Para el periodismo regional, particularmente de la zona limítrofe entre Argentina y Bolivia, y para nosotros, redactores de Antimafia Dos Mil, el nombre Sebastián Moro no pasa inadvertido. Sebastián Moro -de nacionalidad argentina- fue un periodista mendocino que perdió la vida en un hospital de la ciudad de La Paz, en el mes de noviembre del pasado 2019, más específicamente el lunes 16, prácticamente a los pocos días de concretarse el golpe que llevó a Evo Morales a abandonar precipitadamente el país, como única forma de preservar su vida. El deceso de Moro visibilizó una de las páginas más terribles del terrorismo en perjuicio de la prensa libre, que se impuso a la hora de derrocar a Morales, en el marco de una escalada de violencia desatada por el golpismo, siendo él una de sus víctimas, al igual que el periodista Facundo Molares (también argentino) que si bien logró salvar su vida, ahora se encuentra preso en La Paz, acusado erróneamente de haber participado e actos de violencia, siendo que padece graves problemas de salud. Sebastián Moro, en cambio, fue masacrado a golpes, y fue abandonado a su suerte en el apartamento en el que vivía, en la calle Pérez de Holguín, del barrio Sopocachi de la ciudad de La Paz. Los amigos que se acercaron porque nada sabían de él, lo hallaron allí, literalmente agonizante. De inmediato fue derivado a una clínica privada del barrio Miraflores, donde finalmente falleció. Desde ese momento, hasta hoy, transcurrido ya un año, su muerte sigue estando cubierta por el manto de la impunidad, aunque en el horizonte parecen avizorarse ciertos vientos de justicia, o al menos de caminos hacia la verdad, y esperemos que de ahí en más, de caminos para llegar al castigo de los culpables, de un hecho criminal definitivamente repulsivo.

En los intensos días de trabajo periodístico de Sebastián Moro, en su estada en tierra boliviana, antes del momento en que las garras del golpismo nos lo arrebataran, conoció a una periodista argentina con la cual mantuvo una profunda amistad que le permitió a la colega conocer de su trabajo y de su lucha por la verdad, porque él mismo era un hombre sediento de justicia, porque amaba la verdad sin ponerse límites. La colega es Gloria Beretervide con quien mantengo un muy grato vínculo profesional, porque además entendemos que estamos caminando en el mismo sentido: a la búsqueda de verdades y de justicias, ante tantas injusticias deambulando por estas regiones y por el mundo. Acudí a ella para conocer en profundidad a Sebastián Moro y para hacerle una sola pregunta: ¿Y qué hay de Sebastián Moro a un año de su muerte?

