Jueves 2 Mayo 2024
Su retirada del Ministerio estuvo rodeada de un halo de “escándalo”, por sus declaraciones en contra de la oposición, durante un encuentro con la juventud socialista, y porque las mismas , sumadas a ciertas facetas de su administración, durante el lapso que demandó la misma –en resumidas cuentas- facilitaron al presidente Vázquez pedirle la renuncia , versión confirmada por el Vicepresidente de la República Nin Novoa, por más que la propia Tourné y la dirigencia del Partido Socialista (vale decir el Secretario del Partido, Eduardo Fernández ) insistan en que no existió esa solicitud, lo que de hecho constituye una contradicción sorprendente dentro de las mismas filas del Frente Amplio, dejando entrever ante la opinión pública –por si fuera poco en medio de la tormenta desatada- que el Vicepresidente –en sus declaraciones ratificando la versión- no se estaría ajustando a la verdad. De todas formas, y pese a todo, y a juzgar por lo acontecido, el alejamiento de Tourné de la cartera del Interior, era por sobre todo un desenlace previsible, solo que se adelantó en el tiempo, como una suerte de desarmonía entre las filas del gobierno y más allá de los aciertos que la propia Tourné pudo haber tenido en su gestión. No obstante, el mayor desacierto de la ex secretaria de Estado – a nuestro entender- se traduciría en términos de una actitud impropia de una militante socialista, por no haber considerado ni la autocrítica ni la mesura sobre su conducta, en su postura de integrante de la cúpula del gobierno –y no solo por los dichos durante el encuentro con los jóvenes de su partido –más que dichos, burlas y groserías- sino por otras situaciones promovidas como Ministra ( que incluirían irrespetuosos embates contra los medios de comunicación por el tratamiento de los hechos policiales, como si éstos fueran la causa de la violencia ciudadana imperante en la sociedad uruguaya) lo que podría interpretarse como una modalidad de desacato a sus dirigentes, por más que ella definió su proceder –que deja mucho que desear por tratarse de una educadora- ( en el encuentro con la prensa para dar a conocer su renuncia) parafraseando a Max Weber, quien en un ensayo sostuvo que los políticos deben tener tres cualidades: pasión, sentido de la responsabilidad y mesura, diciendo que: ”yo , debo reconocer que me ganó la pasión”. Hay que consignar además, que la oposición –desafortunadamente en estos tiempos electorales- hizo leña del árbol caído y en filas de gobierno, el malestar por sus dichos y su forma de encarar sus funciones como Ministra, no estuvo ausente, y claramente no hubo frenteamplista bien informado que no ignoraba –ya desde hace meses- que tarde o temprano Daisy Tourné tenía ya adjudicado su pasaje de salida del Ministerio. Solo que esta vez, fue temprano, y a instancias del presidente de la República, el mismo presidente que la consideró para ese cargo (¿desconocía acaso el perfil de la compañera socialista?), y el que quizás -de buena fe, por cierto- nunca imaginó que esa designación le significaría más adelante un verdadero revuelo (dolor de cabeza) a un costo político-electoral importante, por más que se quiera negar ante la opinión pública. Creemos que eso es lo que hoy se está viviendo, por más que públicamente en filas partidarias se nos muestre –a los frenteamplistas y a los no frenteamplistas- un rostro de diplomático entendimiento dentro de la izquierda, aunque en la interna, las papas se estén quemando a fuego lento. Una personalidad controvertida –la de Tourné- cuyo estilo de asumir el Ministerio superó los límites de la propia Presidencia de la República. Y superó tanto, que el mismísimo Tabaré Vázquez –abrumado por los hechos alrededor de la Ministra- decidió –para sucederla en el Ministerio- por un hombre de perfil muy diferente para el Ministerio del Interior, diametralmente opuesto al de la maestra Daysi Tourné: el abogado especializado en derecho laboral Jorge Bruni.
