Foto_1_Guerreros_BalcanicosEn efecto, en la mañana del sábado 20 de noviembre la prensa de Montevideo se hizo eco de una noticia, que aunque no era oficializada por comunicado expreso, no perdía veracidad, a juzgar por las fuentes extraoficiales consultadas. La novedad era que se reforzaba la custodia personal de la jueza especializada en  Crimen Organizado doctora Graciela Gatti y de la fiscal de la sede, la doctora Mónica Ferrero, frente al temor de una represalia por parte de la mafia serbia; mafia que recibió un duro golpe el día 15 de octubre del año 2009 con la incautación de 2 toneladas 174 kilos de cocaína a bordo de un yate y el envío a la cárcel de un ciudadano serbio-croata identificado como Anastasidi Martinsik, dictándose orden de captura local e internacional de cuatro ciudadanos serbios que formaban parte de una red de narcotráfico que con base en Serbia operaba en Uruguay, Argentina y Brasil, siendo el líder el boss serbio  Darko Saric quien con posterioridad al operativo en la zona de Santiago Vázquez tuvo la osadía de amenazar de muerte al presidente de la República Serbia, razón por la cual los servicios de seguridad de esa nación adoptaron extremas medidas de seguridad en su entorno. La prueba flagrante de que la bofetada contra el grupo criminal, fue de una intensidad inimaginable generadora de inevitables sentimientos de represalia, que se contrastan –también inevitablemente- con el sentimiento del deber cumplido, desde el lado de la ley.

Una de las colas del furioso dragón serbio había sido cortada nada menos que en el Uruguay y las consecuencias en la interna del sub mundo de la droga habrían de ser importantes. No hay que olvidar que el fiscal especial del crimen organizado en Serbia acusa a Darko Saric,  y a otros 19 integrantes de la red delictiva,  de traficar importantes cantidades de cocaína entre Europa occidental y América Latina, estimándose que el grupo criminal llegó a obtener 6 mil millones de dólares de ganancias netas por este tipo de operaciones.

Están las alarmas encendidas” dijo a Ultimas Noticias un portavoz de las fuerzas de seguridad de Montevideo refiriéndose al refuerzo de la custodia personal de la jueza Gatti y la fiscal Ferrero, no descartándose que en las horas siguientes a esa medida extrema se sume otra, consistente en que otros funcionarios reciban igualmente más custodia. En concreto, y lo que ya esta ocurriendo, es que Gatti y Ferrero, mientras redactamos estas líneas, tienen una fuerte custodia policial,  vale decir las 24 horas, incluyéndose además que ambas mujeres se vean en la necesidad de circular por las calles de Montevideo o del Interior del país, en vehículos blindados.

Trascendió además que son encargados de prestar esa seguridad, funcionarios del Departamento de Operaciones Especiales (DOE) y del Ministerio del Interior, a través de integrantes de los servicios de inteligencia del Poder Ejecutivo.

Pese al  hermetismo reinante, es fácil imaginar perfectamente que las costumbres de la jueza Gatti y la de  fiscal Ferrero  cambiaron notoriamente. Sus respectivas rutinas, laboral y familiar, obviamente han sido alteradas. Hombres armados las custodian celosamente porque existe un “riesgo cierto” de que la mafia serbia  tendría a ambas mujeres  bajo su mira, solo por el hecho de que  estas funcionarias cumplieran con su deber: actuando, primero, en el desmantelamiento de la maniobra de ingreso al territorio uruguayo, de las 2 toneladas 174 kilos de cocaína, después, del envío a la cárcel de un ciudadano serbio implicado en el tráfico del voluminoso cargamento de cocaína y finalmente del desmembramiento de todo un andamiaje delictivo para traficar el cuantioso embarque de droga, se estima procedente quizás de Bolivia o de Colombia.

Foto_4_Guerreros_Balcanicos_serbio_detenido_en_UruguayComo se informó oportunamente la operación anti narcotráfico que nos ocupa se denominó “Guerreros de los Balcanes”  y estuvo a cargo de personal de la Dirección de Investigaciones de la Prefectura Nacional Naval (DIVIN), contándose con el apoyo colateral de la DEA, que proveyó información.

Los mandos de la DIVIN , dos meses antes, obtuvieron datos muy precisos sobre una operación de lavado de dinero y esa información fue derivada a la jueza de Crimen Organizado, la doctora Graciela Gatti y desde ese momento se pautaron los seguimientos apropiados y  las vigilancias discretas, coordinándose acciones con las autoridades argentinas, estadounidenses y europeas, con el único fin de determinar la magnitud de la maniobra, definirla  -en cuanto a territorio y tiempo- y en consecuencia neutralizarla.

