Lunes 20 Mayo 2024

Se sigue tiñendo de sangre la tierra mexicana. Sangre de justos que van perdiendo sus vidas bajo balas de armas empuñadas por sicarios que hacen su trabajo a la perfección, porque los mandantes así lo requieren. En menos de una semana ya fueron dos las víctimas: hace siete días fue asesinado a balazos Víctor Salas Cuadras, y hace menos de 24 horas, corrió la misma suerte Fernando García Fernández, fiscal nacional de Tierra Caliente y delegado de la fiscalía de México, respectivamente. Ambos hechos tuvieron lugar dentro de fronteras del estado de Guerrero.

México, es un país donde la criminalidad organizada de tinte mafioso estrechamente ligado al narcotráfico ha sentado sus bases, ya desde hace bastante tiempo. Tanto es así que, dentro del ámbito periodístico, son numerosas las bajas de colegas que son asesinados por denunciar corrupciones o a implicados con los narcos, o a los narcos mismos. Y ya es un hecho que para los trabajadores de la prensa es el país de mayor riesgo para sus vidas. Pero la violencia que impera en ese país no solo alcanza a quienes son integrantes de los medios de comunicación, sino que también alcanza al funcionario público que es honesto y no se deja amedrentar o vencer por los intereses criminales. Ocurre, que los grupos delictivos no tienen límites y acometen contra fiscales, jueces, intendentes o todos aquellos que se les oponen o se niegan a las corrupciones que se les plantean, algunas veces sutilmente, otras descaradamente.

En nuestras redacciones ya estamos -lamentablemente- acostumbrados a esas malas nuevas, y eso nos significa asumir la tarea de describir un hecho criminal de raíces mafiosas, donde el poder criminal hace estragos, recurrentemente, en un país que ve estos hechos con naturalidad, porque desafortunadamente, los piolines de la maldad están instalados, muchas veces dentro de las instituciones, que poco hacen para aclarar todas las muertes de ese tenor. Es decir, porque reina la impunidad, y ese es el motivo por el cual el crimen imperante da órdenes a diestra y siniestra para acabar con vidas, que les son incómodas, poque saben perfectamente que las investigaciones no solo no llegarán a buen puerto, sino porque además ni siquiera se iniciarán, que es lo más grave.

En las últimas horas, otra vez el horror se hizo presente en las calles del estado de Guerrero y la víctima fue un funcionario que es delegado de la fiscalía general de la república. Estoy refiriéndome a Fernando García Fernández, quien fue abordado por sicarios cuando se desplazaba en su camioneta, dentro de los límites de la ciudad de Chipalcingo. El atentado se cometió a las 8 y media de la mañana del martes 12, precisamente, cuando se encontraba próximo a su vivienda.

Los sicarios, según evidencias y según testigos, accionaron sus armas en varias oportunidades y una lluvia de balas comprometió la anatomía de García quien perdió el dominio del volante y el vehículo impacto de lleno contra el portón de una vivienda. Fernando García, herido grave, logró salir de la camioneta y llegó a caminar algunos metros para finalmente caer al piso, prácticamente agonizante. Su idea de llegar a su hogar para pedir auxilio se esfumó en segundos. No sobrevivió, dada la magnitud de las heridas.

En cuestión de minutos al lugar llegó una ambulancia, personal policial, amigos, vecinos, pero ya era tarde. Otra víctima del crimen organizados estaba allí cubierta por una tela blanca manchada de sangre. Era la asegunda víctima de la semana. El segundo funcionario fiscal asesinado a balazos. El primero fue Víctor Salas Cuadras, a quien lo atentaron el pasado fin de semana. Era el fiscal regional de la ciudad de Tierra Caliente. Y lo más curioso es que el día mismo del asesinato él regresaba a su oficina tras unos días de licencia debido a que recibió amenazas de muerte de parte del grupo criminal denominado La Familia Michoacana.

Mexico Fernando Garcia Fernandez 2

Dos hechos trágicos recientes nos marcan con sangre el perfil de la vida en México, donde no se respeta nada ni a nadie. Donde todo se “soluciona” o se “zanja” a plomo y con el sicariato como mano de obra. Una ley de la selva de cemento, que es mucho más cruel y más descarnada que la selva donde los animales solo matan para comer; donde no es como el hombre, que mata por intereses que tienen un solo patrón: el dinero, con el plus del poder, que todo lo puede.

Estas muertes, una vez más nos sacude, nos destroza, y nos reafirma nuestra sed de justicia.

Foto de portada: TV Azteca
 
Foto 2: Twitter / Víctor Salas Cuadras