Almendras BongiovanniPor Jean Georges Almendras y Giorgio Bongiovanni - 29 de junio de 2020

“La Cámara de Senadores aprobó en sesión virtual el proyecto de resolución que asigna el nombre del periodista Pablo Medina al nuevo salón de conferencias de prensa el Senado” así se informaba hace pocos días en los diarios de la ciudad de Asunción, en el Paraguay. Una novedad, que hoy por hoy, resulta ser más una provocación que un halago parlamentario o un justo reconocimiento hacia el periodista Pablo Medina, nuestro redactor, nuestro amigo, nuestro mártir. Una novedad que huele a hipocresía de gran magnitud. Una novedad que nos lleva a opinar públicamente en términos de indignación y de crítica, porque la resolución nos resulta un insulto a la memoria de Pablo Medina, a su familia, al periodismo libre y a todos aquellos que sabemos perfectamente que su muerte y la de su asistente Antonia Almada –el 16 de octubre de 2014, en Villa Igatimí- fue la resultante de una maniobra mafiosa, orquestada por un criminal llamado Vilmar “Neneco” Acosta que ahora se encuentra entre rejas cumpliendo una larga condena.

¿Qué burdos pensamientos llevaron al legislador de la Cámara Alta, Blas Llano (PLRA) cartista a proponer ésta iniciativa? ¿Qué clase de moral pudo haberlo llevado por ese sendero cuando el crimen se comete en el período de gobierno de su líder Horacio Cartes? ¿Quizás buscar resarcir lo irresarcible? ¿Quizás resaltar en la sociedad paraguaya la sensibilidad parlamentaria frente a un hecho criminal que sacudió a la familia periodística y sumió en el dolor a las familias de las víctimas? ¿Pero qué es lo que está pasando? ¿Después de seis años se aparecen con estas iniciativas? ¿Cómo tiene el descaro, el senador Blas Llano, de proponer semejantes ideas cuando nunca lo recordamos actuar con igual empeño a la hora de buscar a los asesinos de Pablo Medina o a la hora de defender la libertad de prensa o a la hora de denunciar a su líder Horacio Cartes, cuya integridad moral y presidencial dejó mucho que desear, porque de hecho es un mafioso?

Blas Llano es un artífice de un parlamento que se abraza a la hipocresía y se mece sobre redes mafiosas, y se burla descaradamente de la memoria de Pablo Medina. Blas Llano nos ofende. Blas Llano ofende a la democracia, cuando propicia iniciativas de esta naturaleza, porque se hacen en tiempos en que el Parlamento no necesariamente tiene la catadura moral para hacerlas.

Claro que sí, que la iniciativa hubiese sido muy bien recibida y hubiese sido valorada como un gesto de elogio y de reconocimiento, proviniendo de un Parlamento signado por la transparencia, la ética y la honestidad. Pero la realidad es otra, porque en el Paraguay se vive una narcocracia. Porque es un país que tiene en su haber una veintena de periodistas asesinados por denunciar mafias y corrupciones de tinte político. Porque es un país cuyos gobernantes de turno, en tiempos democráticos, no hacen otra cosa que despeñarlo por los barrancos del extractivismo, de la corrupción mafiosa, de los enriquecimientos ilícitos, de la criminalidad organizada, de las conspiraciones mafiosas para segar vidas humanas, con el único cometido de silenciar verdades. Porque es un país cuyo Parlamento se ha dejado coptar por mafiosos, siendo muy pocos los legisladores honestos.

La iniciativa de llevar el nombre de Pablo Medina a los más destacados sitiales de un Parlamento honorable y no corrupto, lo hubiésemos tomado como un gesto loable. Pero hoy, para nosotros es una mofa. Es un atentado a la verdad. Es una farsa descomunal. No podremos impedir que la propuesta se materialice, pero tampoco aplaudiremos esa denominación.

Hoy, en pleno 2020, el asesino intelectual de Pablo Medina está en prisión; los sicarios están detenidos y cada uno de ellos, en territorio brasileño, aguarda que la Justicia se expida sobre suerte, por el doble crimen cometido.

Cuando los sicarios apretaron los gatillos de sus armas y acabaron con las vidas de Pablo y de Antonia en octubre de hace seis años respondían a órdenes expresas de otras personas: ¿Personas de un sistema político mafioso? Seguramente, pero sus nombres están guardados en cajones con siete llaves bajo la reserva de la omertá. ¿Personas de un sistema político mafioso instalado en un Parlamento que se atreve a nombrar a Pablo Medina, en una cueva de ladrones? Seguramente, y que nos disculpen los legisladores honestos, si los hay.

Este lunes 29 de junio, a las 8 y media de la mañana se ha inaugurado la Sala de Prensa del Congreso de la Nación Paraguaya con el nombre de Pablo Medina, en una ceremonia de ribetes hipócritas. No estuvimos presentes porque somos coherentes y porque, lo que para unos este acontecimiento es un honra, para nosotros es una deshonra, un acto blasfemo. Para nosotros, la memoria de Pablo Medina ha sido mancillada.

Si Blas Llano y los parlamentarios que le siguieron en su propuesta hubiesen instalado placas con los nombres de los corruptos y de los mafiosos del Congreso de la Nación Paraguaya, la memoria de Pablo Medina y de todos los periodistas asesinados por la narco política paraguaya, desde el primero de los caídos, como Santiago Leguizamón, habría sido honrada y con creces.

Y nosotros, habríamos estado presentes.

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*Foto de Portada: www.antimafiadosmil.com