Los medios de comunicación italianos y de América Latina informaron en el año 2015 que fue el fiscal Giancarlo Capaldo quien investigó durante más de diez años la situación de los detenidos desaparecidos hasta el punto de llevar el caso ante la Tercera Corte de Assis, en Roma.

En lo que respecta a los militares uruguayos acusados de formar parte del Plan Cóndor el único que estuvo presente en el Proceso Judicial (que se llevó a cabo en el aula búnker de la prisión de Rebibia, de Roma) fue Jorge Néstor Tróccoli, quien estaba prófugo de la justicia uruguaya. Este militar, ante la jueza Evelina Canale, defendió la legitimidad de las acciones que llevó a cabo, llegando inclusive a decir que se hallaba sorprendido que no se le agradecía después de haberse sacrificado tanto por su país. Al término del proceso, en el año 29017, el militar Trócoli fue absuelto, de las imputaciones de homicidio, ya que no se pudo probar su responsabilidad en las muertes de varias personas que estaban bajo su responsabilidad. Cabe consignar que se pudo establecer que participó en acciones de secuestro y de tortura, pero precisamente la tortura no está considerada como delito en la legislación italiana. En cuanto al secuestro, si bien el ordenamiento jurídico italiano lo contempla como delito, el mismo ya estaba prescripto.

En el marco del proceso judicial entre el 2015 y el 2017 (y que ahora en julio de este 2019 tendrá una nueva realización, donde se espera sea condenado el militar uruguayo Trócoli) la documentalista Tomassetti tuvo activa participación como asistente en las audiencias al tiempo de entrevistar a las víctimas, revisando materiales de prensa, y archivos. En esta etapa todos los entrevistados dieron sus respectivas verdades que constituyeron el más valioso contenido del filme.

Sin formalidades, visibilizándose como una mujer que ama su trabajo de realizadora cinematográfica Emanuela Tomassetti nos confiesa que quien tuvo mucho que ver con el proyecto fue un amigo suyo, Jorge Ithurburu, un argentino que preside la Asociación “24 de Marzo” quien está seriamente comprometido con los juicios que se hacen en Italia en torno a los derechos humanos.

En tono amable, Tomassetti, a quien preguntamos si era consciente de la realidad uruguaya en materia de Derechos Humanos por crímenes de la dictadura y de lo lento que van en el Uruguay las investigaciones judiciales, y que la búsqueda de los restos de detenidos desaparecidos no ha sido provechosa dado que en quince años de gobiernos de izquierda solo se han encontrado restos de cuatro personas, nos dice: “soy consciente de esta situación. Conozco que cada año se hace la Marcha del Silencio. Tenemos que luchar cada día porque la derecha está en un porcentaje considerable. Me resulta difícil hablar de este tema resumidamente, en cinco minutos. Somos un 30 por ciento de gente de izquierda, e insisto, tenemos que luchar. Me permito decir que yo odio al indiferente. No tenemos que ser indiferentes. Tenemos que luchar para hacer las cosas mejor”.

Así nos habla la directora y realizadora Emanuela Tomassetti. Nos habla desde el alma, porque en cada escena de su documental sus entrevistados han hablado desde el alma, denunciando una verdad siniestra: aquella que en su momento no se pudo reconocer o definir, porque en aquellos días los detenidos no pudieron inmediatamente atar cabos y descubrir que había un plan Cóndor en marcha. Aquella verdad sobre un plan genocida, criminal y terrorista impuesto y apoyado por manos norteamericanas, aunque la mano de obra ejecutora fuera regional. Un plan propiciado desde el Imperio del Norte. Un plan que aún 40 años después, Emanuela Tomassetti ha desnudado muy bien ante el mundo. Un plan que Tomassetti ha desenmascarado con mano firme. Porque cada uno de los entrevistados que pasaron por el lente de la cámara de la realizadora italiana es una pieza del rompecabezas que el imperialismo yanki armó meticulosa y cruelmente, con un solo objetivo: hacer desaparecer personas, no sin antes quebrarlas, vejarlas, humillarlas, torturarlas, solo por el hecho de ser personas contrarias a sus ideas. Personas que ofrecieron resistencia a las dictaduras de los países bajo las garras del Cóndor, bajo diferentes formas, bajo diferentes circunstancias y en diferentes puntos del suelo sudamericano.

“Los derechos humanos y la justicia es una cosa muy importante. Y alguien dijo una justicia que demora 40 años no es justicia. Pienso que si es importante que los militares vayan a la cárcel, es más importante aún que la sociedad piense que eso que pasó fue malo y que piense que eso nunca más vuelva a pasar. Tenemos que luchar por cambiar la mentalidad de las personas y saber muy bien qué es lo bueno y qué es lo malo” nos dijo Emanuela Tomassetti.

