Jueves 18 Abril 2024
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Un esquema inexorable, imprescindible que garantiza el sistema y sus deformaciones de poder. Qué parece imposible evitar y prevenir. Esta historia se desarrolla en México. Tierra espléndida, lozana, afligida por grandes cambios económicos y de otro tipo, rica de contradicciones típicas de un progreso rápido inducido más que nada por su cercanía a los Estados Unidos que ha dividido la sociedad en muy ricos y muy pobres. En el 1994 se abre la carrera a las presidenciales. El jefe del Estado saliente Carlos Salinas de Gortari, líder del PRI (Partido Revolucionario Institucional), está al final del mandato. Su partido es conservador, autoritario, desde siempre tiene la mayoría, pero en descenso. Al PRI le sirve un candidato fuerte, abierto, joven que sepa reconquistar el consenso de la población. El desafío en efecto esta vez es más difícil. Acaba de estallar la revolución Zapatista en Chiapas y es la ocasión para el gobierno actual de demostrar que está a la altura de la situación. Son días de agitación en “Los Pinos”, la casa presidencial mejicana. Salinas ha preparado a válidos candidatos. Tiene sólo que elegir el más capaz de mantener intactos los equilibrios y de volver a poner en auge el partido. En la rosa: Ernesto Zedillo, Manuel Camacho y Luis Donaldo Colosio. Los tres se conocen bien, son amigos y han desarrollado un recorrido común dentro del partido compartiendo victorias y derrotas. Salinas es un hábil padrino y se mueve con astucia. Candidatea oficialmente a Colosio, pero apoya también a Camacho, encargándolo de resolver la delicada cuestión de la guerrilla en Chiapas. En cambio Zedillo parece preferir los bastidores, desde dónde no ha dejado para nada de maniobrar. Será él en efecto el que ganará.

SOLO PARA CONVERSAR. La primera vez que se encontraron Luis Donaldo Colosio le había invitado a comer. Era a finales del 1990, principios del 1991. Le dijo que llamara a su secretario particular, Alfonso Durazo, y que concertara una cita para el día siguiente. Así hizo, pero la secretaría del líder nacional del PRI en ese entonces le dijo que el encuentro no fue insertado en la agenda. Pensó por lo tanto de renunciar. Ricardo Canavati, en cambio, que entonces era subsecretario del gobierno federal, que sabía de la invitación, hizo directamente una llamada a Colosio.  Al día siguiente Federico Arreola, periodista, cenó con Donaldo en su casa. Se intercambiaron opiniones y dos libros. Colosio le regaló “El arte de la guerra”, de Sun Tzu y él la novela “Nuestro barrio” del escritor árabe Naguib Mahfuz. A ambos les gustó el segundo en particular, que Colosio definía “la historia del mundo”. Un barrio dividido en dos partes: el de los trabajadores que luchan cada día para sobrevivir y el de los patrones que son parásitos y explotadores y abusan de los otros. “Así va el mundo” decía Arreola a Colosio: “Aquí está la minoría, los señores, los que mandan, y en la otra parte, la mayor parte, los que obedecen” y que le contestó: “Habla en primera persona, aquí estamos los pocos que mandamos porque a nosotros nos ha ido bien, somos privilegiados en un país habitado por muchos pobres”. Y con aire pesimista reflexionaba y comentó: “Todos nosotros que nos ocupamos de política decimos que nos interesa servir a los más necesitados. Quiero creer que somos muchos los que lo decimos con sinceridad. Bien, tal como están las cosas que nos ven divididos, al menos en mi partido, por culpa de las muchas ambiciones que se están volviendo incontrolables, no logramos contentar a nadie y ponemos la sociedad en serios problemas. Estamos riñendo para ver quien manda. Alguien de nosotros vencerá, pero desarrollará mal su tarea. Si no somos capaces de ponernos de acuerdo, sabremos aún menos gobernar correctamente”. En diciembre 1993 Luis Donaldo Colosio le pidió a Federico Arreola que le siguiera en su campaña electoral, sin ningún encargo particular. “Sólo para charlar”, le dijo.
A continuación un fragmento de su relato sobre los motivos de fondo que llevaron al asesinato de Luis Donaldo Colosio. Desde el principio. “Acepté con tres condiciones. Qué no habría dejado el periódico Reforma (El Norte en Monterrey), para el cual escribía algunos artículos porque me pagaban bien y porque era mi fuente principal de rédito, que no pagaría los gastos de comida, alojamiento y los desplazamientos aéreos, y que sólo viajaría durante la semana porque el fin de semana quería transcurrirlo con mi familia en Monterrey”. Colosio le dio la mano y Arreola aceptó. Desde el comienzo la campaña electoral presentó dificultades de orden técnico, organizativo y sobre todo era CrimendelCandidatoFotoVoltairenetOrgobstaculizada por el partido mismo. Entre Luis Donaldo y Arreola se estableció una relación franca. El político le permitía al periodista que tomara parte también en las reuniones más reservadas y se preocupaba de saber su opinión que a menudo era contrastante. A veces “Federico”, como le llamaba Donaldo usaba expresiones provocadoras, a veces juegos de palabras que no siempre el candidato apreciaba y cuando no las apreciaba no titubeaba en contestarle como se debía. Luis Donaldo Colosio era un hombre bueno, sincero, abierto a la crítica que buscaba en continuación por parte de amigos y enemigos. Un líder, fuerte, determinado a menudo, brusco de modales que incluso ponían en dificultad a sus más estrechos colaboradores. Estaba casado con Diana Laura y tenían dos hijos: Luis Donaldo y Mariana. Su unión fue profunda y sufrida por la trágica enfermedad de la que padecía la señora Colosio contra la cual luchó con todas sus fuerzas incluso dando a la luz a la segunda niña como señal de rescate contra la muerte.

El período antecedente a la investidura oficial transcurrió con gran tensión?. Colosio evaluaba cuidadosamente como un hábil jugador de ajedrez todos los desplazamientos: blancos y negros.  El gran director era el presidente Salinas que hasta el último momento dejó incierta su decisión. El sábado 27 de noviembre por la mañana Federico comió con Luis Donaldo en su casa. No hablaron de política, ninguno de los dos tenía ganas de ello. Cuando se despidieron el periodista le dijo que estaba cansado y que rechazaría la invitación de un colega de quedarse en la ciudad, prefería ir a descansar a su casa de Monterrey. En cambio Donaldo le rogó que se quedara. Federico intuyó que al día siguiente le investirían oficialmente de la candidatura y como era su costumbre le hizo la pregunta directa.  Le contestó: “Estoy casi seguro de ello, pero mientras no sea oficial no se sabe. Si te quedas mañana celebramos, lo mismo si es si que no”. En efecto eran muchos los que creían  que habría sido elegido Manuel Camacho, el otro favorito. “Ese domingo - cuenta Arreola - estaba durmiendo en un hotel situado frente al aeropuerto. Sonó el celular y contesté de mala gana. El mayor Castillo sin ni siquiera saludarme me dijo: 'El jefe le invita a desayunar a las ocho y media en sus despachos de Sedesol”. Se presentó puntual a la cita seguro de que la designación no había sido hecha todavía y de que no se haría en un día festivo. Sin embargo, nada más llegar al despacho de Colosio, su secretario particular Durazo le informó que ya Luis Donaldo había sido nombrado candidato a la presidencia. Llegó después de unos minutos en coche. En cuanto estuvieron solos se intercambiaron unas palabras: “Entonces Donaldo lo hemos conseguido” “Sí”. Me quedé en silencio. Me dijo: “Hemos ganado”, yo aclaré: “Has ganado tú”. Me preguntó: “¿No eres feliz por mi candidatura? ¿No me felicitas?” “No”. Se quedó mal. Entonces le expliqué lo que quería decir: “Lo que no me gusta es el “dedazo” (forma autoritaria de indicar a un designado por orden del jefe ndr.), no te felicito porque no estoy de acuerdo con los métodos antidemocráticos utilizados por el PRI para elegir el candidato a la presidencia”. Me contestó con mucha seriedad. Me dijo que comprendía lo que quería decirle. Tampoco a él gustaba el “dedazo”, pero subrayó que en ese momento no había ninguna otra posibilidad para llegar al poder e intentar, desde lo alto, de llevar a cabo aquellos cambios políticos que tanto necesitaba México. Entonces le pregunté por cuanto tiempo aún habría continuado la historia del autoritarismo del PRI. Dijo: “No lo sé. Tal vez, cuando sea presidente tendré que renunciar al partido. No es justo que el PRI siga siendo el partido del presidente”. Le creí. Luis Donaldo había conseguido la candidatura para reforzar nuestro sistema democrático. Hoy estoy seguro de que mi amigo lo logró.” Pero las ideas de reformas son peligrosas y temidas. Ya el primer día de campaña electoral, el 10 de enero de 1994, no fue de buen agüero. 
Vientos de revolución atravesaban Chiapas y el presidente Salinas nombró a Manuel Camacho como negociador desplazando así la atención de la población y de los medios de comunicación. Una decisión que perjudicaba abiertamente la carrera de Colosio. Esta estrategia - escribe Arreola - tenía como segundo objetivo la paz en las montañas y como objetivo principal: amenazar a Colosio con un candidato alternativo”. Hasta aquel momento cuando Federico hacía notar el comportamiento contradictorio del presidente, Donaldo, fiel delfín, le defendía siempre. Una aptitud de confianza que el político generalmente mantenía con todos.  “Por primera vez en mi vida oí a Luis Donaldo protestar con firmeza contra Carlos Salinas: 'el presidente tiene que estar muy confundido' me dijo y añadió que, sin hablar, lo único que podía hacer era seguir realizando con dedicación su tarea de candidato”.