Sobre Sebastián Moro, de ella sobrevino una profunda valoración, un noble (y merecido) reconocimiento de su calidad humana y de su profesionalidad: “Sebastián había llegado a Bolivia en marzo de 2018. Fue un choque cultural fuerte. Se fue de la Argentina, de Mendoza, por problemas con el Gobernador Cornejo. Sebastián era de radio nacional. Sebastián siempre fue un militante muy consecuente por los derechos humanos, muy conocido en el tema de los juicios de lesa humanidad, en la provincia. Era muy conocido por las organizaciones de DDHH. Y Sebastián, solo, consiguió trabajo en la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) el pilar del gobierno de Evo, que aúna a todos los sindicatos campesinos indígenas de todo el estado plurinacional de Bolivia. Cuando llegó al órgano de prensa, para editarlo “Prensa Rural” produjo una revolución absoluta. Cambio la mirada que había hacia “Prensa Rural” y la mirada de “Prensa Rural” sobre la información institucional. Es decir, transformó la comunicación institucional, antigua, tradicional. La cambió, le dio profundidad, le dio una narración y lo que logró fue que el gobierno de Bolivia empezara a prestar atención a sus notas, las que frecuentemente eran incluidas en la agenda de prensa de todas las mañanas, que se mandaba a todos los órganos de gobierno y también en los portales de los ministerios. Él elaboraba muy bien todos los logros de gestión, desde un lugar periodístico impecable. Él se jugó muchísimo por la base campesina e hizo que ese órgano “Prensa Rural” se convirtiera en el eslabón perfecto entre las bases campesinas y la cúpula de gobierno. Los campesinos le decían que él era la voz de ellos. Me acuerdo muchas mujeres de pollera hablando con Sebastián, y felicitándolo y agradeciéndole su participación desde la base. Tuvo incluso un problema. Se jugó mucho con una comunidad. Una nota muy interesante de él, refiriéndose a un grupo, a una banda, que tomaba tierras que pertenecían a comunidades campesinas. Por lo tanto lo que hizo Sebastián fue darlo a conocer, darlo a publicidad, pero al mismo tiempo logro que la justicia tomara el caso y finalmente fallaran en favor de estos campesinos, que habían sido despojados de sus tierras en esta comunidad. Era un periodista tremendamente jugado que además ponía el cuerpo. Obviamente, al haber convertido a “Prensa Rural” en este eslabón entre la base más masiva del gobierno del movimiento al socialismo y la cúpula del movimiento del socialismo, era un peligro. Obviamente se convirtió en un objetivo para el golpismo, que había que silenciar. Por eso, al mismo tiempo que se tomaba el canal oficial, que también es un canal de televisión dedicado a la actividad de gobierno y a las noticias favorables a la gestión del MAS, obviamente iban a tomar no solamente la sede de la CSUTCB sino que también iban a perseguir al editor que había logrado esta revolución en la comunicación institucional. Y el editor, era precisamente Sebastián. Dos meses antes del golpe, digamos en octubre mismo, se convirtió en corresponsal de Página 12. Y Gustavo Veiga, el columnista de Página, que había ido a cubrir las elecciones lo conoció y se dio cuenta que tenía un periodista, que era perfecto para ser el corresponsal y contar el golpe. Y Sebastián Moro, anticipó el golpe”.

Por aquellos días de noviembre del año pasado en Bolivia, días en los que reinaba el caos; ese caos ya habitual por esos lares, cuando los golpes militares (que fueron moneda corriente en la historia boliviana) hacen de su carta de presentación un presagio de muertes, violencias, avasallamientos y ausencia del Estado de derecho, la noticia de que a Sebastián no se lo encontraba en sus lugares de trabajo habituales, no solo sacudió a su grupo familiar, sino que además éste se vio sumido en el más indescriptible desconcierto, en el que la incertidumbre y la desazón fueron sus mayores pesadillas. Sebastián vivía solo y en consecuencia poco y nada se sabía sobre su persona, al menos desde el día 9 de noviembre, fecha del calendario que marcó el mojón de su aislamiento, porque ese fue el último día en el que su familia tuvo contacto con él, directamente. Después, sobrevinieron las interrogantes sobre su vida y sus actividades. Y solo recién al hallarlo en su vivienda, moribundo, vulnerable y en soledad desesperante, se abrieron las puertas de la antesala de su muerte. La muerte de un justo, que sobrevino recién el día 16.

Moro, había sufrido la consecuencia más aberrante, que el destino puede deparar a un luchador de su talla, es decir: la muerte. Un luchador de la libertad. De la libertad de expresión. Un luchador social dotado del talento de la pluma y de la sensibilidad para denunciar los desatinos de los poderosos y de los delincuentes sedientos por arrebatar sin escrúpulo alguno a las comunidades campesinas, nada menos que sus tierras y sus derechos, lo que es decir, su vida. Sus esperanzas. Entonces, Sebastián Moro, en la lógica de los esbirros del capitalismo extendido por el mundo, se convirtió en una piedra en el zapato. En un personaje que les incomodaba. En un personaje que les molestaba, porque ponía en serio riesgo sus intereses. En un personaje al que se debía asesinar. Destrozar.

