lazaroPor Jean Georges Almendras -5 de enero de 2017

En cuanto a procesos judiciales se refiere, vinculados a ciertas personas, en un determinado momento las dudas sobran y las confusiones se agudizan y se incrementan. Y por si fuera poco, la verdad o las verdades, corren riesgo de distorsionarse, diluirse en el tiempo o literalmente nunca salir a la luz pública. Y lo más grave que podría llegar a ocurrir es que después de correr tanta agua bajo el puente,  uno como ciudadano que está mirando (todo este enredo judicial y mediático) desde afuera, puede estar a un paso de desconfiar de todas las versiones de los imputados y hasta de todos o de algunos de los pronunciamientos de la justicia, por aquello de las conspiraciones y de las malas intenciones. Y entonces nos preguntaremos (o ya nos estamos preguntando): ¿A quién tenemos que creer?¿ A los acusados o a los jueces y fiscales?¿Las pruebas que se presentan son reales o son plantadas? ¿Los descargos que se presentan son tales o son simplemente formalidades cargadas de mentiras y demagogias jurídicas? En la Argentina de hoy (aunque también podríamos citar otras realidades del planeta) los casos Lázaro Báez y Cristina Fernández no escapan a este panorama y a estas probabilidades. Ya ha transcurrido bastante tiempo y las idas y venidas de los protagonistas, con audiencias, allanamientos, detenciones e indagatorias, no han hecho otra cosa que generar más recovecos y más incertidumbres. Mientras tanto, quienes están detenidos, viven su encierro, obviamente muy estresados. Y nosotros, que insisto, la vivimos desde afuera, seguimos paso a paso el curso de las investigaciones que periódicamente arrojan novedades y nuevas vueltas de tuerca. En esta oportunidad, si nos referimos al caso Lázaro Báez, surgieron nuevas resoluciones judiciales: el procesamiento número tres del empresario, esta vez por evadir 33 millones de pesos en 15 de sus empresas, por concepto de aportes previsionales. Y además, un embargo millonario. Así de simple.

Los diarios argentinos, tanto los que bombardean al empresario Báez (y al kirchenismo y al cristinismo) como los que no lo hacen, consignaron que  el juez en lo Penal Económico Dr. Ezequiel Berón de Astrada lo procesó por no cumplir con los aportes de los trabajadores de 15 empresas, y que la resolución alcanza a su hijo Martín Báez y al presidente de Austral Construcciones, Julio Mendoza, dictándose un embargo por 33 millones de pesos, equivalente a unos 2, 07 millones de dólares. Obviamente, estas resoluciones –detalladas en unas 230 páginas que se adosaron al voluminoso expediente de Báez-  serán apeladas por la defensa del empresario, no bien termine la feria judicial.

Como se recordará, Lázaro Baéz cumple prisión preventiva desde abril del  pasado año por presunto lavado de dinero. En ese contexto y tras el día de su detención, y sin perjuicio de que las investigaciones  comenzaron a correr vertiginosamente, se inició un expediente por parte de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP).

Precisamente la AFIP, según lo señalan los despachos internacionales, explicó, en una nota de prensa que la resolución del juez Berón de Astrada sobrevino en función de haberse corroborado la retención de los aportes de los trabajadores, en relación de dependencia, por una suma cercana a los 230 millones de pesos, equivalente a unos 14,43 millones  de dólares. Se informó que esta voluminosa suma de dinero, presuntamente no era ingresada al Fisco o se ingresaba con posterioridad a los plazos establecidos por Ley, configurándose en ambos supuestos el “delito previsional”.

No hay que olvidar: primero, que la Ley Penal Tributaria prevé una pena de dos a seis años de prisión para este tipo de delitos; y segundo que el magistrado actuante destacó -según comunicado expreso de la AFIP- que todas las sociedades habrían estado integradas por personas físicas que habrían intervenido en las mismas a pedido de Báez  (quien además poseía la calidad de socio privilegiado)  en otras de representante legal y en otras la de administrador de hecho.

¿A Báez, hijo  qué se le tipificó?.El magistrado Ezequiel Berón de Astrada lo procesó como “autor o instigador” mientras que a Julio Mendoza –presidente de una de las empresas de Báez- le tipificó el mismo delito. Al hijo de Báez, se le trabó embargo sobre sus bienes por  29 millones de pesos, equivalente a 1.81 millones de dólares, y a Mendoza por 24 millones de pesos, equivalente a 1,5 millones de dólares. A eso se suman, respectivamente, responsabilidad penal y embargo de varias de sus empresas.

Dan pavor todas estas cifras. Y la capacidad económica de los  Báez y de otras personas, relacionadas con el escenario empresarial  (que está  bajo la lupa de la Justicia y eventualmente inmerso en  toda una madeja de maniobras, presuntas corrupciones y manipulaciones políticas) asusta literalmente. Y no nos llevemos a engaño, porque kirchenistas o no kirchenistas (con todos estos episodios sobre el tapete público) verdaderamente deben estar viviendo momentos cargados de sorpresas y de interrogantes, y un malestar ciudadano mayúsculo, cuando no partidario.

