Falleció en la Argentina Carlos Saúl Menen, expresidente y senador vitalicio

Por Alejandro Díaz-14 de febrero de 2021

Dejó de existir en las últimas horas Carlos Saúl Menem, expresidente de la Nación, senador “vitalicio”, creador de un modo de corromper la política: robar para la corona.

Me disculpo si mis adjetivaciones en manera alguna ofenden al lector, pero no encuentro otro calificativo para una persona que siendo presidente de la Nación encubrió el asesinato de su propio hijo, como lo declaró en su momento Zulema Yoma, en ese entonces esposa del exmandatario.

La historia de Carlos Saúl Menem recorre un mundo y un submundo donde la corrupción, la impunidad y, por sobre todas las cosas, el amiguismo político fueron el hilo conductor de una red de poder que defendió a los criminales de lesa humanidad de la dictadura, que desmanteló la capacidad productiva del Estado, que entregó concesiones abusivas a los grupos empresarios para la explotación y apropiación de los recursos estratégicos naturales. Una red criminal que convirtió a obreros sindicalizados en sindicatos empresariales, que desmanteló los ferrocarriles, las fábricas y los circuitos productivos regionales, llevando provincias enteras del país al atraso.

Miles de jóvenes y profesionales, formados en un sistema educativo público de prestigio internacional, fueron forzados a la precariedad laboral, a la falta de expectativas y a una cultura individualista producto del miedo. El menemismo fue una maraña que infestó la política de payasos, cantantes y reidores que destruyeron el diálogo político y sumieron el debate parlamentario en una suerte de polémica de bar. Una red que condenó la independencia del Poder Judicial, a ser una lista de lacayos en una servilleta. Una banda de chacales que permitió la proliferación del narcotráfico, destruyendo la salud de millones de jóvenes, y la libertad de otros tantos. “Son todos narcos”, gritaba una canción de la época.

Menem destruyó un país: “Menem lo hizo”. La crisis económica y social que explotó a principios de este milenio fue el producto de una creación sistematizada, coordinada, diseñada y ejecutada por el mismo centro de poder que diseño la dictadura civil, militar y eclesiástica de la Argentina. La imposición de un patrón económico neoliberal, basado en la concentración económica, la especulación financiera y la precarización laboral. La libertad de mercados y la completa ausencia de controles en el flujo de bienes y servicios. Una aduana inexistente y otra paralela bajo órdenes del inexplicable Ibrahim Al Ibrahim, que ni siquiera hablaba español, por donde se abrían paso, las valijas diplomáticas que llevaban y traían dinero del lavado.

Menem fue un amigo del poder, un adicto del poder que permitió que el suelo argentino se usara como campo de batalla de un conflicto bélico global. La gestión de Menem ocultó, desvió y tergiversó todas las investigaciones que intentaron esclarecer los atentados terroristas a la embajada de Israel y a la mutual AMIA. Fue el mismo Menem quien dió la primera puntada de la mentira de Rio III, donde “los amigos” explotaron un polvorín militar para encubrir el faltante de armas vendidas de manera clandestina e ilegal a Croacia y Ecuador.Menem hizo de la Argentina "el hogar” de reconocidos traficantes de armas de la época, como Monzer Al Kassar o Diego Palleros.

Muchos fueron los “accidentados” y “suicidados” que callaron sus verdades, como Alberto Cattáneo, Leopoldo “Poli” Armentano, Lourdes Di Natale, Marta Meza, Alfredo Yabrán, Horacio Estrada o el Brigadier Echegoyen entre tantos otros arrepentidos y testigos claves en las investigaciones en contra del menemismo. Los servicios secretos desviados hicieron y deshicieron a su antojo, o al antojo del mejor postor. Menem fue un títere de las potencias militares del planeta. Un lacayo de aquellos que atentan contra la vida en todas las latitudes.

Menem fue un personaje oscuro, que actuó a plena luz del día. Protegido y amparado hasta el final de sus días, por una legión, que al igual que él, comparten más que una genética, comparten una cultura criminal.

Sus compañeros, peronistas y antiperonistas, se resistieron durante años y mandatos a quitarle los fueros a este “senador vitalicio”, para que el sistema judicial irreverente al poder, no avanzara sobre alguna de las tantas causas que lo investigaron. Los tiempos fueron dilatados más allá del propio tiempo, y personas nobles y aguerridas como la incansable Ana Gritti tuvieron que irse de este mundo soportando que estos engendros del demonio caminaran libres por las calles.

Sus cortesanos, faltos de toda nobleza, más mercenarios que emprendedores, se hicieron a las armas, impulsados y avalados por la cultura de la corrupción: Eduardo Duhalde, Roberto Dromi, Domingo Felipe Cavallo, Víctor Alderete, José Luis Manzano, Ramón Hernández, Erman González, Alberto Kohan, Mario Caserta, Omar Fassi Lavalle, María Julia Alzogaray, Ricardo Cossio, Arnaldo Cisilino, Raúl Granillo Ocampo, Luis Barrionuevo, Gerónimo “Momo” Venegas, Alfredo Yabrán y Eduardo Amadeo entre tantos otros, proliferaron este virus, esta cultura inmoral por todas las dependencias del Estado, las que sobrevivieron al menos.

No quisiera dejar de nombrar a los comunicadores de medios, que durante todos estos años adoptaron comportamientos cómplices y silentes con el aparato menemista. Fueron promotores de cuanta mentira y engaño se impusiera sobre la población. Bernardo Neustadt, Mariano Grondona, Mirtha Legrand, Susana Giménez, Mario Pereyra,y Daniel Hadad entre tantos otros, que a diario eligieron traicionar al pueblo. También, la trilogía de multimedios dependientes de Magnetto, Noble y Mitre, que bajo el amparo menemista destruyeron la prensa libre e independiente. Fueron estos, “empresarios de medios”, los que reemplazaron a intelectuales y comunicadores de la cultura, por “conductores” de la vulgaridad y la degradación humana.

Esto fue, en manera muy resumida, el menemismo. Esto fue el reflejo de un político que lamentablemente es, hasta estos días, celebrado por un andamiaje político, militar, civil y eclesiástico, que se hizo millonario bajo sus mandatos del poder real.

La victoria es de la vida, la victoria es de la revolución, la victoria es de la cultura. Porque sin importar cuanto tiempo debamos esperar, todos los “viejos vinagres” perecerán, y siempre quedará una juventud dispuesta a una nueva primavera.

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*Foto de portada: www.elespanol.com