Por Jean Georges Almendras-8 de junio de 2021

En los últimos días, no hubo medio periodístico argentino (y uruguayo también, pero ya más cercano a estas fechas) en el que no se hubo escrito o hablado del exasesor judicial de Macri, y hoy todavía diputado del Parlasur, Fabián Rodríguez Simón, más conocido como “Pepín”, de quien se ha dicho y se dice que se encuentra bajo investigación, nada más ni nada menos, que por las presiones del gobierno de Cambiemos al Grupo Indalo. “Pepín”, apodo que lo hace hasta simpático, obviamente que no dudamos que lo sea, aunque de ahí a suponerlo un santón y distante de las matufias que hoy se imputan a la administración Macri, todavía hay un muy largo trecho, porque hay abundantes cosas a definir. No obstante, de todos lados hace agua su perfil, como figura que fue del macrismo, y los problemas le llueven, copiosamente, dándole a su historia personal e institucional un impacto mediático, que por momentos parecen hacerle zozobrar en el medio del tsunami en el que se encuentra sumergido, dando idas y contra marchas, y braceando con desesperación (diríamos cìnica) para salir a flote. Son por demás específicos los cargos en su contra, pero con su cara infantil y sus ojitos de “yo no hice nada” el renombrado “Pepín”, que ahora se encuentra en el Uruguay, vino dibujando sus estrategias jurídicas y mediáticas, al punto, que pudo sortear principalmente un pedido de extradición desde ámbitos judiciales argentino, razón por la cual ahora (además de no estar habilitado para salir del país) deberá constituir domicilio en esta orilla del Plata, y además entregar su pasaporte, al menos hasta que se resuelva sobre su pedido formal de refugio (por “supuestas razones políticas”) el que se encuentra a estudio.

En Montevideo, fue la Jueza especializada en Crimen Organizado de Montevideo, Adriana Chamsarian, la que se puso sobre sus espaldas dejar en suspenso el proceso de extradición a la Argentina, dando vìa libre a que se estudie si la gestión de su eventual asilo resulta viable, lo que para “Pepín” sería lo más saludable, en el entendido de que lo que procura (a toda costa), es evitar regresar a su país, donde de hecho, deberá enfrentar un juicio por amenazas y extorsiones a los accionistas del Grupo Indalo, dueño de C5N y Radio 10.

Hay una cosa bien clara, según las informaciones que provienen de la vecina orilla: por ahora “Pepín” estará atento a los trámites relativos a su futuro, en libertad, porque la resolución de la jueza uruguaya no hace referencia alguna a la orden de detención dictada contra él, por su par María Servini, junto con la solicitud de extradición, que como decimos al comienzo, no fue concedida por la magistrada uruguaya. Sin perjuicio de todo este complejo punto en el que se encuentra Fabian Rodríguez Simón, cabe recordar, que, si en el Uruguay se rechaza categóricamente su asilo, está en puerta su retorno a la Argentina, con todo lo que ello implica.

En ese contexto, “Pepín”, no tiene limitados sus movimientos dentro de territorio uruguayo, y además Interpol hasta el momento que redactamos estas líneas tampoco ha dado curso a su captura ni tampoco ha emitido una alerta roja en su contra.

Recientemente, en territorio uruguayo, el operador judicial de Mauricio Macri se presentó en el juzgado de la cual es titular Chamsarian, y allí se le comunicó detalladamente aspectos sobre el pedido de detención y extradición. Y hay que señalar, además, que la decisión sobre el pedido de protección podrá ser tomada por la propia jueza -según lo que marca la Ley de Refugiados del país vecino- aunque previamente deberá recibir un informe de la Comisión de Refugiados (CORE), dentro de los noventa días a la fecha de la audiencia, en la que “Pepín” se presentó ante este órgano, es decir el pasado 6 de mayo del corriente.

