Jueves 18 Abril 2024

ilfoglioJUICIO SOBRE NEGOCIACION, PERIÓDICO “IL FOGLIO” DESINFORMA Y MIENTE
Por Giorgio Bongiovanni y Aaron Pettinari - 26 de Agosto de 2014
¿Qué puede hacer un periódico como “Il Foglio” de Giuliano Ferrara, su director, quien con mucha tranquilidad declaró en el año 2003 que durante la década del ochenta había sido un confidente pagado por la CIA? Lo único que puede hacer es despistar, escribir mentiras y manipular la verdad.

La mafia no es el único “tumor” grave de nuestro desgraciado país. Si hoy hemos llegado a este Estado de confusión en el que fenómenos como las criminalidad organizada todavía encuentran un amplio espacio para seguir existiendo y la corrupción se difunde hacia todo nivel político y empresarial, gran parte de la responsabilidad radica además en la incapacidad del “cuarto poder”, el de la prensa, para cumplir correctamente con su deber de organismo de información separado del poder. Muy a menudo las vestiduras elegidas son las del servidor y en las últimas semanas de agosto hemos visto un nuevo episodio.
De hecho “Il Foglio” ha publicado un artículo (“Bye bye trattativa”, Adios negociación, n.d.r.) firmado por el Director de “Radio Radicale”, Massimo Bordin, que interviene explicando el proceso judicial que se está desarrollando en Palermo sobre la negociación Estado-mafia dando una imagen bastante distorsionada de la realidad y que no podemos dejar de comentar.

La primera consideración tiene que ver precisamente con esto último. Hace mal leer ciertas consideraciones por parte del Director de una Radio que desde hace años desempeña un trabajo tan importante como el de permitir que cientos de juicios y conferencias, puedan ser escuchados permitiéndoles así a todos los ciudadanos ser protagonistas de la propia cultura y de la propia información. Su artículo contiene diferentes consideraciones bastante “gratuitas”, quizás en buena fe, pero que realmente podrían confundir a quienes no están atentos.

Comencemos por las “supuestas vacaciones” del proceso judicial. Es cierto que comenzará a finales de septiembre, pero también es cierto que hasta el día de hoy los debates se han realizado “pisando el acelerador” en los últimos meses, llegando incluso a hacer dos audiencias por semana, una verdadera señal de la voluntad de darle al juicio una cierta velocidad.

Pero la primera gran incorrección que se comete en el artículo es hablar del Fiscal Antonino Di Matteo como el representante de la acusación sobre el proceso por el atentado de Via D’Amelio que ha considerado creíbles a algunos arrepentidos mafiosos que han sido desenmascarados por Gaspare Spatuzza.

Como es sabido a finales de 1995 Di Matteo fue asignado para acompañar a sus colegas Anna Maria Palma y Carmelo Petralia en la conducción de las investigaciones sobre el atentado en contra del Juez Paolo Borsellino y de sus hombres de escolta. Scarantino, capturado el 29 de Septiembre de 1992, comenzó a contar su falsa verdad a finales del mes de Junio de 1994. Sin embargo el “arrepentido fantoche” en sus distorsionadas declaraciones dio también algunos detalles que luego fueron confirmados por el mismo Spatuzza, su gran acusador. Un ejemplo evidente es el escondite en el que fue ocultado el Fiat 126 lleno de trotil. Scarantino se auto-acusa de haberlo llevado él mismo, y posteriormente fue desmentido por Spatuzza que es el verdadero ladrón del coche, pero también dice que el medio fue llevado al garaje de un tal Orofino, como después se supo que realmente ocurrió. No solo eso. Sus declaraciones llevaron además al arresto y a la condena definitiva de mafiosos de primer nivel que cumplían las órdenes de los hermanos Graviano como Fifetto Cannella, Francesco Tagliavia, Lorenzo Tinnirello e incluso los mismos Giuseppe y Filippo Graviano, lo que demuestra que los que quedaron fuera de las investigaciones no son los mafiosos de Brancaccio -Graviano ndr- (como algunos se han atrevido a decir, n.d.r.) sino figuras “híbridas” muy diferentes, como el jefe mafioso de Acquasanta, Gaetano Scotto, sobre las cuales Di Matteo había insistido en investigar desde el primer momento. Contrariamente al juicio “Borsellino bis” el así llamado “Borsellino ter” ha sido conducido integralmente por Di Matteo, proceso que comenzaría contemporáneamente con el que se estaba realizando en Florencia sobre los atentados de 1993, que contaba, como Juez instructor, con el Fiscal Gabriele Chelazzi, y fue uno de los primeros en afrontar directamente el tema de los ideólogos de los mismos, fueran estos pertenecientes a Cosa Nostra o ajenos a ella.