Entonces, sobre la “turbulenta era Tourné” solo cabe –decirnos entre todos- paciencia: lo hecho, hecho está y lo dicho, dicho está. Cabe pues, aquello de que no solo Daysi Tourné es “el todo” del asunto porque al final de cuentas, suponemos y entendemos, que también debe haber tenido sus a favor en su gestión, pero predominaron las contras. En realidad, ella fue como ha sido siempre –en cuanto a su personalidad me refiero, pasión incluida- pero fue Tabaré Vázquez quien la supuso diferente o al menos supuso que su postura así lo sería: pero no lo fue. Paciencia. Vale la pena, entonces, y en armonía con las corrientes de izquierda, con las cuales muchas veces coincidimos y compartimos, que todo lo acontecido, haya sido más bien una enseñanza para la fuerza política de gobierno, y no un traspié. A buen entendedor pocas palabras. No hay nada personal contra ella, parece más bien todo lo contrario. Es ella la que parece tener algo con todo el mundo –y en particular con la prensa- y frecuentemente lo ha demostrado, con la pasión y la vehemencia que la caracteriza, con su cuota de soberbia, y de arrogancia irremediables. De ahí que estamos seguros, en afirmar, que con la humildad, propia de la maestra que ha sido –profesión de la cual se siente orgullosa, como lo ha dicho muchas veces- hubiera hecho y hubiera dicho mucho más, desde su silla ministerial y desde su silla de militante frenteamplista. Lástima, para todos, que no fue lo que aconteció. 
Oportunamente, la revista Antimafia Duemila - en el mes de noviembre del año 2005- entrevistó al predecesor de la que fuera Ministra del Interior Daysi Tourné: nos estamos refiriendo al abogado socialista José Diaz. Tuvo la amabilidad y la simpatía de recibirnos en su despacho ministerial, donde intercambiamos interesantes temas relacionados con su cartera y con las posturas antimafiosas de los operadores de la Ley, no solo de Palermo, Sicilia, sino además de Sudamérica y de nuestro país, coincidiendo con él en múltiples temas, tanto, que aplaudimos su designación como titular del Interior: por su calidad de hombre comprometido con la causa socialista y frenteamplista, y por sus cualidades profesionales, oportunas para encarar sus tareas en el Ministerio del Interior.
Pero sorpresivamente sobrevino una renuncia suya y la Presidencia de la República designó como sucesor a la maestra Daysi Yourné, en otrora dirigente gremial y en aquel momento una parlamentaria por el Partido Socialista.
La designación de Tourné , en algunos ámbitos, ya acarreó algunos comentarios, pero en definitiva fue un clima de expectativa el que ganó terreno, en aquellos días, dándole una carta de crédito a la educadora, transformada en una secretaria de Estado: menudo viaje sobre sus espaldas. Diríamos, que en aquellos días, fueron muchos –y ella misma, seguramente, en su microcosmos- los que vivimos un clima de expectativa por conocer –o descubrir- de qué manera una maestra –ajena totalmente a los complejos temas de la seguridad interna, de los niveles de procedimiento y de rendimiento de la Policía Nacional, del sistema carcelario y de la lucha contra lo corrupción en filas de la Institución, además del narcotráfico y de la expansión del crimen organizado- se disponía a encarar todos estas polémicas facetas inherentes al Ministerio que acababa de asumir. Por esas épocas: desde diferentes sectores de la población y de la oposición, ya se venían formulando cuestionamientos a la gestión de la izquierda, a cargo del Ministro Díaz: el tema carcelario – problemática de vieja data para el Estado uruguayo- estaba sobre el tapete público, el recrudecimiento del delito y ciertas apreciaciones no favorables de nuestro amigo Diaz ( haber dicho que la inseguridad ciudadana, era más bien una cuestión de “sensación térmica”; expresión que irritó a más de un ciudadano) fueron abriendo camino a la crítica, desde una opinión pública visiblemente molesta. No habría sido más que una llamada de atención al Poder Ejecutivo, sobre políticas en materia de seguridad ciudadana, de no haber irrumpido en el escenario ministerial, de la calle