Desde que se inició el primer brote del Covid-19, en la ciudad de Wuhan, las autoridades de los países han implementado como primera medida la cuarentena. La policía y los militares en las calles son para apoyar dicha medida. En Chile, en cambio, no se ha decretado cuarentena para proteger al empresariado. El decreto de Piñera no dice nada respecto de cierre de centros comerciales, medidas contra el acaparamiento de productos, cierre de ciudades, cese de viajes en aviones o buses. Mucho menos hay referencia a la prohibición de despidos, desalojos de vivienda, cobranzas bancarias o congelamiento del cobro de tarifas de servicios básicos. Es decir, se cierran los parques, se limita juntarse a las personas con los militares en las calles, pero con los malls funcionando y el transporte público atiborrado.

La medida de Piñera, más que evitar la expansión de la pandemia, está destinada a aplastar el movimiento social que despertó en octubre de 2019. Es el recurso a la estrategia del shock para poder retomar el timón del país, arrebatado por la ola de protestas contra el neoliberalismo y la Constitución de Pinochet.

Tras cinco meses de movilizaciones y con la entrada de los secundarios en el escenario durante la última semana, la pandemia del Covid-19 resultó ser un respiro para el Gobierno. Las primeras medidas de Sebastián Piñera fueron prohibir concentraciones de más de 500 personas (como si cuando se juntan 20 no hay riesgo de contagio) y los medios masivos han llenado la parrilla programática inoculando miedo sobre la pandemia con el objetivo de desmovilizar al movimiento social chileno.

La formación empresarial de Piñera con el Coronavirus ha dado cuenta más bien de su falta de preparación absoluta para asuntos de Estado. La minimización de la gravedad de la pandemia en las primeras horas, la improvisación en las decisiones sobre la suspensión de clases en colegios y el cuadrarse con los dueños de los centros comerciales y mantener dichos espacios abiertos, entre otras torpezas propias del mandatario, evidencian que el país está siendo gobernado no solo por quienes no están preparados para enfrentar la enfermedad, sino que explotarán la enfermedad para abultar sus ganancias a costa del dinero del aparato público y la salud de los habitantes.

Habiendo gran cantidad de recintos públicos disponibles, el reciente arriendo de Espacio Riesco para instalar un lugar para la convalecencia evidencia que la crisis del Coronavirus será explotado por Piñera y sus secuaces como una rica oportunidad para desangrar aún más los escasos recursos del sistema de salud público.

La sociedad globalizada se enfrenta a una pandemia que a diferencia de brotes anteriores de otras enfermedades, sorprende por la rapidez en la expansión del contagio. Si en Chile la semana pasada se reportaba apenas una decena de casos, las cifras de hoy superan los 200 confirmados.

Pese a los costos económicos, China decretó la cuarentena primero en la ciudad de Wuhan con 11 millones de habitantes y después la extendió a la provincia de Hubei con 56 millones. Italia hizo lo mismo hace algunas semanas, declarando la cuarentena en todo el territorio. En España el cierre de centros comerciales y restaurantes comenzó el viernes 13 y se ha restringido el comercio abierto a supermercados y farmacias. Los policías y militares están en la calle para hacer cumplir la cuarentena en dichos países. En Chile, en cambio, en vez de cerrar los centros comerciales y fortalecer el sistema de salud público, la primera medida es sacar los militares a la calle y el arriendo del Espacio Riesco para recluir a quienes estén enfermos.

pinera virus 2

La tardanza de las organizaciones de trabajadores en hacer este llamado demuestra su incapacidad para leer lo que está pasando. Los trabajadores de los centros comerciales le llevan la delantera haciendo protestas para exigir el cierre de los locales. Los conductores de Subus también han realizado paralizaciones y en los campamentos mineros se anuncian grandes paralizaciones. Falta sumar el apoyo de los estudiantes secundarios. Recordemos que su llamado a principios de octubre y la acción directa de evasión masiva pusieron en crisis terminal el sistema neoliberal.

De seguro, en esta oportunidad los gremios estudiantiles llamarán antes que los gremios organizados al Paro Nacional. Nadie va a clase. Los padres tampoco al trabajo.

Está aprovechando el miedo a una enfermedad muy contagiosa para vaciar las manifestaciones, lo que exige un giro radical en la estrategia del movimiento social: pasar al Paro Nacional y el no pago de la cuentas de servicios básicos mientras dure la crisis sanitaria.

Es posible restringirse a lo esencial: el abastecimiento de alimentos, las farmacias, los servicios de salud pública y el aseo de las ciudades. Los centros comerciales, tiendas de ropa y restaurantes debieran estar cerrados.

La crisis está demostrando que los trabajos son capitales para que las sociedades funcionen. En España e Italia, con la crisis desatada desde hace unas semanas, se valora más que nunca el sistema de salud pública, a los profesionales sanitarios y el trabajo de cajeras y cajeros de supermercado, aseadores de la ciudad y los choferes del transporte público.

Todos estos trabajadores son nuestra “primera línea”. También debemos prepararnos para que la crisis no la paguen los más pobres. La cuarentena cortará el ingreso de millones de personas y hoy más que nunca se requiere un Estado solidario y no subsidiario, como el modelado en Chile por la Constitución de Pinochet. En España, Italia, Francia y Alemania se han implementado medidas como la prohibición de los despidos, pago de hipotecas, suspensión de los pagos de luz y agua, de los remates bancarios y de los cobros de multa estatal.

En Chile, la suspensión de pagos de cuentas de luz y agua no sería ningún problema si fuesen empresas públicas, pero como están en manos del capital, las reglas de la economía globalizada exigen mantenerles su cuota de lucro. Todo protegido por la Constitución de 1980 y los TRATADOS DE LIBRE COMERCIO. La iniciativa nunca vendrá del gobierno de Piñera ni del Parlamento. Una fase de la huelga general fundamental entonces, es dejar de pagar las cuentas y resistir los cortes de luz y agua.

Piñera está utilizando la pandemia del Coronavirus para parar su salida de La Moneda y el consecuente fin del Estado neoliberal. La estrategia hasta la semana pasada del Gobierno fue persistir en la represión pública y, pese a la crisis económica, se adquirieron costosos vehículos de represión policial para enfrentar a la ciudadanía. La respuesta podría ser evitar esa confrontación y mostrar la inutilidad de toda esa maquinaria represiva.

El Covid-19 exige al movimiento social establecer precauciones, afinar la estrategia y producir otras formas de protesta. Los italianos en cuarentena salen a los balcones para recuperar la vida en comunidad con música y juegos. En España, también en cuarentena, todos los días a las ocho de la noche se aplaude a los profesionales sanitarios, los de supermercados y del aseo que mantienen los servicios mínimos. Tal vez en Chile, junto con repetir el necesario respaldo a esos trabajadores y declarar el Paro Nacional, se puedan aprovechar las ventanas y balcones para decirle a Piñera que la lucha sigue firme.

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*Foto de Portada: www.pagina12.com 

*Foto 2: www.24horas.com