La defensa de “Pepín”, argumenta, para obtener las bondades del refugiado político, que su patrocinado es un perseguido político y que peligra su libertad e integridad física, pero en el expediente que se tramita en la sede judicial argentina de la calle Comodoro Py, la señal en ese sentido es muy opuesta. Es decir, que no está en el horizonte, en Argentina, la posibilidad de ser detenido, ni él ni ningún otro imputado, estando entre ellos el mismísimo expresidente Mauricio Macri.

Desde Argentina se informó, que, en ocasión de la audiencia, en la que “Pepín” presentó el inicio de su gestión, para ser declarado refugiado político, se adosaron a los documentos formales, tres informes que justificarían su solicitud. Los informes pertenecen a tres prestigiosos juristas: Didier Opertti, abogado, excanciller y exministro del Interior del Partido Colorado; Martín Risso, un especialista en derechos constitucional, exdecano de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica; y Gonzalo Fernández, excanciller, ex ministro de Defensa y exsecretario de Presidencia en el gobierno frenteamplista de Tabaré Vázquez. Entre los argumentos planteados por estos especialistas se mencionan, como puntales, que “Pepín” padece una suerte de “presión mediática y oficial” que “afectan el debido proceso” y que pondrían al actual parlamentario del Mercosur en riesgo. En riesgo, no solo de comprometer su libertad (y pasar a ser un detenido y procesado por la Justicia), sino además de perder su calidad de parlamentario del Mercosur, que no sería poca cosa.

Lo particular, de todo este panorama, es que la jueza argentina Maria Servini, llegó a emitir una orden de detención y una declaración de rebeldía (cuando “Pepín” anunció públicamente que no vendría a la indagatoria, pese a que antes había consignado en la causa que tenía un pasaje para volver el 15 de mayo); y, además, en el pedido de extradición, la jueza subrayó que no hay ninguna persecución ni delitos políticos en juego.

Al momento de publicarse este artículo “Pepín” vive su tiempo de incertidumbre. Los medios argentinos siguen atentamente sus pasos. Cuando no surgen novedades, sigue siendo el diputado del Parlasur que está bajo la mira de la justicia argentina y que se encuentra en Montevideo, con ojo atento a las decisiones que lo pondrían o no, contra las cuerdas.

Pero mirando hacia atrás, hay un hecho bien claro como el agua: en la sede judicial argentina, cuando “Pepín” comenzaba a brasear para llegar a la orilla de los refugiados, pregonando a todos los vientos que era literalmente un perseguido, se recibió un informe, que además de contundente, resultaría ser comprometedor para su futuro. En el informe se destacaba un análisis del entrecruzamiento de los llamados telefónicos suyos y los demás imputados, entre ellos Macri, el exjefe de asesores José Torello, el exvice jefe de gabinete, Mario Quintana, los extitulares de la AFIP Alberto Abad y Leandro Cuccioli, segundas líneas y empresarios como Nicolás Caputo, Ignacio Rosner y Orlando Terranova.

Pero más atrás aún, está la eventualidad de que se compruebe que la agenda suya muestre a las autoridades (a la Justicia) que él (como secretario de Macri) definía la estrategia de acoso a opositores políticos.

“Pepín” está imputado, de acuerdo a testimonios contundentes, como presunto autor de posibles amenazas y extorsiones (aunque Macri de eso ha dicho que “solo quería cobrar impuestos a las empresas del juego”).

