G Bongiovanni antPersonajes como él (que de hecho es un inscrito común, una especie de “soldado simple”) están al servicio de poderosísimos personajes como Licio Gelli y otros que tienen en sus manos la economía nacional y mundial. Hombres que a menudo ejercen la violencia por medio de estragos. No olvidemos que el jefe-cofrade de Cicchitto, Licio Gelli, ha sido condenado por desvío de información en el proceso por el  atentado de Boloña. El odio visceral que éstos irradian hacia Ingroia, Di Matteo, Scarpinato y sus colegas no nace por motivaciones personales, sino que deriva de una metodología que aquellos poderes que buscan por todos los medios de detener la legalidad y la justicia han puesto sobre la mesa.
Lo que Cicchitto llama “una lesión seria del estado de derecho de nuestro país, una grave anomalía” refiriéndose a la persona del juez Ingroia es sin embargo el espejo de si mismo. La “lesión seria del estado de derecho de nuestro país” y la “grave anomalía” es exactamente que figuras ambiguas como Cicchitto tengan todavía la posibilidad de revestir cargos políticos y que desde las cátedras del Parlamento sigan vomitando sus insultos. Personajes como él son verdaderos perros que ladran por cuenta de la mafia de los poderosos con cuellos blancos.
También resulta “anómalo” que el Csm (Consejo Superior de la Magistradura) o la tan alabada asociación nacional magistrados sigan actuando como Poncio Pilatos con respecto a aquellos magistrados que son los más atacados por un sistema político podrido y corrupto hasta los cimientos. Los epítetos de Cicchitto contra Ingroia a quien define “falseador” o “faccioso” representan la obscenidad de una clase política hija de Licio Gelli. Pero es la frase final del socio de Berlusconi lo que nos deja más alarmados: “Nadie puede comparar a Borsellino con Ingroia en el campo de la lucha contra la mafia – ha declarado el peduista -. Y efectivamente se ha visto lo que le sucedió a Borsellino”. La frase sibilina y servil parece hecha adrede para profetizar al magistrado el mismo fin de su maestro. Que Cicchitto ruegue a Dios que no le suceda nada grave a Antonio Ingroia si no corre el riesgo de terminar también él en la lista de aquellos que con “buena” o mala fe han contribuido a crear un terreno fértil para poner en acto eventos luctuosos. Con todas las consecuencias que un tal hecho  comportará. Se puede decir lo mismo respecto al Csm. Es una noticia de hace pocas horas que el laico del Pdl Nicoló Zanon ha pedido al Comité de presidencia del Csm que abra un expediente en la Primera Comisión, la que tiene la competencia de los traslados de oficina de los magistrados por incompatibilidad ambiental y de funciones, en referencia al fiscal de Caltanissetta Roberto Scarpinato.
ingroia-antonio-big 330 180scarpinato-rob-big1 330 180¿Por que razón? Las declaraciones del magistrado en la conmemoración de Paolo Borsellino en Via D’Amelio. En esa ocasión Scarpinato definió “embarazoso” participar a las ceremonias oficiales por los atentados de Capaci y de Via D’Amelio por la presencia “a veces en las primeras filas, en asientos reservados a las autoridades”, de “personajes cuya conducta de vida parece ser siempre la de la negación” de los valores de justicia y de legalidad por los cuales Borsellino se dejó matar; “personajes con un pasado y un presente equívoco”, cuyas vidas “emanan ese hedor del compromiso moral” y alrededor de quienes se agolpan “pequeños y grandes mayordomos del poder, mendicantes dispuestos a bajar la espalda y a canjear el alma”. La acción de Nicolò Zanon encaja perfectamente en la definición de Scarpinato a quien expresamos toda nuestra solidaridad, lo mismo que a Ingroia. Los “mayordomos del poder” ejecutan ordenes impartidas por otros con el beneplácito de aquellos órganos institucionales que – repetimos – deberían defender sin embargo a los magistrados más expuestos. El “juego grande” que ya fuera individualizado por Falcone y Borsellino continúa impertérrito a moverse sobre nuestras cabezas intentando bloquear a estos hombres “justos”, verdaderos herederos de Falcone y Borsellino, que están tratando de desenmascararlo.
Es cada vez más necesario que la parte sana de nuestro País haga escuchar su indignación, antes de que se pongan en práctica definitivamente los planes de los peduístas que siguen en el poder. Uno de ellos sería sin duda alguna el de ordenar o “pedir cortésmente” un atentado a la pequeña pero terrible banda corleonesa que sigue de pie capitaneada por el señor Matteo Messina Denaro. Un atentado para eliminar definitivamente la esperanza de los italianos honrados. Debemos detenerles, cueste lo que cueste, con las armas de la protesta civil y sobretodo con ese maldito-bendito lápiz que se usa en las cabinas electorales.

Giorgio Bongiovanni y Lorenzo Baldo