La guerrilla Zapatista era una espina en el costado para Colosio. No sólo por el problema en si, sino porque la revolución guiada por el sub-comandante Marcos de hecho reivindicaba derechos democráticos de base y era bien aceptada y bien vista por lo tanto por los sectores progresistas e intelectuales de todo el mundo.

Los que observaban obviamente con particular interés el desarrollo de la situación eran los Estados Unidos que habían tenido una relación de absoluta colaboración con el presidente Salinas. Sobre todo en lo que se refiere al “tratado del libre comercio”. Se esperaba naturalmente una política de continuidad por parte del sucesor. El nombramiento de Camacho era por lo tanto un golpe bajo. Hasta el punto de que los más importantes periódicos americanos como el Wall Street Journal no titubearon a expresar su admiración por el accionar del negociador que estaba logrando dirimir la cuestión “incrementando así el valor del mercado mejicano”. Aquella noche Donaldo estuvo realmente mal, pero retomó su viaje. Le acompañó en su gira su fiel secretario Alfonso Durazo, el general Domiro Garcia Reyes, responsable de la seguridad, el mayor Germán Gonzales Castillo, el inseparable jefe de sus asistentes, Teresa Rios, su secretaria privada, Guillermo Castorena, médico, Cuauhtémoc Sanchez, representante del coordinador de la campaña que era Ernesto Zedillo. Colosio en persona le quiso por sus grandes capacidades de administrar los recursos económicos y porque le consideraba un amigo. A pesar de sus faltas un poco ordinarias, Donaldo siempre tuvo palabras amables hacia él, que Arreola, en la mayoría de los casos, no lograba entender.

MagnicidiodecandidatopresidenciableFotoCulturadeMexicoDESDE LO ALTO A LO BAJO .Luis Donaldo Colosio era un hábil político. Fue capaz de ingeniarse hábilmente en los juegos de la política de las intrigas, de las mentiras y de los intereses. Había aceptado todos los desafíos y había vencido: era el candidato a la presidencia de la república mejicana. Había alcanzado el objetivo por el cual había luchado tan tenazmente durante el mandato de Salinas con quien se podía mantener una única forma de relación: obedecerle. El presidente exigía por parte de los suyos un comportamiento ortodoxo en la lógica política del viejo PRI y pretendía una lealtad absoluta por parte de sus colaboradores. Una disciplina que también aplicaba consigo mismo. Colosio, más inteligente que los demás, había comprendido cuán fundamental era esta lealtad hacia el presidente. Fue por ello que había ganado a Camacho. Ganó porque respetó las reglas de la lucha por el poder mejor que los demás y cuando obtuvo la candidatura comenzó su proyecto de cambio. Desde lo alto a lo bajo Colosio comenzó a dar los primeros pasos que le distanciaban de los métodos autoritarios del viejo PRI y demostró una aptitud rara para los primeros ministros mejicanos y del resto del mundo: supo acercarse a su pueblo. A pesar de los obstáculos que le puso el sistema mismo empezó, a su manera, a convencer a los mejicanos. Lo consiguió cuando comenzó a ser mucho más que un delfín político. Cuando los viejos gerontócratas del poder se dieron cuenta de lo que estaba haciendo quedaron desconcertados. Vieron un fenómeno de popularidad que jamás habrían imaginado. Y tuvieron miedo. Los compromisos sociales que asumió Colosio le alejaron cada vez más de los métodos del ejercicio del poder que hasta ese momento habían caracterizado a su partido, asumió el compromiso de escuchar los reclamos de la gente cansada del autoritarismo, de la corrupción, de las falsedades, de la marginación. Pero el hombre nuevo se mostró con  toda su potencia revolucionaria el 6 de marzo de 1994, cuando frente al monumento a la revolución de la Ciudad de México, en ocasión del 65 aniversario del PRI, ilustró sin filtros y sin miedos lo que era su manifiesto político

“COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS DE PARTIDO, COMPATRIOTAS”.  Aquí está el PRI con su fuerza, con sus organizaciones; está con su militancia, está con la sensibilidad de sus mujeres y de sus hombres. Aquí está el PRI con su recia vocación política. Aquí está el PRI para alentar la participación ciudadana. Aquí está el PRI para mantener la paz y la estabilidad del país, para preservar la unidad entre los mejicanos. Aquí está el PRI en pie de lucha. Aquí está el PRI celebrando un año más de intensa actividad política. Aquí está el PRI que reconoce los logros, pero también el que sabe de las insuficiencias, el que sabe de los problemas pendientes. Aquí está el PRI que reconoce que la modernización económica sólo cobra verdadero sentido, cuando se traduce en mayor bienestar para las familias mexicanas y que para que sea perdurable debe acompañarse con el fortalecimiento de nuestra democracia. Esta es la exigencia que enfrentamos y a ella responderemos con firmeza. El PRI reconoce su responsabilidad y ésta es de la mayor importancia para el avance político de México.  Los priístas sabemos que ser herederos de la Revolución Mexicana es un gran orgullo, pero ello no garantiza nuestra legitimidad política. La legitimidad debemos ganarla día con día, con nuestras propuestas, con nuestras acciones, con nuestros argumentos. Como Partido, tuvimos un nacimiento que a todos nos enorgullece: el PRI evitó que México cayese en el círculo vicioso de tantos países hermanos de Latinoamérica, que perdieron décadas entre la anarquía y la dictadura. La estabilidad, la paz interna, el crecimiento económico y la movilidad social, son bienes que hubieran sido inimaginables sin el PRI. Pero nuestra herencia debe ser fuente de exigencia, no de complacencia ni de inmovilismo. Sólo los partidos autoritarios pretenden fundar su legitimidad en su herencia. Los partidos democráticos la ganamos diariamente. 

Amigas y amigos del partido: Surgimos de una Revolución que hoy sigue ofreciendo caminos para las reivindicaciones populares. A sus principios de democracia, de libertad y de justicia es a los que nos debemos. (…) Nuestra visión y nuestra vinculación histórica con el gobierno nos aseguró la oportunidad de participar en los grandes cambios del país. La fuerza del gobierno fue en buena medida la fuerza de nuestro Partido. Pero hoy el momento es otro: sólo nuestra capacidad, nuestra propia iniciativa, nuestra presencia en la sociedad mexicana y nuestro trabajo, es lo que nos dará fortaleza. Quedó atrás la etapa en que la lucha política se daba, esencialmente, hacia el interior de nuestra organización y no con otros partidos. Ya pasaron esos tiempos. Hoy vivimos en la competencia y a la competencia tenemos que acudir; para hacerlo se dejan atrás viejas prácticas: las de un PRI que sólo dialogaba consigo mismo y con el gobierno, las de un partido que no tenía que realizar grandes esfuerzos para ganar. Como un partido en competencia, el PRI hoy no tiene triunfos asegurados, tiene que luchar por ellos y tiene que asumir que en la democracia sólo la victoria nos dará la estatura a nuestra presencia política. Cuando el gobierno ha pretendido concentrar la iniciativa política ha debilitado al PRI. Por eso hoy, ante la contienda política, ante la contienda electoral, el PRI, del gobierno, sólo demanda imparcialidad y firmeza en la aplicación de la ley.  ¡No queremos ni concesiones al margen de los votos ni votos al margen de la ley! (...) No entendemos el cambio como un rechazo indiscriminado a lo que otros hicieron. Lo entendemos como la capacidad para aprender, para innovar, para superar las deficiencias y los obstáculos. ¡Cambiemos, sí! ¡Cambiemos! ¡Pero hagámoslo con responsabilidad, consolidando los avances reales que se han alcanzado, y por supuesto, manteniendo lo propio: nuestros valores y nuestra cultura! (...)