“Pepín”, incluso (según Página 12) entró en escena en una causa que venía esquivando. La causa en la que se investiga si se delinearon estrategias para disciplinar al sistema judicial. Esta causa, que fue radicada en el juzgado de María Eugenia Capuchetti y delegada en la fiscalía de Picardi, acumularía documentación y testimoniales que llevarían a reconstruir el ataque a varios jueces del fuero laboral, en especial aquellos que reconocían paritarias y se pronunciaban en sus sentencias en contra de los despidos. Se registraron denuncias públicas (hasta en boca de Macri) y pedidos de juicio político que más tarde se extendieron a jueces y juezas de otros fueros, a saber: la jueza de Casación Ana María Figueroa, la jueza federal Martina Forns y la camarista civil Marcela Pérez Pardo (exesposa de Eduardo Freiler, camarista de Comodoro Py, destituído por el macrismo. Y, por si fuera poco, de esta causa se destaca la declaración testimonial del fiscal Gabriel de Vedia, quien, bajo juramento de verdad, sitúa a Rodríguez Simón como un poderoso detrás de la ofensiva para expulsar a la exprocuradora Gils Carbó. Y hay evidencias sobre el particular: el fiscal Picardi tiene en su poder un testimonio clave. En él, se confirma que De Vedia mantuvo un encuentro el 26 de octubre de 2017 con “Pepín” en la Casa Rosada y del que se fue con una amenaza para la jefa de los fiscales.

“Pepín”, se dice en una crónica de Página 12, fue una fuente de consulta casi permanente de Mauricio Macri durante el último período de su gobierno (cuando los conflictos judiciales ya empezaban a asomar con fuerza). Se ha dicho que los encuentros frecuentes surgen de un escaneo del teléfono del secretario privado de Macri, Darío Nieto, incorporado en la causa de espionaje que hasta hace unas pocas semanas tramitó en Lomas de Zamora y muestran que Rodríguez Simón estuvo presente en momentos en que se discutían las estrategias frente al Correo Argentino, Peajes o Panamá Papers (causas que ponían a Macri a ambos lados del mostrador) o que en oportunidad de la investigación de Alejo Ramos Padilla pateó el hormiguero de la política, de la justicia y hasta de los servicios de inteligencia.

En consecuencia, la mochila que lleva sobre sus espaldas Fabián Rodríguez Simón, alias “Pepín”, es pesada, no hay duda. Le llovieron piedras, en la Argentina; y acá en el Uruguay, según trascendió, el propio presidente Lacalle había enviado señales muy claras de que sus intenciones no apuntaban a poner palos en el carro, refiriéndose a la extradición o al pedido de refugio, cuya última palabra la tendrían las autoridades competentes (es decir la Justicia y la Comisión de Refugiados, CORE).

El polémico personaje ahora está en la dulce espera. Con un futuro incierto, pero seguramente, también con algún recurso para eludir los mil y un obstáculos que penden sobre su cabeza, porque es notorio y archi conocido, que “Pepín” (que no solo es un verdadero experto para atiborrarse de problemas o vincularse a extremos y nada santos asuntos de Estado, partiendo de la intrigas que lo rodean y que no le son ajenas, o al menos cercanas a su perfil dentro de lo que fue la administración Macri) es de hecho, y casi por antonomasia, la punta del iceberg de un entramado sobrado en senderos sinuosos y harto controvertidos, de un sub mundo, en el que nada tiene que hacer (ni ver) un ciudadano común argentino.

Y “Pepín”, precisamente, no es un ciudadano común. Es “Pepín”, el que fuera una pieza del engranaje de un peso pesado, de la política argentina, de nombre Mauricio Macri. Su hombre “clave, en la persecución judicial del macrismo”, en palabras de las periodistas Irina Hauser y Luciana Bertoia, de Página 12, a la hora de titular uno de sus artículos.

Ayer un intrigante perseguidor, hoy un perseguido, según su calificativo. La doble faz de una misma hoja. Una hoja con un nombre y un apellido. Un nombre y un apellido, mediático, controvertido, inigualable y por si fuera poco, aparentemente, un elegante escurridizo.

“Pepín” Fabián Rodríguez Simón, que en “paz” ahora espera. Espera, que, si los buenos vientos no le son ausentes, de buenas a primeras levantará cabeza y saldrá airoso, sin tener que llegar al extremo de poner los pies en polvorosa, o mucho más, entre rejas.

El desafío está planteado. Veremos, entonces, cómo seguirá la novela de “Pepín”. Si es que sigue, claro está. O si es que dejan que siga.

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*Foto de portada: www.diariopatagonico.com