Foto_5_Guerreros_Balcanicos_droga_y_policiasUn jerarca de la Prefectura Nacional Naval en ocasión de informarse a los medios de comunicación sobre las características del operativo y del desmantelamiento de esta red de narcotráfico, con asiento en Serbia, explicó  que el día 15 de octubre se tenía la certeza de que en el yate de bandera británica de nombre Mauí  -embarcación adquirida en Piriápolis, departamento de Maldonado, en 250 mil dólares-  se había almacenado un lote importante de cocaína con destino a Europa occidental. Con esa información se adoptaron las medidas oportunas en la desembocadura del río Santa Lucía y al advertirse el ingreso del yate en el sector de embarcadero de la localidad de Santiago Vázquez, en la tormentosa noche del  14 de octubre, se cerró el cerco sobre el yate y al salir el sol de la siguiente jornada , se corrió el telón del silencio y de la discreción, concretándose un importante despliegue de grupos de elite armados a guerra, realizándose el operativo y constatando –con asombro- que en el yate efectivamente  había cocaína: unos 2.174 kilos distribuidos en cincuenta y cinco bolsas, todo lo cual fue valorado en una suma cercana a los 108.7 millones de dólares, una vez comercializados en Europa occidental.

Con el correr de las horas todos los montevideanos y los residentes de la región  y del mundo entero, y la prensa,  fueron tomando conocimiento del golpe dado al narcotráfico serbio al tiempo que la jueza Graciela Gatti iniciaba las indagatorias que culminarían con  el procesamiento con prisión del ciudadano serbio-croata Anastasidi Martinsik, decretándose la libertad de un ciudadano uruguayo detenido,  por no hallarle pruebas de su vinculación con la maniobra.

Foto_2_Guerreros_Balcanicos_yateDurante las primeras etapas de la investigación  judicial se pudo saber que los traficantes habían llegado al Uruguay por el mes de abril, oportunidad en que adquirieron el yate pagándolo al contado. También se pudo saber, pese al hermetismo reinante, por estar el expediente en curso, que la red de narcotráfico había tomado como base la ciudad de Buenos Aires, adquiriéndose costosos apartamentos en los barrios porteños de Palermo, Belgrano, Nuñez y Puerto Madero. Un operativo, casi simultáneo al que se llevó adelante en Montevideo, a cargo de la Policía Federal, permitió incautar camionetas Land Rover y equipos de comunicación y vigilancia de alta tecnología. Trascendió también que otra de las bases de operaciones elegidas por la organización, estaba en territorio brasileño, más específicamente en San Pablo, y que el sujeto procesado en Montevideo, se había presentado en el Uruguay como un abogado croata desempeñándose como un ejecutivo de una empresa multinacional.

Foto_3_Guerreros_Balcanicos_bolsas_de_cocanaComo dato colateral, a este intricado panorama que fue revelado paso a paso por los investigadores de la Policía Federal y por las actuaciones del juez argentino Marcelo Aguinksy, se pudo saber que los traficantes se disponían a embarcar las dos toneladas de cocaína  en alta mar, seguramente a un buque de carga con rumbo a Europa, blanqueándose la operación al embarcarse carga legal en el puerto de Buenos Aires. Obviamente, según el pensamiento de la Policía Federal argentina, la tripulación del carguero en cuestión era cómplice de la organización. Los investigadores en Montevideo fueron hilvanando que  el transbordo en alta mar se haría el fin de semana precedente al día 15 de octubre  pero el sorpresivo temporal que azotó la región, en particular, el estuario del Río de la Plata confabuló en contra de los planes del grupo criminal, de ahí que el yate “Mauí” recaló en el puerto de Piriápolis y después en el embarcadero de yates del pueblo Santiago Vázquez, justo en el preciso momento que el grueso de los montevideanos, pese a la tormenta, estaba atenta al partido de fútbol en el estadio Centenario  entre las selecciones de Argentina y Uruguay. A criterio de los traficantes las inclemencias del tiempo y el partido de fútbol, pese al cambio de planes, generaba condiciones propicias para que la embarcación y su tripulación pudiera pasar inadvertida  por unas horas .Pero no fue así. La tripulación abandonó el yate y lapso después lo abordaban grupos de elite de la Prefectura Nacional Naval, comandados por efectivos de DIVIN. Para la organización criminal era el comienzo del fin: las más de dos toneladas de cocaína pura, como así también el yate y todo lo que resultó ser comprometedor quedaba a merced de la justicia especializada en Crimen Organizado. El golpe había sido dado en forma por demás  exitosa.