Julio Herrera y Obes y Mercedes, una mujer como Daysi Tourné: de perfil complejo y de una frontalidad, no precisamente diplomática, ni tampoco contemporizadora o equilibrada, como lo fue durante su etapa de parlamentaria. Poco a poco la comenzamos a descubrir, totalmente opuesta a lo que significaría ser un punto de armonía en un ministerio complejo por naturaleza: dispuso restricciones de trato con los medios de prensa, tuvo una actitud intolerante y hostil para con ellos, y lo que es más, les endilgó responsabilidad –a los medios televisivos, por el tratamiento de los hechos policiales- en el incremento de la violencia dentro de nuestra sociedad. Es decir, en el nombre de preservar la legitimidad de su gestión y la sensibilidad ciudadana, fustigó constantemente a los periodistas –incluso con actitudes irrespetuosas que solo con el respeto y la educación de muchos de ellos mismos resultó posible neutralizar o contener- y en cierto sentido, instrumentó o dictó pautas para tener un control de la información, impidiendo en ocasiones que sus jerarcas policiales –Jefes de Policía o Directores Nacionales- dieran sus testimonios libremente, a la opinión pública –a través de los periodistas- sobre hechos puntuales: homicidios, situaciones de violencia, complejos hechos del sistema carcelario, etc. Es que Tourné dictó normas de censura en el diálogo con la prensa, recordándonos a los periodistas aquellos dolorosos y oprobiosos tiempos en que la dictadura militar cercenaba la libertad de expresión. Solo que esta vez no había sables ni fusiles, pero sí , desafortunadamente, comunicados de prensa, censura sutil, reproches, destratos, burla y hasta un encono inexplicable, para quienes, cuando ella era legisladora o gremialista, les reservaba otro tratamiento. Kafka se habría sorprendido de su metamorfosis.
Pero la actitud para con la prensa, no fue el todo de la cuestión de la “turbulenta era Tourné”: frecuentemente se dirigía a la población minimizando la inseguridad reinante, cuando en realidad hubiera sido más sabio guardarse al silencio , a sabiendas que los uruguayos venían soportando los embates de la delincuencia. Pero la ciudadanía fue implacable en sus consideraciones. No cayeron bien entre los uruguayos – muchos de los cuales festejaron el triunfo del Frente Amplio- actitudes tales como colgar en su Facebook, su foto duchándose, o pasar revista a una fuerza policial montada en un caballo, como si hacerlo le adjudicaría humildad o en un reconocimiento de los uniformados allí presentes, o en ocasiones cortar abruptamente el diálogo –y como una maleducada- estando en rueda con los periodistas de diario, radio y televisión, a la hora de encararla sobre aspectos relacionados con su gestión: los desajustes del servicio 222 , la superpoblación carcelaria, las dificultades de los policías para mantener su hogar, entre otros temas.
Las brusquedades de su gestión dejaron al descubierto –inevitablemente- que no estaba capacitada para esa función: pero claro, no tuvo otra alternativa, que aceptarla, a la hora en que Vázquez la propuso, confiando en ella. Pero optó por no ser humilde. Y no únicamente una humildad en su postura, sino en la operatividad a su mando. Fue la primera mujer ministra del Interior –que mucho pudo haber hecho, como luchadora, como militante socialista de la vieja guardia y como educadora- fue la primer Ministro del Interior que tuvo como Sub Secretario, a un policía de carrera –el Inspector (R) Ricardo Bernal- el que quizás fue desaprovechado descaradamente o quizás apartado a una función meramente burocrática, cuando quizás le hubiera resultado ser de gran utilidad en su gestión.
Lo cierto es que los días del año se fueron corriendo, y con ellos los desaciertos se fueron sumando, con intensidad indescriptible, porque la personalidad de la entonces ministra fue predominando de tal forma y manera, en su cotidiana actividad, que contrariamente a lo que quizás se hubiera preferido desde filas gubernamentales, mes a mes se la iba descubriendo en facetas no del todo venturosas, para la fuerza política que representaba.

