


Desesperación. En medio de los disparos, para proteger a los niños, algunos alumnos fueron llevados por los profesores a un salón en el cuarto y último piso de la escuela. Las puertas fueron tapiadas con una barricada de mesas y sillas. Esto fue relatado por Pamela Cristina Nunes, de 13 años, que con su padre estaba en la tarde de ayer en el Hospital Estadual

Pamela contó que estaba en su aula, en el tercer piso, cuando oyó los tiros. "La directora nos indicó a todos que subiéramos al otro salón", dijo. Les ordenaron que se tirasen al piso y que permanecieran en silencio.
"Por las escaleras caía sangre, parecían cascadas de sangre", relató

"Todo el mundo gritaba, lloraba, había sangre por todos lados (...) Todo el mundo le pedía que por favor, que no los maten. Estoy triste por los otros que no pueden contarlo", se lamentó el niño.
Francisco André, de 28 años, primo de Jessica Guades, una de las chicas heridas de apenas 13 años, se dijo preocupado por la seguridad en los establecimientos educativos. "¿Cómo puede un hombre entrar a una escuela, y atravesar dos portones sin que nadie le pidiese una identificación?", se preguntó.


"Él dejó una carta que muestra que entró determinado a cometer la masacre, a hacer una carnicería", dijo un portavoz de la Policía Militar de Río, el teniente Ibis Pereira.
"Era un fanático religioso, tenía un cuadro de demencia religiosa, veía algo impuro en los niños", agregó.
Según la carta divulgada por el diario O Dia, el asesino se preparaba para morir en la escuela y reclamaba que lo entierren al lado de su madre, Dicéa Menezes de Oliveira, en el cementerio de Murundú.
"Necesito de la visita de un fiel seguidor de Dios en mi sepultura por lo menos una vez, necesito que él ore frente a mi cajón pidiendo el perdón de Dios por lo que hice, rogando que Jesús me despierte del sueño de la muerte para la vida", decía el texto.
En otro trecho, pedía ser envuelto en una sábana blanca que él mismo iba a dejar después de la masacre. "Los impuros no me podrán tocar sin usar guantes, solamente los castos o los que pidieron su castidad luego del casamiento y no se involucraron en adulterio podrán tocarme sin usar guantes, o sea, ningún fornicador o adúltero podrá tener contacto directo conmigo ni tocar mi sangre", agrega.
La hermanastra del autor de la masacre, Roselaine, de 49 años declaró ayer a una radio local que "él estaba medio extraño, se había hecho musulmán. No tenía amigos, vivía frente a la computadora y hacía ocho meses que se había marchado de nuestra casa".

Oliveira era el hijo adoptivo de una familia de más de cinco hermanos. Hasta hace poco más de un año vivía en la calle Jequitinhonha, en la localidad de Realengo, a menos de un kilómetro de la Escuela Municipal Tassso da Silveira, contra la que atentó ayer y de la cual fue alumno.
La jefa de la Policía Civil de Río de Janeiro, Martha Rocha, informó que no tenía antecedentes penales. Una de sus hermanastras, Roseline, que sostuvo que "él se había hecho musulmán", dijo que la última vez que lo vio tenía "una barba muy larga". Relató que luego lo invitó a almorzar, pero él no aceptó.
"Él vivía en internet, no tenía amigos, era muy extraño y reservado", agregó. Wellington trabajaba como auxiliar de depósito en una empresa de alimentos, pero en agosto de 2010 fue despedido. "Él transmitía ser una persona introvertida, callada. Recuerdo que durante una dinámica de grupos él no interactuaba. Tenía características de una persona tímida", dice el gerente de esa empresa, que no quiso ser identificado.
"Se mostraba aislado, pero nunca como una persona peligrosa", añadió. Según sus vecinos, que conocían a toda su familia, Wellington era muy retraído y acostumbraba estar solo. Y precisaron que quedó muy afectado luego que su

La periodista Karen Mendes, de 31 años, conoció a Wellington cuando era niño. Según ella, el asesino tenía "dificultades para comprender algunas cosas", aunque sostuvo que la masacre fue "toda una sorpresa". Según las informaciones policiales Wellington llevaba dos armas con cargador con capacidad para efectuar seis disparos por vez. Un ex alumno de la escuela de la masacre, que fue compañero del asesino, dijo: "No parecía violento, solo era callado, De todos modos, todos lo hallábamos extraño".
Según informa O Globo hoy, viejos compañeros de clase de Menezes explicaron que el tirador sufrió mucho en la escuela por el "bullying" que realizaban otros niños contra él. En el aula, Menezes sufría intimidaciones constantemente.
Bruno Linares, que compartió clases con Menezes, dijo que "estaba loco. Te dabas cuenta en clase que tenía algún tipo de disturbio".
Linares además protagonizó un incidente con Menezes que ahora se le marcó en la memoria. "Le pegué en las costillas y le dije: La gente te tiene miedo porque un día vas a matar a mucha gente".
Fuente: O Globo/GDA/AP/ANSA