 Amigas y amigos. (...) Asumimos todos estos compromisos de reforma republicana, de reforma democrática y federal; de reforma de los procedimientos y de su contexto; de reforma interna del PRI. Y lo hacemos porque somos conscientes que la sociedad mexicana ha cambiado y que demanda en consecuencia un cambio en las prácticas políticas. (...) Como candidato del PRI a la Presidencia de México reafirmo mi compromiso indeclinable con la transformación democrática de México. Que se entienda bien: ese día sólo podrá haber un solo vencedor. Sólo es admisible el triunfo claro, inobjetable, del pueblo de México. (...) En estos meses de intensos recorridos por todo el país, de visita a muchas comunidades, de contacto y diálogo con mi Partido y con la ciudadanía entera, me he encontrado con el México de los justos reclamos, de los antiguos agravios y de las nuevas demandas; el México de las esperanzas, el que exige respuestas, el que ya no puede esperar. Ese es el México que nos convoca hoy; ese es el México que convoca a mi conciencia; ese es el México al que habremos de darle seguridad, al que habremos de darle rumbo en la nueva etapa del cambio. Yo veo un México de comunidades indígenas, que no pueden esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad y de progreso; de comunidades indígenas que tienen la gran fortaleza de su cohesión, de su cultura y de que están dispuestas a creer, a participar, a construir nuevos horizontes. Yo veo un México de campesinos que aún no tienen las respuestas que merecen. He visto un campo empobrecido, endeudado, pero también he visto un campo con capacidad de reaccionar, de rendir frutos si se establecen y se arraigan los incentivos adecuados. Veo un cambio en el campo; un campo con una gran vocación productiva; un campo que está llamado a jugar un papel decisivo en la nueva etapa de progreso para nuestro país. Yo veo un México de trabajadores que no encuentran los empleos ni los salarios que demandan; pero también veo un México de trabajadores que se han sumado decididamente al esfuerzo productivo, y a los que hay que responderles con puestos de trabajo, con adiestramiento, con capacitación y con mejores salarios.  Yo veo un México de jóvenes que enfrentan todos los días la difícil realidad de la falta de empleo, que no siempre tienen a su alcance las oportunidades de educación y de preparación. Jóvenes que muchas veces se ven orillados a la delincuencia, a la drogadicción; pero también veo jóvenes que cuando cuentan con los apoyos, que cuando cuentan con las oportunidades que demandan, participan con su energía de manera decisiva en el progreso de la Nación. (...)

Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales. Veo a ciudadanos angustiados por la falta de seguridad, ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos que les cumplan. (...) Yo me propongo encabezar un gobierno para responderle a todos los mejicanos. El cambio con rumbo y con responsabilidad no puede esperar. Manifiesto mi más profundo compromiso con Chiapas. Por eso debemos escuchar todas las voces, no debemos admitir que nadie monopolice el sentimiento de los chiapanecos. Expreso mi solidaridad a todos aquellos chiapanecos que aun no han dicho su verdad, a todos aquellos que tienen una voz que transmitir y a todos aquellos que tienen una palabra que expresar. (...) Frente a Chiapas los priístas debemos de reflexionar. Como partido de la estabilidad y la justicia social, nos avergüenza advertir que no fuimos sensibles a los grandes reclamos de nuestras comunidades; que no estuvimos al lado de ellas en sus aspiraciones; que no estuvimos a la altura del compromiso que ellas esperaban de nosotros. Tenemos que asumir esta autocrítica y tenemos que romper con las prácticas que nos hicieron una organización rígida. Tenemos que superar las actitudes que debilitan nuestra capacidad de innovación y de cambio.
 
Recuperemos nuestra iniciativa, recuperemos nuestra fuerza, para representar las mejores causas, para ofrecer los caminos de la paz, para responder ante las injusticias. Recuperemos esos valores. Hagámoslo en esta campaña. Empecemos por afirmar nuestra identidad, nuestro orgullo militante y afirmemos nuestra independencia del Gobierno. Es la hora de un nuevo impulso económico; es la hora de crecer sin perder la estabilidad financiera ni la estabilidad de precios. La economía, más allá de las metas técnicas, tiene que estar al servicio de los mejicanos. Por eso, el nuevo crecimiento económico tiene que ser distribuido con mayor equidad, con empleos crecientes, con ingresos suficientes. (...) Es la hora del gran combate a la desigualdad, es la hora de la superación de la pobreza extrema, es la hora de la garantía para todos de educación, de salud, de vivienda digna. (...) Es la hora de reformar el poder, de construir un nuevo equilibrio en la vida de la República; es la hora del poder del ciudadano. Es la hora de la democracia en México; es la hora de hacer de la buena aplicación de la justicia el gran instrumento para combatir el cacicazgo, para combatir los templos de poder y el abandono de nuestras comunidades. ¡Es la hora de cerrarle el paso al influyentismo, a la corrupción y a la impunidad! (...)

 La única continuidad que propongo es la del cambio; la del cambio que conserve lo valioso. Queremos un cambio con responsabilidad en el que no se olvide ningún ámbito de la vida nacional; queremos un cambio democrático para una mejor economía, para un mayor desarrollo social. Y hoy existen las condiciones para lograrlo;  (...) Soy un mejicano de raíces populares. Soy un mexicano que ha recorrido en muchas ocasiones nuestro país, que no cesa de maravillarse ante la gran variedad y riqueza humana de nuestra patria y que no cesa tampoco de advertir carencias y dolores. Me apasiona convivir, compartir, escuchar y comprender al pueblo al que pertenezco. Aprendo diariamente de sus actitudes francas, de sus actitudes sencillas. Reitero que provengo de una cultura del esfuerzo y no del privilegio. Como mis padres, como mis abuelos, soy un hombre de trabajo que confía más en los hechos que en las palabras. Pero por eso mismo, soy un hombre de palabra, un hombre de palabra que la empeño ahora mismo para comprometerme al cambio que he propuesto: un cambio con rumbo y con responsabilidad. El gran reclamo de México es la democracia.  El país quiere ejercerla a cabalidad. México exige, nosotros responderemos. Como Candidato a la Presidencia de la República, estoy listo también.”

El pueblo Priista recibió el discurso de Colosio con una ovación. Parecía no querer irse de la plaza. Son miles los que se acercan para intentar estrechar la mano del candidato, para felicitarle, para agradecerle. Como si con sus palabras hubiera sido capaz de interpretar los sentimientos más profundos del partido, expresando completamente su carisma Colosio ahora se encontraba en la cúspide de su carrera y de sus potencialidades. Demasiado. Debía ser detenido.

ENEMIGOS,CONSPIRACIONES E INTRIGAS La abierta toma de posición de Colosio era la confirmación de que la flecha había sido disparada y se dirigía a una debida distancia del arco. Salinas, de quien el candidato ni siquiera había pronunciado el nombre durante su discurso, se había dado cuenta de que ya no podía controlarlo como había hecho hasta entonces. Se limitó a decir: Colosio tiene que calmarse. Pero era demasiado tarde. Pero quien se preocupó más que el viejo presidente, cuyo mandato estaba por terminar, fue un personaje señalado como  el verdadero artífice de la política priista. Un no-mejicano que contaba con un poder inmenso, hasta incluso mayor al del mismo Salinas. “El gobierno de Carlos Salinas de Gortari no se puede comprender sin la figura de Cordoba Montoya. Más que asesor del presidente, Cordoba era un socio de partes iguales. Ambos gobernaban pero en cierta medida Cordoba tenía más poder que Salinas, no tanto porque tomaba más decisiones, sino porque solía imponer su criterio en aquellas que eran realmente importantes.  Cordoba analizaba, encomendaba, persuadía, convencía y garantizaba que las cosas, sobre todo las de mayor relevancia, se hicieran. Su eficacia residía en su discreción. Jamás había existido un mejor jefe de gabinete ni tampoco una persona  tan enamorada del anonimato, con una vida lejana de los reflectores e inmersa en la acción política en penumbra”.

