Martes 19 Marzo 2024
Los comicios parciales al Senado celebrados ayer eran una prueba de fuego para Kan, que asumió el poder el pasado 8 de junio tras la abrupta dimisión de su antecesor, Yukio Hatoyama, y que en septiembre debe renovar su mandato como presidente del PD.El fracaso ha sido estrepitoso: su partido ha perdido el control del Senado, que renovaba la mitad de sus 242 escaños, en favor de un renacido Partido Liberal Demócrata (PLD), al que hace menos de un año desalojó del Ejecutivo tras medio siglo en el poder. Y así, un PLD supuestamente debilitado sumó un mayor número de senadores que una fuerza política teóricamente pujante, pero que en su corta estancia en el poder ha mostrado los mismos vicios que su rival.
Ello ha incrementado el escepticismo del electorado japonés con una clase política que ha hecho desfilar a cinco jefes de Gobierno en apenas cuatro años, desde septiembre de 2006.
La posición de Naoto Kan, de 63 años, es ahora vulnerable dentro de su propio partido, que arrasó en los comicios generales del 30 de agosto de 2009 prometiendo cambio para Japón bajo el liderazgo fugaz de Hatoyama. Pero si éste cayó hace un mes por su incapacidad para cumplir la promesa electoral de retirar de Japón una polémica base militar de EE UU, el problema de Kan ha sido su insistencia durante la campaña en la necesidad de subir los impuestos indirectos, asunto nada popular en estos tiempos de crisis.   Kan quiere aumentar el impuesto sobre el consumo del 5 al 10 por ciento –todavía bajo en comparación con los baremos europeos– con el fin de atajar la elevadísima deuda pública de Japón, que duplica su PIB y es la mayor del mundo industrializado.
El resultado electoral de ayer no es extraño para un país que desde 1989 no ha visto al mismo partido dominar en solitario ambas Cámaras de la Dieta (Parlamento), pero lo llamativo es lo rápido que el PD ha dilapidado el extraordinario capital político logrado en las elecciones que le dieron mayoría absoluta en la Cámara Baja.   Esos votos permiten a Kan seguir gobernando, ya que la Cámara de Representantes prevalece sobre el Senado y es decisiva en los asuntos primordiales, como la elección del primer ministro o la aprobación del presupuesto. Pero ahora la fuerza gobernante deberá hacer malabarismos para sacar adelante sus leyes en el Senado, donde la oposición podría torpedear y retrasar su aprobación.
11 Julio 10 - Tokio - P. Souza