Viernes 19 Abril 2024

Este nuevo número será presentado oficialmente en Palermo el próximo 18 de julio 2009.
No hemos elegido por casualidad el mes de julio y la fecha del convenio con el que recordamos el aniversario del estrago de via D’Amelio, ocurrido el 19 de julio de 1992, que este año tendrá como título “Los mandantes impunes. El tiempo de la verdad sobre los “estragos de Estado”.
Desde nuestra primera publicación en marzo del 2000, hemos afirmado que buscar, entender y dejar a la historia, aún con nuestro humilde y modesto trabajo de servicio, toda la verdad posible sobre los atentados en el que perdieron la vida Giovanni Falcone y Paolo Borsellino es la esencia misma de nuestro trabajo.
Siempre hemos estado convencidos de que estos dos eventos delictivos y seguidos sucesivamente por las llamadas bombas en la península, son hechos de mafia solo en un cierto porcentaje. Se trata sin embargo de eventos que se insertan en un cuadro mucho más complejo dado que han determinado un viraje definitivo hacia la trágica deriva democrática, moral, cultural y social en la que yace nuestra pobre Italia.
Por años se ha intentado hacer creer a la mayor parte de la opinión pública italiana que se ha tratado solo de una guerra entre los guardias (magistrados) y los ladrones (los mafiosos) sin ninguna otra implicancia. Pero hoy, gracias al trabajo incesante de los fiscales antimafia y de las fuerzas del orden más comprometidos y expuestos y, permitidme que lo diga, gracias también al grito de justicia que en este último año Salvatore Borsellino ha llevado por toda Italia, muchísimos han abierto los ojos. Muchísimos se han unido a esa pequeña luz de resistencia que pocas personas han tenido en vida y que ahora se ha fortalecido por la toma de conciencia de muchos. Está claro que estamos bien lejos de ser una mayoría, pero somos una voz, una única voz que viene de todo el país que pide Verdad y Justicia. Y este clima tan favorable en la gente es acompañado por señales de distinta naturaleza y todas ellas alentadoras en este sentido.
Lo primero de todo, las investigaciones.
Después de un largo paréntesis de silencio, dos testigos de ese bienio tan dramático se han decidido a hablar, a contar lo que saben y que recuerdan. Gaspare Spatuzza, hombre de honor de primer plano de la familia de Brancaccio y Massimo Ciancimino, hijo de Don Vito y protagonista, a pesar suyo, del delicadísimo tema de la tratativa entre Estado y mafia.
Naturalmente se trata de dos personajes muy distintos entre ellos, que cuentan dos aspectos diferentes, bajo el perfil técnico, pero que nos confirman un dato fundamental: mucho queda todavía por aclarar y comprobar tanto acerca de la escena del delito como de lo que hay detrás.
Las declaraciones que ha concedido Spatuzza son aún top secret. De lo que se ha podido saber hasta ahora el ex mafioso, a quien todavía no ha sido acordado el status definitivo de colaborador de justicia, se ha autoacusado de ser el que ha substraído el 126 (coche) cargado de tritol y después llevado a vía D’Amelio, desmintiendo de esta forma lo que ya había confesado Vincenzo Scarantino y ya ratificado por las sentencias.
El tema Scarantino ha sido siempre fuente de gran controversia tanto en las fiscalías como en la opinión de los colaboradores de justicia. Entre retractaciones y desmentidas la versión que ha dado a los investigadores acerca del robo del coche era un punto débil de la reconstrucción que arduamente se ha llegado a delinear, por lo menos hasta ahora.
Según indiscreciones la primera confrontación entre Spatuzza, Salvatore Candura, reo confeso de haber participado con Scarantino en el robo del coche y el mismo Scarantino habría ya obtenido resultados significativos.
Mientras Candura habría cedido enseguida confesando de haber mentido, Scarantino, al principio incómodo, habría, en cambio confirmado después la precedente versión. De todas formas las verificaciones sobre este punto darían razón a Spatuzza.
Y si las cosas están así, las preguntas, también inquietantes, son en este punto muchas...
¿Por cuenta de quien Scarantino estaría mintiendo? ¿Qué es lo que teme al punto de acusarse a si mismo y descontar 18 años de cárcel? Y más, ¿Por qué Spatuzza habla justo ahora después de que la demanda de justicia por parte de Salvatore Borsellino ha creado mucho interés en torno a la fase ejecutiva de vía D’Amelio? Si Spatuzza sabe que Scarantino ha mentido, ¿sabe también el por qué? ¿Por cuenta de quien? ¿Sabe decirnos también quien ha apretado el mando que ha activado el artefacto y desde dónde? ¿Sabe decir, así como dejan presagiar las investigaciones realizadas hasta este momento, si han tomado parte en el estrago individuos externos de Cosa Nostra, pertenecientes, quizás, a los servicios?
