Aquel día de verano uno de los tantos niños pobres de Nablus me pidió le comprara unas palomitas de maíz que vendía con un grupo de amigos para ganar algo de dinero. Nunca me volvieron loco las palomitas, así que me negué, pero le di una moneda para ayudarlo. Raed vio esto desde atrás y me reprendió con esa frágil ternura que se escondía bajo su coraza de duro. "Toma las palomitas de todos modos", me dijo. "Es una cuestión de dignidad, así le haces saber que le estás dando valor a su trabajo". Sin pensarlo tomé la bolsa del niño que en un instante volvió feliz con sus amigos y miré fijamente a Raed durante un rato: acababa de darme una lección de vida.

Acompañados de un buen narguile, momentos después fuimos testigos de un atardecer que creo que fue la puesta de sol más intensa que jamás haya visto. Intentábamos estirar la mirada hacia el horizonte, en busca de algo. Yo buscaba el mar, extrañaba Italia, el olor a sal y el rompimiento de las olas. En cambio, Raed buscaba la libertad, la paz interior. Y me pregunto si por fin la ha encontrado.

Descansa en paz hermano, mataron tu cuerpo, pero no tu alma.

Raed Al Bahre

(1º de septiembre de 1994 – 18 de octubre de 2019) hijo y mártir de Palestina