Y como un latigazo, otras palabras suyas resonaron en el ambiente:”Me pone triste la impunidad. Me preocupa. Y digo más: cada vez que veo que una abuela encuentra a una nieta, veo el rostro viejito de ella y veo a un nieto o nieta de alrededor 40 años de edad, yo lloro. Pienso que una vida pasó, y pienso que muchos nietos o nietas están en el mundo con sus apropiadores, y pienso que no van a encontrar a sus abuelas. Y cada vez que una abuela se muere sin llegar a recuperar a su nieta o nieto es la cosa más triste que puede pasar. Y eso para mí es la impunidad”

“Los responsables de la impunidad son los militares latinoamericanos, los Estados Unidos, los capitalistas, el neoliberalismo, el pensamiento de hacerse ricos pocas personas y no pensar en los otros. Los trabajadores luchamos por hacer un mundo mejor, con un salario mejor. Y además de los militares también integrantes del sistema político están involucrados en la impunidad. En todos los casos de impunidad están involucrados los diferentes sectores de la sociedad: la Iglesia católica, los empresarios, la masonería, sectores de la sociedad que se protegen unos con otros”

-¿Qué te dejó a ti como persona, como realizadora, tener este proyecto en tus manos?

“El amor de estas personas por sus hijos (se refiere a los entrevistados) es un ejemplo para todos. Cuando personas que vieron me dijeron que me lo agradecían en el nombre de sus hijos desaparecidos o se de sus hermanos, eso fue para mí la cosa más fuerte, más linda, más hermosa. Lo más valioso e importante de este trabajo”

La realización documental de Emanuela Tomassetti nos resulta un muy fuerte (un muy pesado) estímulo para destruir la cultura de la impunidad, que en estos momentos, en un contexto uruguayo, parece ir cobrando auge o si se quiere posicionándose para que la Memoria sea neutralizada descaradamente y para que las nuevas generaciones no logren hilvanar los acontecimientos y terminen desarrollando sentimientos de indiferencia ante los crímenes de la dictadura. Crímenes en su mayoría todavía apadrinados por el manto de la impunidad, porque los dictadores dejaron en sus respectivas madrigueras la semilla de una ideología nefasta, la que por otra parte se adapta a los tiempos que corren. Tiempos en los cuales el imperialismo y sus fieles lacayos de nuestra América Latina parecen seguir aferrados a los oropeles de la megalomanía de un capitalismo que para perpetuarse y para seguir en la línea dominante, no tiene límites en sus procedimientos.

Y si las garras del Plan Cóndor alcanzaron y destruyeron vidas y democracias hace 40 años, hoy esas garras siguen estando presentes y arrasando todo a su paso, y no necesariamente con el poder de las armas o los cañones. Su poder ahora tiene otras vestimentas y otras sutilezas.

El filme documental de Emanuela Tomassetti no debe ser indiferente a nuestros lectores. Verlo, debe ser una obligación moral. Una opción militante. Sirve en muy buena medida para que las nuevas generaciones conozcan la verdad sobre ese Cóndor. Y sirve, en una muy buena medida, para que quienes sufrieron en carne propia los sufrimientos causados por las garras del Cóndor sepan certeramente que no están solos en esa lucha para que se haga justicia, para que se ubiquen los restos de los detenidos desaparecidos y para que los responsables militares y civiles de ese Plan genocida, que tomó el nombre de una de las aves más emblemáticas de la zona andina, no sigan conviviendo entre nosotros, libres y convencidos que su mano criminal no es merecedora de prisión, sino de elogios. ¡¡Vaya pensamiento, el que todavía predomina entre ellos!!!

El filme atrapa desde la primera escena. Han sido entrevistados María Campiglia, Martín Almada, Alejandro Montiglio, Tamara Montiglio, Juan Osses, Riina Belvederessi, Julio Soto, Gloria Torres, Pablo Adriazola, Carlos Montes, Aurora Meloni, Zelmar Michelini (jr), Mariana Zaffaroni, Macarena Gelman, Victoria Moyano Artigas y Estela Carlotto.

La mayoría de las entrevistas fueron hechas en Roma, y alguna en Milán, siempre con el camarógrafo Paolo Palermo. Se trabajó con archivos de Argentina, Chile y en Uruguay, donde la directora recibió un importante apoyo de la realizadora Virginia Martínez. También recibió el apoyo de Macarena Gelman y de Victoria Moyano Artigas cuyos testimonios son muy relevantes, como el del paraguayo Martín Almada a quien pudo llegar a través de Gabriela Pereira.

En no pocas oportunidades, cuando a Emanuela Tomassetti el periodismo le preguntó sobre la estructura de la película, respondió que en el documental están las personas, la historia y la memoria. También ha dicho insistentemente que el documental lo hizo pensando en Italia. Es decir que ha sido dirigido al espectador  italiano, al espectador no Latinoamericano, de hecho para relatar, para revelar lo que fue el Plan Cóndor. Y en ese sentido, la misma Tomassetti se siente muy conforme.

Al filme se le otorgaron dos premios en un Festival de Cine Latinoamericano y hay proyectos de difundirla en Italia a diferentes niveles y en diferentes ámbitos.

Entonces, “La Memoria del Cóndor” es una herramienta militante, que no se puede pasar por alto.

---------------

*Foto de Portada: Elízabeth Viera de Our Voice