De origen franco-hispano fue consejero de Mitterand y luego profesor en Yale, EE.UU., donde se forman las grandes mentes americanas y los jefes de la CIA. Allí conoció a Zedillo que se graduó dando su tesis precisamente junto a él. Entre ambos se instauró una fuerte unión que se consolidara luego de forma concreta en los vértices del poder mejicano. Cuando Zedillo le presentó a Salinas éste se enamoró literalmente de este personaje de un cerebro agudo y de sus capacidades y pensó que con un brazo derecho de ese tipo podría conseguir todo lo que quisiera. (…) En muy breve tiempo Cordoba estaba ya sentado en la sala de comandos y si no era él quien apretaba los botones era alguien más en su nombre, incluido y sobre todo el presidente. Todos en “Los Pinos” (la casa presidencial de ciudad de México) tenían muy clara la importancia y la influencia ejercidas por Cordoba. Obviamente también lo entendía Colosio. ¿Cómo funcionaba el método Montoya?  Arreola lo explica muy claramente: “En el equipo de Salinas era algo así como un broker de informaciones. Se aseguraba que a lo largo del proceso de toma de decisiones estuvieran representados todos los puntos de vista de quienes tenían un interés, ya sea legítimo o no, en el tema. Por lo tanto 'rebotaba' el análisis de las opciones con su jefe y así ambos, el presidente y su asesor, elegían la mejor opción. Luego de ello Cordoba comunicaba con claridad las instrucciones al gabinete y él mismo se encargaba de seguirlas. Esta última parte era la menos complicada de todas porque nadie le ignoraba en el grupo estalinista, fracasar con Cordoba era grave y muy costoso”.

Colosio había aprendido perfectamente el esquema de juego y respetaba las reglas. Con su objetivo siempre en mente trataba de acercarse al círculo más íntimo del poderoso asesor en observancia al antiguo dicho: “ten cerca a tus amigos, pero ten aún más cerca a tus enemigos”. Al igual que todos sabía que en él no se podía confiar. “El gran defecto de Cordoba – dijo una vez el candidato a Arreola -  que a veces lo convierte en un tipo difícil de soportar es que siempre da la impresión de alguien que cree saber todo”. Más allá de que lo creyera o no lo que si es cierto es que a pesar de no tener ninguna responsabilidad precisa dentro del gobierno, mandaba porque había sido hábil para convencer a Salinas de ser uno de los mejores gobernantes del mundo y que por ello su lugar en la historia estaba asegurado. Una vez alcanzado cierto poder Cordoba seguramente no tenía ninguna intención de renunciar.

Para garantizar la continuidad de su dirección oculta el mejor candidato a la presidencia habría sido indudablemente su pupilo: Ernesto Zedillo. La elección de Colosio, de todos modos muy querido por Salinas, le resultaba conveniente de alguna manera. Pero habrá cambiado opinión al ver que el candidato electo comenzaba a hacerse independiente de las directivas del partido. De hecho a través de Zedillo, quien se había convertido en coordinador de la campaña de Colosio, Cordoba pretendía claramente extender su injerencia sobre las actividades del candidato que con astucia actuó diplomáticamente hasta que pudo, luego trazó la línea del límite. Sus colaboradores trabajaban cuidadosamente en la preparación de sus discursos pero éstos sufrían correcciones por parte de los redactores de Salinas, y por lo tanto de Cordoba que enviaban a Zedillo. Algo que originaba no pocos roces entre ambos equipos. En busca de paz en un aniversario especial Colosio agregó dos párrafos sugeridos por “Los Pinos”, pero para el resto eligió la versión de sus colaboradores. De este modo envió un mensaje preciso a Cordoba. En respuesta a ello el titiritero nombró como coordinador administrativo y financiero de la campaña a alguien muy fiel también, de manera tal de tener bajo control cada elección del grupo colorista.

Los colaboradores del candidato se habían quejado siempre de contar con pocos recursos. Los hombres y mujeres de ambas formaciones se enfrentaron unos para interferir y criticar, los otros para intentar mantener lo más lejos posible de la campaña a Cordoba.  Olvidándose - precisa Arreola - que el enemigo, al menos en teoría, estaba en los demás partidos. Sin embargo Colosio sabía perfectamente que la verdadera mente de la política económica del partido era Cordoba y no podía ignorarlo ya que la cuestión más delicada de la agenda nacional era la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio que estaba estrechamente ligada a los temores de los inversores  extranjeros por el conflicto en Chiapas. Éste era el punto de mayor vulnerabilidad de Colosio. En cambio Camacho lo había comprendido perfectamente ganándose por parte del viejo padrino Salinas el nombramiento de negociador y poniendo en tela de juicio la candidatura de Colosio. Tal es así que en determinado momento se llegó a pensar en un reemplazo. Sin embargo Cordoba estaba teniendo pésimas relaciones con Camacho y quería a Zedillo. En realidad Colosio era un intermedio. Pero que no tenía ninguna intención de dejarse usar para sus juegos de poder. Quizás cometió el error de hacer públicas sus intenciones antes de tiempo; quizás no podía no hacerlo. Todos sus colaboradores más cercanos eran conscientes de que Colosio no le habría permitido al estratega internacional que confirmara su poder. “Cordoba trabajará con el presidente Salinas hasta el día 30 de noviembre, el último día de su gobierno”.

Efectivamente a nadie le agradaba su inminente hegemonía. A nadie excepto a Zedillo, obviamente, que supo esperar hasta el final del juego. Tenían una relación más bien intensa Colosio y Zedillo. Arreola la describe así: “Era muy buena, pero también muy mala. Si me preguntaran si pondría a Ernesto Zedillo entre los posibles sospechosos de haber asesinado a Luis Donaldo Colosio, respondería que sí. Pero respondería lo mismo acerca de Carlos Salinas, José Cordoba y Manuel Camacho”. Sin embargo Colosio le había querido en su equipo, le admiraba, le consideraba humilde y muy inteligente. Uno de sus mejores amigos. Un día mientras hablaban de quien habría sido el coordinador de su campaña el candidato dijo que quería a Zedillo y le pidió a Federico que fuera a decírselo. Se reunieron en una de sus oficinas ubicadas en la zona a sur de la ciudad de México. El político se alegró cuando escuchó lo que el periodista tenía que comunicarle, le dijo que obedecería a Colosio y añadió: “Mira, Federico, hay sólo dos opciones reales para suceder a Carlos Salinas. La primera, que es la que será factible, es Luis Donaldo Colosio, no quedan dudas de que tu amigo será el presidente de México. La segunda, con una posibilidad muy remota, soy yo, pero yo sólo podría ser candidato en el hipotético caso de que no lo fuese tu amigo, algo que no ocurrirá”.  Zedillo y Colosio siempre se llevaron bien, pero eran muy diferentes y a medida que avanzaba la campaña la diferencia iba aumentando hasta el punto que se alejaron por completo. Pero mientras pudo Colosio intentó mantener la serenidad en las relaciones con su amigo-enemigo sobre todo cuando su staff se oponía frontalmente a los hombres que de hecho eran de Cordoba, poniendo en serias dificultades a Zedillo. Pero en un momento determinado el candidato encontró su camino, es difícil saber si había comprendido a qué riesgos se exponía.

TRAMPA PARA RATONES. El 22 de marzo de 1994 Manuel Camacho declaró oficialmente que quería renunciar a la carrera por la presidencia. Una buena parte de los colaboradores más estrechos de Colosio, incluido Arreola, eran de la idea de que el candidato no tendría que hacer mención de ello en la conferencia de prensa que le habían organizado. Pero él dijo: “No puedo esperar. Por como están las cosas, es necesario actuar inmediatamente. Quién sabe cuál podrá ser la noticia mañana. Mañana podría ocurrir cualquier cosa y a lo mejor mi discurso podría ya no tener importancia alguna. Y mira lo que ocurre en el país, pasa algo a cada segundo, y quién sabe qué podrá ocurrir mañana.”