Esperamos poder leer, pronto, en los documentos de los interrogatorios que todavía están bajo secreto, alguna respuesta a todas estas preguntas que probablemente los investigadores están analizando con la máxima atención. Lo que es verdad es que estamos todavía lejos de saber con precisión lo que ha ocurrido exáctamente en via D’Amelio y por mano de quien.
Sobre lo que pueda haber detrás, como estábamos diciendo, están las auténticas revelaciones de Máximo Ciancimino que coinciden peligrosamente con las que recientemente ha concedido Giovanni Brusca  durante una audiencia del proceso Mori y Obinu por la fallida captura de Provenzano.
En varias interrogaciones por parte de los magistrados, Ciancimino no solo ha confirmado la existencia de la tratativa, de la que fue parte en causa, adelantando la fecha a antes del estrago de vía D’Amelio, sino que ha confirmado también la existencia física del llamado “papello” (lista de peticiones de la mafia al Estado) del cual habló primero que todos Brusca.
Durante la antedicha audiencia (del 21 de mayo ndr) el colaborador de justicia, contestando a las preguntas de los fiscales, ha explicado que sabía el nombre del referente institucional con el que habría negociado Totó Riina, pero que no ha querido revelarlo visto que hay investigaciones en curso, es lo que ha explicado en las repetidas tentativas por parte de la acusación, de la defensa y del presidente de la corte.
Pero no era la primera vez que Brusca mencionaba esto que sabía.
Años atrás, en Florencia, durante un debate en el proceso por los estragos, dijo que había confesado ese nombre, como es obvio de forma reservada, también al Fiscal Grasso y al doctor Chelazzi (fallecido el 16 de abril 2003) y lo leyó después en un artículo del diario Repubblica firmado por Francesco Viviano.
Inútil darle vueltas: el nombre es el del entonces ministro de Asuntos Interiores Nicola Mancino. Que siempre ha desmentido cualquier imputación y ha incluso amenazado con querellas y ha ingresado informes contra cualquiera que ose relacionarlo con estos hechos.
De todas formas su presunta involucración aflora continuamente.
Ciancimino, hijo, en las innumerables indiscreciones de la prensa, ha aclarado que su padre nunca se hubiera comprometido hasta ese punto si no le hubiesen asegurado sobre el fundamento de la tratativa; una agudeza de la que se ha servido del mismo modo también Riina, como nos dice Brusca.
Por consiguiente ambos sabían que detrás de Mori y de De Donno, que constituían el elemento de enlace en el diálogo entre Estado y mafia, había una entidad en condiciones de tomar decisiones de gran alcance.
Solo por esta razón se arriesgan a hablar con el enemigo, con el “diablo”, como explica Brusca recordándose desde su perspectiva de entonces.
Hasta Totó Riina, en las rarísimas ocasiones en las que ha hecho oir su voz ha pretendido saber, durante una declaración espontanea siempre en el proceso de Florencia, cómo podía saber el ministro Mancino que habría sido capturado exactamente 8 días después de anunciarlo.
Y pregunta, con malicia, ¿me han vendido?
Y es siempre el jefe de los jefes el que se pregunta por que no ha sido escuchado (hasta ese momento) precísamente el hijo de Ciancimino, Massimo. Que ahora se encuentra en el centro de episodios cruciales para la historia de nuestro país, de la que es en parte testigo directo y en parte heredero como depositario de secretos y quizás también de documentos del padre de fundamental importancia.
Por esta razón suscitan viva preocupación las continuas amenazas que él está sufriendo, incluso el hurto de documentos que habría ocurrido en su apartamento de Boloña mientras estaba en el extranjero. Hoy finalmente Ciancimino tiene escolta, pero esperamos que goce de la máxima atención por parte de quien ha sido asignado a este propósito.
Volviendo a Mancino. Establecido que estaba en conocimiento de la tratativa no nos es dado a saber por ahora, de ninguna manera, si ha sido él o no el que ha informado a Paolo Borsellino.
