular había sido utilizado por 'Neneco' para coordinar la ejecución del fotoperiodista; así mismo fue sobreseído definitivamente en relación al asesinato de Pablo y Antonia, en gran medida por la colaboración con el Ministerio Público, revelando importantes informaciones sobre las actividades del clan Acosta. Cabrera cumple su pena en instalaciones de la Agrupación Especializada.

Antonia Almada y Pablo Medina

A siete años del asesinato de Pablo Medina y Antonia Almada, pese a la condena lograda contra 'Neneco', la justicia sigue sin indagar en las relaciones políticas e institucionales de alto nivel necesarias para que el clan Acosta llevara adelante no solo este atentado, sino una veintena de años de crímenes aberrantes, gozando de total impunidad.

Huelga preguntarnos: ¿Hasta qué niveles del narcoestado llegan las responsabilidades sobre el asesinato de Pablo Medina y Antonia Almada?

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*Foto de portada: Twitter-Telefuturo

*Foto 2: abc.com.py

*Foto 3: antimafiadosmil.com