Foto_6_Guerreros_Balcanicos_jueza_GattiFoto_6_Guerreros_Balcanicos_Fiscal_FerreroMagistrada y fiscal, juntas, fueron encausando las investigaciones y en ese contexto, además de la incautación de la cocaína, se pudo ubicar en Piriápolis un velero, una camioneta y la suma en efectivo de 300 mil euros. No hay que olvidar que meses antes, en ese balneario del  Este uruguayo, uno de los involucrados serbios – el único que está entre rejas- dólares en mano compró el yate dejando asombrado a su propietario por la celeridad con la que se desarrolló el negocio. El vendedor nunca imaginó que el yate que había heredado de su padre –y que le resultaba difícil vender- formaría parte de la infraestructura del crimen organizado serbio operativo en el Uruguay. De hecho, las características de la venta del yate despertaron las sospechas de las autoridades navales y en particular de los hombres de la Dirección de Investigaciones de la Prefectura Nacional Naval, alertando de la situación  a la jueza Graciela Gatti. Desde ese momento tanto ella como las autoridades navales iniciaron  las tareas de vigilancia y control, siempre con la idea de estar enfrentados a una  eventual de maniobra de lavado de dinero, presumiblemente relacionado con el tráfico de cocaína.  Ese era el esquema de trabajo. Un esquema de trabajo cuyo desarrollo desembocó en uno de los más sonados casos de desmantelamiento, de una red de narcotráfico internacional, con operatividad bien definida en el Cono Sur.

Sin duda alguna la Jueza Gatti  y la fiscal Ferrero, con su trabajo honesto y leal a su respectiva  investidura, daban el golpe más brutal a una poderosa organización criminal liderada por ex integrantes de los servicios de inteligencia serbios, detenidos algunos oportunamente en su país, permaneciendo prófugos otros, entre ellos su jefe máximo: Darko Saric.

Si duda alguna, para el gobierno del doctor Tabaré Vázquez, y  para la prensa local e internacional, éste resultó  ser uno de los mayores procedimientos de incautación de droga en la historia del  Uruguay. Anteriormente –en el año 2007-  personal policial de la Dirección Nacional de Represión del Tráfico Ilícito de Drogas, comandado por el Inspector Julio Guarteche –actual Director Nacional de Policía-  ya  había incautado en  una estancia del departamento de Salto, en el norte del país, un cargamento de media tonelada, sin perjuicio de muchos más operativos que se fueron concretando, pero no de la magnitud del poblado Santiago Vázquez.

Sin duda alguna, y esto es lo desagradable de toda esta situación, este operativo también resultó ser un disparador para que el crimen organizado serbio, con ramificaciones en el mundo entero, en alguna medida se torne en extremo peligroso  para la integridad física de la jueza Gatti y de la fiscal Ferrero, que a juzgar por las informaciones que obran en poder de las autoridades se encuentran bajo riesgo de ser objeto de una acción de represalia.

Me consta, a mí personalmente, y también a nuestro director Giorgio Bongiovanni, que la carencia de una custodia para la jueza Graciela Gatti – y para su colega Jorge Díaz-  fue uno de los temas que abordamos oportunamente en una reunión que mantuvimos con la magistrada en Montevideo, a mediados del año en curso, en un restaurante de Carrasco. En aquellos días hablamos de los riesgos que significaba para la sociedad, la expansión del crimen organizado en Italia y en el mundo, intercambiando ideas y planes para neutralizarlo, resistirlo y combatirlo; recordamos juntos positivamente a los jueces asesinados por Cosa Nostra a comienzos de la década del 90, Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, magistrados referentes mundiales  de la lucha contra la mafia; hablamos de nuestros respectivos trabajos, como jueces y como periodistas; y hablamos –entre proyectos y puntos en común-  de los riesgos a los cuales se exponían los  funcionarios públicos del Uruguay  al enfrentarse a los grupos criminales, especialmente del narcotráfico , coincidiendo que solo unidos, protegidos y juntos, se podía resistir a la mafia, dentro y fuera del territorio uruguayo. En definitiva, formamos un frente en común para llevar adelante la lucha antimafiosa. Un encuentro positivo y armonioso, tendiente a estrechar filas contra lo criminal y lo corrupto.

De toda la redacción uruguaya, argentina e italiana de Antimafiduemila, todo nuestro apoyo y solidaridad para ustedes, doctoras  Graciela Gatti y Mónica Ferrero.