Los montevideanos del barrio La Aguada los ven; saben que están allí. Saben que en la esquina misma de la avenida Daniel Fernández Crespo y la calle Hocquart, en la ochava misma donde nace una plazuela, está ubicada la Casa De Enfrente, un emblemático reducto en el que no pocas veces participamos de reuniones junto a los grupos que hoy conforman los “Colectivos contra la Represión” (por las libertades), pero que en el ayer eran contra la Reforma ( la reforma de ciertos artículos de la Constitución de la República, relacionados fundamentalmente con la “seguridad” pública ) oportunamente propuesta por el senador del Partido Nacional (blanco) Jorge Larrañaga. Los montevideanos del barrio La Aguada, allí frente mismo al Palacio Legislativo, saben que esa tarde sabatina (del 10 de octubre, que ya fue) la plaza de Daniel Fernández Crespo y Madrid, fue el punto ciudadano elegido por los “Colectivos contra la Represión” para que brillara, bajo un sol radiante, la denominada “Tokata Anti-Represiva”: una movida cultural, popular y ciudadana, donde el arte teatral, la danza y la música fueron los protagonistas principales. Y uno de ellos, fue el Movimiento Cultural Our Voice, que puso en escena una breve obra denominada “Ser o no Ser. Sabemos lo que somos, no lo que podemos ser”.

“Hicimos una intervención que representa cuando se crea la idea de República en el Uruguay, se crea una Constitución y esa Constitución habla de tres poderes: el poder legislativo, el poder ejecutivo y el poder judicial, habla de cómo estos tres poderes surgieron para la defensa del pueblo, para defender los derechos del pueblo, y muestra como después esos tres poderes rompen la independencia que tendrían que tener dándose órdenes uno a otro y empiezan a funcionar para beneficio propio, corrompiéndose, comenzando a perjudicar la confianza que se le había dado, empezando con una sistemática violación de la Constitución, como vivimos en el día de hoy” nos explica , el director artístico de Our Voice, Diego Grachot.

Apoyado en una puesta en escena simple, pero no exenta de colorido ni de personajes, ni de música, ni de canciones, el elenco de Our Voice subió a escena un trabajo actoral sobrecargado en simbolismos. Por ejemplo, a través de un recurso escenográfico portátil y sencillo, como fue el marco de una puerta de madera revestida en hojas, se simbolizó lo que el Poder Ejecutivo representa: “Una puerta que da acceso a la materialización de los sentimientos, de la felicidad, de las cosas que la gente necesita; después, un altar donde está el Poder Judicial, dictando sentencia y también un marco con un lienzo, donde el Poder Legislativo tendría que estar creando y pensando las mejores ideas para el pueblo” en palabras del propio Grachot.

Quizás fue un espectáculo que rompió con las estructuras lineales del teatro convencional, pero no por ello se deshizo de un sólido mensaje de conciencia dirigido a la platea. Todo lo contrario: Fue directo. Fue puntual. Fue contundente.

“Los chicos respondieron como siempre. Quedé muy conforme cómo trasmitieron al público, el sentimiento del arte. Porque el arte de los pueblos es uno de los objetivos elegidos por la represión. Y eso lo que primero que elimina o aparta la represión Los hicieron acá y lo hicieron en otros países. Especialmente cuando el arte es en sí mismo una denuncia. Y eso han trasmitido estos chicos: la denuncia. Traspasando los muros del silencio. Los muros de la hipocresía” agregó el director Grachot.

Canto, arte teatral, danza y la denuncia de Our Voice, en una muy acertada dinámica en el escenario que se instaló en la plaza. En los alrededores: la habitual rutina de un fin de semana primaveral. Familias de La Aguada, militantes de los Colectivos contra la Represión y la presencia de otros artistas, amplificando la denuncia con instrumentos musicales y su arte (tambores, telas y un mural que se fue pintando en una plaza lindera, a instancias del Sindicato de Artes Gráficas) fueron la sal y la pimienta de una jornada anti-represiva. Que fue un éxito. No obstante, de tanto en tanto, uno que otro patrullero policial, marcaron la presencia de la autoridad. La autoridad que se cercioraba con insistencia de que no se estaba quebrando el orden establecido por la recientemente aprobada Ley de Urgente Consideración (la LUC) en lo que ataña a las luchas sociales. La autoridad que no podía estar ausente, pero a su manera.

Los montevideanos del barrio La Aguada, vieron, perfectamente, que en todos ellos –artistas y militantes- no hubo trasgresión alguna. Solo hubo arte. Arte, para la denuncia en paz. Para la denuncia valiente y en resistencia.

Y los jóvenes de Our Voice, que ya saben muy bien de compromisos y de resistencias, una vez más no defraudaron: ni a la platea, ni a sus ideas, ni a sus valores.

---------------------

*Fotos de Our Voice, Romina Torres.