El 23 de marzo de 1994 toda la compañía aterrizó en Lomas Taurina de Tijuana. Inmediatamente comenzaron los problemas. Un grupo de simpatizantes impidió a Colosio que saliera por la puerta principal, así tuvo que abandonar el aeropuerto atravesando una cerca con alambre de púa.
“La desorganización era total – cuenta Arreola – y se respiraba una fuerte tensión”. El general Garcia Reyes confió al periodista que no le había gustado la razón que había dado Camacho para su renuncia a la candidatura: “No me gustó para nada. Me preocupa lo que dijo Camacho que renunció a sus aspiraciones presidenciales porque no quiere ser candidato a toda costa”. De hecho el militar ya había tenido más de una preocupación ese día.
Colosio se había enfurecido porque había salido en los periódicos una fotografía que los mostraba junto a un hombre de escolta armado con pistola, una imagen que no le gustaba precisamente y de nada habían servido las argumentaciones del graduado que trataba de explicarle que la protección no se podría asegurar de otra manera. Y luego estaba la logística del podio desde el cual tendría que hablar ese día el candidato.

De hecho había habido una discusión más que encendida entre los organizadores del evento y la seguridad. Los coordinadores de las actividades fueron Mario Luis Fuentes junto a Jorge Serafino y José Murat.  La idea de Fuentes era la de hacer caminar a Colosio lo más cerca posible de la gente porque esa era el arma vencedora del candidato: su contacto con el pueblo. Donaldo apreciaba y compartía la posición del coordinador, difícilmente anteponía su propia seguridad a la posibilidad de tener que vérselas con la gente que le buscaba aunque sea para decirle una sola palabra. Protegerle era una tarea bastante ardua y esta vez de forma particular.

El mitin tenía que desarrollarse en una plaza no muy grande y además con un terreno irregular a la cual se podía ingresar a través de un puentecillo inestable de madera que atravesaba un arrollo. La cuestión se centraba en qué lugar ubicar el palco. Luego de una larga discusión se decidió ponerlo en la parte más alta con la gente distribuida de forma aleatoria hasta la parte más baja, exactamente al revés de como ocurre en un teatro normal. De esta forma Colosio, para salir, necesariamente tenía que pasar entre la muchedumbre para luego atravesar el puentecillo. Si en cambio aplicando el sentido común se hubiera ubicado en la parte baja del valle el auto del candidato se habría podido estacionar en las inmediaciones de forma tal de evitar cualquier riesgo. Pero no fue así. El candidato a la presidencia de la república mejicana dio así su último discurso en la parte trasera de una camioneta. Una vez concluido bajó del palco, se acercó al confiable Castillo, de MarioAburtoFotoInternationalBussinnesTimesquien extrañamente había sido separado en el viaje de ida, diciendo: “¡Vámonos!”. Con un círculo de guardaespaldas ya estrecho y ulteriormente reducido a causa de la necesaria vigilancia sumada a la de la seguridad del puente, Luis Donaldo Colosio tomó su último baño de multitud. Sus hombres le abrieron camino tratando de mantener bajo control el entusiasmo de la gente que de todos modos podía alcanzarle sin dificultades. De repente un hombre, Mario Aburto, se abrió paso tranquilamente entre sus hombres y le disparó a quemarropa a la sien derecha. Cayó al suelo bañado en sangre. “¡Vámonos!”, dijo a su ayudante en jefe Luis Donaldo al finalizar la manifestación en Lomas Taurinas que terminó siendo tan desorganizada como todas las de la etapa de Michoacan. El Mayor Castillo se metió frente al candidato y empezó a caminar guiándolo. Castillo caminaba detrás del coronel Del Pozo (…). Ambos tenían que empujar a la gente para poder pasar. Junto al doctor Castorena y a Tere Rios, la secretaria, le esperábamos más adelante, donde habían sido estacionados los autos. De repente, el caos. El doctor y yo comenzamos a correr hacia Luis Donaldo y nos dimos cuenta de que había ocurrido algo muy grave. Llegamos y le vimos tirado en el suelo, sangrando, con la masa encefálica hacia afuera. Castonera se puso inmediatamente a trabajar para tratar de salvar la vida de nuestro amigo. (...)

ImagendelcrimenFotoWnComLa ambulancia se dirigió a toda velocidad hacia el hospital violando todas las normas de tránsito. Viajó a contramano por varias calles tratando de salir lo más rápidamente  posible de la trampa para ratones de Lomas Taurinas. (…) Pocos minutos después de nuestra llegada el Estado mayor presidencial y la policía local cerraron el acceso al hospital. Todos teníamos miedo allí dentro. No sabíamos qué podría ocurrir. Es decir, era evidente que Luis Donaldo moriría (dos o tres veces pregunté al doctor Castorena por el estado de salud de Colosio y todas las veces me respondió que no había ninguna posibilidad de salvarle la vida), esto estaba claro, pero ignorábamos lo que se ocultaba detrás del atentado. Cuando Diana Laura llegó el General Reyes me pidió que la informara de lo que había ocurrido: “No tengo el valor, don Federico, dígaselo usted por favor”. El general me acompañó hasta ella que me preguntó: “¿Por qué tanta confusión si mi a marido le pegaron con un palo en la cabeza?” Alguien le había mentido en el trayecto hasta el hospital, y yo la desencanté: “No fue un palo, Diana, sino dos o tres balas y una de ellas le atravesó la cabeza.” Tuvo un colapso, la sostuve para que no cayera, pero muy rápidamente volvió en sí. Llorando me preguntó si el doctor Castorena estaba asistiendo a su marido. “Si, Diana es muy buen médico”. Quería ser optimista. “A mi que estoy tan débil y enferma Castorena me sacó de terapia intensiva, a él que es tan fuerte tiene que salvarle.” Pasaba el tiempo y la señora Colosio estaba preocupada por sus hijos. Entonces le ordenó a uno de sus asistentes que llamaran a su casa para que les prohibieran a los niños que vieran la televisión. Poco después los médicos salieron del quirófano. El doctor Castorena y el general Garcia Reyes decidieron informar a Diana Laura que no intentarían mantener con vida a su marido de forma artificial. Me pidieron que les acompañe. Todos llorábamos. El mayor Castillo. Tere Rios. Liébano Saenz. Domino. Castorena. Diana Laura.” Antes de la autopsia Diana Laura quería ver por última vez a su esposo. Tenía los ojos cerrados, de los cuales uno estaba morado y una venda le cubría la cabeza.

CrimendeColosioFotoMexicoDesgraciadoBlogEl avión militar con los miembros de la campaña a bordo, la viuda y el ataúd con el cuerpo de Luis Donaldo Colosio llegaron a la Ciudad de México a las cinco de la mañana del día siguiente. Esperaban el cortejo el presidente Carlos Salinas y su mujer Cecilia Occelli, Ernesto Zedillo y Fernando Ortiz Arriana, entre otros. El ataúd de Luis Donaldo Colosio fue llevado a la sede central del partido donde sus restos fueron velados solemnemente. Luego fue llevado al aeropuerto de la Ciudad de México para ser trasladado a la ciudad nativa del político Magdalena de Kino, en el estado de Sonora.

El cortejo fúnebre atravesó la ciudad, muchos taxistas se unieron a la caravana y a lo largo de la calle la gente se detenía a rendir un homenaje a ese hombre en quien habían depositado tantas esperanzas. Nunca en la historia de México había ocurrido que el pueblo manifestara tal afecto, tal reverencia, por un hombre que seguramente se habría convertido en Presidente, el presidente de todos los mejicanos.

