Realidades que hicieron impacto en las juventudes de aquellos años y que no han dejado de impactar, entre los veteranos de nuestros días. Y nunca es tarde para que ese libro siga siendo literalmente devorado por los jóvenes de esta generación. Pero si eso ocurre o no, es harina de otro costal. Sin perjuicio de que ese costal sea encarado, hoy me inquieta la nota de Cetrulo.
Vale desde todo punto de vista, porque Eduardo Galeano, en el sentir del colega que redacta el artículo, se refiere a temas de hoy, que en
resumidas cuentas no hacen otra cosa que acercarnos igualmente al pasado. Porque presente y pasado, histórica –y humanamente hablando- van juntos y van de la mano, extendiéndonos su mano, su palma abierta, a la profundización sobre temas que no necesariamente son sudamericanos. Porque al no serlo, son igualmente nuestros, precisamente porque –a esta altura de los acontecimientos- ya todo debe ser de todos. Y leyéndolo con la mente clara (y sin orejeras o tabiques) a Galeano una vez más, se comprenderá porqué quiero decir que todo debe ser de todos.

Entonces, vale mucho abrirse a esta nota. No cerrarse. Abrirse. Libremente. Con la independencia que nos hace, más seres humanos, que autómatas del sistema moderno.
Eduardo Galeano entiende que el mundo no es democrático, que está sometido a la dictadura del poder militar
“Es increíble que Europa, la gran humilladora, se deje humillar así. Es inverosímil, nadie se imaginaba que la Europa humilladora obedeciera a mediocres tecnócratas de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional, que están interpelando a gobiernos democráticamente elegidos”. Con esta sentencia, el escritor uruguayo Eduardo Galeano expresó su opinión sobre las decisiones que se están tomando para afrontar la crisis en Europa en su diálogo con los medios de comunicación acreditados en el Festival Internacional de Cine Documental MiradasDoc, que se celebra hasta el sábado próximo en el municipio tinerfeño de Guía de Isora (Islas Canarias).
Galeano se confesó amante del buen cine documental y definió sus libros como “documentales, solo que no filmados, sino palabreados”. En esta labor, utiliza “la menor cantidad de palabras posibles; creo que América Latina está enferma de inflación monetaria, pero mucho más enferma de inflación palabraria”.


“La historia no se desarrolla en línea recta”, dijo, “la realidad es sucia y contradictoria. Tengo muy buena opinión de la contradicción, es el motor de la vida”, como ya señalaron las culturas precolombinas, “que eran dialécticas”.
Entre algunas contradicciones destacables aseguró que se puede ser racista independientemente del color de la piel y recordó para ilustrar su afirmación el discurso belicista de Barack Obama al recibir el Premio Nobel de la Paz. El presidente de Estados Unidos “no ha cambiado que el 50% del presupuesto de su país se destine a gastos militares, que es la forma poética de decir gastos criminales”.
El escritor se preguntó qué sería de los presupuestos militares si no hubiera pánico que los justificara y señaló entre los primeros miedos el “miedo al prójimo”, que alimenta “la histeria de la inseguridad” en la que éste se ve como “amenaza, no como promesa”. Ese miedo sirve “de buen combustible para la organización militar” de un mundo que está “preso del miedo, que necesita coartadas”. “Estamos sometidos” a esa dictadura, aseveró el autor de Memorias del fuego, quien se mostró contundente al asegurar que vivimos en un mundo que “no es democrático, está sometido a la dictadura del poder militar”.
Fuente: La República