Otro aspecto que no se toma en cuenta en el artículo del director de “Radio Radicale” es que el juicio que se está celebrando en Palermo no es por el delito de “negociación” sino por “atentado en contra de un cuerpo político del Estado”. Especialmente según la acusación se supone que con el homicidio de Salvo Lima, Cosa Nostra haya iniciado una escalada de violencia induciendo a una parte del Estado a pactar con ella. El objetivo final de la mafia era el de obtener una serie de beneficios, pero sobre todo el de renegociar el pacto de convivencia del cual había gozado desde los albores de la República hasta la llegada del maxi-proceso. Por otra parte hay quienes han dado lugar al diálogo según finalidades diferentes en base a los interlocutores. Por un lado quienes han tenido el objetivo de salvarse a sí mismos de una muerte segura, por otro lado la idea de reanudar aquella provechosa alianza con la mafia siciliana, que siempre había proporcionado votos y ganancias, y sobre todo que había sido el instrumento perfecto para los “trabajitos” más molestos.
En fin, lo que termina siendo procesado es un método de gestión del poder que los magistrados consideran “subversivo” y criminal y que desembocó en la muerte de los Jueces Giovanni Falcone, Paolo Borsellino, de los hombres de las fuerzas del orden que los protegían y de los inocentes fallecidos en los atentados de Florencia y de Milán.

Las investigaciones llevadas a cabo por Antonio Ingroia, por todos los actuales miembros del pool antimafia (Vittorio Teresi, Nino Di Matteo, Roberto Tartaglia y Francesco Del Bene, n.d.r), tienen razón de existir porque es indudable que ciertos hechos han incidido gravemente en la historia de nuestro país casi al igual, si no más aún, que el caso “Tangentópolis”.

No se pueden ignorar ciertos hechos, así como tampoco se pueden ignorar otros elementos históricos cruciales. A pesar de las inoportunas beatificaciones de Giulio Andreotti quien, guste o no, más allá de que el delito haya caído en prescripción, mantuvo relaciones con Cosa Nostra al menos hasta la primavera de 1980. En cambio por las sucesivas acusaciones el ex Primer Ministro fue absuelto con la vieja insuficiencia de pruebas. Y todo esto está escrito negro sobre blanco en la argumentación jurídica de la sentencia de apelación certificada por la Casación. Según la Corte de Apelaciones Andreotti, “con su conducta (no meramente ficticia) , no sin un beneficio personal, consciente y deliberadamente, ha cultivado una estable relación con la asociación criminal, así como ha contribuido a reforzarla al manifestar su disponibilidad a favor de los mafiosos”.

Consideraciones que no son para nada “míseras” como en cambio sostiene Bordin. Otra cuestión “olvidada voluntariamente” es que quienes hablan de negociación son algunos de los mismos imputados en el proceso judicial que se está desarrollando en Palermo, como por ejemplo el general Mario Mori ante el Tribunal de Florencia. Importa muy poco si hay sentencias como la denominada “Tagliavia” por los atentados mafiosos de 1993 y 1994, que dicen que una negociación entre la mafia y las instituciones “existió indudablemente y fue, al menos inicialmente, entablada en base a un ‘do ut des’.

La iniciativa la tomaron representantes de las instituciones y no hombres de la mafia” y “el objetivo que tenía prefijado, al menos al comienzo, era el de encontrar un punto de encuentro con Cosa Nostra para que cesara la secuencia de atentados”. Al respecto en el artículo se hace referencia a la tesis del jurista Giovanni Fiandaca y del historiador Salvo Lupo que no niegan la negociación sino que la justifican porque fue “para bien” para evitar nuevas muertes (sin considerar que luego perdieron la vida Jueces, agentes de escolta e inocentes). También se hace una descripción superficial de la figura de Massimo Ciancimino sin considerar que precisamente luego de sus declaraciones, publicadas en primer lugar por la revista “Panorama.it”, un gran número de “olvidadizos de Estado” comenzaron a hablar de hechos y episodios ocurridos en los primeros tiempos de los atentados. Se critica en forma gratuita la decisión del ex Fiscal Antonio Ingroia de ahondar las investigaciones sobre Salvatore Giuliano luego del informe de los historiadores Giuseppe Casarrubea y Mario José Cereghino cuando el rol de la magistratura no era otro que el de verificar la verdad.

