
El último golpe se lo asestó el Parlamento de Italia en la última semana, cuando perdió la mayoría en la Cámara de Representantes, en una crucial votación que siguió con gesto adusto y al final de la cual cumplió su advertencia: anotó en una hoja los nombres de los ocho "traidores" que le abandonaron en esa instancia decisiva y le obligaron a dimitir. Pero, como le dijo al presidente Giorgio Napolitano, se va después de la aprobación del conjunto de reformas económicas acordadas con las instituciones europeas para reducir el déficit del sector público y revitalizar la debilitada economía.

Berlusconi se había convertido en un problema para Italia, por dos motivos. En primer lugar, por su aversión personal a las reformas. Si bien entró al ámbito político hace 17 años, presentándose como un cruzado a favor del libre mercado y siempre dijo que es un liberal, no actuó en ninguno de esos sentidos. Su intervención más decisiva en la economía se produjo en 2008 cuando bloqueó la venta de la aerolínea Alitalia a Air France, insistiendo en argumentos patrióticos para que la empresa continuara en manos italianas. Con dificultades, logró reunir un consorcio de emprendedores italianos para que asumieran la conducción de la debilitada aerolínea y le dio el monopolio de la ruta que genera las mayores ganancias, entre Roma y Milán. No parece una acción propia de un fanático del libre mercado.

Su gobierno no fue capaz de proponer y de impulsar en el Parlamento las medidas necesarias. Lideró al gabinete sin una ideología económica clara. Algunos de sus ministros son auténticos liberales, pero, su ministro de Economía, Giulio Tremonti, se mostró cada vez más escéptico del capitalismo.
La situación empeoró, desde el punto de vista político, con la rebelión que estalló a mediados de 2010, encabezada por su anterior segundo, Gianfranco Fini, quien dejó al gobierno con una mayoría mínima y fluctuante en la Cámara de Representantes. La UCD, un partido de demócratas cristianos que fueron parte de su gobierno entre 2001 y 2006, pudo darle los votos que necesitaba, pero su líder, Pier Ferdinando Casini, juró que nunca volvería a ser miembro de un gabinete presidido por Berlusconi.

Retornó al poder entre 2001 y 2006, período en el que mantuvo ese sistema, en gran medida, intacto, según coinciden en señalar los analistas políticos, aunque reemplazó al antiguo orden político con los partidos de su coalición.
Cuando volvió al poder, en 2008, Berlusconi pareció estar de manera permanente enlazado con el Estado. La economía de Italia todavía está mayoritariamente conectada al sector público, especialmente en las áreas que generan más ganancias, como son la infraestructura y la salud. Los contratos en esas áreas dependen de los buenos contactos con el gobierno. La realidad sigue siendo así, pese a la ola de privatizaciones que tuvieron lugar en la década de los años ´90.
En segundo lugar, su carrera política y de negocios ha sido estremecida por la polémica. En mayo de 2009, las revelaciones de sus indiscreciones personales con mujeres jóvenes fueron llamativas, aún para los estándares de Berlusconi y resultaron en un divorcio y en un escándalo de prostitución.

También ha sido motivo de varias investigaciones referidas a sus negocios. El 18 de octubre de 2001, una Corte de Milán archivó el caso Mediatrade, en el que se denunció supuesto fraude en la compra de derechos de películas por parte de su empresa, Mediaset. La Corte acusó al hijo mayor del premier y al presidente de la empresa. Pero este caso, y otros, volverían a salir a la luz.
Ahora, Berlusconi tiene tres juicios pendientes en Milán. Las acusaciones incluyen supuesto fraude con impuestos, corrupción y pagar por tener sexo con una menor. Las acusaciones de fraude impositivo se refieren justamente a la compra por parte de Mediaset de los derechos de películas a precios que los fiscales consideran fueron inflados. En ambos casos, la acusación es por sobrepagos por derechos para difundir películas estadounidenses en las redes de televisión de Berlusconi y guardarse la diferencia.
Cuando Veronica Lario, la esposa de Berlusconi, anunció en mayo de 2009 que quería el divorcio y le acusó de tener aventuras con mujeres jóvenes, se desató otra tormenta, que pareció podía ser superada por el hombre más poderoso de Italia.

Otro escándalo estalló el mismo mes, cuando tres mujeres dijeron que les pagaron para que concurrieran a fiestas en la residencia oficial de Berlusconi, en Roma y que recibieron joyas. Las descripciones de lo que ocurría en la mansión, hicieron cambiar el sentimiento del público.
Hubo otras imputaciones en 2010 por parte de los fiscales, quienes acusaron a Berlusconi del supuesto pago por favores sexuales a una bailarina marroquí conocida como Ruby, antes de que ella cumpliera 18 años. Asimismo, sostuvieron que Berlsuconi llamó a la Policía y ayudó a que la chica quedara en libertad, después que fue detenida por hurto en Milán.
Berlusconi dijo que había llamado a la Policía para interceder por Karima El Mahroug (es el verdadero nombre de la joven Ruby) porque le dijeron que era la sobrina del entonces presidente de Egipto, Hosni Mubarak.

Berlusconi pudo seguir navegando en medio de la tormenta política y judicial, aunque con dificultades y sorteando votaciones de confianza en el Parlamento. Pero, la crisis generada por la deuda, que ya arrasó con varios gobiernos de la Unión Europea -Giorgios Papandreu de Grecia, es la última víctima, de una serriiran Cowen, de Irlanda, José Sócrates de Portugal y José L. Rodríguez Zapatero en España- resultó devastadora para Berlusconi, pese a que la situación de Italia no es igual a la de esos países.

La UE hace el máximo esfuerzo para robustecer a Italia porque la hipótesis de la quiebra de Italia es una pesadilla que todos quieren evitar, ya que es una economía demasiado grande para ser sostenida por los recursos europeos.
Hay coincidencia en que Italia requiere reformas en la economía y que Berlusconi no ha actuado con la celeridad que imponen las difíciles circunstancias. La crisis terminó con su gobierno, que ya había perdido base de apoyo político, pero es demasiado temprano para saber si también puso fin a su carrera política.
Pero, ¿con la renuncia de Berlusconi desaparece el "berlusconismo"? La respuesta es compleja, según los expertos. "La lógica a favor del individualismo y del desprecio de las leyes ha calado en la gente, cunde entre los administradores locales, tanto que el territorio está devastado", sostiene Roberta di Monticelli.
Para la filósofa italiana, "una minoría creciente no soporta más la cultura de la obscenidad" y ahora le toca a los políticos y a la sociedad civil comenzar "con una nueva moral".
Mientras, en las calles, el italiano medio se muestra escéptico sobre el futuro político. "Berlusconi es sólo la punta del iceberg. Sus sucesores son tan corrompidos e incapaces como él", responde el joven empleado Andrea, interrogado en una calle de Roma.
Fuente: El País digital/Roma/The Economist/The New York Times y AFP