Si bien es un hecho, que en su gestión, se llevaron adelante importantes operativos contra el narcotráfico -y de tales logros ella hizo réditos, merecidamente- otros aspectos de su administración no promovieron loas o fueron motivo de júbilo: el ya añejo problema del salario del policía y del servicio 222 –que ya las administraciones de otros gobiernos nunca encararon con criterio armónico y beneficioso para el funcionario – el tema carcelario, traducido en términos de superpoblación carcelaria –sin entrar en particularidades- y los graves problemas de inseguridad, con efectos para la ciudadanía, dejando entrever que obviamente en materia de política de seguridad, no se adoptaron las medidas más convenientes. Asimismo, se adosó otro tema –no menor por cierto- que en el último tramo empañó su gestión: la desenfrenada violencia en el deporte, uno de cuyos rostros más perversos y criminales se vivió en la sociedad montevideana el día 8 de mayo, cuando fueron asesinados dos jóvenes estudiantes en las inmediaciones de la cancha de Aguada, cobarde ataque a cargo de inadaptados, que promovió una marcha pacífica y la lectura de una proclama en las puertas del Ministerio del Interior –a cargo de familiares de los fallecidos- que fue todo un ejemplo de cordura y sensatez, siendo que fue un reclamo de justicia y un llamado de atención, no solo al gobierno, sino a los partidos políticos: “no nos importa el partido, color o lema. Dejen de criticarse unos a otros por llegar al poder. Realicen proyectos realizables .No queremos palabras, queremos hechos”- según lo expuesto en el texto leído en plena vía pública.

Buenamente podríamos dedicar ríos de tinta para detallar los pros y los contras de la gestión ministerial de Daysi Tourné –como ocurrió con los diarios de la capital, revistas semanarios y portales web- pero nos resultaría -a nuestro cometido reflexivo o analítico- extenso y hasta quizás estéril, de ahí que solo nos emerge una sencilla, pero contundente apreciación relacionada con lo actuado en materia de seguridad ciudadana: creemos que el gobierno del doctor Tabaré Vázquez, no ha encarado este tema con la coherencia que le merecía. Predominó el uso y la aplicación del poder político, y los resultados no se vieron en la cancha: hubo desconfianzas. Es decir: la Ministra Tourné no brindó confianza a la Fuerza Policial. Quizás tuvo la intención, pero no la brindó. Y tampoco la brindó a la población. Fue cuando todas las expectativas se hicieron trizas.
Una vez más, el gobierno de turno no contempló algo elemental en materia de seguridad ciudadana: primordialmente, la dignificación del funcionario policial, en su salario, en su capacitación y en el mejoramiento de la logística a su disposición. De buenas a primeras la idea de una Policía Nacional más respaldada se desvaneció en el aire; la idea de una población más protegida, también se fue desvaneciendo (aunque la “seguridad” no pasa exclusivamente –como lo plantea la oposición- por tener un policía por habitante) como igualmente ocurrió con las políticas de administración carcelaria, agregándose a este panorama los embates descarados e irrespetuosos a los medios de comunicación, como si estos resultaran ser uno de los más importantes mecanismos para disminuir los índices de violencia, índices emergentes de una marginalidad imperante en nuestra sociedad, desde hace ya varias décadas.

Fue y es un grave error, del gobierno frenteamplista –porque incluso el propio presidente Vázquez se ha hecho cargo de ciertas ironías públicas, demonizando a la prensa, en el tratamiento de la crónica policial- endilgar a los medios de comunicación una cuota de responsabilidad en la violencia imperante: hacerlo una y otra vez, ha sido perseverar en una actitud que más correspondería a un gobierno, retrógrado, de tono fascista y antidemocrático y mediocre, que a un gobierno progresista y de vanguardia.