El 25 de marzo de 1994 la plaza de Magdalena de Kino se llenó de gente común, miles de personas entre autoridades y gente común habían venido a despedir para siempre a Luis Donaldo Colosio. Con una fuerza increíble en neto contraste con su grácil figura cubierta por un vestido negro Diana Laura dio un discurso de despedida hacia su esposo, pero sobre todo al Presidente de México. “Las balas de la violencia le han quitado la vida a Luis Donaldo Colosio, pero no mataron sus ideas”. Y ella lo demostró con compostura y aristocracia recordando a todo el país el amor y la pasión que su esposo sentía por la Nación, sus intenciones de servirle para que toda familia pudiera tener lo mínimo necesario para poder vivir con dignidad, que cada uno pudiera tener un empleo para garantizar protección, asistencia y educación a sus propios hijos, que no podría haber democracia y progreso sin la justicia. “En nombre de toda la familia, en nombre de mis hijos, Luis Donaldo y Mariana, en el mío propio, pero sobre todo en nombre de mi esposo Luis Donaldo, les doy las gracias por acompañarnos.”
Dio su último saludo a su marido poniendo sobre el ataúd que descendía hacia la tierra una imagen de la Virgen de Guadalupe. Ocho meses después el 18 de noviembre de 1994 Diana Laura dejó que esa enfermedad contra la cual tanto había luchado tomara ventaja y se reunió con su esposo: Luis Donaldo Colosio Murrieta.

¿QUIEN ASESINO A LUIS DONALDO COLOSIO? Luego de doce años tres gobiernos y una Comisión de investigación produjeron sólo cinco volúmenes y más dudas que certezas. La investigación desde los primeros pasos manifestó los indicios típicos de desvío de información con la intención de crear confusión.

Una metodología que recuerda la del asesinato del presidente John Kennedy. Después de los disparos hubo pánico, la gente empezó a correr y a gritar. Mientras el cuerpo sin vida de Colosio era transportado hacia la ambulancia un grupo de personas se arrojó sobre un hombre a quien muchos habían visto disparar. Lo tironearon con fuerza golpeándolo varias veces y por primera vez apareció en presencia de los mejicanos el rostro cubierto de sangre del hombre que se llevó la esperanza. Mario Aburto gritaba: “No fui yo”. Pero una vez encerrado en la cárcel de Almoloya admitió haber sido él quien asesinó al candidato del PRI. Ya alrededor de su figura se creó el primer gran misterio.

El hombre que apareció tras la puerta vidriada de la cárcel estaba rasurado, con el pelo corto y con la mirada fija, impasible. La madre que había acudido a la cárcel, cuenta haberle encontrado en un estado de trance, de shock, casi no la reconocía. Muchos plantearon hipótesis sobre que no se tratara de la misma persona arrestada en el momento del atentado. El periodista de Televisa Jaime Maussan realizó al año siguiente un documental titulado Magnicidio en el que se mostraba una superposición computadorizada de los dos presuntos rostros de Aburto. Los expertos entrevistados aseguraban que se trataba de la misma persona, aunque es imposible no notar que la fisonomía del reo confeso es típica del hombre mejicano promedio de esa zona.

Pero alrededor del presunto asesino queda una sombra aún más pesada. Casi inmediatamente después del atentado estuvo claro que Donaldo Colosio fue víctima de un complot, también lo declaró el fiscal sustituto a cargo del caso: Miguel Montes Garcia. Las pericias balísticas sustentan esta tesis y las filmaciones en video del momento del homicidio. La validez de la tesis ya había sido puesta en tela de juicio dos meses más tarde en un informe del mismo Montes Garcia según el cual Mario Aburto actuó solo.

PadredelcandidatoasesinadoFotoInfvormadorComEl “Informe Montes”, como ha sido definido, sin embargo no presentaba ningún elemento de explicación o argumentaciones convincentes para sustentar esta increíble marcha atrás, a tal punto que Diana Laura Colosio se vio obligada a nombrar a un abogado penalista que la representara. A Juan Velazquez Evers la viuda le pedía que actuara de puente de comunicación con Montes y esencialmente que constatara que no se descuidara ninguna pista para llegar a la verdad. A pesar de manifestar su máximo respeto por el trabajo del magistrado, la viuda no titubeó en hablar a las claras de que por más que hubiera sido probado el “delirio crónico sistemático” en la personalidad de Aburto no podía excluirse a priori que su comportamiento no podría haber sido coadyuvado por influencias externas, así como también el acto homicida podía haber sido planificado por un meticuloso director capaz de aprovecharse de la personalidad de Aburto. De hecho, la versión oficial, ignorando estos elementos, permitía que fueran puestos en libertad incluso los presuntos cómplices: José Rodolfo Rivalpalacio, Vicente y Rodolfo Mayoral Venezuela y Tranquilino Sanchez Venegas. Sin embargo en el reportaje realizado por Jaime Maussan  en el cual  se muestran las dramáticas imágenes de la ejecución parece bastante claro que alrededor del candidato se abrió un paso para permitir que Aburto se acercara de forma tal que no pudiera errar disparando el tiro prácticamente en la sien del candidato. Efectivamente en el video se ve claramente que Colosio avanza a duras penas entre la multitud que se amontona a su alrededor, rodeado por  cuatro de sus hombres en una clásica formación de diamante, pero bastante ridícula si se piensa en la muchedumbre de ese momento. El candidato también estaba protegido por un grupo de cuerpos especiales formado precisamente por los hombres que posteriormente fueron incriminados junto con Aburto.

Pasando las imágenes en cámara lenta se ve claramente que Tranquilino Sanchez y Rodolfo Mayoral hablan con Aburto antes del atraco. Expertos en lectura de labios sostienen que Mayoral le está diciendo a Aburto: “tú espera aquí” y unos minutos después Sanchez: “Por este lado hay lugar ..” Es más, en la secuencia que lleva al trágico final Sánchez escolta a Aburto hasta las espaldas de Colosio y abriendo los brazos le abre paso interponiéndose al mismo tiempo entre el candidato y el general Domiro Garcia Reyes para que no pudiera interferir. Luis Donaldo Colosio no podía tener salvación. No se admitían errores. Y la verdad no tendría que salir a la luz. El video obtenido por la Fiscalía de la República salió al aire inicialmente sólo en la televisión argentina y posteriormente en las demás emisoras para luego ser adquirido como prueba. Sin embargo, a pesar de la evidente relevancia no fue considerado como probatorio por los jueces encargados del caso. La misma metodología también fue aplicada con los demás elementos probatorios. Ya desde los primeros análisis forenses se obtuvieron datos contradictorios. El deceso ocurrió seguramente a causa del disparo en la sien, pero 24 horas más tarde el fiscal de la República declaró que Aburto disparó dos veces: “Una bala en la sien que provocó a la víctima una rotación sobre su eje en sentido antihorario y antes de que cayera a suelo el homicida disparó un segundo tiro hiriendo al candidato además en el abdomen”. A los expertos la reconstrucción les parecía algo difícil, sobre todo el detalle de la rotación, cosa que dio vida a  la hipótesis de que un segundo disparo podía haber sido disparado por otra mano. Pero incluso esta particularidad jamás fue aclarada.Versiones contradictorias, elementos faltantes, pericias incompletas, muchas ilaciones, recíprocas acusaciones y retractaciones… una conspiración asesinó a Luis Donaldo Colosio, una conspiración traicionó su memoria negando la verdad a su familia, a sus colaboradores y a ese México que veía en él esperanza y progreso.   

HIPOTESIS PARA UN HOMICIDIO DE ESTADO.Convergencia de intereses se llama. Es esa especial condición en la que convergen las ventajas recíprocas de los actores en juego, “híbridas connivencias entre centros de poder más o menos ocultos y criminalidad organizada”, como las definía el juez Giovanni Falcone, que preparan el terreno para que se cometan crímenes feroces cuyas víctimas son hombres y mujeres que han tenido el valor de lo nuevo, el valor del cambio. El asesinato de Luis Donaldo Colosio encaja en este cuadro. La política que tenía en mente para su México al que amaba con tanta pasión se basaba en la reforma del poder.  A partir de su partido al que quería exento de cualquier privilegio, de forma tal de poder demostrar estar en condiciones de ofrecer al pueblo una real apertura democrática. Quería realmente crear las bases para el desarrollo equilibrado de la sociedad mejicana tan sedienta de justicia e igualdad. Quería un México fuerte, evolucionado, liberado de las deudas y de la dependencia de los Estados Unidos, listo para proyectarse al mundo con todas sus riquezas y culturas. No se lo permitieron. ¿Quiénes? En estos casos, en los que nunca se alcanza la verdad, no queda más que volver a mirar fríamente todo el cuadro y evaluar quién ha obtenido provecho de la muerte de Colosio y porqué. Quiénes se han complotado ganando y quiénes perdiendo, víctimas de las propias debilidades y vanidades que en el cínico juego de poder se convierten en peligrosos instrumentos criminales.