Moro se convirtió en una víctima de la criminalidad. De la criminalidad instalada en las revueltas sociales, en los golpes de Estado militares y en los países gobernados por tiranos y dictadores.

Moro fue objetivo sensible de las alimañas que se presentan en sociedad como autoridades respetables, pero que en realidad son “criminales”. Criminales hábiles para servir al poder, a costa de lo que sea, y como sea. Criminales que todo lo hacen por dinero, que por toneladas, corrompe y compra voluntades, a granel, aquí y allá, sin fronteras, devorando vidas, esperanzas y libertades. Ese dinero que seguramente compró a los sicarios que golpearon brutalmente a Sebastián en su lugar de residencia, y sin testigos. Sicarios que obedecían a los amos. Los amos amparados en las sombras del poder de turno. Los amos que siempre esquivan a la justicia.

Moro, poco antes del golpe, una vez más se jugó por la verdad, porque fue el periodista que en Página 12, del 10 de noviembre del 2019, anticipó el golpe de Estado con un titular concluyente y certero: “Un golpe de Estado en marcha, en Bolivia”.

Moro, de esa manera, jugándose una vez más por la verdad, siguió cosechando odios, para finalmente pagar con su vida, el atreverse a confrontar a quienes quebraron la democracia y las libertades, tiñendo con sangre las tierras bolivianas.

Gloria Beretervide nos sigue ilustrando sobre su amigo y colega: “El caso de Sebastiàn Moro está denunciado ante la Comisión Interamericana de DDHH y también forma parte del informe más completo que hay sobre todas las violaciones a los derechos humanos que cometió el gobierno golpista que tomó el poder en Bolivia el 11 de noviembre de 2019 y que fue absolutamente derrotado en las urnas, el 18 de octubre del 2020. Tanto el caso de Sebastián Moro como el de Facundo Molares, tienen distintas causas abiertas, en Córdoba, en Mendoza, y ahora el nuevo Ministro de Justicia de Bolivia Iván Lima decidió ocuparse personalmente del tema derechos humanos y se espera una visita de la Comisión Interamericana de DDHH a Bolivia el lunes 23 de noviembre, a lo cual Iván Lima les va a abrir todo y van a tratar de abrir los archivos de la policía y del ejército, sobre todo este año nefasto en que gobernó la banda que asumió post golpe. Iván Lima fue muy claro con respecto a que él va a dejar que todas las organizaciones internacionales investiguen, hagan informes, y les va a dar acceso a todos. Dice que los culpables van a ser juzgados, castigados y penalizados en Bolivia. Es decir no van a perder soberanía en este tema de los derechos humanos. Sé que el caso de Facundo Molares, hoy debería haber habido una audiencia y también que se lo trasladó ayer a una Clínica. Facundo Molares está muy enfermo, porque fue sacado de terapia intensiva llevado a una cárcel en Santa Cruz y de ahí al altiplano, directamente al departamento de La Paz, a cuatro mil metros de altura. Está diabético, recién despertado de la terapia intensiva, ciego de un ojo. Está muy mal de los riñones y el gobierno argentino empezó hacer sus reclamos, por el tema de Facundo Molares y sé que también la familia de Sebastián Moro, tiene reuniones con Cancillería, así se hace, de Estado a Estado”.

La nómina de periodistas y activistas víctimas del poder criminal; víctimas de golpistas, o de fascistas, o de gobiernos dictatoriales, aumenta aceleradamente, dentro de América Latina y fuera de ella. Y el caso de Sebastián Moro es uno más en esa macabra nómina.

La macabra nómina que nos hemos permitido construir, con la indiferencia de muchos, y con la complicidad de muchos más. Mal que nos pese.

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*Foto de Portada: www.explícitoonline.com /gentileza de familia Moro/ Gloria Beretervide junto a Sebastián Moro, ambos compartiendo un momento periodístico.

*Foto 2: www.diariodigitalnuestropais.com /Sebastián Moro