¿Será posible que el hombre de confianza del ex presidente Néstor Kirchner y principal adjudicatario de obra pública en la provincia de Santa Cruz (un verdadero bastión del kirchenismo) haya llevado una gestión sobrada en corrupciones? Los procesamientos que fue sumando Báez, desde abril del pasado 2016 a la fecha, generan sospechas. Y si realmente se confirma toda esa andanada de ilícitos citados en las resoluciones de los procesamientos dados a conocer, seguramente sobrevendrán  contundentes desilusiones y muchos velos se irán cayendo, en una Argentina macrista y que no necesariamente es un dechado de virtudes y santidades. Y esto también hay que decirlo y admitirlo, porque la vida política en la Argentina se ha caracterizado por ser una verdadera bomba de tiempo y una caja de sorpresas. Antes de la dictadura de los setenta,  y después, porque la dictadura tiene su propia impronta. Una impronta en la que el terror y la corrupción conformaron un cóctel de sangre y de muerte, demoledor y repugnante, y de consecuencias horrendas.  

Retomando el caso Báez, haciendo historia, digamos que la investigación en torno a las actividades comerciales bajo la sospecha de maniobras de lavado de dinero se inició en el 2013 en oportunidad que el financiero Federico Elaskar reconoció, en un programa televisivo, haber sacado del país millonarios fondos de Báez a través de sociedades inscriptas en Panamá, algo que posteriormente negó ante la Justicia. Pero luego, el caso tomó fuerza, especialmente cuando por diferentes medios televisivos se difundieron registros gráficos (filmaciones del año 2012) en la que se observan a varias personas vinculadas a Báez contando fajos de billetes, millones de dólares, en una financiera de Buenos Aires.

En abril del pasado 2016 Lázaro Báez fue detenido y de esa forma, el empresario más otras personas allegadas a él y a sus actividades, fueron la piedra del escándalo. Un escándalo que alcanzó inevitablemente a Cristina Fernández, y a quien fuera su esposo, el abogado y ex presidente Néstor Kirchner. Un escándalo que se esparció por todos los rincones de la Argentina y de la región (y del mundo) levantando críticas a granel  (obviamente, a su gestión) y apoyos. Esos apoyos que en medio de la tormenta la señora ex presidente supo capitalizar y  transformar –hábilmente-  en una suerte de micro campañas políticas, a las puertas mismas de la sede judicial de la calle Comodoro Py, donde periódicamente se presentaba a declarar.

Desde el año 2013 a la fecha han transcurrido tres años. Tres años de audiencias y de polémicas. Y como si se tratase de una telenovela, también el pueblo argentino ha asistido (y ha participado) no solo de las algarabías del  gobierno de Cristina Fernández (nada menos que la viuda de Néstor Kirchner) sino también de los descontentos y de los misiles lanzados por los opositores y por quienes disentían de su gestión. La gestión gubernamental de una mujer que –es honorable y justo también decirlo- , buscando seguir con las políticas de gobierno de su extinto cónyuge, puso ciertas cosas en su lugar: tanto en la economía nacional, como en la cultura, de un país en el que los más desamparados y las clases populares parecían estar sumergidas en otro mundo, y sin ser consideradas en muchos aspectos, por los gobernantes que precedieron a los Kirchner. La gestión de una mujer que tuvo carisma y resultó ser muy prometedora, hasta que los escándalos comenzaron a salir a la luz ¿Para echar más luz sobre su gobierno o en definitiva para opacar todo lo que hizo en positivo? Eso, ahora, está por verse. O mejor dicho, está en camino de verse.  

Lo que nadie imaginó, y quizás ni la  misma oposición (y hasta ni la misma Cristina Fernández ¿por qué no?) es,  que detrás de tanta popularidad y de tanto carisma en la Casa Rosada, parecía existir una trastienda de corrupción integrada por otras personas muy allegadas a la pareja presidencial. ¿Una pareja presidencial  ajena o vinculada a esa trastienda?. Eso, ahora, está por verse. O mejor dicho, está en camino de verse.

Y tanto fue así que llegamos a los hechos que hoy son noticia: la administración Kirchner- Fernández, indudablemente vive el tiempo de la verdad. Está bajo el ojo de la justicia y bajo el ojo del pueblo que llevó al poder a esos dos líderes de una corriente política que causó impacto y movilizó, y  sigue  movilizando (pese al triunfo del macrismo) a millones de argentinos. ¿Porque fueron dos períodos de gobierno  con el sello anti imperialista y de raíces y esencia progresista? Por cierto que sí. Y es por esa misma razón que todo esto asombra. Y es por esa misma razón que muchos se quedaron estupefactos, con las malas nuevas provenientes del círculo de confianza de Néstor y Cristina.  

Solo que ahora, todas estas investigaciones  en torno a los hombres de confianza del kirchenismo y de su máxima cabeza, Cristina Fernández, podrían alterar la balanza notoriamente. Gústenos o no nos guste.

¿Hubo corrupción lisa y llana? ¿Hubo y hay una conspiración política y judicial, lisa y llana (como lo dice la misma Cristina Fernández) para hacerla añicos a ella y a lo que representa ideológicamente?. Eso, ahora, está por verse. O mejor dicho, está en camino de verse.

Cuando concluyan los procesos de la Justicia, lo veremos. Eso esperamos todos. Ajenos e involucrados. Claro está, confianza en la justicia, de por medio. No hay otra.

*Foto de portada: www.clarin.com Gustavo Ortiz