Pero así se plantearon las cosas: una Presidencia de la República que decidió llevar a la titularidad del Ministerio del Interior a una docente, a la cual no supo instruir y apoyar, y a la que finalmente decidió retirar debido a sus excesos. Y lo que es más: una docente que no tuvo la sabiduría de excusarse, ni siquiera con su partido, cuya cúpula tuvo todavía la osadía –y la lealtad para con ella- de defenderla refiriéndose a su gestión. Y tanta fue la defensa en cuestión, que oportunamente el propio Tabaré Vázquez llegó a desmentir a su Vice Rodolfo Nin Novoa, cuando éste consignó públicamente –en el programa de televisión “Usted Decide” de Monte Carlo Televisión, conducido por los periodistas Fernando Vilar y Daniel Castro- que fue precisamente el titular del Ejecutivo quien le solicitó la renuncia a Tourné. Un contrapunto sorprendente, quizás con el cometido de preservar los intereses del poder político, más ahora en tiempos electorales. Y quizás porque “esa es la norma” entre los políticos, norma de cubrirse los unos y los otros, y que también se ha dado en filas coloradas y blancas.

Días después, el propio Gonzalo Fernández, actual Canciller de la República y hombre de confianza de Vázquez, abogó por la gestión de Daysi Tourné. Sorprendentemente, compartimos sus dichos (pero que no los consideramos como argumentos) tomando en cuenta que es un abogado –experimentado en Derecho Penal- que conoce perfectamente la realidad ciudadana en cuanto a la seguridad se refiere, desde sus diferentes ángulos. Y entendemos, además, que su defensa o su actitud reivindicatoria de la ex ministra, es loable, en su detalle técnico y en su esencia (porque sus dichos apuntan preferentemente a los orígenes del delito y a la sanción de los mismos) ya que –por obvias razones- prefirió no orientarlo hacia lo que Tourné pudo hacer y no hizo, optando por reflexionar respecto a la marginalidad social, como productora de los delitos, y como la causa de la violencia imperante, sin dejar de especificar que el “gobierno del Frente Amplio efectuó el mayor incremento de los recursos para seguridad en los últimos 25 años, y que ello se refleja en la desaceleración de los delitos contra las personas. La seguridad es un problema acuciante de América Latina” aunque admitió que en el Uruguay “ha crecido el delito y la violencia”.

Nadie lo duda. Pero no basta con señalarlo: habría sido mejor para todos – y para Tourné ni hablar- que todo este tema de la seguridad, se hubiera encarado correctamente, pero con más conciencia y menos pasión, lo que es decir, con criterio cualitativo, y entre otras cosas, sin imponer culpas a los medios de información, y de una buena vez por todas, con la idea –o con la “onda”, como lo hablaría la ex ministra- de erradicar de nuestra sociedad todos los males y las desavenencias, inherentes a la condición humana, pero con las manos limpias de indiferencia y sin crear falsas expectativas. Como lo debería hacer –con propiedad- un gobierno, transparente y cristalino y de izquierda, pero izquierda auténtica. Triste, porque se llegó al poder y tal parece, que no se sabe gobernar –y prefiero no pensar así- que no se quiera gobernar. ¿Por qué, no lo sé? Dejémoslo ahí. Total, como decíamos al comienzo, que sirva de enseñanza –espero que sí- y además ya fue, la “turbulenta era Tourné”. Hoy por hoy todos los frenteamplistas apuestan a una nueva era: la era del abogado laboral Jorge Bruni, a quien menudo trabajo le aguarda. Esperemos, que no se deje llevar por la pasión. Si acaso para reivindicar a Emilio Frugoni, el padre del socialismo en el Uruguay, cuya personalidad, autoridad, humildad, conciencia de militante y carisma, dista mucho de compararse con la maestra “socialista” Daysi Tourné, porque aquel fue un maestro, como pocos, dentro de la corriente de izquierda en el Uruguay.