La víspera, miembros del Ejército mexicano llevaron a cabo una operación en una finca del estado de Tamaulipas, a 160 kilómetros de la frontera con Estados Unidos, tras ser alertados por un hombre herido, quien escapó del lugar de los hechos.
Así, la víctima, natural de Ecuador, acudió a los soldados para solicitar ayuda médica y denunciar que una banda criminal, que había prometido trasladar a ciudadanos de varios países de América Central y del Sur a Estados Unidos, no cumplió su promesa e inició una masacre de los inmigrantes ilegales.
Tras un enfrentamiento entre los miembros del Ejército y los bandidos, que se saldó con la muerte de un soldado y tres miembros del grupo criminal, los infantes mexicanos descubrieron los cuerpos sin vida de 58 hombres y 14 mujeres.
Según Poiré, los autores de la matanza pertenecen al cártel de los Zetas que desde hace tiempo se dedica al traslado ilegal de inmigrantes a EEUU.
Al mismo tiempo, de acuerdo a datos de la ONU, los grupos de delincuencia organizada de México que se especializan en ese tipo de actividades, se embolsan alrededor de 6.000 millones de dólares al año.