Ernesto Zedillo es el verdadero triunfador en todo este hecho. Inmediatamente después de la muerte de Colosio fue elegido Presidente de la República Mejicana y se mantuvo en su cargo hasta el final del mandato, desde 1994 hasta el 2000. Extraña coincidencia con la profecía que él mismo le habría confiado a Federico Arreola. “Si no gana Colosio, el único posible seré yo”. Muy pocas veces el Presidente, durante su gobierno, pronunció el nombre de aquel hombre que le consideraba uno de sus más queridos amigos, en cuyas capacidades confiaba. Le había seguido a lo largo de toda la campaña, pero ese día en Lomas Taurina de Tijuana, en el estado del Baja California, su lugar de origen, Zedillo no estaba, no estaba presente cuando asesinaron cobardemente a su compañero de partido. Se limitó a recibirle en la Ciudad de México cuando regresaba en un ataúd de aluminio acompañado por la joven viuda.

Con la victoria de Zedillo también el hombre sombra del gobierno José Cordoba había alcanzado su objetivo: ya nadie podría mermar los años y años de arduo trabajo dirigido a hacer de México una colonia estadounidense, siempre inestable, siempre atrasada en progreso y desarrollo. Este estratega con todas las características de un agente secreto había cumplido con su misión y por lo tanto abandonó el país. El presidente Carlos Salinas de Gortari fue considerado por todos el responsable moral del homicidio por las abiertas maniobras con las que había obstaculizado a Colosio durante su campaña electoral, demostrando tener un móvil por no aceptar de buen grado todo ese deseo de independencia de su delfín. Zedillo se libró de él obligándole al exilio luego de haber hecho arrestar al hermano Raúl Salinas implicado en el narcotráfico y sospechado de ser el ideólogo del homicidio de José Francisco Ruiz Massieu, diputado del PRI. Manuel Camacho que, a causa de las maniobras de Cordoba y Salinas, se había puesto en evidente antagonismo con Colosio desapareció completamente de la escena política, al quedar “consumido” por el escándalo que le había quitado toda credibilidad. A decir verdad hay otro ganador. Quizás aún más oculto que el mismo Cordoba. La mafia de Tijuana. Con toda probabilidad Mario Aburto era un killer del poderoso Cártel de Arellano Félix que seguramente no veía con buenos ojos a un candidato a la presidencia como Colosio que anunciaba mano dura en contra de la corrupción, la impunidad y el crimen. El usual trabajo sucio recompensado con el silencio, la libertad en los negocios y la provechosa clientela de los ambientes pudientes en los que la mafia mejicana se mueve tranquilamente gracias a los miles de millones del tráfico de droga y a las corbatas de marcas exclusivas. Hoy monumentos, bustos y calles están dedicados a la memoria de Luis Donaldo Colosio. Esa memoria en la cual jamás se rinde el único y verdadero honor: el de la verdad. Sin la cual jamás podrá haber justicia. En ninguna parte del mundo.

 
EstatuadeColosioFotoVoltairenet¿QUIENES FUERON LOS CONSPIRADORES, LOS IDEOLOGOS EXTERNOS E INTERNOS?
1) La mafia con el killer Aburto asesinó a Colosio a cambio de prebendas. Ernesto Zedillo, jamás tomó una medida contra la criminalidad organizada durante su mandato presidencial, es más, encubrió la calidad de prófugos dorados de los boss mafiosos como Ramón Arellano Félix que vivía tranquilamente en Tijuana a pesar de que pesara sobre él un pedido de captura.
2) Carlos Salinas de Gortari, el entonces Presidente de México, se enteró del complot, pero guardó silencio y no se opuso dejando que mataran a Donaldo Colosio.
3) José Cordoba Montoya y Ernesto Zedillo Ponche de León, que tomó el puesto de Colosio a la presidencia de México, con la cobertura de la CIA, organizaron y concertaron todo el complot que incluso comprendía la eliminación de los cómplices y de los personajes incómodos. De hecho Carlos Salinas de Gortari fue echado a causa de la escandalosa detención del hermano Raúl, Manuel Camacho odiado por ambos fue “quemado” políticamente y eliminado de la escena, y hasta el gran boss Ramón Arellano Félix, dueño y señor indiscutido de Tijuana fue asesinado de forma “casual” en un conflicto a fuego abierto en medio de una calle por un guarda jurado cualquiera.
Ésta es la verdad, servirá para la memoria y para el juicio final.

UNA CONSPIRACION CONTRA COLOSIO (Entrevista Exclusiva) por Giorgio Bongiovanni.
Leonardo Luis Romo es un diputado nacional del partido de los Verdes inserto en la actual coalición de Gobierno dirigido en ese momento por el partido del presidente Vicente Fox, cuyo mandato termina el próximo julio. Romo fue consultor de la Comisión de investigación constituida con el objetivo de hacer luz sobre el asesinato de Luis Donaldo Colosio. Hoy es candidato a la Cámara Regional de Diputados por la provincia de Ciudad de México.
 
A pesar de la delicadeza del caso Colosio por los poderosos intereses que estuvieron y que todavía están implicados, el Diputado respondió a nuestras preguntas con valor y firmeza. Por ello le estamos muy agradecidos.

¿Doctor Romo, usted trabajó en la Comisión que investigó el homicidio de Luis Donaldo Colosio?
Sí, inicialmente en calidad de asesor, antes de llegar a ser diputado federal. Fui asesor de una Senadora del partido de los Verdes: Emilia Patricia Gomez Bravo que formaba parte de la Comisión Colosio y trabajé con ella precisamente en este caso. Dentro de la Comisión también estaba el padre del candidato a la presidencia: el Senador Don Luis Colosio Murrieta. Habría podido hacer mucho si no hubiera temido tanto por la vida de los nietos que había sido seriamente amenazada. Éste fue uno de los aspectos más tristes porque nadie como él habría podido conseguir más resultados. Ahora es muy anciano y está muy enfermo.

¿A qué conclusiones llegó la Comisión?
Es  un caso que se parece mucho al del presidente John Fitzgerald Kennedy.
La Fiscalía General de la República ha publicado cinco volúmenes sobre la investigación, pero, leyéndolos, se tiene la sensación de que la verdadera intención sea distraer, confundir, despistar. No llega a ningún punto y deja abiertas muchas posibilidades. Pero con un poco de sensibilidad se puede leer entre líneas. Por ejemplo un elemento que llamó mi atención es que muchas de las personas que estuvieron presentes en el discurso de Lomas Taurina se parecían de una forma impresionante a Mario Aburto, el asesino reo-confeso, que presentaba la fisonomía del típico mejicano de la zona del Rio Tito. Al menos cinco o seis. Eso significa que quien organizó el homicidio cuidó todos los detalles.

¿Porqué el magistrado encargado de ocuparse de las investigaciones fue cambiado varias veces?
Todos tienen miedo. Quien habla del caso Colosio, muere.

¿El homicidio de Colosio fue fruto de una conspiración?
Si, absolutamente, está claro que se trató de una conspiración. Hay muchos elementos probatorios que indican que no fue solo Mario Aburto quien mató a Colosio.

¿Como cuáles?
Vamos por orden. El primero. Un agente del CISN (Centro de Investigación de Seguridad Nacional) muy parecido a Mario Aburto fue encontrado muerto en Los Ángeles con una carta  en el bolsillo que era de Cordoba Montoya en la que le garantizaba protección.

¿Quién es Cordoba Montoya?
Joseph Marie Cordoba Montoya era jefe asesor de la Presidencia cuando estaba en su cargo Carlos Salinas de Gortari. Para comprender cuán influyente era basta con decir que los secretarios de Estado para tener una cita con el Presidente tenían que preguntarle a Montoya. Es  un hispano-francés que también fue asesor de Mitterand, asesor del Secretario de cultura de Argelia, un trotamundos con el perfil típico de un espía.
Dicta una cátedra en Yale, una de las universidades americanas más prestigiosas de la que salieron hombres poderosos como los presidentes Bush, padre e hijo y los jefes de la CIA. También Ernesto Zedillo, que fue luego elegido para la presidencia de México, se graduó en Yale y defendió su tesis en 1978. El orador de su tesis fue precisamente Montoya. Eran muy amigos. Y fue Zedillo quien llevó a Montoya a México y quien se le presentó a Salinas que quedó fascinado por las extraordinarias capacidades intelectuales de este hombre. De hecho, ante sus ojos representaba ese ideólogo del neoliberalismo que Salinas habría querido ser, además del hecho de que era un excelente economista. Entonces le invitó a quedarse en México y le hicieron miembro del PRI incluso antes de que se convirtiera en ciudadano mejicano. Éste es un elemento interesante ya que se trata de una elección que ya está contra del estatuto interior del partido. Y en menos que canta un gallo (…) ascendió de grado hasta alcanzar la cumbre de la presidencia.

