Sin embargo, como la vida misma, nos da de bruces con aquellas sorpresas reveladoras y que siendo propias, pertenecen a la humanidad misma, el homenaje se ha transformado en otra enseñanza más de Beba, porque una vez más, a los merecedores reconocimientos de su amigo, éste no fue más que un mero instrumento de su legado, para que éste trascendiera más aún.
Así era Beba, una luchadora que contagiaba el sentimiento de lucha: así la conocí en el 2006 y mi encuentro con ella, lo sentí, como un reencuentro; vaya uno a saber donde se situarían nuestras coincidencias; con los años encima, pero de espíritu joven, Beba era un emblema de la fortaleza por los ideales de fraternidad, que el hombre ha ido olvidando; con Beba mantuvimos coloquios sobre la antimafia, sobre política, sobre materialismos y sobre la condición humana; una y otra vez –café o cortado de por medio, allí en Rosario, en las cercanías de su amada Facultad de Derecho- revisamos los áridos caminos transitados por la humanidad, y desembocamos en reflexiones entusiastas, para seguir luchando, por un mundo mejor: ella , con su sapiencia de intelectual y con la fuerza de una guerrera, más al firme.
Asumía ser prisionera de la adicción al cigarro, con la misma naturalidad y la misma fuerza con la que asumía su responsabilidad de luchadora, siempre de ojos y alma despierta, a los embates de los imperialismos nefastos y de los avasallamientos de los poderosos; toda ella, era una verdadera saeta contra el invasor de los pueblos sufrientes y de las comunidades de necesitados; su sabiduría y su intelecto, eran un verdadero azote a la hipocresía y al sistema opresor,de ayer y de hoy. Así era Beba ; así la llevo en mi alma y por eso entiendo el dolor de mi amigo Juan Alberto, como seguramente de todos aquellos que tuvimos la dicha de compartirla , en alguna de las tantas tertulias de su pasaje por este planeta o en algunas de las no pocas revueltas callejeras de los años sesenta, setenta y ochenta .. y dos mil. Pero Beba, la muerte no existe, nosotros somos los muertos. Tú vives.
Jean Georges Almendras