Solo sabemos que en la agenda gris del juez el 1º de julio está apuntado cláramente Mancino y francamente no se puede no rechazar con indignación las ridículas excusas aducidas por el actual vice presidente del CSM (Consejo Superior de la Magistratura) que dice que no recuerda si entre las muchas manos que apretó ese día estaba también la del magistrado más en vista en ese momento, destrozado, pocos días después, junto a sus ángeles protectores, por una explosión de tritol.
Si no tiene nada que esconder ¿Por qué el ex Ministro no nos dice como se han desarrollado estos hechos tan delicados? ¿Existe por casualidad un secreto de Estado?
La respuesta a todas estas preguntas y probablemente toda la explicación de la estrategia del atentado podría hallarse en cambio en la agenda roja de Paolo Borsellino. Nos lo demuestra la rapidez y la precisión con la que alguien, que sabía además del juez mismo, la hizo desaparecer en el infierno de vía D’Amelio.
Una verdad que no se quiere afrontar ni siquiera a nivel procesual, que ya está tan limitado de por si por las reglas del debate, visto el propio y verdadero forzamiento judicial con el que se ha querido cerrar una investigación contra el coronel Giuseppe Arcangioli, fotografíado y filmado mientras se aleja del coche del magistrado en llamas llevando en la mano su maletín.
Con una sentencia como pretexto intencionada más a la confusión que a la comprobación de los hechos, el GUP (Juez audiencia preliminar) ha vuelto de hecho imposible el proceso y un juicio aún más presuroso de la Casación ha puesto el sello a la cuestión.
Una cuestión que sin embargo está abierta para nosotros y que junto a muchos otros, de varias partes de Italia, iremos a vía D’Amelio, el día 19 de julio, con una agenda roja en la mano, para pedir, junto a Salvatore Borsellino, con una protesta pacífica, que se haga luz sobre este otro misterio del bienio de atentados. Que se celebre al menos un proceso para establecer cual entre las varias versiones dadas por Arcangioli es la verdadera. Y sobretodo saber a donde ha ido con ese maletín, a quien se lo ha dado, y si alguien ha substraído la agenda roja.
El deseo de legalidad y de justicia esta vez desciende del resto de Italia y va a Sicilia. La indignación esta vez no parte del sacrificio de algún siciliano honrado que combate solo en su tierra, sino que llega del país que está en deuda con esta sangre, que va a rendir homenaje y a cumplir con su deber esperando de dar nuevo vigor al espíritu cansado y desilusionado de los sicilianos, de los palermitanos, la llama de la nueva resistencia.
Esta vez no es tan imposible llegar a la verdad.
No es y no será fácil, entendámonos.
Este gobierno, protector de los corruptos y de los criminales, que alardea seguridad y vuelta de tuerca sobre el 41 bis –cárcel dura- (mientras los boss se mofan de ello y se lo acomodan a placer incluso obteniendo el arresto domiciliario presentando un simple certificado de depresión), ha ya predispuesto cortar por lo sano el último y extraordinario medio de investigación que ha quedado en pie (después de haber demolido a los colaboradores de la justicia), para incidir profundamente sobre el sistema criminal que nos domina.
Con las limitaciones a las interceptaciones y la prohibición de la publicación de los contenidos se quiere forzar a la opinión pública al letargo literal del cerebro inducido por la televisión basura y por la pura y simple censura.
Pero desde hace un poco de tiempo en la mente de los italianos se ha introducido un anticuerpo que les protege del zumbido hipnótico de las telenovelas y de los talkshow y han empezado de nuevo a pensar y a votar.
No obstante la campaña de descrédito y no obstante las persecuciones sufridas y no obstante la completa falta de medios y de cobertura mediática, más de 400.000 italianos han pedido a Luigi de Magistris que les represente en Europa. Un magistrado que se ha visto privado ilegalmente de su sueño: servir al Estado cumpliendo con su deber, ha sabido transformar su vicisitud de injusticia en un gran rescate para todos los italianos honrados que han logrado informarse, pasar la voz, defenderlo para ser defendidos después.
Estamos seguros de que el diputado de Magistris sabrá ser un atento guardia de la esperanza de todos nosotros. Mi personal enhorabuena y agradecimiento. Y una promesa: que no estará solo en esta gran responsabilidad. La redacción de ANTIMAFIADuemila hará todo lo posible para ayudarle, apoyarle y proporcionarle informaciones; sostén y cualquier cosa que pueda necesitar para sus batallas y sobretodo para sostener el compromiso que ha asumido de verificar la verdad sobre los estragos que han deformado el honor y la reputación de nuestro país, mucho más que las mujercitas de nuestro pseudo tirano.

Julio 2009