Y para terminar no hay ni siquiera una palabra para recordar la condena definitiva por concurso externo en asociación mafiosa para Marcello Dell'Utri, o bien, el brazo derecho de Silvio Berlusconi que es el “dueño” de Ferrara y del periódico “Il Foglio”.

Si se plantean algunas dudas sobre la credibilidad de los colaboradores de justicia y, a pesar de admitir que en este juicio no han faltado elementos de contradicción, hay ciertas consideraciones que hay que hacer con un análisis de 360º. Por ejemplo si figuran palabras para ridiculizar al arrepentido mafioso Francesco Di Carlo, al enumerar las contradicciones que surgieron en otros procesos como el realizado en contra de Mauro De Mauro, mientras que no se considera que el mismo Di Carlo ha sido testigo ocular de las reuniones entre Berlusconi, Dell'Utri y otros jefes mafiosos como Gaetano Cinà, Stefano Bontade y Mimmo Teresi. Precisamente la sentencia de la Casación dice que durante 18 años, desde el ’74 hasta el ’92 Marcello Dell’Utri fue el garante “decisivo” del acuerdo entre Silvio Berlusconi y Cosa Nostra y “la sistematicidad en la erogación de las conspicuas sumas de dinero que Marcello Dell’Utri daba a Gaetano Cinà indicaba la férrea voluntad de Berlusconi de cumplir con el acuerdo más allá de los cambios que pudiera haber en la cúpula de Cosa Nostra”. ¿Y después de 1992? En la sentencia de apelación, confirmada por la Casación, los Jueces escribían que habían sometido los hechos relativos a los años más recientes “a una nueva evaluación”, y que habían llegado a la conclusión de que “de manera innegable se descubrió la persistencia del delito de concurso externo en asociación mafiosa durante todo el período examinado y también durante el período en el que Dell’Utri había ido a trabajar con Rapisarda (el empresario Filippo Alberto Rapisarda, n.d.r.) dejando el ámbito empresarial de Berlusconi e incluso posteriormente a 1992”. Luego están los años de la negociación y del nacimiento del partido “Forza Italia” con elementos que forman parte del actual proceso que está en curso.

Omitimos comentar las consideraciones sobre la condena a muerte lanzada por Totò Riina en la cárcel en contra de Antonino Di Matteo o sobre el terrible hecho de las llamadas telefónicas entre Nicola Mancino y Giorgio Napolitano pero concluimos cómo la opinión pública considera este juicio. En este año de debates decir que el interés por este proceso judicial ha sido absolutamente escaso e incorrecto. Periodistas de Noruega, España, Argentina, Uruguay, Paraguay, han estado presentes en las audiencias del mismo precisamente para saber más acerca de este juicio que tiene contra las cuerdas a mafiosos, políticos y hombres del Estado. No es raro ver a estudiantes, representantes del movimiento “Scorta civica” y de las “Agende Rosse” o incluso a simples ciudadanos presentes en el aula bunker del Ucciardone, al punto tal que los mismos imputados habían intentado justificar un eventual traslado del proceso judicial, presentando una instancia de recusación (que luego fue rechazada, n.d.r.) precisamente aludiendo a la seguridad de los mismos ciudadanos.
Lamentablemente es cierto que de este juicio se habla muy poco en Italia pero no porque se trata de un procedimiento “burbuja de jabón” o “farsa” como se querría hacer creer. No se habla porque se pretende evitar que la opinión pública conozca determinados hechos y sería bonito que en la RAI se volvieran a pasar en directo los juicios de la misma forma que se hacía en la época de “Mani Pulite”. Quizás se dejaría de burlarse de los italianos y estos realmente se darían cuenta de lo que ocurrió en aquellos años de sangre y bombas.