¿Cuál fue el rol de Montoya en el caso Colosio?
Cuauhtemoc Cardenas, el candidato del Frente Democrático Nacional, le inculpó del homicidio de Colosio. Sin embargo no es tan simple. Muchas teorías concuerdan en sostener que Cordoba Montoya, junto a la CIA y a la mafia mejicana conspiraron contra Colosio.

¿Qué intereses podía tener la CIA? 
Desde siempre los Estados Unidos tienen la necesidad de ejercer cierto control sobre México porque no pueden permitirse que un Estado a la vera de la frontera Sur sea demasiado  independiente o pretenda no alinearse con los dictámenes del Banco Mundial o del Fondo Monetario Internacional, que pueda tender quizás a la izquierda, que combata a la mafia y que proteja sus recursos naturales. Los Estados Unidos controlan México a través de las deudas y a través de los espías que, infiltrados en la mafia mejicana, actúan para desestabilizar el país.

HomenajeaColosioFotoocexcelsior¿Cómo se habría desarrollado este complot? 
Partimos de Zedillo. Estaba entre los salinistas candidateables a la presidencia y fue muy extraño que le hayan pedido que renunciara para limitarse a coordinar la campaña de Colosio. Probablemente fue una voluntad de Salinas que en todo caso estaba muy ligado a Colosio: fue una creación suya. En cambio Cordoba Montoya habría preferido que fuera su delfín Zedillo quien fuera presentado como candidato, pero quizás su amistad con Salinas le había convencido, o al menos en un primer momento. 
Entre Zedillo y Colosio en cambio, había una buena relación pero que estaba basada principalmente en el trabajo en común. Entre las muchas sospechas surgidas se desprende sin duda el hecho de que aunque Zedillo fuera originario de la Baja California, la región en la cual fue asesinado Colosio, evitó estar presente precisamente en esa ocasión. Le había acompañado prácticamente por todas partes excepto a su provincia natal. Si se observa el cuadro político de aquellos años antes y después de la muerte de Colosio vemos al presidente Salinas rodeado por sus  mejores hombres en competencia por reemplazarlo. Con la eliminación de Colosio se dan una serie de hechos en cadena. Primero que nada también fue “quemado” políticamente Camacho el gran opositor de Colosio en campaña electoral, que de hecho desaparece de la escena política de allí a poco tiempo. Además se sabía que Cordoba Montoya odiaba a Camacho, le consideraba un peligro para su “modelo de desarrollo”. Lo pregonaba por los pasillos.
El mismo Salinas no corrió una suerte mucho mejor. Uno de sus hombres más cercanos, José Francisco Ruiz Massieu, otro joven delfín que sabía mucho, fue asesinado poco después de Colosio. El hermano del presidente, Raúl Salinas, que estaba destinado a sucederle, fue acusado del homicidio. Zedillo le odiaba ferozmente y le hizo encarcelar. También se dijo que tenía conexiones con el cártel del Golfo y con el narcotráfico internacional; el escándalo obviamente tocó también al presidente que se vio obligado al exilio.
Por lo tanto quien ganó a todos fue Zedillo que luego fue electo Presidente.
Es por ello que se puede hacer la hipótesis de una estrategia pensada por Cordoba Montoya y por el propio Zedillo para eliminar a todos los enemigos y mantener tanto el poder como los equilibrios nacionales e internacionales.

¿Qué responsabilidad se le puede imputar al ex-presidente Salinas?
Si Salinas estaba en conocimiento de todo, teniendo además a disposición todas las noticias de intelligence, incluido lo que estaba ocurriendo, su culpa fue indudablemente la de callar. No creo que haya sido él quien diera la orden de matar a Colosio. Se dijo que dirigiéndose a Cordoba exclamó: ¿Qué has hecho? En ese momento seguramente se convirtió en cómplice porque se quedó en silencio. Si hubiera hablado habría destruido todo el trabajo que había desarrollado en esos años para edificar su nuevo modelo y habría frustrado todos los esfuerzos de los cuales estaba tan orgulloso. Cordoba era un infiltrado de la CIA que tenía la tarea de instituir en México el modelo liberal que globaliza al mundo y permite  controlar con mayor facilidad a los gobiernos.

En cambio en lo concerniente a los autores materiales, es difícil creer que Colosio haya sido asesinado en Tijuana sin que la fuerte mafia local estuviese involucrada.
Efectivamente Lomas Taurinas está en el territorio de Aureliano Félix el jefe del cártel de Tijuana. Y Aburto era un “cartillero” de la mafia local. Le habían dado mucho dinero. Lo que se sabe de él es que pasó mucho tiempo en Rotterdam, pero su familia vive en Los Ángeles y es decididamente adinerada.

¿Qué ventajas podía obtener la mafia del asesinato de Colosio?
Antes que nada Colosio tenía la intención de llevar a cabo una política muy severa en términos de lucha contra el crimen. Luego mandó un mensaje a los mafiosos negándose a reunirse con un boss, jefe del cártel del Golfo. Un desprecio que seguramente provocó molestias. Luego éste le pidió lo que siempre negocia la mafia a través del dinero: posiciones favorables, protección…

¿Cuáles son los móviles que dieron lugar al proyecto de atentado contra Colosio?
Antes de pronunciar el discurso del 6 de marzo de 1994 declaró que no leería los escritos que  venían de Los Pinos (la casa presidencial). Era un mensaje dirigido a Cordoba que pretendía dictar la línea de la campaña electoral de Colosio. El candidato se alejó de los dictámenes del partido y también de Salinas que dijo: “Colosio tiene que detenerse”, pero al contrario él se reveló afirmándose cada vez más en una autonomía.
Prácticamente Cordoba le creó un vacío alrededor, además alimentó la competencia surgida entre Colosio y Camacho que antes eran muy amigos. Afortumadamente tuvieron oportunidad de aclarar las cosas y hacer las paces en la casa de Manuela Aguilera. Se dieron la mano y Colosio les prometió una secretaría de Estado.
Juntos querían construir una forma de gobierno más democrático.
Colosio quería reformar completamente la idea del poder en México y lo dijo claramente en ese discurso. Quienes también están sospechados de haber participado de algún modo en la conspiración son los viejos “dinosaurios” conservadores del partido.
Los corruptos del gobierno salinista sabían perfectamente que si Colosio ganaba habrían sido echados en el mejor de los casos, y si no habrían terminado presos. Él lo había declarado públicamente. No toleraría ninguna forma de corrupción.
También tenía pensado introducir reformas en el campo ambiental que sin dudas habrían perjudicado los intereses de las multinacionales que son controladas, en su mayoría, por los Estados Unidos que utilizan a la CIA.

¿Hoy el Estado mejicano tiene interés en hacer luz en cuanto al caso Colosio?
No creo. Fox, que no es del PRI, tenía todo el poder para hacerlo, pero no ha concluido nada.

Dentro de pocos meses en México habrán elecciones. ¿Quién será el próximo Presidente y qué actitud podría llegar a tener con respecto a este tema?
Si llegara a ser Roberto Mandrazo sería interesante. Era un colosista y osó desafiar a Zedillo que, lo primero que hizo fue eliminar a todos los colosistas, pero él resistió y no dejó su puesto.
Zedillo, con la ayuda de Cordoba, logró crearle un halo negativo a su alrededor. Sostienen que es corrupto, pero nunca nadie ha aducido razones válidas a su cargo.
Podría ser importante además si venciera Andrés Lopez Obrador quien ha declarado querer aclarar  el misterio Colosio.
Si en cambio venciera el otro candidato Felipe Calderon, seguiría la misma línea emprendida por Vicente Fox. 

7-9-11
Discurso de Luis Donaldo Colosio Murrieta, el 6 de marzo en el Monumento a la Revolución, con motivo del 65 Aniversario del P.R.I.

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